Lucía la pequeña, con sus 5 años, tiene uno de esos episodios de caprichos que arrancan y no se vislumbra cuándo terminan. Me recuerdo parecido a esa edad, y reconozco parte de mis genes en ese temperamento inquieto e indomable. Casi sin querer aparece tu imagen Nona Clementina, que me susurras al oído: deja el corazón en Paz. Esa misma frase que con una sonrisa me decías siendo niño, durante esos momentos de ofuscación y desconcierto que nadie sabía cómo resolver. Mientras Ana, mi mamá, no encontraba los métodos adecuados, con esa proposición dicha con tu sabiduría y calidez me quedaba observándote un ratito, y me sumergía en tu falda buscando tu armonía.
Desde tiempos inmemoriales los seres humanos se encuentran en búsqueda de la Paz. Mientras, se suceden y proliferan cuantiosos conflictos, por diferencias sociales, culturales, religiosas, raciales, económicas y en todos ellas está presente el denominador común: Poder y Control.
Incluso en los ámbitos familiares donde la contención supera al aislamiento no es fácil encontrar la serenidad que nos amortigua para transformarse en Paz.
El estado de ánimo fundamental para construirnos como personas y desarrollar nuestro perfil comunitario sustentable está a un palmo de la mano, y de tan transparente que es, se nos esfuma, detrás de nuestras ambiciones y exageradas necesidades creadas para que vivamos por y para ellas.
Medité un rato, absorto en el paisaje de este arroyo que me trae la calma, observando esa sucesión de agua que nace por doquier allí arriba, aunque baja silenciosa buscando su destino sin requerir casi nada, sólo serpenteando piedras.

Las tortuguitas me acompañaban y eran testigos bastante quietos de este momento mágico. La única respuesta posible en ese entorno era la Paz.
Guardé bastante de ella en mi interior, como para que no me falte, y me fui caminando despacito a encontrarme con mis cuatro mujeres, compañeras de mi vida.
Cada vez que la vorágine pretenda llevarse mi calma, y sabiendo que hay determinadas cuestiones que no me queda más remedio que aceptar, ya que por el momento no las puedo cambiar, buscare esa acuarela de montaña que me devuelva al centro.
En esta mañana lluviosa, charlo agradecido con mis hijas compartiendo nuestro desayuno.

Ellas ríen, conversan, se mueven inquietas, no detienen su crecer. Hacen preguntas y más preguntas
Yo no tengo las respuestas; sólo aproximaciones e interpretaciones, las que me son posibles.
Este ojito de cerradura, nos toma de las manos para vivir en armonía, buscándola primero en nosotros mismos. Equilibristas en mundos vertiginosos, el sosiego nos devuelve una cuota de conciencia. Venimos con el punto muerto incorporado en nuestra caja de cambios, pero en mi caso no lo uso a menudo.
Surge esta cuestión.
Cuál es tu Paz?
Dónde queda?
Especialmente personal, seguro está allí, sólo hay que aprender a distinguirla….
Aprovecho para sentir el fresco del árbol en medio del río…..
Me acompaña aquí en mi corazón…..
Dónde habita mi Paz…..
ME GUSTA, BUENA FOTOGRAFIA
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Muchas Gracias!!!!
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Marce, como siempre, gracias de nuevo… Si, sin dudas esa foto trae paz… en lo personal conectarme con la naturaleza me da paz, esa comunión me lleva a mi centro… y creo que es el centro de todos… creo que debemos vivir mas EN COMUNIÓN CON LA NATURALEZA y no DOMINANDOLA… somos parte de esa energía vital, es nuestra energía… no creo que nos debamos de sentir que somos diferentes… yo me siento parte de ella… y eso me da paz… y apunto día a día, con mi nuevo proyecto de plantaciones orgánicas, y compost, a fortalecer ese vinculo que me da paz justamente, que me hace sentir coherente… que me lleva a mi esencia…
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Excelente. Otro día de manera personal coméntame de tu plantación orgánica . Muy interesante!!!!!
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