El onceavo día de cada septiembre celebramos el día del Maestro. Por lo general las actividades se organizan en torno a festejar la vocación de enseñar, poniendo en el centro de la escena a los queridos maestros.
Para los niños se trata de un día especial. Se siente la necesidad de homenajear a los docentes que están al frente de las aulas, ya que aquellos no sólo los forman en conocimientos, sino que además complementan la educación que reciben en el seno de las familias, ayudando en su contención social y emocional.
Las escuelas primaria y secundaria constituyen los grandes basamentos donde se construyen los lazos sociales, comunitarios y educativos, siendo la función pedagógica que desempeñan los educadores una pieza clave para que este proceso sea exitoso.
Al maestro lo acompaña o sostiene un sistema educativo compuesto de estamentos públicos, privados y mixtos, que facilitan sus tareas, brindando los recursos necesarios para que prospere y se desarrolle de manera continua.
No es mi intención hacer una evaluación acerca de si los recursos son suficientes o escasos, porque no cuento con la información estadística para emitir una opinión válida al respecto. Por otra parte, la realidad es distinta según el estado, provincia o municipio de qué se trate.
Lo importante es destacar que este «Día del Maestro» se vivió dentro de un marco diferente, como resultado de las limitaciones impuestas por el aislamiento decretado a raíz de la pandemia.
Dentro de esta crisis del Covid, algunos países han decidido volver a cierto volumen de clases presenciales desde la perspectiva de qué esta enfermedad, no afecta a los más pequeños. Acompañan esta decisión protocolos estrictos que se han combinado con medios digitales y clases virtuales, conformando un sistema que funciona dentro de pautas razonables.
En el mismo contexto, quizás dentro de otros estadíos de la pandemia, un número de países aún no han decidido volver a clases presenciales, organizando todo a través de medios virtuales. En ese conjunto aparece nuestra República Argentina.
La deficiencia de acceso a internet, la falta de medios tecnológicos en los hogares, escuelas y docentes, hacen que este último sistema no opere de la mejor manera ya que no llega a todos los alumnos, o bien en el mejor de los casos lo hace con inadecuada calidad.
Las clases virtuales se ven interrumpidas, son reprogramadas, provocando un esfuerzo sin igual de padres, docentes y alumnos.
No tener clases presenciales se ha naturalizado. Las declaraciones de funcionarios con responsabilidad dentro del sistema educativo no presagian que durante este año se vuelva a las aulas.
Haciendo una comparación, las actividades económicas se han permitido hasta un cierto punto porque son vitales para sostener los engranajes en marcha. Algunas ciudades vuelven a un aislamiento más acentuado cuando los contagios por covid se incrementan, pero mantienen siempre cierto nivel de actividad.
Sin embargo, parece que la mirada puesta en la educación no hace foco al menos en los resultados que se obtendrán en este año escolar, es decir no se está dimensionando la real efectividad de los mecanismos que estamos utilizando para reemplazar las clases presenciales.
Siendo la educación un pilar fundamental de la construcción de una sociedad, la pregunta concreta es porque nos estamos conformando con un año escaso de contenidos, sin propuestas para cambiar o combinar otros esquemas para fortalecerlo.
Un extraño día del maestro, con poco contacto, regalos, inmersa en un contexto donde el devenir no resulta sencillo, provocando que la educación este resentida, menguada, limitada.
¿Nos está ganando el conformismo con esa situación?
Un año donde la brecha entre los que cuentan con medios tecnológicos y los que no se hace tan palpable y evidente a la hora del acceso a los contenidos, nos tiene como espectadores de una actividad educativa que parece no importar del todo cuando se va a normalizar por completo.
En lo personal esperaba este 11 de setiembre una mayor repercusión mediática, un debate más profundo acerca de que necesitamos corregir para empezar a ganarle la pulseada al tiempo, recuperando este año escolar.
¿Hemos asumido que no se puede hacer nada más?
Me cuesta creer que hayamos generado protocolos para poder trabajar de manera presencial y aún no hayamos copiado protocolos de otros países donde se ha combinado la virtualidad y la actividad presencial para generar un sistema educativo más eficiente dentro de este contexto.
Más de ciento ochenta días las aulas estuvieron vacías. El día más emblemático de nuestro sistema educativo fue uno más dentro de este contexto.
¿Se puede sostener esto mucho tiempo más?
¿Podemos repensar en otras maneras o estrategias de reforzar nuestra educación?
La pandemia nos ha dejado perplejos en determinados aspectos. La perplejidad nos ha llevado a pensar sin lugar a dudas que asegurar la salud de nuestros hijos y de nosotros, nos impide pensar en cómo recuperar el tiempo educativo perdido, organizando otras formas de llegar a donde no estamos llegando con los contenidos.
La disponibilidad de las vacunas, que algunos vaticinaban para fines de este año, se ha corrido al menos y con suerte para los primeros meses del 2021. La OMS está alertando que será para el año 2022.
Considero que tenemos tiempo suficiente para buscar nuevos métodos, formas, maneras, medios para reencausar la educación de niños y adolescentes ya que la no presencia de una vacuna eficaz no nos podrá garantizar inmunidad en el corto plazo.
No creo que debamos seguir postergando el debate y la discusión de qué vamos a hacer para lograr una mejora palpable de las condiciones en las que estamos educando en ocasión de esta pandemia.
Primero tenemos que considerar que educar de manera parcial o deficiente no es un hecho menor al cual debamos acostumbrarnos.
Nuestros niños y adolescentes, al menos con los cuales tomo contacto, no están felices estando alejados de los colegios e instituciones que los educan, donde socializan, tienen amigos y construyen lazos humanos sólidos y permanentes.
Cuánto tiempo más vamos a demorar el pedido generalizado de revisión de la manera en que estamos educando en la pandemia.
Este 11 de setiembre quiero saludar a nuestros profesores, maestros, auxiliares, directivos y a todas las personas con vocación y espíritu docente.
Mi homenaje para todos ellos que están trabajando en este difícil momento, con los escasos medios disponibles.
La economía, los bancos, el estado, las instituciones tienen que funcionar y operar sin lugar a dudas. Para eso hacemos protocolos sanitarios y nos cuidamos.
¿Qué podemos hacer para relanzar nuestro sistema educativo?
Necesitamos generar respuestas antes que la educación se vea muy golpeada.
Volviendo al título y sin una alusión directa o responsable de los maestros, te pregunto:
¿Qué nos tiene que pasar Maestro?
Gracias por tu reflexión! Muy significativo el pensamiento de P Freire. Como docente, comparto el interés. Nada reemplaza la presencialidad, no es resignación es aceptación. Algo que costó mucho comprender a padres, estudiantes y docentes. Es partir de allí que nos toca reinventarnos, acudir a la creatividad, a la pasión que guía el hacer diario. Gracias por tu reconocimiento a los docentes en su día. Hay mucho para debatir, pensar y hacer. ¡ Feliz día a mis colegas, que dan tanto!
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Gracias por el comentario! Creo que tenemos que poner en el centro a la educación! En pandemia y fuera de ella!
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