La cristiandad celebra esta semana la muerte y resurrección de Jesús, el profeta que, siendo hijo de Dios, vino para redimirnos de nuestros pecados, con su propia muerte y resurrección. Es una cuestión de fe, que no tiene un correlato racional, pero si una vinculación íntima y profunda con el sentido de nuestras vidas.
Sus apóstoles fueron elegidos por Jesús entre aquellos que se desempeñaban haciendo trabajos comunes para la época en la zona costera del mar de Galilea, cinco de ellos pescadores (Pedro, bautizado como la Roca, Santiago, Juan, Andrés y Felipe) , un recaudador de impuestos (Mateo) y respecto de los seis restantes (Judas Iscariote, Tomás, Santiago, Bartolomé, Judas Tadeo y Simón) si bien no existe un conocimiento cierto, es muy probable que se hayan desempeñado haciendo actividades propias de una región costera dedicada a la pesca.
Lo interesante más allá de la precisión respecto de cuáles fueran sus trabajos, es que todos los abandonaron y siguieron a Jesús, uniéndose al propósito que este último tenía para su existencia: servir a Dios y redimir al hombre de sus pecados, bajo el lema del amor al prójimo, el perdón y la fe.
Muy interesante la historia de la vida, muerte y resurrección de Jesús, que fuera narrada por los apóstoles en cada uno de los evangelios, con detalles que cada uno iba viendo según su visión de las cosas, destacando aspectos y hechos que dieran sentido a una vida de creencias, espiritualidad y compromiso con el otro, que fue básicamente la corta pero prolífica existencia de Jesús.
En esta semana especial que culmina con el Domingo de Pascuas, que es cuando Jesús luego de asesinado nace de nuevo, es que quiero aprovechar para profundizar en esa decisión de los pescadores que buscaron darle sentido o propósito a su devenir, abandonando sus labores, para iniciar un nuevo derrotero, que los motivara más allá de sus propios límites.
Es por ello, y esperando no ofender a nadie que quiere referirme a dos modelos de trabajo que surgieron no hace mucho, los cuales tienen algo que ver con esto de trabajar abandonando los viejos modelos.
Trabajo por objetivos o independencia consciente
El trabajo por objetivos es una metodología de trabajo que busca que las personas logren ciertas metas u objetivos, sin tener un horario fijo que cumplir. El objetivo de esta metodología es que las personas “sean responsables y capaces de administrarse para organizar sus actividades y cumplir en tiempo y formas con las tareas establecidas”.
El trabajo por objetivos, en reemplazo del esquema de horarios, fomenta la autonomía y permite que las personas se involucren más con sus tareas. Pero, además, ofrece otras ventajas:
Aumenta la productividad
El trabajo por objetivos resulta una metodología perfecta para elevar la productividad de los equipos, ya que elimina el concepto de trabajar sólo para cumplir horario y se potencia la motivación por completar proyectos en tiempo y forma.
Ofrece flexibilidad
Otras de las ventajas del trabajo por resultados es que, al no fomentar un esquema de horarios fijos, se ofrece un alto grado de independencia a la persona. Cuando uno solamente pone como objetivo entregar el trabajo terminado de determinada manera y establece plazos, la persona goza de cierta libertad para poder armar su propia rutina de trabajo y así organizar mejor sus tiempos.
Permite el trabajo remoto
El trabajo por objetivos sin horarios es, sin dudas, lo que permite que se pueda realizar el trabajo desde casa, modalidad laboral que ha crecido muchísimo en los últimos años. Esto ha generado en muchos una autonomía muy beneficiosa, sobre todo porque permite lograr el tan buscado balance vida personal y trabajo. Es decir, combinar tiempo personal y laboral de la mejor manera.
¿Cuáles son las desventajas del trabajo por objetivos?
No todos los sectores pueden aceptar esta metodología de trabajo ya que, entre otros motivos, la calidad del trabajo desarrollado podría verse comprometida. Esto ocurre en sectores como el de atención al cliente, servicios o procesos productivos industriales.
Además, el trabajo por objetivos puede tener las siguientes desventajas, dependiendo de su ámbito de aplicación:
Genera estrés y ansiedad
Si el plan de trabajo por objetivos no se aplica correctamente, puede que una persona se encuentre desbordada de tareas y no llegue a cumplir con sus metas laborales. Esto, sin dudas, puede ocasionar una situación de perder nuestra motivación y estrés, que sería contraproducente para el logro de objetivos.
Se pierde prioridad en otras tareas
Cuando una persona tiene el foco en trabajar por objetivos, todas sus acciones se enfocan a cumplir esas metas impuestas. En este camino, puede que algunas tareas secundarias pierdan prioridad, por ejemplo, la atención al cliente. Esto es algo habitual en equipos que tienen objetivos de ventas.
¿Por qué es importante implementar el trabajo por objetivos?
Para que una empresa tenga éxito, es fundamental que cuente con equipos de trabajo innovadores y autónomos, y que tengan empuje hacia el logro de objetivos de negocio.
Uno de los modelos de trabajo que permite esto es el de trabajo por objetivos, ya que motiva a las personas a que trabajen con el foco en los resultados, a la vez que le otorga flexibilidad e independencia.
De igual manera, es importante entender que trabajar por objetivos no significa no tener reglas o pautas de trabajo establecidas. Por el contrario, se trata de establecer ciertos parámetros que no sean limitantes sino más bien organizativos.
¿Cómo implementar el trabajo por objetivos?
Existen algunos pasos básicos para armar un plan de trabajo por objetivos que se deben considerar si quieres implementar esta modalidad de trabajo:
1. Establecer los resultados deseados
Tener claro qué es lo que se quiere conseguir es el primer paso para poder trazar un plan efectivo de trabajo por objetivos, ya que si no sabemos cuál es el resultado que queremos lograr, tampoco podremos evaluar si lo hemos conseguido.
2. Armar el plan de acción
Luego, es clave poder plasmar las intenciones en un plan concreto que sea fácil de entender por todos los integrantes del equipo. Es decir, debemos ser muy claros en qué se quiere conseguir y cómo se pretende conseguirlo, con el apoyo de indicadores de productividad y otras métricas relevantes.
En este paso, resulta clave también dar ejemplos concretos de cómo se ha conseguido lograr estos objetivos en el pasado.
3. Definir los objetivos a corto plazo
En este paso deberemos plantear cual es la meta final a la que pretendemos llegar y diseñar un plan de objetivos a corto plazo para alcanzar dicha meta. Es muy importante que se evalúen las capacidades individuales de las personas de los equipos de trabajo para poder asignar de manera efectiva las tareas para cada uno de ellos.
En este sentido, es clave apoyar la estrategia con algún recurso adicional como por ejemplo herramientas que nos permitan identificar características relevantes de cada persona para desarrollar un plan efectivo que convierta al talento humano en una ventaja competitiva para el negocio.
Claves para que el trabajo por objetivos sea exitoso
Dentro de los aspectos del trabajo por objetivos existen cuatro que son sumamente necesarios para lograr una buena implementación:
Tener objetivos alcanzables: es fundamental definir el plan de acción para saber si es posible o no alcanzar los objetivos fácilmente.
Ser específicos con lo que se quiere lograr: cuanto más claros sean los objetivos que buscamos alcanzar, más sencillo será implementar un plan de trabajo por objetivos.
Plantear objetivos medibles: si no podemos medir los resultados, tarde o temprano perderemos el hilo de cuál es el rumbo que debemos tomar y para qué lo hacemos.
Establece plazos reales: es muy importante darle a cada objetivo un tiempo lógico para poder llevarlo a cabo. De lo contrario, las personas pueden frustrarse si no logran cumplir sus metas.
El segundo modelo es algo más reciente y está muy emparentado con la decisión de los apóstoles.
Vivir y trabajar con propósito
El propósito está relacionado con el “para qué hacemos lo que hacemos”. Y no hace falta que sea algo grandioso, como recorrer el mundo con una ONG o tratar de ser un héroe.
El propósito lo podemos experimentar en nuestro día a día. No depende del puesto ni de la función, sino de nosotros mismos, del sentido que le demos y del grado de compromiso que tengamos.
Tal Ben-Shawar y Angus Ridgway en su libro “Ser feliz es decisión tuya”, analizan los tipos de trabajos conforme a nuestro nivel de sentido o compromiso. El sentido se experimenta cuando existe conexión entre lo que hacemos y nuestros valores, si creo o no en lo que hago. El compromiso es la motivación y energía que ponemos. Conforme a estos dos ejes, podemos ver que existen cuatro opciones:
A la deriva: La peor situación, porque trabajamos sin creer en lo que hacemos ni estamos motivados. Si estamos aquí, es importante hacer algo, porque tiene consecuencias en nuestra felicidad.
Soñador: Cuando creemos firmemente en causas como el ecologismo, ayudar a las personas sin recursos… pero hacemos poco. Quizá reciclamos, aportamos algo de dinero, pero no tenemos un compromiso firme con ello.
Estancado: Trabajar duro por responsabilidad, pero no estamos especialmente ilusionados. Esta situación, por cierto, es bastante habitual en las empresas, lo que a la larga produce un desgaste importante.
Alineado con el propósito: Se trata del cuadrante ideal, ya que trabajamos comprometidos y le encontramos un sentido a lo que tenemos entre manos.
¿Qué podemos hacer para trabajar y vivir con un propósito? Sabemos que cambiar de trabajo no es una tarea fácil, pero también hay que ser conscientes que dicha acción depende de una decisión personal. Por ello, revisemos qué está en nuestras manos para sentirnos mejor con lo que hacemos.
Si observamos el siguiente gráfico es probable que podamos ubicarnos en uno de sus cuadrantes. Vale la pena destacar que esto se podría aplicar a las relaciones de pareja, aficiones, amigos, entre otros.

Luego podemos encontrar un propósito en cada tarea que hagamos. No es necesario buscar algo que cambie el mundo o tener una vocación de por vida. Como dice José Luis Llorente, coautor del libro de «Vitamina X», existen propósitos vitales, de proyectos o de tareas. Nos podemos centrar en el que nos resulte más sencillo.
Un aspecto a tener en cuenta es que el propósito más poderoso está relacionado con los demás, sean clientes, sociedad, familia… Puedo hacer una presentación de resultados, un informe o una llamada a un cliente para que piensen que soy muy bueno y obtener reconocimientos o porque creo firmemente en ello. Si lo hago por otros, encontraré más fuerza y motivación.
Otra actividad clave es que en la medida en que sea posible podemos intentar modificar nuestras tareas para poner más energía en aquellas más gratificantes. No existe ningún trabajo perfecto. Siempre conviven actividades más amables que otras y vale la pena hacer aquellas que no nos gustan de modo eficiente, para disfrutar de las otras.
Por último, podemos replantearnos para qué hacemos lo que hacemos. Puedo pensar que solo hago facturas. Sin embargo, si dedico tiempo a reflexionar en la finalidad última de la empresa o de la organización, como que tengan un mejor servicio los clientes o los ciudadanos, puedo descubrir que contribuyo con mi trabajo a que eso ocurra. De alguna manera supone ganar perspectiva y darle un sentido.
En definitiva, trabajar con un propósito es la situación más motivadora y más satisfactoria para cualquier persona. Algo que además está comprobado que ayuda al cuidado de nuestro sistema inmunológico. La buena noticia es que depende de una decisión personal. En la medida en que le demos sentido a lo que hacemos y nos comprometamos con ello, podremos encontrar un propósito en nuestra vida, nuestros proyectos o nuestras metas.
Espero que este Domingo de Pascuas mi blog, sirva de alguna manera, para vincularnos con algo de lo que nos hace sentido.
¡Felices Pascuas!









