Alfabetización !

Este otoño me encuentra embelesado, contemplando las mutaciones que provoca. La magnificencia del verde en todas sus gamas se combina con otras no menos bellas de ocres, amarillos, violáceos, que le van ganando en proporción, lenta pero inexorablemente. La savia se va poniendo remolona, mientras la tierra se va enfriando, al ritmo que el sol tiene menos minutos en cancha. Las hojas de los árboles no perennes caen y se agrupan por efecto del viento, formando hermosos conglomerados marrones. Una vez aquí, otra vez allá, cambian de posición hasta desaparecer por completo, sirviendo de sustrato para el suelo.

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Las estaciones están alfabetizadas de esa manera natural, en un sincronismo que es envidiable. En todo momento saben lo que tienen que hacer y lo hacen, titiriteros de manos invisibles, cien por ciento efectivas.

Los seres humanos y nuestros ciclos nos asemejamos a las estaciones, aunque en general, de manera más caótica y menos estructurada, con distintos grados de desorden, dependiendo de nuestros estar siendo en la vida.

El otoño me trae tantos recuerdos de la quinta en donde nací,  y viví mi infancia.

Allí encuentro tus ojos que me miran y tu sonrisa que me halaga, tío Marochi. Moviendo tus manos laboriosas, sufriendo frío, calor, casi siempre buena cara, trabajando al servicio de los demás.

De niño no percibí nunca que casi no leías nada, ni escribías, salvo tu nombre que garabateabas. Es que nos dabas tanto amor, que el resto no importaba. Para leer y escribir lo tenías a mi Papá Ramón, el menor de los hermanos, al que cuidaron y protegieron para que estudiara. El se encargaba de lo que te hacía falta. Vos te ocupabas de la tierra y sus frutos; la mejor lechuga, chaucha, tomates, zapallitos, berenjenas, maíces, duraznos y ciruelas nacían de tu compromiso de hortelano.

Tío Marochi, te cuento que Lucía, una de tus sobrinas nietas, con sus seis añitos, está aprendiendo a leer y escribir. Concurre muy contenta al colegio. Hace muchos dibujos de su familia, de cuestiones que la rodean. Nosotros seguimos el legado de Ramón, tu hermano menor, en esto de alfabetizar y continuar aprendiendo.

Busco algunas estadísticas. Encuentro que hace muy poco, en el 2010, casi dos personas de cada cien eran analfabetas en Argentina. Si bien el índice fue bajando década tras década, se muestra algo amesetado en los últimos años.

La realidad latinoamericana muestra índices que superan al de Argentina. A nivel de la Comunidad Europea la cifra baja a menos del 0,5 %.

No es la idea discutir sobre cifras, sino reflexionar sobre otras cuestiones vinculadas con esta oportunidad.

Párrafos interesantes de un trabajo escrito por Guillermina Engelbrecht, profesora asociada de la Universidad de Nuevo México, Alburquerque, Estados Unidos.

« Se habla de analfabetismo como si fuera una enfermedad que es necesario erradicar, y de índices de analfabetismo como de grados termométricos que nos dan una idea de la salud de un país. La importancia de la alfabetización reside fundamentalmente en el poder que brinda al alfabetizado. Poder para obtener información, comunicarse personalmente por escrito y desarrollarse dentro de contextos sociales que exigen la habilidad de leer, escribir y comprender como requisito para participar activamente en los procesos y decisiones de la misma sociedad».

“Ninguna ideología, partido político, fuerza social o individuo promulgará públicamente la necesidad de contar con una masa de individuos analfabetos. Por el contrario… erradicar las trabas que los individuos tienen para llegar a niveles de educación básica, luchar contra la ignorancia…”  son metas que se proponen una y otra vez. Pero, como “del dicho al hecho hay mucho trecho», la realidad es que, dado el aumento de la población mundial y el deterioro de las economías de muchos países, el analfabetismo continúa existiendo y en algunos casos ha aumentado. Aún en los países altamente industrializados como los Estados Unidos de Norteamérica, el analfabetismo subsiste.

«Desde el punto de vista del individuo el analfabetismo es una condición personal que lo sitúa en posiciones de gran desventaja social y económica. De hecho, la mayoría de las personas analfabetas tienden a describirse a sí mismas más como pobres que como analfabetas.»  Hay que reconocer que el significado mismo de la palabra “analfabeto” pone al individuo en una posición desfavorable, como si toda su experiencia y la información oral que ha adquirido a través de su vida valiera menos por no poder leerla o escribirla. Esta condición personal tiende a conducir a los individuos, y por extensión a los grupos a la marginación, al no poder utilizar su acceso a la información escrita.

«El analfabetismo funcional consiste en la falta o insuficiencia de la habilidad para leer y escribir para poder participar adecuadamente en una sociedad compleja.» Sin embargo, la definición de funcionalidad varía de acuerdo con las sociedades a que nos referimos. Lo que es funcional en una localidad puede no serlo en otra. La funcionalidad no reside en el individuo sino en las cosas, depende de la capacidad que tenga el individuo para utilizar las cosas dentro de su contexto social. Por ejemplo, podemos decir que una computadora es funcional, pero si yo no sé cómo usarla, no me servirá, aunque tenga acceso a ella. Lo mismo se puede decir de una biblioteca o de un libro, su funcionalidad como medio para transmitir información dependerá de la capacidad del lector para manipular y procesar la información a que tiene acceso. Cada sociedad define lo que es alfabetismo funcional de acuerdo con sus necesidades, y define las habilidades mínimas que un individuo debe alcanzar para poder realizar las funciones requeridas en cada contexto. Un individuo alfabetizado es entonces “un sujeto capacitado para la utilización de la lectura y la escritura como instrumento social y cultural para su aplicación efectiva en las esferas de las relaciones tanto de trabajo como de comunicación..

«La alfabetización consiste en proveer al individuo con dos instrumentos: la lectura y la escritura con los que puede transformar su mundo, entenderlo mejor y tal vez entenderse mejor a sí mismo. Además de enseñar la lectoescritura, alfabetizar es también, hasta cierto punto, enseñar a pensar. El analfabetismo está relacionado con la ignorancia en la medida en que al no ser alfabeto el individuo carece de la información que necesita. El sólo hecho de saber leer y escribir no garantiza que uno no sea ignorante pues la ignorancia es también funcional. La ignorancia está directamente relacionada con lo que se necesita saber y es relativa a la situación en que se vive.»

Cuando nos referimos a índices de analfabetismo nos estamos refiriendo, según la buena definición de los párrafos anteriores, al primer escalón habilitante.

Imaginemos por un momento los distintos niveles de funcionalidad a los que hace referencia la investigadora.

Ahí la brecha se hace más grande y preocupante, para garantizarnos un desarrollo humano y social sostenido.

No se trata de acumular información, sino de desarrollar individuos sociales, con habilidades crecientes para conformar comunidades pensantes.

La tecnología profundiza la diferenciación, y su velocidad exponencial la hace cada vez menos asequible.

En más de 100 años, aún no hemos sido capaces de alcanzar de manera completa el primer escalón de alfabetización.

Este disruptivo presente y futuro nivel de alfabetización digital y tecnológica, aún no debidamente tipificado, debido a su continuo movimiento hacia arriba:

¿Cuántos nuevos analfabetos funcionales está creando?

Las ventajas de la innovación y multiplicación tecnológica son más que evidentes. No se trata de retroceder, pero si de buscar los mecanismos para que las personas puedan acceder a nuevos niveles de habilidades y conocimiento, más allá del manejo de las redes sociales, en dónde si existe consenso y prácticas desarrolladas y arraigadas.

En la medida que no lo hagamos, como quiere significar la investigadora, más seres humanos se percibirán diferentes, pobres y sin oportunidades, incrementando la desigualdad.

En mi modesta opinión, aún el problema no está dimensionado, medido su impacto y mucho menos trazado un plan.

¿Cuál es tu opinión?

1 comentario en “Alfabetización !”

  1. No solo es importante leer y escribir como saber pensar y entender.
    En el pasado encontré personas q me enseñaron hasta cuestiones técnicas sin haber terminado el primario.
    Prefiero definir analfabeto a aquel que no sabe leer o entender una noticia o información p hecho sin poder discernir o unir a otros eventos anteriores.
    Ojalá entendamos la importancia de enseñar a disentir y construir nuestras ideas, dentro de una familia, trabajo o sociedad.
    Comunicación es bastante más amplio q saber leer, escribir o manejar la tecnología.
    Es entender

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