Mi memoria contiene muchos recuerdos inolvidables, que me remiten a la época del colegio secundario.
Adolescencia a pleno, vigencia de la rebeldía y descubrimiento de relaciones de amistad y de amor.
Hay un evento que está puntuado en el top ten, porque devino en una de las frases célebres que quedaron en nuestra historia, para proyectarse en el futuro.
Cuarto año, compartía mi banco con una persona carismática, aunque en algunos casos, ciertamente apartada del manual del buen comportamiento. Se podría decir que yo era un poco menos revoltoso, pero la dupla conformada, se potenciaba a la hora de romper los esquemas. Me refiero a Fernando Benigno, con el cual fuimos grandes compañeros y amigos. Hasta el día de hoy compartimos asados y reuniones, en una relación más relajada.
Transitabamos la clase de contabilidad con el profesor Carlos Alfaro. Exigente, recto, sólidos conocimientos y manejo de la materia. Su rasgo principal, es que su manera de ser y de evaluar no dejaba lugar a dudas. No había chance de responder con aproximaciones al conocimiento, ni mucho menos para discutir la nota de un examen. Cara de malo, no era afecto a la sonrisa, en su clase no volaba una mosca. Como contrapartida, nuestras hormonas nos permitían estar quietos, sólo de a ratos. La ebullición del crecimiento fuera de control, la picardía , las ganas de sortear los límites y las reglas, nos mantenían en esos estados de vigilia y reacción permanentes.
Es así que durante la clase mencionada, Alfaro comenzó con sus acostumbradas preguntas de contabilidad, a las cuales sumaba de a ratos, otras tantas, más filosóficas. De hecho, su conocimiento de la madre de todas las disciplinas era innegable. A cada pregunta nos miraba, de manera inquisitiva, evaluando si podía sacar de estos alumnos al menos una respuesta aceptable.
Siguiendo esa consigna, en un momento dado de esa jornada, quiso inducirnos en un concepto que develaré más tarde en este relato.
Bordolini, pase al frente por favor! dijo el profesor.
Nuestros bancos estaban ubicados en el medio de la clase. Deje mi asiento y me dirigí a la pizarra.
Una vez allí ubicado, atiné a mirar los rostros de todos, porque no entendía a que venía el cuento.
El profesor Alfaro, me preguntó: Digame Usted que es lo primero que hace en la mañana cuando se levanta?
No sabía a donde apuntaba. Comencé a percibir a Benigno, haciendo señas y conteniendo la risa.
No sé profesor, depende del día.
Acaso no se mira en el espejo?
Si me miro.
Y que vé?
Ya la clase empezaba a inquietarse y Fernando Benigno, ya estaba molestando a una de las compañeras que se sentaban delante nuestro.
Me veo yo.
Y cómo se ve?
Creo que bien. Qué se yo?
Como no se percibía hacia dónde íbamos, la mayoría empezó a tirar frases, posibles respuestas, voces mezcladas, alboroto y confusión; en simultáneo, casi todos se reían de la ingenuidad de lo que yo había dicho.
La clase entró en una especie de júbilo surrealista. Como era su costumbre, nuestro afamado compañero, aprovechó esta situación para transformarse en el centro de las risas.
Carlos Alfaro alzó la voz, para parar en seco la situación desbordada.
Sin embargo, Fernando Benigno tuvo una breve, pero lamentable demora, para darse cuenta de que había que abandonar el jolgorio.
El profesor centró su enojo en él; sin mediar palabra lo envío a dirección para ser amonestado.
Nuestro compañero ante la circunstancia adversa, se puso a esgrimir argumentos y explicaciones, tratando de evitar el castigo. Al final lanzó, su genial sentencia.
PERO PROFESOR, ESTO ES INJUSTO !
YO SOLO ME SUME A LA ALGARABIA GENERAL !
Acto seguido, ahora sí desbande mayúsculo. Primero porque la palabra algarabía ya nos resultaba jocosa, segundo porque el profesor, ante la oración declamada, hizo como un rictus de risa y se contuvo.
La situación empeoró para nuestro compañero y por añadidura para el resto.
Alfaro hubo de llamar al Rector, el Padre Kirsch, el cual fue al aula, nos dio un breve pero colérico reto a todos, para llevarse finalmente a nuestro líder de la hilaridad, a la Dirección de la escuela para ser sancionado.
La clase prosiguió conmigo aún parado al frente.
El profesor Alfaro, por fin develó que la respuesta que buscaba es que cayéramos en la cuenta, que al mirarnos al espejo nos veíamos idénticos o iguales a cómo somos.
Hasta el día de hoy no comprendo concretamente hacia donde estaba dirigido el concepto, porque el timbre del recreo tocó, y la lección terminó sin más.
Aproveché para escabullirme lentamente del pizarrón, para evitar algún llamado de atención.
Cuál es el propósito de haberles relatado esta anécdota?
No quiero terminar como Carlos Alfaro sin llegar a un cierre al menos.
La finalidad es distinguir aquellas circunstancias, cómo reza el título de la columna de una vieja y afamada publicación, donde la risa es un remedio infalible.
Discernir, que aún en situaciones donde parece que no tiene cabida, usar el buen humor, pero sobre todo la contagiosa alegría en forma de sonrisa, nos ubica mágicamente en una instancia superadora.
Aprender a reírse de uno mismo, es un arte que se puede practicar y perfeccionar. Ejercitarlo nos saca algunas de las caretas que solemos ponernos, nos muestra humanos , conscientes de nuestras propias limitaciones.
Se trata de vivir una preciada y alegre sintonía con los demás, no a pesar de los otros por supuesto.
La alegría y buena onda nos abre puertas, nos permite equilibrar la pesadez de alguna coyuntura negativa.
Entonces nos preguntó:
Qué te anda alegrando últimamente?
Practicas distinguir hechos felices?
La fortaleza de las emociones radica, en que si bien puede sonar contradictorio, son efímeras y poderosas.
A continuación, les comparto algunas vigorosas frases, declaradas por personas con una gran manera de encontrar sentido a la vida:
La belleza es poder, y una sonrisa es su espada
Una frase inspiradora del naturalista inglés John Ray.
La felicidad aparece cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces están en armonía
Una de las frases de Gandhi en las que se da una visión muy particular sobre lo que es la alegría y la felicidad.
La paz empieza con una sonrisa
Teresa de Calcuta pone el foco en el individuo a la hora de hablar de felicidad.
Una vida alegre es una creación única que no puede ser copiada de una receta
Mihaly Csikszentmihaly, uno de los referentes de la psicología positiva, propone esta reflexión de felicidad para que aprendamos a apreciar el carácter irrepetible de nuestras vidas.
La alegría reside en la alegría del logro y en la emoción del esfuerzo creativo
Franklin D. Roosevelt da una de las que, en su opinión,es una clave de la felicidad.
Mientras terminó la escritura de hoy, se me viene a la mente el instante preciso, donde nuestro benemérito compañero, dijo la palabra que se usaba en el pasado para denominar al pueblo árabe: ALGARABÍA.
No me queda más que sonreír.
Gracias Hermano, porque aún hoy, tu preciada y valiente defensa, sigue siendo parte de mi alegría.
Gracias querido Marcelo.gracias por recordar con alegría nuestra fiel,sincera e inocente amistad de la secu. Otra Gran frace que hice mía del pío X departe del director Padre Salvucci dice: la vida hay que vivirla con” responsabilidad y alegría’.me guía bastante en la vida.Te quiero Enano .se feliz y Dios te bendiga a ti y a tu bella flia.un abrazo grande
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Gracias querido Marcelo.gracias por recordar con alegría nuestra fiel,sincera e inocente amistad de la secu. Otra Gran frace que hice mía del pío X departe del director Padre Salvucci dice: la vida hay que vivirla con» responsabilidad y alegría’.me guía bastante en la vida.Te quiero Enano .se feliz y Dios te bendiga a ti y a tu bella flia.un abrazo grande
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