Educando en la era tecnológica !

El contenido que circula por las redes sociales abarca un amplio abanico de temas desarrollados con disímiles profundidades. No dispongo de medios para hacer una valoración estadística, la cual nos permita visualizar qué estamos compartiendo y en qué proporción. Lo que no admite dudas es que una amplia mayoría de veces estamos usando las redes de manera coloquial, por diversión, como un modo de conectar socialmente, utilizando el sentido de pertenencia a algún grupo, cuyos participantes son los que comparten intereses comunes o alineados.

No pretendo emitir un juicio acerca de la importancia de un contenido sobre otro, porque eso depende de las inquietudes de cada persona. Mis gustos, intereses y preferencias pueden ser coincidentes o no con la de otros, sin ningún grado de prelación. El espacio virtual es tan amplio que puede albergar una infinitud de ideas convivientes.

Existe tanta cantidad de información asequible, que uno podría gastar gran parte de su tiempo, navegando sin ton ni son, sólo usando la curiosidad como fuente impulsora, quedando de alguna manera anestesiado y apartado de la realidad material, viviendo una vida de búsqueda y permanente ligazón virtual. Una existencia plena de emociones, amigos, contactos, aquí y allá, sostenida por años de completa virtualidad.

En ese ciberespacio inconmensurable, inmanejable, cada tanto aparecen contenidos sustanciales, pequeñas grabaciones de charlas, encuentros, vivencias de importantes pensadores que hacen uso de esos espacios de comunicación sin fronteras. De esos pequeños oasis de reflexión, se pueden extraer conceptos que nos devuelven algo de equilibrio, nos permiten recuperar la conciencia acerca de……

Dentro de esos contenidos que disfruto, ayer compartieron un video en el que hablaba un catedrático español (lamentablemente no se reflejaba de quien se trataba), sentado ante un grupo de jóvenes escuchas.

Lo que intentaba era fundamentar la relevancia de la educación en la era tecnológica.

Transmitió algunas ideas centrales, que palabras más , palabras menos , pueden resumirse en lo siguiente:

  • Si hoy hacemos nacer una persona de hace 12 mil años atrás, la diferencia genética con nosotros es tan insignificante que esa persona podría ser educada como un hombre moderno sin problemas.
  • La cuestión de razas o supuestas ventajas genéticas es una discusión arcaica y totalmente superada.
  • La era tecnológica está desprovista de emociones propias del humano. Si uno llora o ríe delante de una máquina, no hay ninguna respuesta de la máquina por el momento.
  • La importancia del maestro para poder conectar y generar discípulos que alguna vez serán maestros, repitiendo un ciclo virtuoso que viene desde tiempos inmemoriales.
  • Las decisiones ejecutivas se basan en la experiencia del hacer, corregir, hacer, experimentar y no sólo de las teorías. Le relevancia de la experiencia.
  • La lógica del pensamiento, la iteración para ir desarrollando y creando, como elementos sustanciales que se adquieren de los maestros que conocen la intuición. Esto debería enseñarse en los distintos niveles educativos.
  • El hombre ha generado nuevos escenarios empleando el conocimiento y la razón, pero desde las emociones, que son los que lo finalmente lo mueven.
  • La capacidad de transformación del ser humano desde la palabra individual, las conversaciones y las visiones compartidas.

Luego de transmitir esto, nítidamente desde su corazón, este apasionado orador culminó su exposición parado delante de sus oyentes para decirles con una voz ya más elevada.

«Hay que recuperar y respetar a los maestros, aquellos que nos ha guiado por mucho tiempo».

«Hay que recuperar al ser humano, como aquel capaz de emocionar con los otros».

Las ideas expresadas por este orador suenan a verdades de perogrullo.

Con diferentes matices creo que sus ideas encuentran eco y aprobación en la mayoría de las personas.

Entonces esta deriva hiper-tecnológica donde prima la super-comunicación continua y constante, que nos abre un camino como mínimo distinto del que hemos transitado durante muchos siglos,

¿Tiene que ser integrada como una herramienta donde prime el ser humano?

En lo personal opino que la revolución tecnológica no puede ser descartada porque de hecho ofrece alternativas globales para solucionar problemas irresolutos de nuestra humanidad.

Otra idea más radical puede ser transitar definitivamente el nuevo camino con el objetivo de llegar a un destino de robotización en reemplazo de humanidad.

No comulgo con esa idea de hombres semidioses, conviviendo con humanoides robotizados.

En ese caso,

¿quiénes definirían las pautas de los límites éticos razonables?

Mientras debatimos los encuadres de la revolución tecnológica, la importancia de la educación y los maestros tiene que ser recuperada ya que, sino corremos el riesgo que la discusión sea dada desde una concepción meramente tecnológica, desprovista de las necesarias emociones propias de nuestra condición humana, con los resultados que ya estamos empezando a visualizar hoy:

– personas hiperconectadas pero desconectadas de la realidad.

– anestesia ante situaciones que nos tienen que emocionar, con escaso registro del prójimo.

– desastres naturales que tendemos a naturalizar.

– diferencias significativas entre sociedades desarrolladas y otras sumamente empobrecidas.

– sistemas de corrupción generalizados, conviviendo con los poderes políticos y económicos.

Rescatando el discurso del pensador al que hice referencia en este texto, la tecnología con educación y valores humanos, conteniendo emociones en conjunción con razonamientos, puede ser un destino inmejorable para las próximas generaciones.

Hoy deambulamos en algoritmos virtuales, relaciones con poco contacto real y físico, creyendo por momentos ciegamente en la revolución tecnológica.

¡Conservar al ser humano!, declamaba nuestro ilustre conferencista mientras se paraba ante el público presente, sacudido su cuerpo por la emoción que lo embargaba.

Ese ser humano que convive mientras combina la realidad mágica de su mortal destino, con sus pensamientos, razones, emociones y afectos más arraigados.

Aquel que lleva miles de años compartiendo su efímera existencia, buscando sentido y propósito en la familia, amigos, trabajo, en todo aquello que lo inquieta y lo hace trascender.

Por ello este domingo 14 febrero que se celebra en el mundo occidental la idea del amor, conservemos al ser humano que lo profesa y lo atesora más allá de cualquier vicisitud, coyuntura y epidemia que lo conmueva.

Educación desde los maestros junto con la tecnología pueden complementarse de manera muy efectiva, propiciando un combo con resultados que nos sirvan para construir un nuevo escalón evolutivo para el Ser Humano.

Para culminar amerito como bueno que usemos un poquito de nuestro preciado tiempo para poner foco en cuestiones alejadas de la tecnología, aquello que nos vincula con cosas tan plenas como reir, llorar, agradecer, perdonar, ayudar, amar, compartir, abrazar, jugar, creer, pensar, visionar, crear…..

Aquello que nos distingue….como SERES HUMANOS !

En primera persona !

La constancia no me ha acompañado en todas las circunstancias. En algunos temas a lo largo de mi vida me ha faltado el compromiso, las ganas, la voluntad, o esa llama que nos impulsa a seguir con el afán de cumplir con uno o varios objetivos.

Tantas veces he trazado planes que no han llegado a buen puerto, o se han logrado solo de manera parcial.

Creo que no debo entristecerme por ello, porque en el otro platillo de la balanza debo sopesar que no en todas los proyectos me he comportado con esa falta de consistencia.

Existen ejemplos de sobra de un lado y del otro.

No quiero aburrir contando la historia de mis logros y mis fracasos. Considero relevante contarles que he luchado de manera perseverante con mis demonios interiores, con el fin de conseguir la continuidad y la persistencia, que me dieran la fuerza para alcanzar las metas que me he propuesto.

«Vale decir que de manera permanente he tratado de ser consistente, con un éxito decididamente relativo»

Esa actitud que me ha acompañado desde niño me ha posibilitado aprender, crecer como ser humano, hasta donde algunos mapas mentales y paradigmas me han permitido trascender.

Esto no me hace ni mejor ni peor que otros seres humanos, sólo es un sello distintivo de mi personalidad, que me ayuda a vivir, a seguir para adelante a veces rápido, otras veces lento, muy a menudo en compañía de los valores que me guían.

Considero que para avanzar, son sin lugar a dudas muy importantes nuestras relaciones, además de los nexos que podamos construir, la autoridad que nos demos y la que demos a otros para hacer junto a nosotros.

Hay una frase que reza: «en general tu puedes llegar hasta donde tus relaciones te lo permiten». Sin embargo y como contraparte, es válido decir, que existen momentos en los que uno se encuentra sólo, a merced de sus propios ángeles y demonios. Espacios de tiempo donde nos sentamos a solas con nuestros propios planes, en esas conversaciones internas, a menudo interminables.

Es común que usemos esos momentos para pensar, para recalcular los planes, para evaluar cómo, con qué, con quienes y hacia dónde ir.

En mi caso personal uso parte de ese tiempo en «modo escritor vocacional». Una vocación que llevo conmigo desde que conocí las palabras, articuladas junto a sus distintas combinaciones posibles. No tengo el don de Cervantes, ni de Borges, ni de Cortázar, ni de Isabel Allende ni de otros tantos creadores, que con sus cuasi perfectas oraciones producen una especie de magia difícil de igualar.  Sus historias llegan a lo profundo de cada lector, atrapándolos en una telaraña que combina exactas porciones de racionalismo, imágenes y emociones, haciéndonos palpitar más fuerte el corazón. No es para nada mi caso.

Siguiendo el designio de esa vocación decidí hace doscientas semanas atrás que, de manera ininterrumpida durante cada fin de semana, tomaría un tema con el propósito de desmenuzarlo un poco, generando preguntas y reflexiones que nos pudieran abrir una ventana en nuestro pensamiento. Tratar de unir nuestro lenguaje y emociones, para que a partir de allí quizás podamos alcanzar otros niveles de conciencia individual y colectiva. No es mi intención brindar respuestas, ya que cada ser humano las tiene en si mismo, escondidas, dormidas o expectantes. Por otro lado serían sólo las mías, tan limitadas como personales. Sólo entregar disparadores que nos permitan encontrar algunas pistas que sobrenadan en el torbellino en el que tantas veces nos encontramos.

A lo largo de más de cuatro años, he asumido un compromiso conmigo mismo en primer lugar y después con cada uno de los fieles lectores, que cercanos o en los lugares más lejanos e impensados, a los cuales accedemos producto de la tecnología, se atreven a leer, comentar y mostrar interés por lo que escribe este incipiente aprendiz de la palabra.

«En este dominio de mi existencia he podido sostener mi empeño o más bien dicho mi tenacidad».

Doscientos peldaños que subí inmerso en un montón de sensaciones, positivas y negativas, alegrías y tristezas, luces y sombras. Más o menos inspirado, con falta de sueño, con dolores de cabeza, con escaso tiempo, he intentado honrar mi promesa.

Mis escritos se vieron traspasados por lágrimas cuando describí la pérdida de un amigo, la del papá de mi esposa: Del mismo modo fueron alcanzados por la alegría del relato de logros ajenos y propios, del amor y del cariño. Mostraron la nostalgia por la quinta que me vio correr de niño, acompañado por esa inmensa libertad, y el afecto de mis entrañables tíos.

Mi familia fue y es mi principal sostén en todo lo que emprendo. Agradezco de corazón a Eugenia, Paula, Emilia y Lucía, por lo que me regalan día a día. El amor que siento y recibo de ellas, fue clave para mantenerme firme recorriendo este camino compuesto por doscientos hitos.

No debo confundirme con el hecho de creer que he llegado a algún lado o alcanzado algo de éxito. Un camino se distingue por un inicio, un recorrido y un final. Eso es físicamente una verdad. Como contraposición, opino que el camino del conocimiento o el aprendizaje tienen un arranque, pero no concluyen jamás, salvo que decidamos abandonarlos. Mientras recorremos ese tipo de camino, es probable que solo podamos aspirar a cubrir metas parciales, aquellos hitos que nos regalan esa especie de tranquilidad de saber que continuamos enfocados en el trayecto.

Haber llegado a escribir doscientos capítulos me pone feliz, entendiendo que la felicidad es ese estado transitorio, efímero y muy difícil de definir que, así como llega se esfuma en un abrir y cerrar de ojos, dejando una inmensa energía en nuestro interior.

Gracias a los lectores por el tremendo aguante, por las críticas recibidas, por el tesón que muestran al leer mis blogs. Sin todo eso se haría muy difícil continuar en la senda de este camino sin final.

Un amigo me dijo hace poco: «lo tuyo es admirable, la verdad no sé cómo haces para que todos los fines de semana puedas producir un texto«. Por supuesto que los elogios hay que agradecerlos y son bien recibidos, aunque estoy seguro que existen muchas personas que a diario lideran situaciones, donde la perseverancia puesta de manifiesto, deja la mía tan chiquita y banal que me da vergüenza que me hayan elogiado. Personas que están durante todos los días al servicio del próximo, del otro, dejando de lado sus propios intereses y conveniencias, poniendo un compromiso que reducen el mío al tamaño de un grano de arena en el desierto.

No me queda más que agradecerles porque ellos son los verdaderos dueños de un merecido reconocimiento.

Para culminar dos frases de pensadores superlativos, que resumen el sentido de lo que quiero transmitir hoy:

«No es lo que hacemos de vez en cuando lo que da forma a nuestra vida. Es lo que hacemos consistentemente». (Anthony Robbins, escritor estadounidense).

«El fracaso tras una larga perseverancia es mucho más grande que nunca haber luchado lo suficiente como para llamarlo fracaso». (George Eliot, escritora británica).

Cosas del destino !

La frase con la que se titula el escrito de hoy, fue una de las más escuchadas durante mi niñez, siendo expresada en muchas de las conversaciones mantenidas por adultos.

Hoy, quizás ha sido reemplazada por otras, que de alguna forma pretenden significar lo mismo.

“Era algo que iba a suceder por más que uno quisiera que no”

“La suerte estaba echada”

“Estaba en el lugar y momento equivocados”

“Cosas que pasan”

“El destino está escrito”

“Hay cosas que nosotros no manejamos”

“No hay que tentar al destino”

A esta lista se pueden agregar algunas más que nos vinculan con el azar, la suerte, el destino o el hado.

El destino, asimismo llamado fatum, hado o sino puede ser definido como el poder sobrenatural, inevitable e ineludible que, según se cree, guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido, de forma necesaria y fatal, en forma opuesta a la del libre albedrío o libertad.

Voy a poner dos ejemplos concretos que intentan explicar la diferencia entre lo que está dentro del alcance de nuestras manos y lo que no (destino), aunque no resulte cien por ciento comprobable que sea así del todo.

Un ejemplo de libre voluntad: Supongamos que hay una persona que está ebria y tiene un coche en pésimas condiciones. Decide conducir su coche en estado de embriaguez por la carretera que baja de una montaña y lo hace a alta velocidad. Si en algún punto se saliese de la carretera y cayese por el precipicio, ¿de quién sería culpa? ¿Sería un accidente causado por el destino o un accidente causado por la libre voluntad?

Según mi punto de vista tiene más que ver con la libre voluntad, pues podría haber escogido no beber y conducir. Podría haberse asegurado de que su coche estuviese en mejor estado y podría haber conducido despacio.

Un ejemplo de suceso destinado: Tomemos por ejemplo el caso de otro conductor que está sobrio. Conduce cuidadosamente y mantiene su coche en perfectas condiciones. También conduce por la misma pendiente de la montaña siendo muy precavido. De repente una porción de la carretera se hunde debido a un desprendimiento y acaba teniendo un accidente. En este caso la persona no tenía control sobre el desprendimiento y por lo tanto esto es un suceso destinado.

Mas allá de que estos ejemplos parezcan de alguna manera bastante claros, alguien podrá decir que siempre es riesgoso conducir por un sendero que baja de una montaña, agregando estadísticas que demuestran que hay mayor porcentaje de accidentes en ese tipo de rutas.

Acto seguido podrá decir que el suceso no era tan destinado, ya que podría haber tenido en cuenta esas estadísticas antes de emprender su viaje.

El destino desde la perspectiva religiosa

En las culturas occidentales y orientales, la mayoría de las religiones han creído en formas de destino especialmente relacionadas con la predestinación, desde el tao del confucianismo chino o el karma del hinduismo a la católica y bienhechora Providencia o Gracia, que deja cierto margen a la libertad.

Desde un punto de vista religioso, el destino es un plan creado por Dios, por lo que no puede ser modificado de ninguna manera. Esto, por supuesto, exceptuando el conocimiento judeocristiano que desde la Sagrada Escritura rechaza de plano la existencia de una predestinación absoluta debido al libre albedrío, que, entre otras cosas, hace al hombre ser a imagen y semejanza de Dios.

Los griegos llamaban al destino «ανανκη » (Ananké) y lo consideraban una fuerza superior no solo a los hombres, sino incluso a los mismos dioses. Esta entidad, el Hado (dios supremo), había establecido que, al igual que Kronos encadenó a su padre, un hijo suyo lo haría con él. El destino era personificado por la diosa Moira, rebautizada como Fatum en la mitología romana.

El destino desde la perspectiva filosófica

En la perspectiva filosófica occidental el destino se relacionaría con la teoría de la causalidad que afirma que, si «toda acción conlleva una reacción, dos acciones iguales tendrán la misma reacción», a menos que se combinen varias causas entre sí haciendo impredecible a nuestros ojos el resultado.

Nada existe por azar al igual que nada se crea de la nada. Todo tiene una causa, y si tiene una causa estaba predestinado a existir desde el momento en que la causa surgió. Debido a que la inmensa cantidad de causas es impensablemente inmensa, nos es imposible conocerlas todas y enlazarlas entre sí. Esto puede estar estrechamente relacionado con un tejido, en el que cada uno de nosotros es una cerda que se involucra con otras y al final esta se va entretejiendo para crear un propósito, aquel propósito que ha completado y da por hecho la realización de una vida.

El arte y la literatura (muy ligados al quehacer filosófico)  se han encargado muchas veces de tratar el tema, debido a que afecta a la más íntima condición humana y los más diversos aspectos de la experiencia. Muchas leyendas y cuentos enseñan la inutilidad de afrontar un destino inevitable que se ha predicho correctamente mediante oráculos, augurios, vaticinios o profecías. En las fábulas clásicas subyace el principio de que es imposible cambiar la naturaleza de una persona, como tampoco es posible la de un animal o la de una fuerza natural, y por lo tanto el destino está prefijado desde el nacimiento: el orden social es tan irreversible como el natural. Este concepto es especialmente relevante en la tragedia griega, en que el personaje principal o héroe se levanta contra los dioses o contra la sociedad incurriendo en un defecto de carácter o pasión (la palabra «pathos» o pasión significaba también enfermedad para los griegos) denominado hybris (en griego antiguo ὕϐρις u orgullo impío contra los dioses o las normas sociales) y es castigado con el fin habitual de toda tragedia: muerte o locura

Atando cabos, y debido a la multicausalidad que puede tener cualquier evento, podemos decir que una parte de nuestra vida, donde están situados nuestros intereses, objetivos y proyectos, puede en cierta forma estar sujeto a nuestra gestión, ser el resultado de una acción regida por nuestra voluntad representada en nuestros actos y decisiones.

De la misma manera, la misma multicausalidad nos deja otra parte donde no tenemos injerencia, aún en temas que se encuentren en la órbita de lo que da sentido a nuestras vidas.

«Dentro de esa contradicción multicausal que incide en nuestra vidas, nos movemos  a cada momento acompañado por emociones, pensamientos y creencias que inciden en nosotros a la hora de decidir».

La evolución cognitiva, y científica que ha acompañado al hombre en los últimos siglos le ha permitido aumentar su expectativa de vida, escapando al destino mortal, de manera impensada para un hombre antiguo.

¿Eso lo ha hecho más feliz o no?

La respuesta depende de varios factores que no están dentro del alcance de este limitado escritor.

Para ir concluyendo:

¿De qué parte de nuestro destino somos artífices?

O de modo más personal.

¿Qué porción de tu destino crees que estás manejando ahora?

¿Estarías mejor con más libertades para decidir, es decir accionando con libre albedrío en más áreas de tu vida?

¿Qué parte de tu accionar incide en lo bueno y lo malo que te pasa?

Como cierre y para disminuir el grado de seriedad que pueden contener estas preguntas, va algo de humor que puede estar vinculado o no.

  • Mamá hoy tomaré mi vida en serio. He decidido ir a la Universidad y no faltar más.
  • Pero hijo, si hoy es Domingo.
  • Te da cuenta mamá, el destino no quiere que estudie.
  • ¿Cuál es su destino?
  • No está escrito aún, lo voy forjando con ánimo y perseverancia.
  • ¿Quiere un boleto de tren o no?

El presidente fue a visitar una clase de 4to. Grado de una Escuela Primaria.

Su llegada se produjo durante una discusión acerca de las palabras y sus significados.

La maestra preguntó al presidente si le gustaría participar en la discusión sobre el significado de la palabra “tragedia”. Accedió sin dificultades.

Entonces, el ilustrado líder pidió a la clase un ejemplo de “tragedia”.

Un pequeño niño se paró y dijo: “Si un amigo mío, está jugando en la calle y lo atropella un auto, eso es una tragedia”.

“No”, dijo El presidente. “Eso sería un accidente”.

Una pequeña levantó su mano y dijo: “Si un ómnibus de transporte escolar se desbarranca en un precipicio, muriendo todos sus ocupantes, eso sería una tragedia”.

“Me temo que no” sostuvo el presidente. “A eso podríamos llamarlo una gran pérdida”.

El silencio creció en el aula. Ningún otro alumno se animó a dar una respuesta.

El presidente los instó a continuar, diciendo:

“¿Es que no hay nadie que pueda darme un ejemplo de lo que es una tragedia?

Finalmente, en el fondo de la clase, un pequeño muchacho levantó su mano y con voz muy tenue, se animó a decir:

“Si el avión presidencial está transportando al Sr. presidente y a todo el gabinete y un misil lo destruye, haciéndolo añicos, eso sería una tragedia”.

“Fantástico”, dijo El presidente. “Eso está muy bien. ¿Y podrías decirme por qué eso sería una tragedia? “

“Sí” dijo el chico. “Porque, en primer lugar, no sería un accidente y en segundo lugar, tampoco sería una gran pérdida”.

Gilgamesh: Hacia la Inmortalidad ?

El Poema de Gilgamesh, también conocido como la Epopeya de Gilgamesh, es la primera obra plenamente literaria de la historia. Es incluso muchísimo más antigua que la Ilíada y la Odisea, uno de los primeros libros épicos de nuestra cultura occidental. Cuenta las hazañas de un rey de Uruk, una ciudad sumeria que quizá dio nombre al actual Irak. Su argumento se divide en doce tablillas, que podemos considerar capítulos de una misma historia.

La historia nos la cuenta alguien, tal vez un sacerdote de la diosa Ishtar, que muestra su admiración hacia al antiguo rey que construyó las impresionantes murallas de Uruk. El narrador se dirige a sus interlocutores de manera general (“Voy a presentar al mundo”) pero a veces parece hablar con una persona que camina a su lado:

 “Voy a presentar al mundo
A aquel que todo lo ha visto,
Ha conocido la tierra entera,
Penetrado todas las cosas,
Y alrededor explorado
todo lo que está oculto”.

A continuación, el narrador parece dirigirse a alguien que está junto a él, tal vez un ayudante, quizá un escriba al que quiere trasmitir aquella historia legendaria. Le dice que contemple la muralla de Uruk, que admire sus zócalos inimitables, que inspeccione los muros de ladrillo cocido. Después le pide que vaya a buscar el relato secreto que nos dejó el rey Gilgamesh:

“Ve ahora a buscar
el cofrecillo de cobre
Manipula en él el anillo de bronce
Abre en él el pomo secreto
y extrae la tablilla de lapizlázuli.
Para descifrar cómo Gilgamesh
Superó tantas pruebas.”

Tras extraer de este misterioso cofre la tablilla de lapislázuli, que contiene un antiguo texto que al parecer hay que descifrar, quizá porque está en sumerio y el narrador es semita, o tal vez porque está codificado como un mensaje secreto, comienza la historia.

Gilgamesh es rey de Uruk. Hijo del rey Lugalbanda y la diosa Ninsun. Cruel y despiadado, aplica el derecho de pernada sobre las novias, es decir, se acuesta con ellas antes que el propio novio; no respeta a los ancianos y maltrata a los jóvenes con los que se enfrenta en combates mortales. Es odiado y aborrecido por su propio pueblo, que eleva sus quejas a los dioses. Los dioses deciden crear a un enemigo que le ponga freno y la diosa Aruru da vida a una criatura salvaje llamada Enkidu, el hombre bestia.

Enkidu vive en los bosques con los animales, como una fiera más, aunque tenga forma humana. Los cazadores y los agricultores temen a la extraña fiera y el rumor llega hasta el rey Gilgamesh.

Gilgamesh decide enviar a una prostituta o una sacerdotisa, o tal vez una hieródula o sacerdotisa sagrada, a seducir a la bestia. Enkidu y la mujer, Samhat, se acuestan y a partir de ese día los animales ya no quieren saber nada de su antiguo amigo y lo rehúyen. A cambio, gracias a la mujer, Enkidu se ha convertido en un ser humano y ha alcanzado el conocimiento:

“Las bestias del monte
rehuyeron su contacto.

Mermado estaba Enkidu,
no trotaba ya como antes
pero ya tenía juicio
Y era vasto su saber”

Samhat le habla de la ciudad de Uruk y Enkidu arde en deseos de conocer ese nuevo mundo. Llega a la ciudad y se enfrenta al rey Gilgamesh, cumpliendo así el designio de los dioses.

No se sabe con exactitud el resultado del combate, que no se ha podido reconstruir por completo en los textos conservados. Se suele considerar que el vencedor fue Enkidu, pero no es del todo seguro.  Lo que sí se sabe es que tras el combate los dos enemigos se reconcilian y se convierten en grandes amigos.

En busca de aventuras, Enkidu y Gilgamesh deciden enfrentarse al temible monstruo de los bosques llamado Huwawa. Comienza así la que se puede considerar la primera road movie de la historia, cuando los dos amigos se lanzan a la carretera o a los caminos de Mesopotamia, probablemente en dirección al actual Líbano, donde Huwawa reina en los bosques de cedros.

Los dos amigos llegan hasta el bosque de los cedros y se enfrentan al monstruo, logran vencerlo, pero eso despiertan la ira de los dioses, porque el bosque y el monstruo estaban bajo su protección.

Después la diosa Innana/Ishtar/Astarté quiere seducir a Gilgamesh, pero él la rechaza, porque sabe que todos los amantes de la diosa acaban mal. Ella, furiosa, arroja contra Uruk al terrible Toro Celeste, pero los dos héroes lo matan. Ahora es cuando los dioses deciden vengarse y castigar a los imprudentes héroes. El problema es que la madre de Gilgamesh es una diosa, por lo que se conforman con matar a Enkidu.

Es en ese momento cuando Gilgamesh descubre que existe la muerte, viendo pudrirse ante él el cuerpo de su amigo.

Gilgamesh, aterrorizado por la perspectiva de enfrentarse al mismo destino que su amigo muerto, decide ir en busca de Utnapishtim, el hombre que sobrevivió al diluvio y ahora es inmortal.

Tras diversas peripecias, Gilgamesh encuentra al mítico Utnapishtim, quien le cuenta la historia del diluvio y cómo el dios Enki le avisó de que los dioses querían aniquilar a toda la humanidad en un diluvio universal. Utnapishtim construyó una nave en la que embarcó a toda su familia y logró sobrevivir cuando, tras muchos días de lluvia, al arrojar un cuervo a la inmensidad del océano no regresó, lo que significaba que había tierra firme en la que desembarcar.

Cuando se descubrió este relato, los investigadores se quedaron asombrados por su semejanza con el relato bíblico del diluvio de Noé. Hoy ya nadie duda de que Utnapishtim (llamado Ziusudra en sumerio y Atrahasis en acadio) es la inspiración del Noé bíblico. Además del relato contenido en la Epopeya de Gilgamesh, en otro relato mesopotámico, el Atrahasis, se cuentan las razones que llevaron a los dioses a desear aniquilar a los seres humanos.

Tras contarle la historia del diluvio, Utnapishtim le cuenta a Gilgamesh cómo puede lograr la inmortalidad. Se sabe que uno de los requisitos es permanecer despierto durante siete días con sus noches. Gilgamesh no lo consigue y la inmortalidad se le escapa.

Cuando todo parece perdido, la esposa de Utnapishtim le pide que ayude a Gilgamesh y que al menos le revele el secreto que le permitirá recuperar la juventud. Utnapishtim cede finalmente a sus ruegos y cuenta a Gilgamesh que existe una planta en lo más profundo del océano que devuelve la juventud perdida. Gilgamesh se sumerge en el océano y regresa con la planta.

En vez de disfrutar él solo de la planta de la juventud, Gilgamesh demuestra que ya no es el rey cruel y egoísta que era antes de conocer a Enkidu y decide llevarla a Uruk, se supone que para que los ancianos del consejo también recuperen la juventud:

«La llevaré a la amurallada Uruk,
Haré a todos comer la planta.
Su nombre será
“El Hombre se hace Joven en la Senectud”.
Yo mismo la comeré
Y así volveré al estado de mi juventud».

En el camino se detiene junto a una poza de agua fresca y dormita un momento. Es entonces cuando una serpiente sale del agua y le roba la flor de la juventud.

Gilgamesh, desesperado, regresa a Uruk.

El poema acaba como empezó, describiendo la grandeza de la ciudad de Uruk construida por el rey Gilgamesh.

Es bastante llamativo que el primer relato de la historia reserve un triste final a su héroe, aunque al menos le queda el consuelo de ser más sabio.

Existen muchos más detalles en la historia, e incluso en la Tablilla XII, cuya relación con el relato principal es muy controvertida, Gilgamesh desciende al infierno y allí se reencuentra con Enkidu.

Proyecto Gilgamesh

Objetivo: «Curar la muerte para el 2045«.

Del relato de Gilgamesh:

«La vida que persigues no hallarás. Cuando los dioses crearon la humanidad, la muerte para la humanidad apartaron, reteniendo la vida en las propias manos», reza una de las frases más famosas de la epopeya.

Es decir, cuando el hombre fue creado por los dioses, estos decidieron que el hombre debía ser mortal y, por ello, no quedaba otra que aprender a vivir con ese inevitable destino.

¿Tenemos qué conformarnos con ser mortales? ¿Puede el hombre llegar a escapar de la muerte? ¿Se puede llegar a curar la muerte?

José Luis Cordeiro, conferenciante y fundador de la Singularity University –una iniciativa que estudia el uso de la tecnología para atajar problemas globales– se ha hecho ampliamente reconocido por asegurar que en 20 y 30 años el ser humano será capaz de «curar el envejecimiento».

«Vamos a ver la muerte de la muerte», dice en las entrevistas parafraseando el título del libro que escribió junto con el matemático David Wood. Según la teoría que defienden ambos autores, avances científicos como la impresión de tejidos humanos u órganos vitales en 3D y desarrollos en nanotecnología, junto con los avances en células madre para reparar las células ‘dañadas’ permitirán neutralizar el envejecimiento.

Pero, además, consideran que las investigaciones en oncología, diabetes o alzhéimer continuarán progresando hasta lograr curar estas enfermedades. Y, en ese aspecto, laboratorios internacionales anunciaron hace unos años una inversión de 1.500 millones de dólares destinada a desarrollar nuevas terapias para curar enfermedades relacionadas con el envejecimiento, incluyendo enfermedades neurodegenerativas y el cáncer.

Se calcula que ya hay 350 personas criogenizadas en todo el mundo, mientras que la Fundación Matusalén ha recibido cientos millones de dólares en donaciones para investigar terapias regenerativas. Así, varias personas influyentes de Silicon Valley han puesto sus ojos en esta naciente industria que, de convertirse en realidad, sería enormemente lucrativa.

Si tú o un familiar cercano tuviera una enfermedad grave, ¿cuánto estaríamos dispuestos a pagar? Probablemente la respuesta sea todo o gran parte de tu patrimonio, razón por la que muchas compañías están comenzando a desarrollar esta industria. Y si le invierten es porque le ven capacidad de retorno a medio-largo plazo.

2045, año de la inmortalidad ¿estamos psicológicamente hechos para vivir para siempre?

La esperanza de vida ha aumentado significativamente en el último siglo en el mundo desarrollado. En Estados Unidos, un hombre vivía de media hasta los 50 años en 1910, mientras que en 2010 la esperanza de vida está en los 75 años. Nuestra «fecha de caducidad» se ha pospuesto tanto, que varios científicos se han atrevido a fijar el «fin de la muerte» en 2045. Concretamente los impulsores de la Universidad de la Singularidad, fijan el 2045 como el año en el que trascenderemos y seremos inmortales.

Kurzweil, uno de los promotores y escritor de su libro en el 2005 “La singularidad está cerca: Cuando los humanos trasciendan la biología”, definía la «Singularidad» como el momento en que la inteligencia artificial supere en inteligencia a los seres humanos. En ese año, según el autor, obtendremos capacidades sobrehumanas como lograr mayores habilidades cognitivas o incluso ser inmortales.

«Vamos a ser cada vez menos biológicos, hasta el punto en el que la parte no biológica [robótica] predomine», dice Kurzweil en un vídeo en el que comparte algunas de sus visiones más futurísticas.

Sabiendo que parte de la humanidad tiene entre ceja y ceja poner punto y final a la muerte, la pregunta que queda por hacerse es si realmente estamos hechos psicológicamente para adaptarnos a la eternidad.

En la Pirámide de Maslow, que marca nuestra jerarquía de necesidades, la cúspide la ocupa el poder «trascender», justo por encima de la autorrealización.

Motivo de debate en el campo la biología, la ética y varios apartados más, el objetivo de la inmortalidad para el 2045, adquiere en este 2021 y según mi modesto punto de vista, un sesgo de desmesurado e inalcanzable. Algunas opiniones en contra de la idea de vivir para siempre, muestran el carácter pueril de algunos hechos que dan por cierto los seguidores de la eternidad.

«Creo que traducimos nuestra inmortalidad en cosas que hemos logrado continúen vivas una vez que nos hallamos marchado», dice el actor Ben Kingsley en una entrevista en la que califica como una «aspiración tonta», querer ser inmortal.

Si lo pensamos durante un momento, la gran mayoría de las obras de ficción que versan sobre un personaje inmortal, terminan mostrando la vida eterna como una condena en vez de una virtud.

Tan sólo pensemos por un momento en populares historias como la del escocés McLeod (Christopher Lambert) en ‘Los Inmortales’, o en Robin Williams en ‘El Hombre Bicentenario’, basado en un relato de Isaac Asimov.

«Si viviera para siempre, qué motivo tendría para salir de la cama si siempre hubiera un mañana, para qué molestarme», se pregunta el científico Neil de Grasse Tyson.

Los debates en el mediano plazo servirán para definir los límites en varias disciplinas ligadas a la evolución humana: genética, inteligencia artificial, robótica, biología regenerativa.

Capaz el 2045 suene utópico, sin embargo hay muchos indicios que nos muestran que el horizonte, donde exista la posibilidad de crear un ser humano (o algo parecido), con otro nivel de conciencia e indeclinable capacidad de sobrevivir, se encuentra bastante cercano y asequible (si tomamos en cuenta los miles de años de la evolución humana, quizás en un breve suspiro).

¿Quién será y cuando aparecerá nuestro primer Gilgamesh inmortal?

Theophilus Roy, casi un superhéroe !

“En el pueblo donde vivo hay mucho espacio para el bien. Yo soy uno los encargados de que así sea, día tras día, incluyendo aquellas jornadas donde no todo aparenta estar en paz”.

Con esa frase mezcla de propositiva, tranquilizante y algo presuntuosa, arrancaba su presentación ante el público sentado en el auditorio, esa especie de superhombre, estandarte de una clase única de conciencia general. Su figura y discurso lograban por momentos captar una plena atención, acaparando todas las miradas situadas entre el asombro y la incredulidad.

Desde su nacimiento, ya su madre había denotado en él ciertas características impropias de un mortal común y corriente. El pequeño Theo, como cariñosamente lo llamaban, tenía amplios poderes de clarividencia, destrezas físicas inigualables, a los que sumaba una memoria prodigiosa que le permitía reconocer a cada persona conjuntamente con su extenso historial.

El colegio fue una etapa muy aburrida para él, ya que casi siempre sabía de antemano que temas se tratarían y de qué manera. Terminó su escuela secundaria en tres años, debido a un permiso especial para cursar dos años en uno.  Se inclinó hacia la astronomía para seguir una carrera universitaria que le resultara atractiva. Hubo de migrar a una ciudad más grande para poder perseguir sus meteóricos sueños. Sus compañeros de carrera, tenían distintas opiniones sobre su origen y comportamiento. Para algunos no era humano, para otros sólo una persona indescifrable y arrogante, mientras que, para sus pocos amigos, los cuales por cierto parecían conocerlo mejor, la sensación era que se trataba de un ser rayano en lo sobrenatural, tierno y apacible.

Su entusiasmo por el estudio de las galaxias, estrellas, planetas y todo aquello que escapa al entendimiento cercano y natural en cualquier persona, lo conectó decididamente con la reseña ficcional de muchos superhéroes, cuyos orígenes no eran terrenales. Se hizo apasionado por la lectura de todo lo vinculado con Superman, el Hombre Araña, los Cuatro Fantásticos, Flash, Antorcha, y muchísimos más. En poco pero intensísimo tiempo, libros y comics fueron devorados conjuntamente con todas las películas del género, procesando en su cerebro todos los comportamientos de los superhéroes dedicados a hacer el bien.

Su afición compulsiva afectó su trabajo en el observatorio astronómico, que dependía de la Universidad donde había cursado sus estudios. Esa ocupación conseguida con mucho esfuerzo y aprovechando una recomendación especial, sufrió las consecuencias de los constantes desequilibrios de sus estados de ánimo. Tanta información recibida de golpe, sumada a sus habilidades sobrenaturales innatas, le produjeron un conflicto en su condición personal que no sabía cómo manejar. Esta fue su etapa de vida más sombría, la que lo llevó a plantearse qué camino o proyecto personal seguir.

Común a la historia de la mayoría de los superhéroes, un encuentro casual con un viejo mentor, antiguo profesor de su carrera, le posibilitó vislumbrar su destino prefijado. Su antiguo consultor lo fue llevando pregunta tras pregunta a encontrar las respuestas que él mismo ya tenía en su interior.

Decidió que no sería un superhéroe convencional en cuanto a los procederes ocultos, sin identidad ni reconocimiento, trabajando a escondidas tales como son los modus operandi de muchos de ellos. Por el contrario, él adoptaría la impronta de una figura pública, irreprochable, sin tachas, trabajando de sol a sol por el bien, en detrimento del mal. Volvería al pueblo que lo vió nacer, para comenzar su carrera personal a favor del correcto quehacer y los valores más deseados.

Lo primero que hizo fue abandonar el reducido nombre de Theo, por el cual era conocido hasta ese momento. Su mejor opción fue conservar el nombre largo Theophilus, aunque no acompañado de su apellido formal que era Cranton, sino por algo más acotado como Roy. Su nombre significaba la combinación de amigo de Dios por Theophilus, más el regio que es la acepción en francés de la palabra Roy.

El Regio Amigo de Dios, comenzó su derrotero de superhombre a tiempo completo, ubicándose estratégicamente en el café más céntrico del pueblo de donde era originario. Por razones ajenas a mi voluntad de mero relator, no puedo develar el nombre del sitio ni su localización geográfica.

En ese lugar pleno de socialización, encuentros y desavenencias, pudo usar sus poderes de intuición, más su prodigiosa memoria para conocer de antemano, aquellas situaciones, intenciones personales o todo otro posible acto, que pudiera representar algún daño hacia las personas, instalaciones o servicios dentro de su querida comunidad.

Su accionar era muy concreto. Gracias a sus poderes innatos, el conocimiento previo le permitía desalentar mediante mensajes directos a las personas involucradas, cualquier acto asociado a lo que él denominaba “el no bien”.

La gente del pueblo comenzó a recibir, quien más y quien menos, amables sugerencias para evitar todo tipo de problemas.

Tony, el verdulero que tenía la balanza medio arreglada para pesar unos gramos de menos, fue instado a recalibrar su medio de pesaje para que entregara el peso justo. Siguiendo una acción similar, Charly el de la venta de huevos, fue decorosamente invitado a vender los huevos del tamaño y color que rezaba la publicidad de los escritos con tiza blanca de las pizarras. Ni que hablar de Luigi, el dueño del taxi que siempre cobraba algo de más y además no salía los días de lluvia. De repente empezó a actuar como si fuera otro con los clientes que se subían a su auto.

Mary, la peluquera más tradicional, había comenzado a no respetar los turnos, debido a un creciente cúmulo de pedidos no programados. Eso ocasionaba todo tipo de conflictos y episodios difíciles de digerir. Novias que llegaban al altar con su peinado a medias. Hombres con su cabellera mal cortada, con apariencia de haber sido aserrada debido a los nervios de Mary por el gran cúmulo de trabajo. T.R. como se hizo llamar de manera simplificada, abandonando la idea original de una identificación más resonante, instó vigorosamente para que la peluquera tomara un ayudante que le posibilitara ordenar y cumplir con los numerosos compromisos asumidos.

T.R. acompañó durante muchas noches de tentación al cleptómano del pueblo, de modo tal de cambiar sus ansias por lo ajeno por una nueva y remozada vocación de serenatero. Acto seguido, le pidió al gomero que cambiara los clavos que desparramaba por las calles con el propósito de incrementar su trabajo, por plantas con flores que plantaba y cuidaba con mucho amor en la plaza, en el frente del colegio, la iglesia y el club recreativo.

Los niños del colegio recibían mensajes recordatorios para devolver aquellos elementos que por equivocación habían tomado de algún compañero. De esa manera se empezaron a recuperar valiosos útiles extraviados para la alegría de sus dueños. Del mismo modo los invitaba a compartir sus meriendas, ayudarse en las tareas y compartir sus libros de estudio.

La pereza estaba dentro del radar del famoso veedor popular. Si alguno no escuchaba el despertador y se dormía seguido, complicando sus propias tareas y la de los demás, recibía la delicada visita de T.R. que hacía las veces de despertador. Ponía una cuota de responsabilidad en la cabeza de los haraganes y amantes de unos minutos de más con la cabeza en la almohada.

La suma de cada mínima obra de Theophilus transformó la cultura del pueblo, el cual no sólo se fue acostumbrando al accionar desinteresado de T.R., sino que fue haciendo crecer el bien como característica distintiva de ese lugar. Este hecho trascendió las fronteras de la pequeña comunidad para instalarse en la opinión pública, a través de los medios masivos de comunicación y las redes sociales, las cuales reflejaban permanentemente sus logros.

De esta forma fue invitado a charlar sobre sus métodos, en la Universidad que lo formó en su conocimiento sobre los astros. Luego de soltar la primera frase a modo de presentación, inicio de esta crónica, siguió con el relato de numerosas conductas derivadas de su accionar ejemplificador. La gente que asistió al auditorio universitario en un número aceptable, salió de la reunión encantada con las palabras de T.R., no sin antes tomarse un autorretrato junto con el increíble personaje, paladín del bien.

La tradición oral sobre la cual se basa la historia de Theophilus, se fue inexplicablemente perdiendo. Nadie sabe que fue de él después del relativo éxito durante su primera presentación como personaje público. Alguien se tomó una última foto en su compañía. Cuando giró su cabeza para pedirle que autografiara un pequeño papel, escribiendo una dedicatoria para su hijo, T.R. ya no estaba presente.

Sus familiares lo buscaron usando todos los medios disponibles, resultando infructuosos los intentos.

En el pueblo se seguían recibiendo algunos mensajes de un origen desconocido. Mensajes que invitaban a abandonar los malos procederes. Sin embargo el teléfono del cual provenían no era identificable mediante el empleo de ninguno de los métodos y tecnologías disponibles.

Sus escasos amigos no supieron más nada de su paradero. Quedaron en una eterna perplejidad por la inexistencia continuada de un camino destinado al éxito que no tuvo su merecido final. ¿Qué hubiera sido este mundo si nuestro Theo no hubiese desaparecido? ¿cuántas buenas acciones hubieran estado al alcance de nuestras manos? Se preguntaban sin una respuesta que resolviera los enigmas planteados.

Indicios no comprobados nos hablan de un T.R. que en apariencia fue recogido por otros seres a bordo de una nave que giraba a mucha velocidad, emitiendo muchos destellos de luz.

Otras fuentes lo muestran desarrollando actividades encubiertas para una agencia de investigación estatal de renombre, la cual se aprovechaba de sus facultades de clarividente.

No existe una imponente lápida con una leyenda descriptiva de lo que fuera su vida: ”Aquí yace un prohombre que trabajó sin descanso para hacer el bien”. Apenas quedaron las crónicas del pueblo, donde fuera elogiado muchas veces.

Theophilus Roy, casi un superhéroe, desapareció del mundo real para siempre.

Sobrevive en la imaginación de algunos que me contaron su corta pero fructífera vida.

Yo se las cuento a ustedes. También se la narro a mi hija Lucía, la cual me pregunta:

¿Papá esto es cierto?

Tan cierto como los Reyes Magos hija……

Solo unos 2.000 años después.

El arquero !

La década del ochenta se iba despidiendo sin mucha pena ni gloria. Los niños de la barra no teníamos una idea cabal de la situación política y social de nuestro país. Vivíamos inmersos en un sinnúmero de actividades lúdicas, gastando la energía en aventuras, carreras de kartings a rulemanes, y por supuesto jugando muchísimo a la pelota.

El mundial del 78 que nos había coronado campeones del mundo, produjo por bastante tiempo, que los más pequeños quisiéramos imitar a aquellos gloriosos jugadores que alzaron la copa frente a Holanda. Muchos querían ser Kempes, otros Ardiles, Galván, Pasarella, Tarantini o Houseman. Los que oficiaban de supuestos directores técnicos practicaban la voz algo grave y pausada de Menotti, poniéndose en la boca un palito que hacia las veces de cigarrillo, imitando al flaco que fumaba uno tras otro.

Nuestra práctica del deporte más popular de la Argentina nos congregaba en varias canchas improvisadas, con arcos de madera en el mejor de los casos, algunas matas de gramilla seca, piso bastante irregular, de dimensiones para jugar con equipos de 5, 7, 9 y 11 jugadores, siendo estas últimas no sólo las menos sino por cierto las más precarias.

Aquella primavera del 80, el dueño de uno de los viveros de plantas más grandes de esa zona de Córdoba, construyó una cancha de medidas reglamentarias, con arcos a los cuales se les podían colocar redes, gramilla verde bien cortada, de piso bien parejito y hasta banderines en los corners. Sus líneas reglamentarias eran pintadas con cal antes de cada partido. El punto penal aparecía nítido, bien blanco y redondito, por primera vez para muchos de nosotros. Esta cancha era un sueño hecho realidad para los pibes de la barra. Jamás habíamos podido disfrutar de un escenario de esta naturaleza. Si bien el campo había sido creado para la práctica de mayores, adolescentes y menores, los que disponíamos de más tiempo para patear la pelota éramos los más chicos, por lo que todas las tardes nos congregábamos a jugar.

El grupo completo de niños oscilaba aproximadamente entre un número de doce y dieciocho, por lo que nunca podíamos conformar un juego que enfrentara a dos equipos en un partido de once contra once. Las edades de los preadolescentes entre 12 y 14 años.

Con el tiempo nos enteramos que el promotor de la construcción de este espacio deportivo no era el dueño del vivero sino un amigo del mismo, un ex juez abogado de profesión, el cual era un amante del fútbol. El tenía dos hijas mujeres ya mayores de edad las cuales no habían practicado nunca ese deporte. El Dr. Zanón, tal era su nombre, nos visitó un sábado trayendo consigo dos juegos completos de indumentaria deportiva numerada para once jugadores y cinco suplentes. Celestes las camisetas titulares, naranjas las camisetas de práctica, medias del mismo color y pantalones negros. Las dos camisetas de arquero eran verde y azul cada mitad. Acompañó el regalo con dos pelotas brillantes y hermosas, de una marca oficial, con la cual jamás habíamos soñado jugar.

Reunidos a la sombra de los árboles que bordeaban parte de la cancha, nos comentó que él se encargaría de organizar un campeonato dentro de dos meses más o menos. La idea era hacerlo un día sábado completo, dando participación a cuatro equipos de la vecindad, uno de los cuales seríamos nosotros. Todos los equipos recibirían premios de acuerdo a la posición que ocuparan. La idea central era promover que los niños practicaran deportes de manera sana. Le pedimos si nos podía colocar dos arcos más pequeños en cada uno de los extremos y de manera transversal en una de las mitades de la cancha. De esta forma podíamos jugar con menos cantidad de jugadores por equipo y de manera regular. A la semana ya contábamos con lo que le habíamos solicitado, por lo que nos sentimos aún más complacidos con nuestro ilustre benefactor.

Lo primero que tuvimos que decidir fue el nombre del equipo. Luego de varias idas y vueltas, primó el sentido de pertenencia para denominarnos ”El Vivero”. Lo segundo era elegir dentro del grupo de padres quien podría oficiar de técnico, ya que el Doc era por cierto nuestro informal presidente. En realidad la conducción técnica fue asumida por un grupo compuesto por tres padres, los más futboleros y con tiempo disponible para ocuparse. A menudo las ocupaciones de los técnicos no les permitía asistir y es por ello que durante muchas ocasiones entrenamos sólos, haciendo lo mejor que podíamos y nos salía. Algunas tardes, coincidiendo con la presencia del cuerpo técnico, nos visitaba el Doc Zanón, el cual nos traía una nueva pelota o elemento adicional, tales como guantes de arquero, conos de práctica. Lo más interesante era que bajaba de su auto algunas bolsas conteniendo jugos, alfajores y otras golosinas que degustábamos entre todos. El siempre nos hablaba con mucho cariño acerca de la importancia de la amistad, del respeto por el rival, del juego limpio y de los valores. Nos decía: «No importa ganar o perder, sino más bien entrenar, mejorar, ser solidario con los otros y participar de actividades para despejar la mente».

Las posiciones dentro del equipo resultaron desde el principio bastante claras, dado que hacía mucho que jugábamos juntos. Sabíamos con bastante grado de certeza quienes podían ser defensores, volantes y atacantes, titulares y suplentes. Los detalles más finos los terminaron de organizar la tríada de técnicos.

El gran problema fue designar un arquero. Normalmente nos rotábamos para atajar, ya que no era en sí mismo un puesto muy deseado de ocupar. Si bien todos admirábamos al Pato Fillol, ninguno quería asumir ese rol, debajo de los tres palos de esos inmensos arcos. El arquero era al cual le hacían los goles, siendo una responsabilidad que pocos estaban dispuestos a asumir. Zanón resolvió la situación ya que integró al equipo a Rubén un nuevo integrante y compañero que vivía a unas cuadras de la cancha. «Les presento a un hijo del corazón, uno más de ustedes «, nos dijo. Físicamente no coincidía con el estereotipo de un portero, por lo que muchos dudamos de sus reales condiciones, una especie de prejuicio inicial, aún sin haberlo visto atajar ni un minuto.

Luego de algunas prácticas, el arquero refuerzo que había traído nuestro presidente estaba lejos de lo que necesitábamos en cuanto a seguridad y habilidad con los manos. Tomaba a menudo decisiones difíciles de entender, no cortaba los centros y no sabía cuando salir a achicar un avance mano a mano. Se sumaba que no tenía una gran destreza con los pies. Al final del tercer día que jugamos con él, nos quedamos un grupo reducido de amigos para debatir qué hacer con lo que estaba pasando. Los técnicos no se iban a oponer a la decisión del Doc Zanón. Nosotros queríamos al presi, sintiendo como válidas sus palabras respecto de los valores, y el compromiso por mejorar. Rubén por otro lado mostraba una voluntad, actitud y entusiasmo sin igual, pese a que se molestaba mucho cuando las cosas no le salían del todo bien. ¿Qué nos quedaba por hacer? Marquitos, quien era el más cerebral de todos, comentó que su hermano mayor tenía un amigo que jugaba de arquero hacía ya bastante tiempo. Capaz podíamos contar con él para ayudar a Rubén a perfeccionarse.

El sentido común y las ganas de colaborar nos impulsaron a ir por ese camino. Tres veces a la semana nos quedábamos hasta tarde, Roberto (el arquero formado) y algunos de nosotros junto a Rubén, para que las prácticas diferenciadas pudieran mejorar las destrezas de este último, debajo y fuera de los tres palos. Una semana antes del campeonato Rubén se mostraba mucho más sólido que antes. Casi dos meses de entrenamiento continuo habían hecho milagros en su performance. Se lo notaba más estilizado, ágil, fuerte y decidido.

El campeonato se llevó a cabo durante un gran sábado de fiesta a fines de Febrero del 81. Arrancó a las 9 de mañana, disputándose hasta el mediodía los partidos de la primera rueda. Ganamos nuestra contienda, por lo que a la tarde jugaríamos la final enfrentando a “Las Aguilas” el otro vencedor. Al finalizar los partidos matutinos hubo una choripaneada, momento donde todos los equipos compartimos comentarios sobre las experiencias vividas durante cada juego. Luego del descanso propicio para evitar la radiación del sol de la siesta, a las 16.30 horas se jugó por el tercer puesto y a las 17,45 le tocó el turno a la gran final.

El partido fue emotivo y tremendo. Nos pusimos en ventaja rápidamente, pero a posteriori parece ser que “Las Aguilas” volaron más alto que nosotros, para imponerse finalmente por dos goles a uno.  Rubén, nuestro arquero no tuvo nada que hacer para evitar los goles, los cuales fueron producto de la combinación de un gran juego de ataque del rival y una mala oposición defensiva de nuestro equipo. El árbitro y sus jueces de línea pasaron inadvertidos debido a un juego muy limpio practicado a lo largo de todo el torneo. Los padres, hinchas y curiosos, ubicados en las sombras de la frondosa arboleda, alentaban a los equipos de su preferencia, comportándose de manera ejemplar, cuidando las palabras y apoyando a los jugadores.

Después de la premiación, donde recibimos la copa como subcampeones, el Doc Zanón nos juntó a todos para darnos las gracias por el gran evento que habíamos llevado a cabo. Se lo notaba muy feliz. Nosotros a pesar de haber perdido la final estábamos asimismo plenos, contentos y con muchas ganas de seguir.

El equipo junto a todo el sistema que se había generado duró hasta el fallecimiento de nuestro promotor el Doc Zanón dos años después. En todo ese tiempo continuamos creciendo juntos como grupo humano, fuimos a otros escenarios cercanos a jugar, construyendo una identidad única definida por propósitos comunes como la actividad deportiva, la amistad, la responsabilidad y el respeto mutuos.

Rubén aquel que arrancó con el pie torcido, como se suele decir, se transformó en un excelente arquero y un gran amigo, que devolvió las gentilezas formando a otros arqueritos sustitutos.

El solía decir palabras más palabras menos que nosotros sin conocerlo habíamos confiado en él y lo habíamos ayudado, por lo que él había aprendido a confiar y ayudar a otros.

Fue elegido nuestro capitán, luego de aquel primer campeonato, siendo respetado y valorado por todos.

«El final de las cosas a veces no tiene muchas explicaciones, lo importante es lo que aprendes y disfrutas durante el camino» . Esa fue una de las últimas frases de nuestro querido Doc poco antes de desaparecer físicamente.

De esa forma se disolvió nuestro equipo, no sin antes haber aprendido mucho de los aciertos y de los errores.

Con el arquero promovido seguimos siendo amigos hasta que la vida nos puso en caminos distintos.

Lo importante es lo que aprendes…… el resto es historia.

Rumores !

Primeros días de enero plagado de versiones difíciles de comprobar:

  • A partir del 15 de enero y debido al aumento de casos de Covid se pondrá en vigencia de nuevo una cuarentena estricta.
  • La vacuna rusa no es aceptada por el pueblo ruso que se niega a ser vacunado.
  • La humanidad se ha transformado en un gran conejillo de indias de las multinacionales farmacéuticas.
  • Messi a un paso de dejar el Barcelona.

En su libro “De animales a dioses”, su autor Yuval Nohal Harari nos expresa que piensa de los rumores, planteando lo que denomina “la teoría del chismorreo”.

Según el autor: «Esta teoría esgrime que nuestro lenguaje único evolucionó como un medio de compartir información sobre el mundo. Pero la información más importante que era necesaria transmitir era acerca de los humanos, no acerca de los animales salvajes que nos acechaban. Nuestro lenguaje evolucionó como una variante de chismorreo. Según esta teoría, homo sapiens es ante todo un animal social. La cooperación social es nuestra clave para la supervivencia y la reproducción. No basta con que algunos hombres y mujeres sepan el paradero de los peligros que nos acechan (tales como animales salvajes). Para ellos es mucho más importante saber quien de su grupo odia a quien, quien duerme con quien, quien es honesto y quien es un tramposo.

La teoría del chismorreo puede parecer una broma, pero hay numerosos estudios que la respaldan. Incluso en la actualidad la inmensa mayoría de la comunicación humana (mensajes, whatsapp, correos electrónicos, llamadas, video llamadas, y muchas más) se dedica a transmitir información que para muchos resulta poco relevante. Es algo que resulta muy natural que parece como si nuestro lenguaje hubiera evolucionado para este único propósito. ¿Acaso creemos que los profesores de historia charlan sobre las razones de la primera guerra mundial cuando se reúnen para almorzar, o que los físicos nucleares charlan durante las pausas para el café de los congresos científicos hablando de los quarks? A veces lo hacen. Pero, con más frecuencia, hablan de la profesora que pilló a su marido mientras este la engañaba, o de la pugna entre el jefe del departamento y el decano, o de los rumores según los cuales un colega utilizó sus fondos de investigación para comprarse un auto nuevo y caro. El chismorreo se suele centrar en fechorías. Los chismosos son el cuarto poder original, periodistas que informan a la sociedad y de esta manera la protegen de tramposos y estafadores».

Esto se amplifica por la capacidad única del hombre de transmitir información acerca de cosas que no existen en absoluto. Hasta donde sabemos, sólo los sapiens pueden hablar acerca de tipos enteros de entidades que nunca han visto, ni tocado, ni olido.

Los rumores transmiten con enorme eficiencia la información social ya que tienen un enorme potencial manipulador, porque las personas tendemos a ajustar nuestra propia visión del mundo, a la percepción de este que tienen los otros.

Otra teoría del rumor fue propuesta asimismo por Allport y Postman, dos investigadores que trabajaron el tema en profundidad. Descubrieron, primero que todo, que la mayoría de nuestras conversaciones cotidianas están plagadas de rumores. De supuestas verdades, no probadas, que circulan sin control.

En la definición de rumor entra cualquier afirmación o proposición que tenga un contenido específico no verificado. Esto quiere decir que no hay evidencias que respalden su veracidad. Aun así, circulan de boca en boca, o en redes sociales, de pantalla en pantalla.

La teoría del rumor dice que no toda información sin sustento se convierte en rumor como tal. Para que esto suceda, deben cumplirse un conjunto de características. Solo algunos contenidos tienen ese potencial para propagarse y convertirse en “verdad” sin que lo sean.

1. El rumor debe tratar sobre algo relevante.

La teoría del rumor señala que para que una información se convierta en rumor, debe tratar sobre algo que la gente considere importante. Lo que es relevante o no, depende de los valores que estén presentes en una comunidad determinada.

El rumor no necesariamente trata sobre personas conocidas o famosas. Por ejemplo, a veces se vuelve relevante el caso de una compañera de trabajo que aparentemente está siendo maltratada por su pareja o de un compañero de trabajo al que se alguien le vio de la mano de otro chico a altas horas de la madrugada. Y su caso puede volverse viral, sin más prueba que unas sospechas sin demasiado argumento.

Según la teoría del rumor, esta información se valida y se difunde porque tiene importancia en una comunidad. En el primer caso, además entronca con valores que actualmente se consideran muy relevantes, como la lucha contra la violencia de género. En el segundo caso, chocaría con los valores más tradicionales que todavía sobreviven, especialmente en las personas con más edad.

2. El acceso debe ser restringido.

La segunda característica que debe tener una información para convertirse en rumor es que sea restringida. No se presentan muchos detalles acerca de la misma ni, por supuesto, mayores evidencias. En últimas, no hay suficientes elementos para llegar a una conclusión confiable.

Lo que se presenta a los demás son unos cuantos elementos que estimulan la imaginación. Todos los receptores saben que “hay algo oculto” y esto es precisamente uno de los elementos que más atrae su atención. Se trata de dilucidar un misterio, de completar lo que hace falta.

En últimas, la teoría del rumor habla acerca de informaciones que invitan a participar. La ambigüedad permite que prácticamente cualquier persona pueda construir su propia versión de los hechos. Eso es precisamente el rumor: una construcción imaginaria que adquiere visos de verdad, sin sustento.

3. Funcionan para explicar o sacar los miedos.

La teoría del rumor plantea también que los rumores se forman para explicar aquello que nos genera intriga o para ratificar prejuicios fundados en el miedo. En el primer caso, se parte del hecho de que no hay suficiente información sobre un asunto determinado. O de que las fuentes de información que hay no son confiables. Se conocen algunos datos, pero se intuye que hay algo detrás de estos. Los rumores, entonces, cumplen con la función de llenar ese vacío de información.

Así mismo, los rumores, especialmente los que tienen un tinte calumnioso, contribuyen a sustentar prejuicios, principalmente de odio. Lo usual es que ese odio también sea una manera de disfrazar temores. A falta de evidencias que permitan justificar el rechazo, se acude al rumor para que cumpla esas veces.

Los rumores no son estáticos. La información, generalmente falsa, que contienen, muta y se va modificando. Tienden a deformarse, siempre con el propósito de hacerlos más creíbles o espectaculares.

4. Es imprescindible algo de fantasía.

El ser humano tiene una especial debilidad por las explicaciones fantásticas. Sin darnos cuenta de ello, solemos preferir las situaciones espectaculares, que enciendan nuestra imaginación, en lugar de esas frías verdades racionales que le ponen límite a las fantasías.

La mayoría de los rumores tienden a desaparecer, a medida que las conjeturas comienzan a volverse repetitivas o el asunto pierde importancia. Las fantasías asociadas a ese rumor se tornan rutinarias y la información pierde su carácter de extraordinaria. También mueren cuando aparecen las explicaciones reales y contundentes que acaban con la información falsa.

Sin embargo, no siempre ocurre esto. Hay rumores que se mantienen a lo largo del tiempo. Esto ocurre cuando la base de todo contiene información real que por alguna razón nunca llega a darse a conocer suficientemente. Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la muerte de Hitler y las ambigüedades que hay a su alrededor. Estos rumores dan origen a teorías, e incluso a corrientes ideológicas. Así somos los seres humanos: curiosos, imaginativos y dados a creer de más.

El rumor dentro de las organizaciones

El rumor es ineludible en una organización, y como tal es un canal más de comunicación interna. Una empresa puede no tener Intranet, o carecer de revista interna, pero nunca podrá evitar tener rumores. Pensado de esta manera, la gestión del rumor pasa a ser una parte integral del plan de comunicación interna de la empresa. Para ello hay aspectos clave: contar con un plan de comunicación interna que contemple medios y canales sólidos, y que coloque en un lugar jerárquico los temas que revisten mayor interés para la gente de la empresa; identificar a los interlocutores clave, las personas más escuchadas; generar espacios en los que el personal pueda preguntar y se le responda con transparencia; intervenir con rapidez ante la proliferación de un rumor; valorar al rumor y escucharlo sistemáticamente como una importante fuente de feedback.

En cualquier organización, cuanto más elevadas sean la falta de información y la relevancia del tema, más fuerte, sostenido y masivo será el rumor.

Conceptos finales

El rumor ha sido y es usado tanto como herramienta política como comercial, aparte del uso individual que le dan las personas anónimas para aventajar a alguien o a algo, o simplemente dejarle en mal lugar sin beneficio directo para el que inicia el rumor. También hay rumores cuya única finalidad es la diversión, tengan o no efectos negativos. Algunos de estos rumores iniciados como una broma, no tienen posibilidad de ser demostrados como falsos ni como auténticos, y si perduran en el tiempo, acaban convirtiéndose en leyendas urbanas.

Las expresiones «se dice», «dicen», «me dijeron» aluden a una voz colectiva, plural, impersonal y anónima que atraviesa el discurso del sujeto hablante. Todas ellas remiten a esa memoria colectiva que está en permanente proceso de transformación, que no conoce más que el pasado que se puede actualizar en un presente.

Hablando de rumores, si alguien dice haberme visto con mucho pelo vale la aclaración que por el momento no he decidido usar peluca.

Primer blog del 2021, espero que les haya gustado.

Próspero Año Nuevo !

Chau 2020 ! Bienvenido 2021 !

El almanaque se fue deshaciendo de muchos días, horas y minutos. Los fue soltando al aire contaminado por un virus que aún nos tiene a mal traer. Una enfermedad invisible que fue tomando la vida de muchos seres humanos sin pedir permiso, ni mostrar ningún signo de clemencia.

En este trayecto que comenzó más o menos en enero, todos o casi todos hemos sufrido una pérdida cercana, producto del virus, o a consecuencia de los efectos indirectos o indeseados. Personas que por miedo no siguieron sus tratamientos médicos, encierros que generaron angustia y depresión, falta de actividad física, produjeron potenciales escenarios para otras enfermedades no menos mortales, desenlaces no previstos, sufrimientos y zozobra.

A lo largo y ancho del mundo se perdieron empleos, calidad de vida, hubo dificultades para acceder a la educación, los niños se vieron privados de sus juegos y los adultos mayores de la posibilidad de sentir de cerca los afectos.

La voluntad y profesionalismo de los médicos y de todo el sistema de salud alcanzó para amortiguar los efectos de los golpes fulminantes y reiterados de una o varias cepas de un diminuto soldado preparado para matar y mutar.

La vida tal cual la conocíamos sufrió en casi todos los ámbitos una metamorfosis basal, de la cual no habrá un retorno al menos en el corto y mediano plazo. Protocolos de higiene, barbijos, barreras sanitarias, alcohol , otros desinfectantes y prácticas preventivas, han venido para quedarse, parece que por mucho tiempo con nosotros. El distanciamiento como medida de resguardo no podrá ser obviado en los tiempos venideros. Eso implica desafíos cada vez mayores para que las personas puedan llevar a cabo numerosas actividades.

La carrera contra el tiempo por el desarrollo de las vacunas encuentra a varios corredores acercando la llama del fuego olímpico a la meta final. Durante todo el 2021 las personas seremos vacunadas, con la esperanza de que las sucesivas mutaciones sean alcanzadas por la vacuna original.

La globalización se ha roto en miles de pequeños pedazos y fragmentos culturales y geográficos, dando lugar a nuevos nacionalismos, orgullos locales que vuelven a despertar, incluyendo países poderosos que parecen querer aislarse en sus políticas y en sus estrategias, para dar lugar a una nueva y peligrosa contienda, esta vez dominada por la tecnología, el espionaje y las infiltraciones por las redes.

Surgen con más fuerza nuevas intolerancias de las viejas intolerancias que ya conocíamos, volviendo a un bajo nivel de aceptación de los otros y sus pensamientos. Eso suma un elemento más de aislación y desencuentro.

En lo personal creo que no hemos alcanzado a dimensionar que estamos sobreviviendo a una de las peores catástrofes humanas modernas, donde los sistemas sociales generados dentro de culturas capitalistas, socialistas, comunistas o de la naturaleza que sean , no han servido para frenar el avance de una enfermedad poco manejable.

La capacidad de adaptación, la flexibilidad mental, los recursos que poseemos y las acciones que tomamos como homo sapiens que somos, han menguado los efectos, los han tornado al menos manejables, aunque los niveles de incertidumbre siguen por las nubes.

«Sobreviviendo como especie humana durante este año 2020 nos ha permitido ser más resilientes, más inteligentes para aprender a sobrellevar esta enorme crisis».

Es probable que ese aprendizaje sea el mejor capital que hemos atesorado durante este año que culmina.

Es probable que volver sobre cuestiones importantes como los afectos, la cercanía, la búsqueda del bienestar, a cuestionarnos algunos procederes individualistas y haber adquirido un mayor sentido de responsabilidad por el otro, sea el lado más brillante de este año opaco, ajado y con bastante grado de dramatismo.

El final del año 2020 es como una saga de película que culmina con un continuará……. No creo esta sea la única, sino que habrá remakes del mismo u otro tipo que nos seguirán poniendo en jaque. Crisis financieras, económicas, ambientales, religiosas, donde se pondrán cada vez más a prueba nuestra capacidad para dar respuestas.

El debate filosófico sobre nuestra oportunidad como especie adquiere mayor significancia, no nos queda un tiempo ilimitado para trazar un camino que puedan seguir las generaciones futuras.

Sin embargo, el 2021 nos obliga a poner en marcha con gran sentido pragmático, decisiones concretas sin visiones personalistas, despojadas de vanidad para tomar acciones en el muy corto plazo, sobre la salud y las vacunas, las actividades, la educación, el turismo y el desarrollo de la sociedad.

El 2020 se va retirando casi sin ruido, con ausencias notables, con pocas luces.

La bisagra emocional que significa un nuevo año, con renovadas esperanzas, ilusiones y anhelos está muy cerca. El 2021 se viene asomando tímidamente, como un jugador de póker que hojea las cartas.

La encrucijada de la historia nos muestra que hubo tiempos parecidos, casi nunca iguales. Los matices suelen ser semejantes, pero tan distintos a la vez, que el pasado sólo nos sirve como referencia para actuar.

«Un SOBREVIVIENTE del 2020 es un gran afortunado, se quedó con la vida y con la posibilidad de accionar este 2021».

En lo personal creo tenemos que honrar esa posibilidad, comprometidos con resolver pensando no sólo en las cuestiones inmediatas, sino además en qué hacer para adelante.

No sé si a futuro alguien revisará la historia como lo hacemos hoy para establecer comparaciones.

En unas décadas más, alguno de nosotros estará sentado con sus nietos, revisando algunas fotos familiares, donde apareceremos con barbijos y algún alcohol en gel dando vueltas.

Abuelo, ¿por qué salen todos así?

No sólo no tendremos que eludir la respuesta, sino que seguro tendremos que tener muchas otras explicaciones para los por qué habituales en los niños.

Al menos una de las respuestas que demos nos tiene que tener como activos protagonistas sobrevivientes de esta calamidad con pocos precedentes.

El 2021 nos espera.…….

No podemos predecir las cosas que nos van a suceder, pero si podemos elegir que hacer con lo que nos suceda.

Un recuerdo y cariño especial para los que nos están más con nosotros.

Levanto mi simbólica copa pidiendo por ellos, por lo que se están recuperando, para que cada uno de nosotros conserve esa fuente inagotable que no se detiene nunca, a la cual hemos llamado VIDA.

¡Nos vemos en el 2021!

¡Gracias por leerme!

El impostor !

El viento tormentoso aún sopla frenético. Su energía no se alcanza a disipar. El poder destructivo de su soplo hace mella en todo lo que se atraviesa en su camino.

La fresca temperatura, impropia de la despedida de esta primavera seca, agitada y calurosa, nos hace pensar en que se trata de una impostora. Dos días antes del inicio del estío, queda la sensación de estar viviendo un tiempo tramposo.

Si de impostores se trata, en un breve y magistral relato de Jorge Luis Borges, titulado como “El impostor inverosímil Tom Castro” (el cual sugiero leer) es posible encontrar muchos de los elementos que componen la naturaleza del embauque.

  • Una persona decidida a hacerse pasar por otra, o por exhibir una profesión o habilidades que no tiene.
  • Un socio, ayudante, amigo o familiar cercano dispuesto a certificar lo anterior.
  • Una historia de mentiras consabida por ambos que es repetida de memoria.
  • Una ubicación geográfica donde no se pueda corroborar la misma.
  • Personas que tienen carencias afectivas, económicas, de pertenencia social o religiosa, que conforman el grupo de estafados.

De los resultados del período de estafas surgen otros pormenores no menos interesantes:

  • Gran parte del grupo de estafados adopta por conveniencia de algún tipo (económica, de prestigio, por no pasar de tontos), como verdadera la historia del estafador.
  • Existe una retroalimentación permanente, varios que se suman al éxito del embaucador, lo que genera un período de duración largo que resulta poco creíble cuando se conoce la naturaleza del fraude.

El final sobreviene cuando suceden uno o varios hechos conjugados tales como:

  • Un amor despechado que busca venganza o revancha por el desaire.
  • La estafa a pesos pesados que no se bancan el cuento del tío.
  • Un gran número de personas que son perjudicadas por sus intereses contrapuestos.
  • Un marcado desinterés por el objeto o fin que persigue la estafa.

Cuando la historia se desmorona el impostor queda a merced de la justicia, de los estafados, y de sus propias creencias personales que terminan de aniquilar sus sueños de grandeza con pies de barro, transformándolo en un fantasma. Los espera el exilio, la condena social y/o la cárcel, donde por lo general son capaces de profesar la empatía que los caracteriza, consiguiendo salir unos años antes producto de su buena conducta y su innegable capacidad de enamorar.

Es común que alguno de ellos terminen por escribir su libro biográfico. Acto seguido deambulan por el mundo contando su historia con ribetes de fantasía, una mezcla de verdades y mentiras, con mayor proporción de una o de otra dependiendo el público presente.

El genial Borges nos deleita con la reseña de la vida del falso Castro, siendo su final como el de todos los mortales, acompañada de una nota aclaratoria, propia de una mente iluminada.

«El 2 de abril de 1898 murió».

(1) Esta metáfora me sirve para recordar al lector que estas biografías infames aparecieron en el suplemento sabático de un diario de la tarde.

Síndrome del Impostor y Efecto Dunning-Kruger

El síndrome del impostor, a veces llamado síndrome del fraude, es un trastorno psicológico en el cual las personas exitosas son incapaces de asimilar sus logros. Quienes tienen muchos logros y triunfos suelen sufrir; así que esta enfermedad no se compara con la baja autoestima o falta de confianza. De hecho, algunos investigadores la han vinculado al perfeccionismo, sobre todo en mujeres. La tendencia a minimizar y subestimar el éxito es significativa en quienes padecen el síndrome del impostor.

Según Aida Baida Gil la autora del libro «Cómo superar el síndrome del impostor», cuando ella oyó hablar por primera vez del síndrome, no pudo sentirse más identificada.

Quienes lo sufren «tienen la sensación de no estar nunca a la altura; de no ser lo suficientemente buenos, competentes o capaces; de ser impostores, un fraude».

«Asumes que tu éxito es cuestión de suerte y nunca lo achacas a tu inteligencia sino a factores externos o al hecho de que hayas tenido que trabajar muy duro para lograrlo«, explica.

Según la autora, las causas conocidas de este síndrome son:

  • Dinámicas familiares durante la infancia. «Cuando tu hermano es ‘el inteligente’ y tú eres ‘la simpática’, o tienes presión para sacar buenas notas, padres muy exitosos o sientes que eres la oveja negra», cuenta Aida.
  • Estereotipos sexuales. El síndrome del impostor, según la especialista, es «igual de frecuente en mujeres que en hombres», aunque hasta hace poco se pensaba que ocurría principalmente en mujeres debido a los «mensajes de éxito y fracaso en la sociedad» y a la «presión ante ser madre y, al mismo tiempo, una profesional de éxito».
  • Diferencias salariales. Aida trabaja principalmente con mujeres profesionales y asegura que «la realidad de la mujer en el mundo profesional» es también una causa de este síndrome.
  • Percepción de éxito, fracaso y competencia. «Las personas que sufren el síndrome son muy exigentes consigo mismas y tienen una lista de requisitos prácticamente imposibles de llevar a cabo».

En el otro extremo encontramos lo que se denomina el efecto Dunning-Kruger , el cual nos enseña que las personas con menos habilidades, capacidades y conocimientos tienden a sobrestimar las capacidades y conocimientos que realmente tienen

¿Cómo se explica este extraño fenómeno?

Se practicaron un total de cuatro investigaciones distintas, tomando como muestra los estudiantes de la Facultad de Psicología de la Cornell University. Se estudiaron principalmente la competencia de los sujetos en los ámbitos de la gramática, el razonamiento lógico y el humor (que puede ser definida como la capacidad para detectar aquello gracioso).

Los participantes del estudio fueron preguntados, uno por uno, acerca de cómo estimaban su grado de competencia en cada uno de los campos nombrados. Posteriormente, se les hizo responder un test escrito para comprobar su competencia real en cada uno de los ámbitos.

Se recogieron todos los datos y se procedió a comparar los resultados, para observar si se había constatado algún sentido de correlación. Como puedes imaginar, sí se encontraron correlaciones muy relevantes.

Los investigadores se percataron que cuanto mayor era la incompetencia del sujeto, menos consciente era de ella. Por contra, los sujetos más competentes y capacitados eran los que, paradójicamente, más tendían a infraestimar su competencia.

Las conclusiones se pueden resumir para las personas incompetentes de la siguiente manera:

  • Se muestran incapaces de reconocer su propia incompetencia.
  • Tienden a no poder reconocer la competencia de las demás personas.
  • No son capaces de tomar consciencia de hasta qué punto son incompetentes en un ámbito.
  • Si son entrenados para incrementar su competencia, serán capaces de reconocer y aceptar su incompetencia previa.

En consecuencia, el individuo que alardea de saber cantar como un ángel pero sus “conciertos” siempre quedan desiertos, es una clara muestra del efecto Dunning-Kruger. También podemos observar este fenómeno cuando los expertos en alguna materia ofrecen opiniones y consideraciones deliberadas y sosegadas sobre algún problema, mientras las personas ignorantes en el asunto creen tener respuestas absolutas y sencillas a las mismas cuestiones.

Tal como señalan Dunning y Kruger, esta percepción irreal se debe a que las habilidades y competencias necesarias para hacer algo bien son, precisamente, las habilidades requeridas para poder estimar acertadamente el propio desempeño en la tarea.

Absolutamente nadie es experto en todas las disciplinas de conocimiento y ámbitos de la vida; todos tenemos carencias e ignoramos muchas cosas. Cada persona tiene cierto potencial de mejora en cualquier punto de su etapa vital: el error es olvidar este punto.

Los seres humanos podemos manifestar de manera transitoria algún evento vinculado con estos fenómenos, producto de hechos y situaciones circunstanciales. Cuando estos eventos se transforman en conductas habituales podemos ingresar de lleno en las patologías del fraude (como el mencionado Castro), del síndrome del impostor o las descriptas en el efecto de Dunning-Kruger.

Impostores existieron, existen y existirán a futuro en las áreas de la vida más increíbles.

Para los que tienen hijos preadolescentes, Among us, es un juego en línea muy difundido en donde coexisten diez jugadores que viajan en una nave espacial, divididos en tripulantes e impostores (sin que se sepa quiénes son estos últimos). La idea central del juego es que los tripulantes desarrollen todas las tareas programadas sin que los impostores (que fingen ser tripulantes) puedan sabotear ese objetivo, para lo cual los tripulantes deben ser capaces de descubrirlos y sacarlos del vuelo espacial.

Casi como en la vida real, este juego nos alerta del hecho evidente que podemos estar en presencia de personas tramposas, con fines desleales.

Para culminar dos frases memorables de Borges, nuestro gran escritor y pensador:

“ Si de algo soy rico es de perplejidades y no de certezas”

“ La duda es uno de los nombres de la inteligencia”

Cuáles son tus creencias ?

Desde niños nos formamos en un mundo de creencias.

En lo primero que por naturaleza creemos en es nuestros padres, nuestros afectos cercanos. Tenemos una confianza ciega en que las personas que se muestran responsables, comprometidas y afectuosas, quieren lo mejor para nosotros.

Creer que existe Papa Noel nos muestra cuan inocentes y desprejuiciados podemos ser a edades tempranas.

Una definición clásica puede ser:

Una creencia es el estado de la mente en el que un individuo supone verdadero el conocimiento o la experienciaque tiene acerca de un suceso o cosa que cuando se objetiva, el contenido de la creencia presenta una proposición lógica, y puede expresarse mediante un enunciado lingüístico como afirmación. Básicamente creer significa «dar por cierto algo, sin poseer evidencias de ello».

La creencia ha sido considerada como la forma más simple de contenido mental representativo en la formación del pensamiento.

Se consideran dos formas fundamentales de formulación de las creencias:

  • Creer que… sobre la verdad de un contenido cognoscitivo concreto. Creo que la tierra es redonda
  • Creer en…, que, a su vez tiene dos formas diferentes:
    • Creer en una persona, en el sentido de «confianza» o «seguridad en ella»: Me fío de…creo en su habilidad para hacer tal cosa.
    • Creer en la existencia de algo: creo en las brujas

En toda creencia de manera general se presupone:

  • un individuo, el que cree.
  • una intencionalidad respecto a un objeto, que constituye el contenido de la creencia como tal.
  • una proposición lógica que objetiva el contenido.
  • un enunciado en el que pueda expresarse lingüísticamente.

A medida que vamos creciendo vamos sumando un sinnúmero de convencimientos en distintos ámbitos:

  • Profesamos un credo religioso
  • Adoptamos un pensamiento político
  • Comulgamos con la democracia u otras formas de gobierno
  • Tenemos presunción de que existe la justicia, sea mundana o divina
  • Creemos en un sistema educativo
  • Forjamos un mundo de relaciones cimentadas en un conjunto de creencias comunes

Creer nos da certidumbre en un mundo con un constante y creciente cúmulo de viejas y nuevas incertezas:

  • ¿Cuánto tiempo más gozaré de buena salud?
  • ¿Seguiremos felices conviviendo con mi pareja?
  • ¿Me enfermaré de coronavirus? ¿Será grave en mi caso?
  • ¿Lo que estudio me servirá para mi desarrollo personal y profesional?
  • ¿Cómo garantizo el sustento familiar para los próximos años?

Nuestro sistema de creencias nos define y nos permite articular acciones más o menos efectivas, dentro de un marco de diferenciación conceptual de modo que, podemos encontrar:

  • Las opiniones, que están sometidas a ciertos criterios racionales que justifican la verdad de su contenido: la ciencia y todos los discursos sometidos a la crítica racional cuyo fundamento último es una creencia objetivamente fundada en criterios establecidos.
  • Las ideologías cuyo fundamento es la propia constitución de la identidad del grupo social y la defensa de sus intereses, aunque se presenten como verdades y fundamento de opiniones (prejuicios).
  • La religión, cuyo contenido, fundamento de verdad y moral, al estar situado fuera del contexto cognoscitivo del mundo y de la experiencia, por revelación divina o autoridad sagrada, suele tomarse como modelo de creencia que no depende de la razón humana, y ejerce una función de sentido de la vida, que a veces se confunde con la ideología.

No quiero seguir aburriendo con los conceptos, entrando de lleno a algunas preguntas concretas.

¿Tienes visión crítica dentro de tus creencias?

¿Podes accionar distinto a partir de ella?

¿Cuán tuyas son tus convicciones?

Poner conciencia dentro de las certezas más arraigadas es un tarea poco común y mucho menos desarrollada que creer sin cuestionar, pero los resultados de esta práctica son enriquecedores en lo personal y social.

Salirnos de nuestro sistema de convicciones nos produce un elevado grado de tensión emocional, por lo que muchas veces no estamos dispuestos a hacerlo, sobre todo cuando las convicciones son de muchos.

Si muchas personas están convencidas de que es así, porque habría yo de cuestionarlo. Esta frase se escucha de manera repetida.

Al equilibrio entre certezas e incertezas, hay que sumarle nuestras propias contradicciones y las ajenas, por lo que la tarea de cuestionar lo que pocos cuestionan se torna cuesta arriba.

Vuelvo a preguntarte:

¿Cuáles son tus dogmas?

¿Identificas alguna creencia que te limita?

¿Qué lugar ocupa tu pensamiento crítico?

Para culminar les dejo una frase que no reconoce un autor concreto.

» Dime en qué crees y entonces sabré quién eres» .