A mediados del año 2004 ocupaba una posición de liderazgo en el área industrial de una empresa multinacional. Había asumido ese rol hacía unos meses y para ser honesto venía cuesta abajo en la rodada. En las entrevistas iniciales, intermedias y finales me habían transmitido que la situación no era sencilla. El negocio no marchaba del todo bien, las ventas no seguían el forecast, la productividad industrial no era la adecuada, pero lo que más preocupaba a la Corporación era la cultura imperante. Poco compromiso de las personas, liderazgos sin la adecuada responsabilidad, personal sin objetivos claros, indisciplina, y el top top muy crítico tratándose de una empresa alimenticia, mucho desorden, poco apego a la limpieza, y completando el combo muy poca conducta de cuidado personal respecto a accidentes e incidentes. El líder anterior había renunciado para ocupar una posición en otra empresa, fue lo que me dijeron cuando les pregunté el motivo de su salida de la empresa. Con experiencias anteriores en situaciones similares, no me pareció que esta distara mucho de las que había tenido que sortear en el pasado. Fiel a mi estilo de desafiarme, de aceptar retos para trabajar y construir desde escenarios difíciles, le metí para adelante, aceptando la posición, total Marcelo sabrá cómo hacer.
Junto al equipo de trabajo heredado, líderes en producción, logística, calidad, seguridad, higiene y medio ambiente, mantenimiento e ingeniería, profesionales o profesionalizados varios con muchos años de experiencia, tuvimos la tarea de ir planificando primero y actuando después con el objetivo final de mejorar la performance industrial, reflejada a través indicadores corporativos. Lo primero fue definir de manera concreta una misión, una visión y valores culturales, los cuales serían eje de nuestra gestión: trabajo en equipo, eficiencia y buenas prácticas.
Luego de varios meses de trabajo, haciendo referencia concreta a cómo arrancó esta historia, los dos primeros valores estaban de alguna manera acomodándose; vale decir que se notaba en el quehacer diario que había equipo, y las metas trazadas respecto de variables sensibles al negocio industrial se iban alcanzando dentro de los parámetros de calidad adecuados para los altos estandares de la empresa. Sin embargo en lo relacionado a valores de orden, limpieza, buenas prácticas, mantenimiento de los espacios de trabajo, y cuidado personal la situación era harto complicada. Los índices de accidentología subían, los puestos de trabajo lucían mal mantenidos, no había aplicación de elementos mínimos de orden, vale decir costaba que muchos operadores compartieran y siguieran una visión de orden, limpieza y buenas prácticas. Los directivos de la empresa si bien contentos con las mejoras enunciadas, recibían reportes negativos de las auditorías que llevaban a cabo respecto de los aspectos críticos mencionados. Allí nos encontrabamos, en esta agradable empresa de mostrar y ejecutar un camino distinto, liderando con el ejemplo, desde reuniones, inspecciones internas, entrenamientos, jornadas, check list, procedimientos, instructivos; a pesar de todo el trabajo un paso para adelante implicaba algunas veces varios pasos para atrás, y las conversaciones con los directores corporativos relacionadas con esto eran constantes, frustrantes, repetitivas, y como líder sentía que me quedaba poco hilo en el carretel.
La frutilla del postre fue la noticia de que recibiríamos en unas dos semanas una auditoría general de Estados Unidos, acompañado por auditores locales. Hicimos una preparación muy exhaustiva para la misma, pero no nos sentíamos del todo seguros con los resultados, ya que la misma calificaba con mucha ponderación casualmente aquellos puntos donde teníamos bastantes falencias. Fueron tres días completos donde nuestra operación industrial fue revisada de pe a pa. Aún recuerdo el informe final, que fue del medio de la tabla, y como era de prever los peores puntajes puestos donde más nos dolían. Antes de la entrega del reporte final, me llama un auditor local muy práctico, que acompañaba a la delegación americana y el diálogo fue más o menos así:
- Marcelo Cómo estás? te agradezco estos minutos.
- Bien y mal José, porque sé que los resultados no serán los esperados.
- Me permitís que te de una opinión.
- Dale porque ya no sé que hacer, y estoy medio condenado.
- Yo no creo que sea tan así.
- Bueno decime.
Acto seguido soltó la pregunta reveladora para mí.
- Por qué no probas a trabajar de a cuadritos?
Allí me quede escuchando su práctica de que dividiera la operación en pequeños cuadritos donde resolviera al menos en ese punto, todo lo que queríamos lograr, y una vez culminada la obra de arte para esa posición, que ese logro sirviera de lanzamiento y promoción del mismo en otros cuadritos, y que no fuéramos nosotros, sino los mismos actores los encargados de promocionar y multiplicar los mismos, mucho marketing interno y algo de sana competencia. Agregó: Uds de la manera que lo intentan, se han desgastado desde el primer minuto, y siguen tozudamente por un camino sin éxito. Proba con los cuadritos por favor.
No nos resultó loca la idea, pusimos manos a la obra con los cuadritos, con una estrategia signada por la simpleza, y poco a poco, líderes y nuevos líderes en sus puestos de trabajo, fuimos viviendo el orgullo de poseer pequeñas obras de arte, con matices particulares y concretos. Me pude salvar del fracaso, al menos de este que hubiese sido estrepitoso, con una táctica emanada de la experiencia de un auditor, a partir de allí mi referente, y mi consultor de cuadritos. Grandes sistemas de gestión suelen fracasar por su complejidad, falta de entendimiento e inclusión de los actores principales, los que hacen las cosas.
No pretendo hilar más fino que esto, sino contarte que la filosofía del cuadrito, me ha sido bastante útil a lo largo de mi vida como pretendido gestor de equipos humanos. He tratado de aplicarla en los ámbitos en donde encontré sentido hacerlo. No siempre he tenido el suceso que esperaba, pero así son las cosas, no todas las herramientas son útiles en cualquier circunstancia.
Los ojitos de cerradura pretenden concentrar y expandir la mirada al mismo tiempo.
Hoy nos llevan rápidamente a una pregunta concreta:
- Reconoces cuadritos?
A mi me costó bastante visualizar esta sencilla herramienta que nos sirve para resolver el detalle, para luego expandir y multiplicar sus resultados, teniendo presente la mayor parte de elementos necesarios, incluyendo por supuesto como partícipe absolutamente relevantes a los pintores de cada uno de ellos.
Habiendo coleccionado varias pequeñas representaciones…..
Te digo Gracias José……