Proyecto-Barrilete

Confieso que no sé como empezar. Me ha pasado muchas veces de diferentes y diversas maneras. Es claro que pensar no sirve de mucho; se me ocurre mejor vivir el momento, y……… soltar al viento el raciocinio.

Bienvenida Belleza, la misma que me sirve para iniciar estos párrafos, y que me remonta a los barriletes que hacía volar en mi quinta de Villa Esquiú. Fueron muchas y esplendorosas tardes, armando esos artilugios voladores, que portaban nuestros sueños. Los primeros no volaron, eran muy fuertes y llenos de engrudo; los hacía muy pesados, esa mezcla vigorosa y sumamente adhesiva, de harina y agua, que pegaba las hojas de papel de diario, y sólo algunas veces de papel multicolor, a ese armazón de listones de caña e hilos entreverados. Sus colas, conformadas por los más diversos y coloridos trapos anudados, le daban un lastre irremontable, que necesitaba la energía de un huracán para ponerlos en vuelo. Prueba y error, hasta que al fin levantaron nuestras ilusiones del suelo, octógonos, rombos , algunos con formas de lechuza, cajones,  y la mayoría con alto espíritu aventurero.

Los pequeños hacedores de máquinas voladoras, se nutrieron durante esos largos períodos de tiempo de los más ocurrentes consejos,  de otros soñadores, y en general los intentos de despegue eran acompañados por un equipo de entusiastas, hermanos, primos y amigos que visitaban la quinta. Uno sostenía el papalote en contra del viento, venerado por entonces; el otro acomodaba los tiros de manera centrada, y verificaba que la cola no se enredara con algún yuyo, en la pista de despegue, y el remontador se ubicaba a unos diez metros, y cuando sentía la brisa en la cara, corría a buscarla, pretendiendo que su fuerza levantara la cometa. Una vez arriba, comúnmente después de recurrentes intentos, soltaba la bobina de hilo de unos cien metros, y poco a poco, le daba recorrido para darle altura, cuidando que el liviano artilugio no se mareara, y empezará a corcovear, como caballo desbocado. Así luchando contra fuerzas desconocidas, finalmente nuestro proyecto surcaba los azules cielos, para estar más cerca de los pájaros, más calentito junto al sol. Jubilosos, nos pasábamos de a uno el palito de la madeja, y por turnos se apoderaba de nosotros la magia de dominar el viento. Los mayores, padres y tíos, nos acompañaban y alentaban a seguir, y se sentían orgullosos de nosotros, ayudando incluso con las corridas. Mirábamos extasiados hacia lo alto, donde la cometa parecía sonreírnos, ondeante y glamorosa.

festejos de barrilete

Nos abrazamos cada vez que una nueva creación despegaba del suelo, y el equipo se desafiaba para la siguiente, sabedores de otro trayecto a recorrer, que tendría similitudes, pero no sería igual.

Que importante resultaba ser lo que hacíamos antes,  la búsqueda de materiales, la planificación, el diseño, la confección y sobre todo la participación de varios, la distribución de tareas entre los mismos, el liderazgo, y la espera del viento. No es fácil computar los fracasos, y los éxitos, dirimir de quienes fueron, era decisiva la acción, poner manos a la obra y disfrutar del camino, que tenía obstáculos imponderables, viento excesivo, lluvia, tareas para el colegio, enojos y desconciertos. Durante largas horas, donde crecían nuestras habilidades, las emociones convivían con nosotros, dentro de ese estado de ánimo general, nuestra música de fondo, de sentirnos generadores, de sentirnos cercanos, en esa comunidad de bendecidos fabricantes de cometas.

El tiempo transcurrido me hace reflexionar, distingo la relevancia del recorrido para llegar a la meta, de saber que el fracaso y el éxito son caras de una misma moneda, el precio para que el barrilete nos mire desde bien arriba. Nuestra misión era muy clara, nuestra visión de las cosas también, había muchos valores que nos guiaban: perseverancia, tesón, trabajo, no claudicar ante el fracaso, sobreponernos a nuestras emociones, planificar hasta lo imprevisto.

Este ojito de cerradura, nuestra bocallave de hoy,  me llena los ojos de lágrimas, mi papá Ramón era mi más entusiasta barriletero, y te invito a que compartas mi alegría de recordarlo conmigo nuevamente.  Si afinas tu vista, mirando hacia el interior , es seguro que encontrarás tu cometa , y sentirás la profunda emoción de revivir todos los momentos previos al vuelo, volverán a tus manos el engrudo, el papel, el hilo y los listones de caña.  Recordarás los logros del equipo, los abrazos, las risas, y no sentirás pena por lo que no volaron. Fueron un peldaño más que subiste en pos de……

Se me ocurren innumerables, las comparaciones que podemos hacer, a qué proceso de nuestras vidas, podemos semejar remontar un artificio volador. Algunos recurriremos a otros ejemplos, donde pusimos el cuerpo, las emociones y  las palabras, coherente simbiosis para accionar en este devenir. Tu barrilete-proyecto fue en algún momento tu profesión, tu familia, tu equipo de fútbol, siempre hay ahí presente uno, sólo hay que levantar un poquito la vista……. y divisarlo.

Te pregunto y me pregunto:

Qué cometa estás construyendo hoy?

Disfrutas de los procesos, o sólo de los resultados?

A diario tomamos elecciones que nos abren caminos, que tenemos que recorrer, sabiendo que al final, veremos en el cielo, ese sueño que al inicio parecía tan lejano. Muy pocas cosas nos impiden, que a pesar de los obstáculos, elijamos alegrarnos por el recorrido. Puede ser tu proyecto en singular, en plural, podes asistir a otros con su barrilete, lo importante es que estés allí, con todo lo que puedas poner para ser hacedor, para tomar decisiones, o para dejar que otros,  los más preparados, las tomen en tu lugar. Aprendamos a convivir con nuestras emociones más diversas, que nos acompañarán en el proceso, donde seguro no estaremos solos, habrá otras personas gustosas de ayudarnos a cargar nuestra mochila.

En este momento se me ocurre preguntarte, si….. ya distinguiste tu Proyecto-Barrilete?,  ya que muy probablemente se encuentre esperando por vos….

4 comentarios en “Proyecto-Barrilete”

  1. Que lindo Marcelo tu Proyecto barrilete, primero me remonta a mi infancia junto con mis hermanos y mi papá en esa tarea de equipo y toda la previa hasta hacerlo volar, y en la que alguna de las veces con mi mami colaborabamos en la preparación del engrudo y la búsqueda de trapos para la cola… Nostálgicos momentos me hiciste recordar. Pero tú escrito también me lleva a pensar que en estas épocas estamos carentes de proyectos reflexionado con verdaderos sentimientos, y realmente es muy triste porque es así como se encuentra nuestra sociedad, perdiendo poco a poco o desenfrenadamente ,los momentos, juegos o tantos otros entretenimientos que de niños pasaban por esa época y que nos permitía experiencias únicas de aprendizajes para la vida.

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  2. Hola Marcelo. Excelente post otra vez…
    Me lleva sin dudas a la infancia. Tal cual vos dijiste al principio fabricaba mis barriletes con hojas de diario… Pesados. Hacía falta un huracan para hacerlos despegar y que se mantuvieran en vuelo.
    La ingeniería de la cola. Dios mío, prueba y error. Mas larga mas corta. Mas pesada que se yo. Pasaba horas con eso. Luego calibrarlo, que el peso estuviera bien repartido y al final la gran recompensa. Verlo volar… Nunca pude poner en el aire todos los que fabriqué pero aquellos que lo hicieron me llenaron de orgullo y satisfacción.
    Fabricar barriletes era una pasión y a pesar de que no tenía el «don» me esforzaba mucho para lograrlo…
    Gracias por motivarme una vez mas y a hacer analogía con mi niñez. Planificar y fabricar otra vez ese barrilete con amor, dedicacion y hoy, fruto de los años vividos con experiencia.
    Ojalá que vuele y que en su vuelo me siga mostrando el camino.
    Gracias

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  3. Barrilete que yace flotanto en el cielo es sinonimo de existo. El piolin fino y firme depende del habil piloto que lo comanda, es el responsable, que surge las corrientes , pero tambien debe ser sagaz y capaz , cuando los vientos caprichosos dejen de.soplar, y la caida a pique sea eminente, recordar los buenos momentos

    Hermano un abrazo

    El.turco

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