La vida y las contradicciones !

Ayer leía un mensaje en redes que decía algo como que las personas vivimos y nos transformamos a medida que crecemos, reconstruyéndonos cientos de veces en nuestras vidas, por lo que algo que nos parecía malo, hoy puede no serlo, y viceversa. Influenciados por nosotros mismos y por el entorno, transitamos procesos adaptativos desde que nacemos, lo que nos posibilita mutar y cambiar de opiniones y juicios, aceptando o rechazando situaciones, a veces no siguiendo un patrón tan definido, por lo que se puede pensar que convivimos con pequeñas (o no tanto) contradicciones, algunas de las cuales pueden llegar a convertirse en una pesada carga, dependiendo del contexto.

La idea hizo sentido en mi mente, y quise buscar una historia de vida donde quede reflejado este concepto, que como siempre digo no tiene porque ser una verdad indiscutida.  La búsqueda no estaba resultando exitosa, hasta que un aviso publicitario me trajo el nombre de un científico cuya película biográfica, está al tope en las nominaciones a los premios Oscar. A continuación, una breve síntesis de lo que fue su vida y obra, la cual repartió elogios y críticas feroces, amor y odio, casi por igual. La cuestión moral adquiere ribetes superlativos, sobre todo teniendo en cuenta que fue el líder de un proyecto que significó la aniquilación de muchos de seres humanos.

Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica

El 16 de julio de 1945, a las 5:29 horas de la mañana, la vida de un hombre cambió para siempre. Este hombre era el físico Robert Oppenheimer, director del conocido como Proyecto Manhattan (un proyecto creado por el gobierno de Estados Unidos destinado al desarrollo de armas atómicas). Cuando Oppenheimer presenció en Alamogordo, Nuevo México, la bola de fuego previa al hongo nuclear durante la prueba Trinity (nombre en clave que recibió la detonación del dispositivo nuclear) afirmó que el mundo ya nunca volvería a ser igual. Según cuenta la historia, el científico pronunció una frase extraída del poema épico hindú Bhagavad Gita: «Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos».

Nacido el 22 de abril de 1904 en Nueva York, Robert Oppenheimer estudió filosofía, literatura e idiomas (se dice que tenía tanta facilidad para los idiomas que llegó a aprender italiano en un mes). Este hombre polifacético y con múltiples intereses también amaba los clásicos: leía los diálogos de Platón en griego y era un entusiasta del antiguo poema hindú Bhagvad Gita. Oppie, diminutivo por el cual era conocido entre sus allegados, empezó a mostrar interés por la física experimental en la Universidad de Harvard, concretamente mientras cursava la asignatura de termodinámica que impartía el profesor Percy Bridgman. Pero en Estados Unidos, muy pocos centros dedicaban parte de sus programas de estudios a ese tema, por lo que Oppenheimer decidió seguir sus estudios en Europa. Así, fue aceptado como estudiante de posgrado en el famoso Laboratorio Cavendish, nombre del Departamento de Física de la prestigiosa Universidad de Cambridge, que en aquel entonces estaba dirigido por el físico y químico neozelandés Ernest Rutherford.

El joven Oppie no era muy hábil trabajando en el laboratorio, por lo que prefirió decantarse por la física teórica y se graduó con la máxima nota: summa cum laude en 1925. En 1926 se matriculó en la Universidad de Göttingen, en Alemania, para estudiar bajo la supervisión del físico y matemático alemán Max Born. Göttingen era por entonces uno de los principales centros de física teórica de toda Europa. Allí Oppenheimer conocería al futuro Premio Nobel de física Paul Dirac. Pero Oppie seguía siendo muy lento a la hora de terminar cualquier trabajo en el laboratorio, lo que le valió las críticas de Born, que una vez llegó a decirle: «Tú te puedes ir de aquí, pero yo no; me has dejado muchísimo trabajo por hacer». Posteriormente, Oppenheimer estudió en varias universidades más: en Leiden junto a Paul Ehrenfest, en Utrecht donde colaboró con Hendrik Kramers y en Zúrich donde trabajó con el profesor Wolfgang Pauli.

¿El comunista?

Los propios amigos de Oppie lo definían como un hombre de carácter difícil. En la década de 1920, el científico parecía vivir al margen del mundo: no leía los periódicos ni escuchaba la radio. Se enteró del «crack» de Wall Street mientras paseaba con el físico y posterior premio Nobel Ernest Lawrence (seis meses después de que ocurriese). Afirmó que la primera vez que votó fue durante las elecciones presidenciales del año 1936, a pesar de que años antes ya había empezado a interesarse por la política internacional. En 1934, Oppenheimer destinó parte de su salario a apoyar a los físicos que huían de la Alemania nazi, e incluso luchó para conseguirle a Bob Server (futuro miembro del Proyecto Manhattan) un puesto en la Universidad de Berkeley, aunque el director del departamento de física de la Universidad, Raymond Birge, se lo denegó afirmando de que «con un judío en el departamento ya es suficiente».

En 1936, Oppenheimer comenzó una relación sentimental con Jean Tatlock, la hija de un profesor de literatura de Berkeley, y a partir de entonces, y como muchos intelectuales en la época, empezó a sentirse atraído por las ideas comunistas y de izquierdas. Parte de la herencia que había recibido de su padre la destinó a este tipo de causas, entre ellas a apoyar al bando republicano durante la guerra civil española y a financiar actividades antifascistas. Aunque Oppenheimer nunca se afilió oficialmente al Partido Comunista de Estados Unidos, algunos historiadores como Gregg Herken afirman haber hallado evidencias de que el físico sí tuvo relación con el comunismo durante las décadas de 1930 y 1940.

Director del Proyecto Manhattan

Contra todo pronóstico, Oppenheimer fue incluido entre los científicos que compusieron el elenco del Proyecto Manhattan, a pesar de que el FBI había empezado a investigarle en 1941para comprobar si militaba en el Partido Comunista de Estados Unidos. Lo que sí pudieron confirmar es que formaba parte del Comité Ejecutivo de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles, considerada, según la agencia de investigación, una organización que servía de tapadera para realizar actividades comunistas. Así, Oppenheimer fue incluido en el Índice de Detención Preventiva, una lista en la que figuraban todas aquellas personas que, en caso de emergencia nacional, debían ser arrestadas. Por todo ello causó cierto estupor que Leslie R. Groves, alto mando del Proyecto Manhattan y supervisor de la construcción del Pentágono, pusiera al frente del proyecto a Robert Oppenheimer. Pero es que el general lo consideraba la persona más idónea para llevarlo a cabo, a pesar de los informes del FBI.

Oppenheimer se dedicó en cuerpo y alma al éxito del Proyecto Manhattan. Pero tras el estallido de las dos bombas atómicas en suelo japonés, en Hiroshima y en Nagasaki, el orgullo que había sentido Oppenheimer tras las pruebas de Nuevo México se convirtió en un terrible sentimiento de culpa. En una visita al presidente Harry S. Truman, Oppenheimer, y frente a un sorprendido presidente, dijo que sentía tener «las manos manchadas de sangre». Cuando el científico salió, Truman, con el semblante demudado y visiblemente molesto, dijo que no quería volver a ver a nunca más “a este mal nacido».

Acusado y perseguido

En 1953, Oppenheimer fue acusado de haber mantenido vínculos con el comunismo y de haber protegido a sospechosos de serlo durante su estancia en Alamogordo. Aunque las acusaciones no pudieron probarse, le retiraron todas las acreditaciones de seguridad. Interrogado de manera despiadada e incluso humillado con detalles de su vida privada, Oppenheimer también fue acusado de estar en contra de la construcción de la bomba de hidrógeno. Según cuenta con todo detalle el historiador Gregg Herken en su obra Brotherhood of the Bomb (La fraternidad de la bomba), el gobierno estadounidense obligó a un general a declarar en falso y se llevaron a cabo de manera ilícita grabaciones telefónicas para implicar a Oppenheimer.

La Federación de Científicos Estadounidenses salió de inmediato en defensa de Robert Oppenheimer, convirtiéndolo en el símbolo de lo que puede llegar a ocurrir cuando un científico, tras hacer un descubrimiento polémico, se sume en un mar de dudas morales y por ello se convierte en víctima de una caza de brujas. En 1963, el presidente Lyndon B. Johnson le hizo entrega del premio Enrico Fermi de la Comisión de Energía Atómica, y en 1966 Robert Oppenheimer moría como consecuencia de un cáncer de garganta. En 2014, el Departamento de Energía de Estados Unidos publicó la transcripción completa y desclasificada de los juicios contra Oppenheimer, y a pesar de que muchos de los detalles ya eran conocidos, el material publicado confirmó que en realidad fue leal a su país y reforzó su imagen de científico brillante perseguido por la burocracia, los celos profesionales y víctima de un juicio injusto.

De la crónica es posible traslucir secuencias de incoherencias y paradojas profundas que llevaron a este científico, a ser preso de episodios impensados, tristes e injustos, mientras quizás pesaba sobre su conciencia la pesada carga, de ser un partícipe relevante para el fin de la segunda guerra mundial, pero para lo cual dos ciudades japonesas y todos sus habitantes fueron borradas de la faz de la tierra.

Jorge Luis Borges, nuestro eximio escritor y pensador se refería a la naturaleza del ser humano de la siguiente manera:

“Como ser humano soy una antología de contradicciones, de gaffes, y de errores, pero tengo sentido ético. Esto no quiere decir que yo obre mejor que otros, sino simplemente que trato de obrar bien y no espero castigo ni recompensa. Que soy, digamos, insignificante, es decir, indigno de dos cosas: el cielo y el infierno me quedan muy grandes”.

El valor de 350 !

Parece mentira o suena a realidad paralela, pero este fin de semana he arribado a este número, que aún no se muy bien porque, quiero destacar y valorar. Son tres centenas y media de fines de semana que estoy publicando de manera ininterrumpida, este escrito con diseño de blog, que tantos fines de semana me ha costado y por mucho crear.

En algún momento he querido abandonar, saltear algún domingo, o hacerlo más escueto, pero al final me he mantenido en la lucha y en la senda, que me permite aprender desaprendiendo y por sobre todas las cosas, sanar viejas y nuevas heridas.

He escrito y publicado porque pienso que el valor del respeto por uno mismo no tiene precio. Forma parte del APRECIO, un concepto que yo compartí hace ya unos años, cuando escribía lo siguiente (de paso un recuerdo más de Ana, mi ángel de la guarda que brilla en otra dimensión.

APRECIO

Esa tarde de otoño encontré a mi madre con lágrimas en sus ojos. Observaba un pequeño objeto que tenía en su mano. He hecho infructuosos esfuerzos por recordar su forma o su tamaño. Es muy probable que el foco de mi atención haya anclado en sus ojos llorosos, por lo que las características de ese objeto hayan quedado relegado a un segundo plano.

Mi memoria me trae con mayor facilidad aquello grabado en mi corazón, por donde pasa la vida y las emociones que marcan huellas indelebles.

Cuando Ana se percató de que la miraba insistemente, se secó las lágrimas con suma rapidez, y se dirigió a su habitación. Yo era bastante infante, un fiel seguidor de ella por entonces. El pequeño elemento fue guardado en su cómoda, mientras yo la seguía contemplando.

Dos semanas después, Rosita la cual se dedicaba a tratar los pies de las mujeres a domicilio, visitó a mi madre para una sesión dentro de sus citas programadas. Ella la recibió agradeciéndole su presencia. Cuando comenzó su trabajo, mi madre le dijo que no hacía falta que le haya regalado esa virgencita (el objeto que produjo el llanto de mi madre). Rosita levantó su vista para decirle: «es algo insignificante para que Ud. Anita pueda rezar como le gusta».

Con los años pude entender el valor de aquel presente que había recibido mi mamá.  Pude comprender porque se había emocionado. Fui capaz asimismo de vislumbrar la relación humana que ligaba a aquellas dos mujeres.

Rosita, era por esos tiempos una incansable emprendedora a tiempo completo, madraza dedicada a la crianza de sus hijas, único sostén de su familia. Había superado instancias dolorosas, incluyendo algunas situaciones de pérdida personal. Su vida no era para nada sencilla, pero había recibido, según ella manifestaba continuamente, las enseñanzas de su padre «para no rendirse ante las adversidades y seguir trabajando».

Con el fruto de su denodado esfuerzo, les había dado la posibilidad de educación y estudio a sus hijas, para que sean personas de bien, como ella acostumbraba decir.

«Para mí, la libertad de poder valerme por mi misma no tiene precio Anita». Mis padres eran muy humildes, pero nunca les faltaba voluntad para aprender y trabajar. No tuve un gran matrimonio, pero dejé a eso en el pasado. La sonrisa, una buena manera de hablar, acompañada de gestos naturales de empatía eran muy habituales en la manera de ser de María Rosa.

Durante muchos años la relación entre ambas se fue construyendo en torno a esas sesiones donde aprovechaban para charlar y compartir vivencias, sobre todo de los hijos.

Cuando emprendí mi propio camino, para trabajar fuera de Córdoba y luego formar mi familia, dejé de tomar contacto con Rosita y sus actividades. El tiempo la volvió a poner en mi camino, bastantes años después mientras iniciaba un entrenamiento como coach. Allí apareció Rosita, a la cual en un principio me costó distinguir. Seguía con ese enorme empuje que la caracterizaba, la sonrisa, las ganas de conversar, compartir y ayudar. Durante todo ese período se noto su decisiva influencia y su inmensa energía para generar un ambiente propicio para relacionarnos y aprender.

María Rosa, tiene claramente una mirada apreciativa por la vida, por su familia, por lo demás.

Son de esas personas que te hacen sentir bien, que te dan una palabra de aliento, que demuestran gratitud y que están ahí para lo que haga falta. Van por la vida repartiendo buenas vibras, impulsando a ellos mismos y a los demás para superar instancias, crecer, aportando siempre una mirada positiva.

Aprecio es una palabra que como todas tienen un significado etimológico. En este caso, podemos establecer que se trata de una palabra que deriva del latín. En concreto, es fruto de la suma de dos partes claramente diferenciadas:

-El prefijo “a-”, que significa “hacia”.

-El sustantivo “pretium”, que es equivalente a “premio” o a “recompensa”.

En mi caso personal, yo le agrego una significación que me hace más sentido: A-PRECIO, podría ser definido como lo que no tiene precio.

Se le conoce como la apreciación del acto y el resultado de la apreciación: es decir, para valorar o estimar a alguien o algo. La apreciación, de esta manera, puede interpretarse como una manera de relacionarse. Hay diferentes formas de afecto interpersonal, la apreciación muestra afecto hacia otra persona a través de una visión positiva de otra persona. Una persona que aprecia a otra valora sus virtudes, tiene estima y consideración por la otra.

El aprecio, de este modo, puede resultar equivalente al cariño o el afecto. Por ejemplo: “Sabes que te tengo mucho aprecio, pero no puedo permitir que actúes de este modo adentro de la empresa”, “Me da pena lo que ocurre con Pedro: siento aprecio por él y por su familia”, “Mi padre le tiene aprecio a esta casa, por eso no puedo venderla”.

Si hubiera una escala de sentimientos, podríamos decir que el afecto es menos intenso que el amor. Es decir, un padre no se preocupa por sus hijos, sino que los ama. Lo mismo sucede entre miembros de una pareja u otros vínculos familiares. Por el contrario, entre los compañeros de trabajo o vecinos, es posible que exista una estimación como la apreciación y no amor. Esto se debe a la falta de cercanía emocional o incluso al conocimiento limitado que estas personas pueden tener entre ellos.

Este tipo de afecto, aunque es posible que sea más superficial que la verdadera amistad en la que existe una confianza profunda, también nutre la autoestima personal ya que las relaciones personales en diferentes grados también brindan felicidad cuando estas relaciones son positivas. Este tipo de relaciones se definen por cordialidad y respeto hacia el otro. Además del placer que producen estos tipos de enlaces.

En esta clase de relaciones interpersonales puede haber una mayor distancia o perder la relación ya que este tipo de enlaces suelen ser causados por un evento específico, por ejemplo, coinciden en el mismo trabajo o en el mismo curso universitario. Cuando dos personas son realmente amigas, se mantienen en contacto durante sus vacaciones de verano y hacen planes con más frecuencia.

Una persona puede tener pocos amigos verdaderos a lo largo de su vida ya que la amistad profunda implica compromiso y dedicación de tiempo. Sin embargo, una persona conoce a muchas personas por las cuales siente una apreciación sincera, ya que este vínculo a ser más superficial requiere menos compromiso.

Una persona puede apreciar a otra al valorar y darle importancia a aspectos tales como que es respetuosa y agradable, que se preocupa por los demás, que le da más importancia al interior que al exterior, que facilita la convivencia o el trabajo…

De la misma manera, podemos determinar que el antónimo de aprecio es desprecio. Este es un término que se utiliza para indicar que se le tiene aversión, odio, indiferencia y absoluto asco a otra persona, a una actitud, a una idea…

En nuestra red de relaciones podemos actuar de forma constructiva, criticando y aportando sin falsedades, centrando nuestro discurso en una valoración constante de lo que nos brindan los demás, promoviendo el crecimiento y las interconexiones productivas.

María Rosa es una maestra en este campo de promover ambientes generosos y colaborativos desde la acción de mostrar aprecio.

Por un amigo me he enterado que este próximo 9 de abril cumple 82 años.

Aparece en mi retina su menuda y sonriente figura que vive para apreciar la vida, a los demás y a ella misma.

¡El valor de lo que no tiene precio!

¡El valor del a-precio!|

Para culminar con este escrito y agregarle valor unos tres años después, quisiera reforzar una idea central:

El aprecio y el valor que se da a uno mismo es uno de nuestros mejores argumentos para que podamos crear solos y con otros.

Apreciarse no implica caer en la vanagloria y el narcisismo, sino más bien aceptarse a uno mismo, con sus virtudes y defectos, como un ser con capacidad de aprender, y al que no le faltan las ganas y la voluntad para hacer.

Nos invito a practicar el A-PRECIO!

Por otros 350, la semana que viene arranca de nuevo el uno!

Las hermanas que escribían, entre otras cosas !

Cada año que despedimos nos deja un sinnúmero de aprendizajes, de hechos transcurridos y de historias para contar. De estas últimas algunas se hacen presente y futuro, aunque de este último solo tenemos aproximaciones y ninguna confirmación, más allá de todos nuestros esfuerzos puestos en tratar de controlarlo.

Termina un año y comienza otro, casi como el movimiento de una puerta sobre su bisagra cuando la abrimos. En cada cambio de calendario, confirmo plenamente la más inquietante de las verdades, cuan ignorante soy o somos, aunque nos cueste aceptarlo.

Devorador de libros y aficionado a la lectura desde mi infancia, por momentos me quedo sin el vital elemento. La trampa que le hago a la escasez o no disponibilidad, es recurrir a los volúmenes que atesoran mis hijas, las cuales comparten conmigo la avidez por leer. A quienes pertenecen los libros que hay en casa es una disquisición muy fina, por lo que pedir prestado no se acostumbra, sino más bien, pedir consejos acerca de qué libro leer.

Emilia, una de mis hijas, responde ante mi requerimiento sobre que lectura encarar: «Papá este libro te va a gustar, leí solo unas páginas y me pareció excelente. Que cada uno use su propio señalador y lo leamos de manera compartida. Después lo comentamos«.

Fue así que comencé la lectura de “Jane Eyre” de Charlotte Brontë. Aún no le he terminado, pero tengo que decir, luego de haber leído un cuarto del libro, que estoy sumamente impresionado por la calidad de esta escritora inglesa del siglo XIX. Volviendo al tema de mi supina ignorancia, debo decir que había escuchado sobre Charlotte y las Brontë, pero jamás hube de darle relevancia a su legado, tal es así que no había leído nada sobre ella, ni tampoco sobre sus hermanas, las cuales en conjunto (ahora lo vengo a descubrir) marcaron una época brillante y revolucionaria dentro de la historia de la literatura inglesa. Vivieron pocos años, pero tan intensos que es admirable lo que fueron capaces de hacer, siendo mujeres en un mundo literario vedado para ellas y accesible solo para los hombres.

Romper los moldes y cánones imperantes fue su mayor aporte al mundo de las artes, y es por ello que les quiero compartir una breve reseña de sus hojas de vida, sólo con el afán de que nos ilustremos juntos, sopesando su enorme aporte a la valorización de la mujer y su rol en la sociedad.

Las Brontë

Charlotte, Emily y Anne Brontë nacieron en Thorton, Yorkshire (al norte de Inglaterra), inmersas en la sociedad inglesa del siglo XIX donde las ocupaciones de las mujeres estaban más bien delimitadas. Este fue el principal problema de estas jóvenes inquietas. Apasionadas de la literatura, vivieron en una época que no las comprendía, puesto que la mujer no tenía cabida en el mundo intelectual. Pese a ello, se propusieron luchar contra su tiempo y dedicarse a ello.

Los Brontë conformaban un estrecho núcleo familiar. Charlotte, la mayor de las tres hermanas, nació el 21 de abril de 1816; Emily, dos años después, el 30 de julio de 1818, y Anne, el 17 de enero de 1820.                           

Su padre, Patrick Brunty, de origen irlandés, fue primero aprendiz de tejedor, después maestro de escuela y, finalmente, clérigo. En sus tiempos de estudiante de Teología, cambió su apellido, transformándolo en Brontë, palabra derivada del griego y cuyo significado es “trueno”. El pastor evangelista fue nombrado en 1820 rector de Haworth, un pueblo de los desolados páramos de Yorkshire, por lo que la familia al completo se mudó, y allí, en la destartalada rectoría, las hermanas vivieron la mayor parte de sus vidas.

En cuanto a la madre, Mary Branwell, contrajo matrimonio con Patrick Brontë en diciembre de 1812, y en siete años, entre 1813 y 1820, dio a luz a seis hijos, cinco niñas (María, Elizabeth, Charlotte, Emily y Anne) y un varón (Branwell).  Poco antes de que la más pequeña, Anne, cumpliera un año y, a pesar de que Mary era quince años menor que su esposo, cayó enferma de cáncer (aparentemente de útero, aunque algunas fuentes afirman que de estómago) y hubo de guardar cama y, tras siete meses y medio de tremenda agonía, fallecía a la edad de 38 años. Nadie les habló a los niños de la muerte de su madre, ni siquiera su tía Elizabeth Brandwell, hermana de Mary, que era soltera y a quien, por lo tanto, le correspondía cuidar de los enfermos de la familia.

Tía Elizabeth vino a casa de los Brontë a quedarse sólo unos meses, pero terminó viviendo con ellos durante 30 años, hasta el día de su muerte. Era una mujer áspera y de rígidas costumbres religiosas, que se ocupó de la casa y de la crianza, junto con el padre, de los seis niños huérfanos.

Patrick Brontë, por otro lado, fue un personaje extraño que, pese a ser irlandés y paupérrimo, había logrado la proeza de estudiar una carrera en Cambridge. Era alto, guapo y pelirrojo; escribía y publicaba poemas religiosos, prosa didáctica, cartas y artículos políticos. La tradición dice que fue un monstruo de talante ultraconservador y que descuidó fatalmente a sus hijas. Debía de ser, en efecto, un hombre abrasado por su propia rectitud, autoritario y seco; y es cierto que prestaba mucha más atención al único hijo varón, Branwell, y que en su educación invirtió todo su tiempo y su escaso dinero, mientras que las niñas tuvieron que asistir a terribles internados de caridad y hubieron de trabajar desde muy jóvenes.

Pero todo esto era normal en aquella época ya que, por entonces, la mujer carecía de toda consideración social. Lo que resulta paradójico en este caso es que un padre de esa época alentara en sus hijas el amor por la lectura, que debatiera con ellas, desde muy niñas, los asuntos más candentes de la actualidad, educándolas así en los temas serios propios de hombres, o que mirara con permisivos ojos su afición a la escritura, hasta el punto de regalarle a Charlotte un cuaderno de notas.

Cowan Bridge, un horror que marcó a las hermanas

Transcurrido el tiempo de duelo por la muerte de su esposa, el reverendo Patrick empezó a preocuparse por el futuro de sus hijas. Con Branwell, el varón, no había problemas ya que él se sentía capacitado para educarlo. Pero para las hijas, para quienes descartaba el oficio de modista o vendedora, sólo quedaba la enseñanza. La escuela que Patrick conocía y a la que habían asistido por un tiempo las hijas mayores, María y Elizabeth, sobrepasaba su presupuesto para ingresar a las cinco niñas. Al poco tiempo se abrió una nueva escuela religiosa destinada a niñas necesitadas, llamada Clergy Daughters School Cowan Bridge, en Lancanshire, y el reverendo vio solucionado su problema.

Cowan Bridge si bien era un internado muy barato para hijas de clérigos, por contra, se había convertido en un lugar infernal donde obligaban a las alumnas a rezar durante horas enteras y seguidas, en ayunas y tiritando de frío. Las mataban de hambre: la comida nos solo resultaba repugnante, sino que estaba manipulada con tan poca higiene que las intoxicaciones eran habituales. También abundaban los castigos: humillaciones y azotes con varas de madera irrompible.

Emily tenía sólo seis años cuando entró junto con Charlotte en esa infernal escuela. Era la más pequeña y la más bonita de todas las alumnas, lo cual la puso en un cierto lugar de privilegio respecto de las demás y siempre comía un poco más que sus hermanas. Alguna maestra piadosa la cobijaba cuando tenía mucho frío, pero la educación calvinista de aquel lugar la conecta con el pecado y la culpa de un modo atroz.

Haber sido testigos inermes del horror de ese lugar marcó a las hermanas para siempre y, sin duda, alimentó ese íntimo conocimiento de la injusticia y del dolor que late febrilmente en sus novelas; de hecho, Charlotte Brontë se inspiró en este colegio para describir el infame colegio Lowood que aparece en su novela Jane Eyre (1847).    

Cowan Bridge era un matadero: de las 53 alumnas que había por entonces en el internado, una murió en el colegio y once dejaron la escuela por estar enfermas, seis de ellas para fallecer nada más llegar a sus hogares. Entre esas seis estaban dos de las hermanas Brontë: María, que falleció el 6 de mayo de 1825 con 11 años, y Elizabeth, que murió cinco semanas después, a los 10 años. A consecuencia de las condiciones infrahumanas en que vivían las alumnas en esa escuela, María enfermó de tuberculosis, y no sólo se ocupó nadie de su salud, sino que recibía un trato humillante en los helados salones de la escuela. Más aún: nadie del colegio avisó al padre de que su hija mayor estaba muy enferma, casi agonizando. Unas semanas después, María regresaría a su casa a morir. Elizabeth la seguiría al poco tiempo, también enferma de tuberculosis.

Charlotte y Emily despedían en poco tiempo a sus dos hermanas mayores. María, que había sido la figura materna, fue llorada para siempre y su muerte marcó, de una forma permanente y furiosa, la personalidad de sus hermanas, sobre todo la de Emily. Ella se preguntaba cómo había sido capaz de comerse aquellos bocados de pan extra cuando su hermana se estaba muriendo y así la comida pasó a ser una obsesión en su vida.

Continúa su educación, Angria y Gondal.

Después de enterrar a sus dos hijas mayores, el reverendo Patrick tomó conciencia al fin de las pésimas condiciones del colegio y sacó inmediatamente a Charlotte y a Emily de Cowan Bridge. Durante los seis años siguientes los niños no salieron de su casa más que para dar cortos paseos por los páramos de los alrededores. A partir de entonces, y salvo unas breves incursiones a unas buenas escuelas de señoritas y a un internado en Bruselas, las hermanas se educaron en Haworth. Allí recibieron clases del padre, cosían, leían y, sobre todo, escribían. Tanto Branwell como las niñas tenían libre acceso a todos los libros de la casa, que eran muchísimos, ya que los protestantes propiciaban la educación de las mujeres

Frente al dolor y en el aislamiento de aquel pueblo, los niños se refugiaron en la fantasía. Inventaron mundos paralelos por parejas, transformando en su imaginación unos soldados de madera en personajes de una serie de historias sobre esos mundos imaginarios: Charlotte y Branwell crearon Angria mientras que Emily y Anne idearon Gondal. Durante años confeccionaron libros diminutos escritos en una letra microscópica, que sólo puede leerse con lupa, con las crónicas de sus reinos que eran lugares apasionantes y violentos, luminosos y bárbaros. Si Branwell, por ejemplo, mataba o casaba a un personaje, Charlotte tenía que respetar ese hecho a la hora de escribir sus propias aventuras.

En este sentido, los cuatro niños eran como dioses: lo que escribían sucedía. Ese mundo irreal era para ellos más real que la vida de Haworth. La imaginación y la escritura cumplieron, especialmente en las hermanas, una verdadera función catártica y de autoanálisis. Emily jamás abandonó Gondal, de hecho, su única novela, Cumbres borrascosas (1847), que es una de las obras maestras de la literatura, pertenece, por ambiente y tono, a las crónicas gondalianas. Charlotte sí dejó Angria, con grandes esfuerzos, a los 25 años, curiosamente abandonó su mundo de ensueños cuando se enamoró por primera vez. Emily no se enamoró nunca; vivía encerrada en su mundo imaginario y todo parece indicar que sus problemas alimentarios la convirtieron en anoréxica. Eran muy miopes, poco agraciadas, inteligentes, cultas, orgullosas y pobres, con estas características, y en aquella época, el futuro de las Brontë era muy negro.

Por entonces las mujeres no podrían entrar en las universidades, y una señorita decente no tenía más posibilidades de trabajo que ser maestra o institutriz. Ambos empleos, humillantes y mal pagados, practicaron las Brontë. Pero lo que ellas deseaban era escribir.

Otro obstáculo a salvar

En 1831, a la edad de 14 años, Charlotte fue enviada al colegio de Roe Head, aparentemente por el hecho de que su padre cayera enfermo. Esta partida marca profundamente la vida de Charlotte, ya que le recordaba la marcha de sus dos hermanas mayores a aquel funesto colegio que provocó que enfermaran y que, en última instancia, las mató.

No fue una estancia placentera: fue discriminada por sus compañeras debido a la ropa pasada de moda que usaba y a su tremenda miopía, y, para completar la humillación, las autoridades de la escuela la consideraron una ignorante ya que no sabía nada de lo que se consideraba la educación formal de una joven de esa época. Sin embargo, Charlotte conoce allí a Ellen y Mary, amigas que conservaría por el resto de su vida, que supieron ver algo más en aquella niña de desdichada apariencia. Permaneció en Roe Head un año, tras el cual regresó a casa para seguir estudiando y enseñar a sus hermanas.              

Pero en 1835, la directora de Roe Head la llama para ocupar un puesto de maestra, por lo que regresa llevando a Emily con ella. En realidad, Charlotte odiaba ese trabajo y ese lugar, y sólo quería escribir. Con 20 años, le envió unos cuantos versos al célebre y laureado poeta Robert Southey, a los que el artista le contestó que eran buenos, pero que “la literatura no puede ser el objetivo de la vida de una mujer, y no debe serlo”. El comentario hundió a Charlotte en una de sus grandes depresiones: ella sabía que, como mujer, no debía escribir, e intentó resignarse. Por todo ello entra en períodos de ausencia e hipocondría, e incluso sufre un profundo colapso nervioso. De modo que, a los 22 años, y tras haber trabajado dos años en Roe Head, es enviada a casa de regreso.

Los cuatro años siguientes fueron de un enorme crecimiento artístico y personal para Charlotte, durante los cuales trabajó en varias casas como institutriz y se dedicó a escribir muchísimo. Ya en 1840, se decide a enviar las primeras novelas a algunos editores firmando como C. B.

En cuanto a Emily, cuando es contratada junto a Charlotte como maestra de Roe Head, su vida se convierte en una pesadilla. Emily odiaba las clases, odiaba a sus frívolas compañeras y, como sabía que su padre no aceptaría que dejara el trabajo, hizo lo único que podía hacer: dejó de hablar y dejó de comer. Se debilitó tanto que fue enviada a casa y reemplazada por la menor de las hermanas, Anne.

Con sus huelgas de hambre, Emily ejerció siempre control sobre sus actos y sobre su familia. En 1838, a los 20 años, decide trabajar, pero esta vez parte sola. Durante casi tres años no ha hablado con nadie fuera de casa y el miedo le cierra la garganta, pero sabe que debe hacerlo.

Va a Law Hill, cerca de Halifax, donde pasó seis meses como maestra, pero no puede estar sin escribir de día, podría ser vista; así que lo hace por las noches. Es insomne, escribe, no come y su salud se debilita fuertemente. Según palabras de Charlotte, Emily trabajó “desde las seis de la mañana hasta casi las once de la noche, con sólo media hora de descanso”, y lo llamó esclavitud.

Publicaciones y libros trascedentales

En otoño de 1845, el descubrimiento por Charlotte de los poemas de Emily las decidió, en un alarde de decisión y fortaleza, a autopublicar un libro con las poesías de las tres hermanas, que se editó con el título Poemas por Currer, Ellis y Acton Bell (1846), empleando cada hermana, respectivamente, las iniciales de su nombre como seudónimos, de forma que ni sus editores conocían su verdadera identidad: tres solteronas provincianas de 30, 28 y 27 años, respectivamente. Desgraciadamente, sólo se vendieron dos ejemplares. Aún así, la poesía de Emily Brontë ha sido reconocida como una de las mejores de ese siglo, y sigue siendo admirada por su originalidad, su lírica y sus imaginativas referencias personales.

Este fue el punto de partida para que cada una de las hermanas se embarcara en escribir su propia novela. La primera que se publicó fue Jane Eyre (1847), de Charlotte (pero aún bajo su seudónimo masculino, Currer), que tuvo un éxito inmediato a pesar de las críticas despiadadas, que no hacían otra cosa que aumentar las ventas. Esta novela provocó un considerable escándalo en la sociedad del momento por la forma directa, «vulgar para la época» de abordar las pasiones de su protagonista. Como toda la obra de las hermanas, Jane Eyre es autobiográfica. Se arma con pedazos de su historia. En Londres no se hablaba de otra cosa que de esa novela, y los círculos literarios se devanaban los sesos por descubrir la identidad de los misteriosos hermanos Bell.

Aparecieron más adelante, y en ese mismo año, Agnes Grey, de Anne, y Cumbres Borrascosas, de Emily. La primera era una árida revelación basada en los comentarios autobiográficos del bajo nivel material y moral de una institutriz victoriana. Es considerado un relato íntimo de amor y humillación en el que el yo más vulnerable se enfrenta al yo más severo.

En cuanto a Cumbres Borrascosas, Emily comienza a escribirla en diciembre de 1845 y la concluye en julio del siguiente año. Fue descalificada por la crítica durante mucho tiempo y tuvo muy mala acogida por el público. La intensidad de su sentimiento y la brutalidad de los personajes, las energías primitivas de amor y odio que impregnan la novela fueron juzgadas como salvajes y burdas por los críticos del siglo XIX.  Su estilo, rudo y salvaje, se aparta por completo del imperante en la literatura de la época, hasta el punto de que la obra yació olvidada por no considerarla, ni siquiera, una buena novela. Pero años después, los críticos comenzaron a preguntarse cómo accedió aquella joven tan aislada geográfica y emocionalmente a ese profundo conocimiento de las actitudes, deseos y motivaciones de los hombres; cómo alguien que no estuvo jamás enamorada y no mantuvo nunca una conversación con un joven pudo escribir semejante historia de amor y pasión.

Debido a la confusión y a la especulación sobre la identidad de las autoras de las diferentes novelas, ellas mismas deciden desvelar su identidad mediante una visita a Londres en la que se dieron a conocer a sus editores y que tuvo una gran repercusión social en la capital.

El fin

El año 1848 es fatal para la familia Brontë. Branwell nunca llegó a saber que sus hermanas habían publicado, ya que murió de tuberculosis en septiembre de ese año, no sin antes contagiar a Emily, que fallecería de la misma enfermedad tres meses después, el 19 de diciembre de 1848.

En los últimos meses de vida de su hermano Branwell, Emily fue la persona más allegada a él física y afectivamente. Lo cuida, lo cambia, le da de comer, lo cual provoca que se contagie la enfermedad. En septiembre, tras la muerte de Branwell, Emily se niega sistemáticamente a comer y a que la vea un médico. Un rato antes de morir, accedió a que el médico la viera para darle el gusto a su familia, pero lo único que aquel pudo hacer fue firmar el certificado de defunción.           

También para entonces, Anne había sido atacada por el mismo mal y murió cinco meses después que Emily, el 28 de mayo de 1849, un año después de publicar su segunda novela, La inquilina de Wildfell, una obra sumamente audaz en sus ideas y por la que se la considera la primera y más completa novela feminista.

De Anne se sabe que estuvo muy enamorada de Weightman, un pastor anglicano a quien esperó durante años pero que jamás la correspondió, y, cuando parecía que eso iba a ocurrir, el pastor murió de cólera. Al poco tiempo de este hecho, murió su amada tía Elizabeth.

Cuando se contagió de tuberculosis, al contrario que su hermana Emily, Anne hizo todo lo posible por curarse. Incluso aceptó la sugerencia del médico de ir a vivir cerca del mar para recuperar su salud. Y hacía allá viajó junto a Charlotte y Ellen, amiga de Charlotte, en 1849. Tras un durísimo y largo viaje, llegaron a Scarborough. Anne se sintió feliz de ver el mar y, agonizante, caminó por la playa. Un anochecer, junto al fuego, murió a los 29 años. 

Sola y desesperada después de la muerte de sus hermanas, Charlotte quedó viviendo con su padre en Haworth, dedicada a la literatura. En los años siguientes, Charlotte fue varias veces a Londres para promover la publicación de su obra, y a Manchester, donde visitó a su futura biógrafa, la novelista Elizabeth Gaskell, a quien invitó a Haworth. Charlotte se convierte en un personaje muy famoso y por fin reconocida por grandes escritores de la época. Publicó otras dos novelas, Shirley (1849), en la que aborda el impacto de la revolución industrial en su Yorkshire natal, y Villette (1853), en la que recupera como argumento su experiencia en aquel internado de Bruselas que le había marcado para toda su vida. Ambas novelas disfrutaron de enorme éxito.

Además, en 1850 se reeditó Cumbres Borrascosas, con un adjunto de una selección de poemas de Emily y una biografía escrita por la propia Charlotte, pero ¿hasta qué punto fue esta fiel a la memoria de su hermana? Según parece, Charlotte revisó la novela de su hermana una vez fallecida, recortando fragmentos con el fin de que Cumbres Borrascosas se pudiera publicar en un solo volumen en lugar de los tres originales, por razones de espacio o tal vez para que su edición resultara mucho más económica; también se le permitió cambiar la puntuación. Y, desde entonces hasta 1963, la versión que corrió del famoso libro y fue objeto de numerosas traducciones, era de Charlotte y no de Emily. Pero en 1963, finalmente, se publicó la versión tal como lo escribió su autora.

En 1854, Charlotte, a pesar de haberse prometido mil veces que jamás lo haría, contrae matrimonio con el joven reverendo Arthur Bell Nichols, coadjutor de su padre y que fue el cuarto hombre en proponérselo. Él estaba profundamente enamorado de ella y ella aprendió a quererlo. Se podría decir que fue feliz por un tiempo, pero, al quedar embarazada, se desata el tremendo final al que parecía estar predestinada, como sus hermanas.

Releyendo la obra de Charlotte, se puede comprender el temor profundo a los embarazos y la asociación inconsciente entre nacimiento y muerte (hay que recordar que la madre muere aparentemente a causa de los múltiples partos). De modo que la neurosis se apodera de ella con toda su fuerza.

María, su madre, había muerto a los 38 años. Al poco tiempo de casarse, Charlotte enfermó de tuberculosis, al igual que sus hermanas, y murió el 31 de marzo de 1855, unos días antes de cumplir los 39 años, estando todavía embarazada. Aun así, había empezado otro libro, Emma, que no consiguió terminar.

Una vida dedicada a la literatura, superando la pobreza, las muertes prematuras de seres queridos, penosas enfermedades y una sociedad que tenía prejuicios invalidantes para la mujer.

¡Las hermanas que escribían, entre otras cosas!

¡La Navidad y el perdón!

La Navidad está tan próxima que casi podemos tocarla, percibir sus perfumes más íntimos, escuchar el tañido de sus campanas y ver esas estrellas en el firmamento que guiaron a los Reyes Magos al pesebre de Jesús.

¿Cuántas maneras existen de celebrar la Natividad?

Mi respuesta es que tantas como tantos afectos existan, aquellos que nos unen junto a la mesa de nochebuena, o nos disparan los más intensos recuerdos por aquellos que supieron ser nuestra amorosa compañía.

Fui alimentado en el fervor navideño, por dos sesgos familiares distintos. El materno, para los cuales la Navidad era un momento de recogimiento, oración, dar gracias y bendecir el nacimiento de Jesús. El paterno, para los cuales la Navidad era una fiesta para celebrar con inusitada alegría, disfrutar de grandes banquetes y estar unidos en familia.

Con esa mezcla de intimidad y desparpajo, con el tiempo fui viviendo un nuevo sentido personal agregado a los otros dos, que me permitieron vivirla desde otra dimensión. Le fui agregando el condimento del perdón a uno mismo y a los demás, por todo aquello que nuestra conciencia registra como cuestiones a perdonar para lograr esa paz interior, sumado a la aceptación del perdón que otros necesitan para conseguir su propia condición de paz.

Lo del perdón tiene para mí un significado muy especial, arraigado en esta historia, que, si bien me emociona como muchas, adquiere una valoración muy grande en mi corazón, desde el hecho que involucra a mi papá Ramón.

La historia se remonta a cuando tenía unos doce años de edad, mientras vivía en contacto con la naturaleza, y las labores de la tierra, en la quinta familiar de Villa Esquiu. Aunque fue un acontecimiento aislado, y aparentemente sin importancia, significó el alejamiento de dos entrañables amigos, mi Papá y el Petiso.

Los recuerdos me transportan a una de esas tardes de verano, una de aquellas, donde como era costumbre, me encontraba deambulando por el fondo de la quinta; allí había una frondosa línea de árboles de los más variados tamaños y especies, plantados próximos a la canaleta de riego; en momentos en los cuales estaba degustando unas moras negras, fue cuando divisé en la copa del árbol, dos extraños pájaros, muy bonitos, altivos, copete rojo y un trinar maravilloso. Conocedor de las aves que habitaban la zona, jilgueros, mixtos, urracas, tordos, cabecitas negras, corbatitas, brasitas, palomas, cardenales, zorzales, entre otros, era claro que estos bellos y entonados pájaros no pertenecían a la fauna local, y estimaba que habían escapado de alguna jaula, buscando su libertad, y comida rica, como estas dulces moras. Me quedé un rato escuchándolos y admirando su porte, luego volví para contarle de mi hallazgo a Papá, un apasionado amante de los pájaros en libertad.

Al día siguiente y a la misma hora, fuimos al lugar donde los había divisado, y mi Papá pudo observar esos bonitos pájaros, provisto de esa mirada de niño que tenía, la cual emanaba de sus ojos grises e inquietos. Esa misma jornada, algo más tarde y como todos los sábados, nos visitó en la quinta, el querido Petiso, quien tenía afición por las aves, y que había construido en su casa de la ciudad una inmensa pajarera, donde mantenía cautivos, aunque bien cuidados y alimentados, un sinnúmero de aves nativas y otras exóticas. Papá lo invitó a ver los raros y hermosos pájaros, y él quedó maravillado ya que se trataba de Federales, un ave de la zona del litoral. Nos confirmó lo que presumíamos, que de seguro habían escapado de su encierro, los que ahora vivían gustosos y libres en nuestra quinta.

El Petiso le dijo a mi padre que los entramparía, ya que, caso contrario, estos pájaros serían presa fácil de algún halcón, aguilucho o chimango. Mi Papá le dijo: “ni se te ocurra, deja esas aves en libertad”. Con esa frase terminante, se acabó la discusión respecto de ese tema. Yo no sabía que posición tomar, ya que de hecho una vez había entrampado un jilguero, a pedido de un amigo, aunque después de eso, no volví a hacerlo de manera regular. La conversación derivó en aspectos futbolísticos, pasión de ambos, mi padre, hincha de Belgrano de Córdoba y el petiso, hincha de Racing de la misma ciudad. Ambos eran amigos desde muy jóvenes, mantenían una estrecha y fluida relación, con más coincidencias que desavenencias.

Durante la semana apareció el Petiso en la quinta. Fue con su auto hacia fondo de la quinta, usando el callejón que llegaba hasta ese lugar, y colocó unos tramperos cercanos a los árboles de mora. Le pregunté: ¿le pediste permiso a mi Papá? Él no me respondió, sino solo me dijo que no me hiciera problemas, que los iba a cuidar muy bien y que los podríamos ver todas las veces que quisiéramos. Al cabo de unas horas ambos federales copete rojo, viajaban rumbo a la ciudad, a encontrarse con otros compañeros de cautiverio, en la inmensa jaula de Carlitos, el Petiso. No quiero entrar en detalles de qué sucedió cuando por la noche volvió mi Papá de su trabajo en el estudio contable. Una vez que estuvo enterado de lo sucedido, su enojo fue tal, que no recuerdo en toda mi vida posterior, haberlo visto una vez más de esa manera. No dijo mucho, sólo se notaba un nivel de crispación difícil de explicar con palabras.

Al sábado siguiente, como era habitual, apareció a la siesta Carlitos, su amigo, y mi Papá directamente no quiso hablar con él, ni aceptar explicaciones de ningún tipo. Fue así que el Petiso, fue varios sábados más a tratar de congraciarse, pero no hubo caso. La relación estaba rota, mi Papá no lo perdonó, y los que supieron ser como hermanos, se distanciaron definitivamente. Las reuniones familiares y de amigos a las que asistían juntos, ya que compartíamos lazos de todo tipo, los mostraba a cada uno en extremos opuestos de la mesa, apenas dándose un saludo por protocolo y sin dirigirse la palabra.

Transcurrió el tiempo, y sobrevino la penosa enfermedad de mi Papá. Diez años después del suceso de los pájaros, este se debatía y luchaba como podía y con todas sus fuerzas por conservar su vida. El petiso, a través de su hermana, esposa de un primo hermano mío, estaba consciente de lo que sucedía. Acompañando a mi Papá en la clínica, yo esperaba que Carlitos apareciera en algún momento, ya que Ramón a veces se acordaba y preguntaba por él. Finalmente, el Petiso apareció una tarde, y estuvieron charlando largo rato. Antes de irse, me abrazó, lloró como un niño y me pidió perdón por haber estado alejado tanto tiempo. Le dije que estaba bien, que lo que importaba es que finalmente se hubieran reconciliado. Mi papá Ramón, casi un mes después, falleció en nuestra casa, rodeado por sus seres queridos, esposa, hijos e hija, habiendo dado en su vida lo mejor de sí. Dejó para nosotros un legado plagado de valores, compromisos y amor.

El espíritu navideño me trae consigo el perdón. Este episodio profundo del pasado, me sirve para ahondar en mi interior, y a reconocer en él, donde tengo alojado el perdón, el que pido y el que acepto; otros lo situarán en el corazón, y otros lo tendrán allí no muy bien identificado, aunque haciendo memoria, podrán visualizar situaciones de las más diversas, donde no estuvo presente, donde no lo dimos, donde paso el tiempo, y la emocionalidad quizás hoy te permita decirlo: Te pido perdón, o te perdono.  

En mi vida he tenido y tengo varios episodios de Pájaros Federales, propios y ajenos. pero la historia que acabo de contarles, me sirvió para aprender que vivir en el resentimiento y en el No Perdón, es una energía que desgasta y limita, por lo que he buscado encontrar el timing, para que, verificada la ofensa, el destrato, o lo que haya ofendido o me haya ofendido, destrabar lo acontecido con un Te pido Perdón o Te perdono. En general las situaciones donde cabe pedir perdón u otorgarlo, me resultan muy emocionales y mezcladas en algunos casos con condimentos de nuestro  ego, por lo que, poniendo un poquito de conciencia, percibimos que podemos achicar la línea de Pájaros Federales y reconocer que los otros y nosotros mismos, muchas veces no hacemos las cosas con mala intención, las hacemos lo mejor que podemos, dentro de nuestras limitaciones y mapas mentales.  Perdonar para mí no implica olvidar, pero si meternos por el lado de la Paz, haciendo las paces….

Llegado a este punto, cabe preguntar:

¿Cómo te vinculas con el Perdón?

¿Percibís cuando ofendes a otro?

Mirar demasiado en el pasado o vivir anticipadamente el futuro, te saca energías para vivir el presente, que está allí a tu alcance, por lo que, si te resulta útil, puedes detectar cuál es tu línea de Pájaros Federales, y proponte al menos revisarla, cada tanto.

Allí aparecerán varios Perdones que no dimos o que no pedimos.

Atrevámonos a abrir las puertas del Perdón y por favor incluyamos los que tengas que perdonarte a vos mismo, tus propios Pájaros Federales.

Que esta Navidad, nos posibilite encontrar la paz y el perdón, mientras esperamos el nacimiento de Jesús.

¡Feliz Navidad!

Los límites y las creencias !

Somos personas que decimos, hacemos, pensamos y sentimos. Esos cuatro estadios en los cuales podemos encontrarnos no tienen según mi punto de vista, un orden prefijado, una secuencia que los ordene, y se replican a cada instante, en este proceso mágico y maravilloso que llamamos vida. Es más, se dan de manera simultánea y tantas veces con un grado de conciencia relativa o más bien desde nuestro subconsciente.

Sin embargo, y yendo a lo concreto los disparadores del pensar, hacer y decir, son nuestras emociones, nuestros estados de ánimo, que son como la música de fondo, sobre el cual se edifican nuestros propósitos o sueños, aquello que le da sentido a nuestra vida. Por lo tanto, lo que sentimos, es en cierta manera lo que nos impulsa, nos mantiene inmóviles o nos hace retroceder.  Tener ganas es el primer punto de partida para hacer cualquier cosa que nos propongamos, y sostenerlos en el tiempo, pese a los resultados no deseados, las pérdidas, los sinsabores, es otro gran desafío. Hay que tener ganas de perder, ganar, empatar y también de revisar, cambiar y reorientar nuestros propósitos.

Las ganas salen de nuestro ser más profundo, aquel que olvidamos en la vorágine de los quehaceres diarios, y la que tantas veces le huimos en nuestras conversaciones íntimas, por lo que cultivar nuestro ser tendría que ser (valga la redundancia) nuestra razón de ser.

“Somos seres limitados” es una frase que comúnmente nos traen a colación y que realmente nos las creemos más de lo debido. Los límites por lo general son internos y propios. Nacen con nosotros desde una temprana edad, siempre desde las emociones como el miedo, la angustia, el no poder, el no servir para…… solo por citar los más comunes.

Los límites y las creencias van de la mano y conforman un combo que nos inactiva, a veces casi por completo, les hemos dado en llamar: “creencias limitantes”, y son aquellas que por lo general nos sabotean las acciones, incluso antes de que lleguemos a emprenderlas, paralizando en todo o en parte nuestros sueños.

Las creencias limitantes si las pudiéramos definir son ideas, opiniones o pensamientos negativos que consideramos como ciertos, sin que necesariamente lo sean, y que condicionan nuestra vida.

Se trata de estas creencias que todos tenemos, que aparecen de vez en cuando, normalmente cuando menos nos lo esperamos y menos lo necesitamos, y nos bloquean.

“No sé hablar en público”, “soy incapaz de aprender a conducir”, “mis compañeros son mucho más inteligentes que yo”, “no se me da bien escribir” … de ésta última te hablaré en detalle más adelante.

Poco importa que no se ajusten a la realidad, para nuestra mente son ciertas y, por lo tanto, son reales para nosotros. Nuestro comportamiento se ve totalmente influenciado por estas ideas. Son muy dañinas, ya que nos impiden crecer y desarrollarnos, evitan que nos enfrentarnos a nuevos retos y dificultan nuestra toma de decisiones.

Nuestras creencias proceden del entorno en el que hemos vivido, la experiencia y/o las opiniones de los demás.

Puede ser debido a algo que hayamos intentado hacer alguna vez y, como no nos salió bien, ya decimos que es imposible. Quizás alguien cercano (un familiar, un profesor, un compañero) nos dijo que no valíamos, que no podíamos lograrlo, etc.

Esta idea se queda grabada en nuestro subconsciente y, ante una situación similar, surge de manera automática. Y nosotros la aceptamos sin cuestionarla, como una verdad absoluta. Quizás hemos cambiado mucho desde aquella situación inicial y tenemos nuevas habilidades, pero nuestra mente se bloquea y nos impide actuar.

Muchas creencias limitantes tienen su origen en la infancia, de ahí la importancia de generar en los más pequeños ideas potenciadoras, que son ideas en positivo que nos impulsan a avanzar y superar dificultades.

No merezco… ser amado, tener éxito, la atención de los demás, que respeten mis decisiones…

No puedo… aprobar esa oposición, hablar en público, confiar en nadie, trabajar de lo que me gusta, aprender inglés…

No tengo derecho a… ser feliz, expresar mis opiniones o los demás se enfadarán, descansar, quejarme, cometer errores…

No valgo… para estudiar, para cocinar, para la informática, para enseñar, como madre, como padre…..

Es imposible… ser autónomo y vivir tranquilo, ser rico y buena persona a la vez, que la empresa no se aproveche de mí, que encuentre una pareja que me trate bien…

Soy incapaz de… llevarme bien con esa persona, comer sano, ir al gimnasio, callarme, cambiar de opinión…

Es difícil… encontrar gente afín a mí, aprender a conducir, ser feliz, perdonar…

No es correcto/No está bien… decir palabrotas, cometer errores, pensar primero en uno mismo, decir que no…

Existen cientos de creencias limitantes, cada uno tiene las suyas que son muy pero muy personales.

Les traigo a continuación un breve relato de una persona que al igual que yo, dedica parte de su tiempo a escribir un blog.

Mi experiencia personal

Y ahora, te quiero contar que una de las creencias limitantes que he tenido recientemente es la de no saber escribir.

La consecuencia de esta creencia era que cada vez que me ponía a escribir, me tensaba, y lo que me comentaba internamente, aunque no lo escuchaba, debía de será algo así como “que mal escribes”, “lo estás haciendo fatal”, “así no se hace”, “lo que escribes no tiene ni pies ni cabeza”, “pierdes el hilo constantemente”, “no vas a ser capaz de escribir en español de manera correcta”…

Bueno, como comprenderás, al poco rato de estar escribiendo, me cambiaba el humor y como alguien viniera a preguntar qué tal estaba o qué tal iba con el artículo… te puedes imaginar que el tono de voz con el que contestaba no era el más amistoso.

Se dice que las creencias se forman entre los 0 y 7 años y es probable que esta creencia me viniera de muy pequeña.

El recuerdo que tengo de todos mis años de colegio, instituto y universidad es que tenía malas notas en Historia, donde hacíamos presentaciones, y en Lengua, donde eran frecuentes las redacciones. En Filosofía, ¡ni te cuento lo mal que lo pasaba cuando tocaba hacer las disertaciones!

Bueno, tal vez por esa razón estudié ciencias, y podría decir gracias a eso, porque me encantó lo que estudié.

Gracias también a mi curiosidad por el desarrollo humano y el bienestar, me doy cuenta de lo que quiero mejorar en mi vida. ¡Y este punto es muy importante porque quiero comunicarme contigo en este blog!

Desde que empecé a estudiar y leer sobre PNL (Programación Neurolingüística), Inteligencia Emocional y Psicología, he rellenado unas cuantas libretas con frases, dibujos, citas, reflexiones.

Entonces, lo de no saber escribir, ¿es verdad?

Técnicamente, la primera respuesta es soy capaz de coger un bolígrafo con la mano y un papel y dejar líneas sobre él. Además, soy capaz de dibujar letras y juntarlas para hacer palabras. Por lo tanto, sé escribir.

Segundo, sé hacer frases y, además, voy a recordarle a mi cerebro que ¡sé hacerlas en varios idiomas!

Una vez que me dije estas cosas, decidí tomar las riendas y aplicar en mí misma una de las técnicas recomendadas para superar este bloqueo.

Una de las cosas más útil que aprendí en las diferentes formaciones de estos últimos años es que dos creencias contradictorias no pueden convivir.

Los pasos que yo he seguido para intentar cambiar esta creencia de no saber escribir son los siguientes:

1.- Identifiqué la creencia que me limitaba, fui consciente de ella. Fui lo más concreta posible.

2.- Busqué un lugar tranquilo durante unos minutos.

3.- Me relajé, cerré los ojos y pensé en un lugar agradable.

4.- Imaginé que había una pizarra, me acerqué a ella y escribí mi creencia limitante.

5.- Después, la borré y pensé en la nueva creencia potenciadora (contradictoria) que deseaba integrar a partir de ese momento.

6.- La escribí en la pizarra y la dije en voz alta dos veces.

7.- Abrí los ojos y escribí en mi libreta:

“Hoy puedo decir que disfruto escribiendo (acabo de hacerlo escribiendo las líneas anteriores), lo hago bien (las frases se entienden, ¿no? y las personas que lo leen lo disfrutan” (aquí arriesgo un poco y espero que dejes tu comentario al respecto.

8.- Y durante todo este mes, la recordaré a diario al levantarme hasta que la tenga bien interiorizada.

Me pareció muy útil traerle este escrito de una persona que hace lo mismo que yo.

Para finalizar les regaló una frase que me resulta inspiradora:

“Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto”, Henry Ford.

Proyecto Gemini !

Hacer máquinas inteligentes, hacer que las máquinas piensen y tengan un proceso cognitivo casi como el de los humanos, es a lo que dedican su tiempo los científicos especializados en esta nueva rama de la robótica que conocemos hoy como inteligencia artificial (IA).

Que las máquinas sean capaces, no solo de hacer cualquier actividad que se les programe, sino, que evalúen las situaciones y puedan decidir qué hacer y en qué momento, e incluso, aprender de sus experiencias y de los demás, es el objetivo, que ha sido perseguido desde mediados del siglo pasado.

lan Turing, padre de la computación moderna, publicó un artículo en el que introdujo por primera vez el concepto de “algoritmo”. En 1951, publicó el ensayo “Computing Machinery and Intelligence”, donde evalúa la capacidad de las máquinas para hacerse pasar por humanos.

Sin embargo, fue en el año de 1956 cuando se utilizó por primera vez el término inteligencia artificial por parte del informático estadounidense John McCarthy en la famosa Conferencia de Dartmouth.

Otra parte primordial en la evolución de la ciencia de la inteligencia artificial fue el desarrollo de la red neuronal artificial con base en los estudios del psicólogo estadounidense Frank Rosenblatt. Con base en este trabajo el ingeniero Marvin Minsky escribe “Perceptores” en 1969 escrito que se volvería un Pilar en el estudio de estas redes neuronales artificiales.

En las décadas siguientes hubo períodos de altibajos respecto del desarrollo de la inteligencia artificial. Desde finales de los 70, se desarrollaron todo tipo de softwares que pretendían desde emular la capacidad de aprendizaje del ser humano por medio del ensayo de prueba y error, hasta jugar ajedrez venciendo a campeones mundiales de este juego.

Hoy por hoy, la inteligencia artificial es una ciencia multidisciplinaria que se ha desarrollado con base en las aportaciones de ciencias como la filosofía, economía o medicina, aunado, por supuesto, a los avances tecnológicos en la informática y obviamente la lógica matemática.

Las aplicaciones de la inteligencia artificial están presentes en los actos cotidianos, como los algoritmos que aplican los buscadores en las páginas de vídeos y entretenimiento, que aprenden de nuestros gustos y preferencias para darnos sugerencias acordes a estas.

Se están desarrollando incluso programas informáticos que nos ayuden a detectar y prevenir enfermedades y condiciones con base en el estudio de nuestros signos vitales. También están presentes en nuestros geo-localizadores que nos indican no sólo a dónde vamos, sino, la ruta óptima para llegar de un punto “A”, hacia un punto “B” en circunstancias extraordinarias.

La industria de la inteligencia artificial es una industria de empresas nuevas y dinámicas, además, su utilidad abarca diversos sectores, desde el comercio electrónico, medicina, seguridad o finanzas.

Se estima que se invertirán en este sector más de 118,000 millones de dólares para el año 2025, con tasas de crecimiento del 50% anual. Esto gracias a que en el transcurso de esos años aumentarán las patentes en torno a la inteligencia artificial, y el número de empresas que participarán en este sector.

Aún queda un largo camino (lo escribo y pienso, pero no estoy tan seguro de que sea largo) que recorrer para que las máquinas tengan una autonomía real basada en la utilización de su propia inteligencia, y en ese derrotero, por supuesto, estarán involucradas todas las ciencias de la inteligencia artificial y los recursos que se destinen a ella.

Sin duda alguna el desarrollo de la inteligencia artificial y toda su nueva industria avizora un futuro prometedor, lleno de expectativas, retos y oportunidades de inversión.

Este fin de año ha traído consigo algunos anuncios importantes de empresas líderes vinculadas a la tecnología.

Uno de los más importantes a mi modesto entender, es el de el lanzamiento por parte de la plataforma de Google del denominado “Gemini”.

La idea es competir con Chat GPT de Open AI. Como se puede apreciar la IA está empezando a encontrar una aceleración exponencial, propia de las tecnologías que se visualizan como versiones disruptivas y que generarán un cambio de época y un nuevo estadio dentro de la revolución 4.0.

Google lanzó este miércoles 06 de diciembre su esfuerzo más ambicioso hasta la fecha para competir en el campo de la inteligencia artificial (IA) generativa, un campo en rápido crecimiento, con el lanzamiento de un modelo de IA conocido como “Gemini”, diseñado para competir con los modelos GPT de OpenAI y potenciar todo, desde las aplicaciones de consumo de Google hasta los teléfonos inteligentes Android.

El alcance de las ambiciones de Google se reflejó en el anuncio de la empresa, que presentó Gemini como el «modelo de IA más grande y capaz» de la empresa y declaró una «era Gemini» que prevé que el modelo del gigante tecnológico se utilice en todos los entornos, desde grandes empresas hasta dispositivos de consumo de uso masivo.

A diferencia de los modelos de IA existentes que suelen tratar con un solo tipo de solicitud del usuario, como imágenes o texto exclusivamente, Gemini se construyó para ser «multimodal». Esto significa que acepta entradas que incluyen múltiples tipos de medios, combinando texto, imágenes, audio, video y código de programación.

«Esta nueva era de modelos representa uno de los mayores esfuerzos de ciencia e ingeniería que hemos emprendido como compañía», manifestaba el CEO de Google, Sundar Pichai, en una entrada de un blog especializado.

El chatbot de IA propiedad de Google, Bard, ya fue actualizado con una versión del modelo Gemini, según manifestó la compañía el miércoles de la presentación, con planes para agregar Gemini a productos ampliamente utilizados, incluyendo el motor de búsqueda de Google y el navegador web Chrome, que son utilizados por miles de millones de personas en todo el mundo.

El anuncio supone un intento de recuperar la delantera después de que Google y otros gigantes de la tecnología se vieran sorprendidos hace un año por el lanzamiento repentino y masivamente popular de ChatGPT de OpenAI, que desencadenó una carrera desenfrenada en toda la industria para acelerar las herramientas de IA generativa y un debate mundial sobre los riesgos y beneficios de la IA.

También representa un esfuerzo por llevar la IA generativa hasta los confines del imperio de Google. Según la empresa Google, Gemini 1.0 está disponible en tres tamaños diferentes: Nano, que está optimizado para dispositivos móviles y desarrolladores de aplicaciones; Pro, que es el modelo por defecto diseñado para una amplia gama de tareas y clientes; y Ultra, el modelo de IA más sofisticado construido por Google y que aún está siendo sometido a pruebas de seguridad.

El lanzamiento del miércoles también se diseñó para mostrar los avances de Google en computación en la nube, un recurso fundamental para los desarrolladores de IA. En teoría Gemini fue entrenado utilizando una nueva generación de potentes procesadores basados en la nube que pueden entrenar colectivamente grandes modelos de IA casi tres veces más rápido que la versión anterior. Esta tecnología, que también se pondrá a disposición de los clientes de la nube de Google, podría suponer un importante impulso para el sector de la IA en general, haciendo más accesible el entrenamiento de la inteligencia artificial y reforzando la tercera posición de Google en el mercado de servicios de nube pública. Pero no está claro cómo se comparan los chips de IA de Google con los de los principales fabricantes de chips.

En sus pruebas, el modelo Gemini de Google superó a los modelos de IA rivales en más de dos docenas de pruebas de referencia utilizadas habitualmente por los investigadores de IA para evaluar la comprensión lectora, la capacidad matemática y las habilidades de razonamiento multipaso de un algoritmo, según versiones de la empresa.

Eli Collins, vicepresidente de producto de Google DeepMind, declaró a la prensa en una conferencia telefónica el martes previo a la presentación: «Vemos que establece nuevos tipos de fronteras en todos los ámbitos».

Sin embargo, pareció reconocer que sigue existiendo el riesgo de que los modelos de IA ofrezcan a los usuarios resultados engañosos, en alusión a las preocupaciones de grupos de la sociedad civil, legisladores e investigadores en IA.

Google ha hecho «mucho trabajo para mejorar la objetividad en Gemini», dijo Collins, pero los grandes modelos de lenguaje «todavía son capaces de alucinar», un término que los investigadores de IA utilizan cuando los sistemas de IA inventan hechos y se equivocan, pero con extrema confianza.

«Cuando integramos estos modelos en productos como Bard, disponemos de técnicas adicionales para mejorar la precisión de las respuestas», añadió.

En reconocimiento de esos riesgos, Google dijo el miércoles cuando fue presentado, que Gemini Ultra, su versión más avanzada del modelo, solo se lanzará gradualmente a «clientes selectos, desarrolladores, socios y expertos en seguridad y responsabilidad para la experimentación temprana y la retroalimentación antes de desplegarlo a los desarrolladores y clientes empresariales a principios del próximo año».

Gemini Ultra se está sometiendo actualmente a evaluaciones de seguridad por parte de terceros, también conocidas como «equipo rojo», de acuerdo con un compromiso que adquirió con el Gobierno de Biden a principios de este verano.

La inteligencia artificial no para de crecer, y en esta versión se denota que, si bien conserva su aspecto masivo y abierto, las versiones más avanzadas ya se piensan para un público selecto, orientado a los que las puedan pagar y administrar.

La era Gemini, presupone ser una estrella dentro de una constelación de muchas que irán apareciendo para conformar una nueva disrupción y estadio tecnológico, dentro de la era de la revolución 4.0.

La disyuntiva máquina/ser humano abre un nuevo capítulo, siendo este y por ende los subsiguientes, cada vez más exponenciales y difíciles de predecir en sus resultados y consecuencias finales.

Cuánto tiempo le quedará a este aprendiz de escritor y a muchos más que se dedican al arte de escribir con mayor calidad y éxito,  para ser reemplazados por una máquina que en base a algoritmos, capten la preferencia de los lectores, para modelar historias, leyendas, poesías, cuentos, que resulten inigualables para la inteligencia del hombre o mejor aún para que cada texto pueda ser modelado según el estado de ánimo del lector, sus necesidades o su interés por transformarse en uno de los personajes principales de la trama.

La era Gemini nos dará de seguro esta y otras respuestas.

Plantar un árbol !

El tiempo nos permite dar valor a vivencias del pasado que encuentran un presente que potencia ese recuerdo provechoso. Son pequeños e inestimables tesoros, que sin querer estuvieron en alguna época de nuestra vida, que nos dejaron marcas indelebles, bocanadas de aire fresco y puro, que permanecen ahí, junto a otros recuerdos de la niñez, que afloran desde una profundidad que nos conmueve.

Siendo niño tuve la suerte de convivir con un conglomerado de exquisitos árboles de los más variados portes y funciones. La casa quinta donde nací estaba rodeada de especies de árboles frondosos, que ante la ausencia de equipos de climatización nos daban sombra y frescura en el verano, nos protegían de los fuertes vientos y atemperaban los crudos inviernos. Había robles, magnolias, siempre verdes, paraísos, jacarandas, sauces, muchos de ellos entreverados entre sí y compitiendo por captar el agua de lluvia y los rayos de sol.

En ese conjunto de árboles frondosos había algunos que nos daban frutos, tales como nogales, perales, higueras, granadas, olivos, nísperos y damascos, pero su ubicación y cantidad estaban pensados más bien para amortiguar el clima. El predio asimismo estaba rodeado de otras especies más pequeñas, las cuales nos proveían de otros frutos comestibles y por cierto muy ricos: naranjos, mandarinos, limoneros, limas, pomelos, ciruelos, duraznos, membrillos, manzanos castaños y caquis. Aún conservo en mi olfato el aroma de la planta inmensa de laurel, que estaba un poco alejada de la casa (nunca supe porque), y cuyas ramas se vendían para que al secarse sus hojas se usaran como condimento para cocinar. Luego la quinta, estaba dividida en dos fracciones bien diferenciadas: una que se usaba para cultivar varias clases de hortalizas, y la otra para el cultivo intensivo de muchas variedades de duraznos y ciruelas. En el medio entre ellas, una extensión de terreno estaba dedicada al cultivo de la alfalfa, que estaba destinada a dar de comer a los animales, tanto verde, como secada y almacenada en grandes parvas. Toda la quinta estaba rodeada de extensas filas de árboles que hacían de barrera para los vientos y de límite con las otras parcelas y allí encontrábamos álamos, plátanos (no los que dan esa fruta), sauces, granados, paraísos, siempre verdes y varias especies más.

Durante la primavera, época de la floración, el paisaje de aromas y colores era indescriptible, ya se mezclaban los aromas de azahares, y de las flores de los durazneros y ciruelos, más un sinfín de otros colores y aromas de flores de los otros árboles frutales. A todo esto, se sumaba que el pequeño jardín de la casa contenía rosas, jazmines, ceibos y otras plantas ornamentales, que engalanaban ese espacio muy cuidado.

Todo el entorno o ecosistema de árboles era habitado por un sinnúmero de aves de todo tipo, colores y tamaños, las cuales ponían su canto al amanecer, anidando en los árboles más altos y protegidos, salvo los horneros que tenían predilección por los más bajos y de ramas gruesas. La convivencia entre ellas era plácida, salvo cuando aparecían los tordos, las calandrias y las aves cazadoras como chimangos, aguiluchos y halcones. Las lechuzas tan pintorescas se alejaban a la zona de frutales, y hacían sus nidos en la tierra, bien alejadas de nuestra especie humana. La cantidad de aves que ponían huevos en sus nidos, propiciaba la presencia de roedores, hurones, iguanas, comadrejas, serpientes y otros animales que se alimentaban de pichones y huevos.

Mis abuelos habían heredado de sus antepasados italianos, esa sabiduría intuitiva de que los árboles eran sumamente necesarios para generar espacios oxigenados, frescos y vivibles, además por supuesto de proveer de frutas y alimentos. Cuando las labores de la quinta se interrumpían por el clima se dedicaban de lleno a desmalezar las tazas de los árboles frutales y en invierno a podar. Los árboles eran cuidados, regados y mantenidos, para conservar su vigor y esplendor. Recuerdo que uno de mis pasatiempos favoritos, compartido con mis amigos que me visitaban era el de trepar a las ramas de los árboles más altos, y por supuesto el de degustar toda clase y variedad de frutas, tanto las de verano, como las más exquisitas de invierno: naranjas comunes, naranjas de ombligo, y naranjas de sangre; esta última fruta que años después me enteré que era una mutación de una naranja común, tenía pulpa rojiza y producía un jugo del mismo color algo espeso (como jugo de frambuesa), que daba origen a su nombre (de sangre), y que como característica especial contiene en ese jugo rojo un sinnúmero de sustancias antioxidantes. Los árboles son un recuerdo feliz de mi niñez y adolescencia, sobre todo porque cuando los visualizo, me conecto con mis abuelos, padres y tíos, aquellos que los plantaron y cuidaron.

En este acogedor lugar que tuve la oportunidad de habitar de niño, los árboles ocupaban un espacio central y vital para nuestra existencia. El mundo finalmente está reconociendo su valía, sobre todo en la lucha contra el cambio climático.

A continuación, les transcribo una publicación del Banco Mundial, del año 2016.

¿Por qué los bosques son fundamentales para el clima, el agua, la salud y los medios de subsistencia?

¿Ha bebido agua, ha comido una fruta o ha respirado profundamente hoy? Debe agradecer a los bosques por todas esas cosas.

Las cuencas y humedales forestales proveen el 75 % (i) del agua dulce accesible en el mundo para satisfacer necesidades domésticas, agrícolas, industriales y ecológicas, y además actúan como filtros naturales del aire.

El 21 de marzo se celebra el Día Internacional de los Bosques, los cuales constituyen el pilar de la lucha contra el cambio climático y el logro de un desarrollo sostenible. Los bosques son los principales almacenadores de carbono de nuestro planeta.  Sin embargo, cuando se talan los árboles por razones agrícolas o para construir infraestructura se emiten a la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, lo que contribuye al cambio climático.

Al mismo tiempo, los bosques en pie ayudan de manera decisiva a abordar los impactos del cambio climático no solo absorbiendo los gases de efecto invernadero, sino también creando paisajes con una mayor resiliencia. Esto lo hacen regulando el flujo del agua, mejorando y manteniendo el suelo para la agricultura, y protegiendo tanto las comunidades costeras contra los fenómenos meteorológicos extremos y el aumento del nivel del mar como los corredores migratorios para la flora y la fauna.

Tras el acuerdo de París alcanzado en la COP21, varios países han mostrado un fuerte compromiso con sus planes de acción climática —conocidos como contribuciones previstas determinadas a nivel nacional (INDC, por su sigla en inglés)— sobre medidas de adaptación y con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la deforestación, la degradación forestal, el cambio del uso del suelo y la agricultura. En conjunto, estas actividades son responsables de casi una cuarta parte de las emisiones mundiales, pero representan una proporción mucho mayor de emisiones en numerosos países en desarrollo.

Estos planes nacionales pueden traducirse en una demanda potencial de billones de dólares por parte de los países para realizar inversiones forestales y relacionadas con el clima. Para cumplir con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados, estos compromisos deberán convertirse en inversiones, en particular en iniciativas que aborden el tema de los bosques y paisajes con capacidad de adaptación.

Mejorar la gestión de los bosques ofrece oportunidades para reducir la vulnerabilidad actual y futura al cambio climático, avanzando al mismo tiempo en los objetivos de mitigación y adaptación.

La relación entre los bosques y las personas es igualmente importante. Se estima que alrededor de 1300 millones de personas —una quinta parte de la población mundial— obtienen beneficios directos e indirectos de los bosques consistentes en empleo, productos forestales y contribuciones a los medios de subsistencia e ingresos. Unos 300 a 350 millones de personas, de los cuales alrededor de la mitad son indígenas, que viven dentro o cerca de bosques densos, dependen casi exclusivamente de estos para su subsistencia. Cientos de millones de personas más, incluyendo personas que habitan en las ciudades, necesitan los recursos forestales para obtener alimentos, materiales de construcción y fuentes de energía.

Además, los bosques contribuyen a la generación de riqueza y la creación de empleo. Gracias a la creciente demanda de productos forestales, se espera que esta contribución aumente en las próximas décadas. El sector forestal formal emplea a más de 13,2 millones de personas, produce más de 5000 tipos de productos a base de madera, y genera un valor agregado bruto de poco más de USD 600 000 millones (dólares estadounidenses) —casi un 1 % del producto interno bruto mundial— cada año.

Tres ejemplos de proyectos recientes o en curso que son respaldados por el Banco Mundial ayudan a demostrar por qué el financiamiento para el uso sostenible de los recursos forestales y los esfuerzos en favor del desarrollo con bajas emisiones de carbono son más importantes que nunca para el futuro de los bosques, y para crear resiliencia frente al cambio climático y mejorar los medios de subsistencia.

Etiopía

El Programa de Paisajes Forestales de Oromia (i) ayuda a mejorar el uso del suelo y reducir las tendencias de deforestación en este estado, que tiene una población de 30 millones de habitantes. En Etiopía y en Oromia, en particular, los bosques se siguen reduciendo principalmente por la demanda de tierras de cultivo y de leña. Entre 2000 y 2013, la pérdida de bosques en el estado ascendió a cerca de 400 000 hectáreas. La iniciativa de Oromia asciende potencialmente a USD 68 millones, que son aportados por la Iniciativa sobre Paisajes Forestales Sostenibles del Fondo del Biocarbono (con el apoyo de Noruega, Estados Unidos y el Reino Unido). Un acuerdo de adquisición de créditos de reducción de emisiones que podría alcanzar un monto de USD 50 millones y abarcar 28 millones de hectáreas —una jurisdicción del tamaño de Italia— se combinará con una donación inicial de USD 18 millones para fortalecer un entorno propicio e inversiones en el terreno. Las actividades de ejecución, como la planificación local del uso de la tierra, en virtud de la cual las comunidades podrán identificar y acordar conservar las áreas forestales (particularmente en el límite entre las tierras de cultivo y los bosques), ayudarán a sentar las bases para que a medida que avance el programa los sectores, las partes interesadas y el financiamiento se movilicen en pro de un uso sostenible de la tierra.

De cara al futuro, el programa constituirá el marco general y la plataforma de coordinación del estado para el trabajo de múltiples asociados en todos los paisajes forestales de Oromia. El programa a largo plazo ayudará a transformar la manera de gestionar estos paisajes para reducir la pobreza, crear medios de subsistencia con capacidad de adaptación y mitigar el cambio climático.

Viet Nam

En Viet Nam —donde unos 25 millones de personas dependen de los bosques para su subsistencia— el Proyecto de desarrollo del sector forestal que respalda el Banco Mundial (FSDP, por sus siglas en inglés) (i) está adoptando un enfoque único sobre la sostenibilidad y la conservación de la biodiversidad, centrándose en el uso eficiente de los suelos degradados, así como en una mejor tenencia de la tierra. Más de 43 000 familias recibieron micropréstamos de bajo interés y apoyo técnico para desarrollar sus propias plantaciones forestales. Casi el 75 % de estas tierras plantadas cumplió con los estándares internacionales de sostenibilidad, mientras que los hogares que completaron el proceso de certificación internacional de gestión forestal obtuvieron sobreprecios del 20 % al 30 % por su madera (en comparación con los no certificados). Esta ganancia extra ha ayudado a las familias a pagar sus préstamos y realizar inversiones en educación y otras necesidades. El FSDP también reforzó las regulaciones y la capacidad para proteger la biodiversidad en bosques destinados a usos especiales, incluyendo varias áreas que son reconocidas internacionalmente por su importancia ecológica.

Kazajstán

En Kazajstán se desarrolla otro proyecto del Banco Mundial, cuyo objetivo es abordar los desafíos de la gestión forestal. Allí los bosques no solo representan una fuente importante de empleo permanente y estacional para muchas comunidades, sino que también son muy valorados por los habitantes ya que sirven como fuentes de leña, pueden ser usados como áreas de pastoreo de ganado, y en ellos se pueden realizar actividades de apicultura, recolección de bayas y setas, y recreación. Sin embargo, el acceso de la comunidad a los bosques ha sido limitado en ciertas áreas, en un esfuerzo por combatir la tala ilegal y los incendios forestales, que plantean un desafío especial debido al clima seco de Kazajstán. Al mismo tiempo, el país necesita una mayor capacidad nacional y local para responder a los incendios y otros riesgos.

El Proyecto de Protección Forestal y Reforestación, (i) que recibe financiamiento del Banco Mundial por un monto de USD 30 millones y del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) por un monto de USD 5 millones, se centra en métodos de administración participativa para mejorar la gestión ambiental de casi 1 millón de hectáreas, incluyendo 46 000 hectáreas de pino en que se han vuelto a plantar en los bosques de Irtysh. Un mayor conocimiento de técnicas modernas de cultivo ha reducido de manera significativa el gasto gubernamental en los costos de las plantaciones. Además, camiones nuevos y sistemas modernos de información de detección de incendios han mejorado considerablemente la cobertura y el tiempo de respuesta a los siniestros forestales. El proyecto tiene también valiosos impactos en el cambio climático, ya que el valor de las emisiones de gases de efecto invernadero mitigadas alcanzará unos USD 306 millones en un periodo de 20 años.

Si bien el artículo ya tiene unos años y los valores económicos pueden estar desactualizados, preferí dejarlo tal cual, de modo tal que se visualicen los impactos adicionales de políticas de forestación. Dejemos de lado por favor, los conceptos que parecen de promoción de este banco, los cuales, pienso que no nos tienen que tapar los otros postulados poderosos que aquí se vierten.

Debemos sin duda continuar con la política de recomponer nuestro clima de la mano de los árboles, que son un sumidero esencial de los gases de efecto invernadero. Por supuesto que son necesarias otras acciones complementarias, pero la idea hoy era recuperar la conciencia sobre la importancia de los árboles para torcer el rumbo del calentamiento global.

Está muy bueno declamar: !Plantar un árbol hace la diferencia!

! A no decaer !

Los cambios producen por lo general, una mezcla de diferentes sensaciones y emociones, a los que se suma algo de resistencia natural por salir del status quo. Superada esa instancia inicial viene un período de adaptación y adquisición de los parámetros del nuevo escenario. En este proceso donde se desaprenden cosas para aprender nuevas, hay una porción de las personas afectadas que lo transitan de manera desmesurada, haciendo de los cambios un fanatismo sectario sin sentido crítico, mientras que, en el otro extremo, existen otro porcentaje de personas que se resisten en su manera de pensar, sentir y actuar, generando una coraza a prueba de cambios. En el medio de estas posturas, existen un porcentaje de personas que adopta, se flexibiliza y se adapta a los renovados tiempos, sin descuidar su propia impronta personal, y aprovechando las oportunidades de sumarse en los campos que ofrecen posibilidades para hacerlo o mejor aún generando propuestas innovadoras y de crecimiento personal y social.

Si analizamos la coyuntura actual, luego de las votaciones presidenciales en Argentina, desde una visión alejada de la política partidaria, nos encontraremos con una situación como la descrita precedentemente. Un número importante de personas decidieron que la conducción de nuestro país fuera entregada, a un líder cuya propuesta central está anclada en hacer las cosas de distinta manera a cómo las venimos haciendo, independientemente del signo político de a quienes les toco gobernar precedentemente. El principal caudal de votos provino de la gente más joven, la cual se animó a romper algunos paradigmas instalados, en pos de tomar como propios, postulados que los alejen de viejos preconceptos. Creo en lo personal, que si seguimos haciendo y repitiendo prácticas que nos trajeron hasta acá, no tenemos chances de salir de esta complicada coyuntura. Por supuesto que es una opinión personal,  cuyos fundamentos pueden no ser compartidos parcial o totalmente.

 El candidato que mejor entendió la urgente necesidad de torcer el rumbo se ganó la confianza de muchos y fue ungido como Presidente. Algunos dirán que en realidad no había alternativas y que esto fue un castigo para los que gobernaban actualmente. Otras opiniones más alineadas con la ideología, intentarán por todos los medios encasillar el plan de gobierno en el extremo de la derecha, porque ellos se sitúan en la izquierda. Todas las opiniones merecen ser escuchadas y respetadas, porque ese el fundamento más sano del sistema democrático. No hay opiniones más o menos valiosas, y normalmente cuando uno finalmente profundiza los análisis, en el medio de la campana de Gauss, en donde se ubican las personas que no son ni fanáticas, ni opositoras porque si, nos encontramos que todos al final de cuentas queremos construir una sociedad apuntando a lograr objetivos comunes y no discutidos que apunten a recrear mejores condiciones generales de vida para todos. Salud, trabajo, justicia, educación, desarrollo, economía, cultura, respeto, medio ambiente, innovación y otros tantos más, son pilares básicos y comunes de la sociedad que queremos edificar.

Desde la recuperación de la democracia, es que al menos yo, no visualizaba un fenómeno donde haya un convencimiento tan marcado por hacer las cosas de manera distinta. En el 83 las razones eran claras, y todos se abrazaron al proyecto de poner en marcha la democracia. Salvando las distancias y sin punto de comparación con aquel tiempo, hoy el conjunto social argentino se unió en el convencimiento de que es necesario tomar nuevos caminos. En esa convicción, y creo que aquí radica la diferencia con otros momentos pasados, había varios puntos en común entre las dos propuestas que compitieron en el ballotage. Esas similitudes estaban escondidas detrás de matices ideológicos o partidarios, que comúnmente no se abandonan. Subyacían implícitas en declaraciones, motivaciones y expectativas.

Por todo eso, creo que el escenario actual es único, porque existen muchas más coincidencias que diferencias, unidas todas por la necesidad imperiosa de revisar lo que venimos haciendo, y proponer y porque no adoptar otros modelos que nos pueden resultar beneficiosos. Los extremos tanto del lado del fanatismo, como de la no aceptación van a existir, pero creo que están dadas las condiciones para que esas visiones antagónicas, sean las menos elegidas y adoptadas por muchos.

Por eso, en este tiempo en donde estamos transitando la recta final de fin de año, quizás con las energías algo menguadas y con varias mochilas sobre nuestras espaldas, está bueno decirse a uno mismo: “a no decaer”. Se abre otra etapa de nuestra juvenil historia, abriendo las puertas a un presente que viene con la chance de recomponer algunas cosas en donde nuestros resultados no han sido buenos, apalancados por otras tantas actividades que si hacemos bien.

Nos pongamos un voto de confianza general y trabajemos para superar nuestros propios preconceptos.

Si no nos adaptamos a los nuevos desafíos que se plantean para adentro y para afuera, muchos de los cuales no tenemos chances de obviar, el camino será cada más empinado y las metas menos asequibles.

El escrito de este fin de semana, tiene un mensaje cortito y al pie: “a no decaer”.

Aprovechemos esta oportunidad histórica.

Teorías y más teorías !

La aparición de recetas, que ciertas personas exitosas aplican para lograr grandes resultados, no deja nunca de sorprenderme. Los artículos periodísticos se hacen eco rápidamente de ciertas prácticas, que, aplicadas por personajes destacados de la actualidad, son mostradas como el fundamento inequívoco para alcanzar metas, que de otra manera resultarían inasequibles. El mundo de las teorías fantásticas y prometedoras no deja de crecer, de la mano de la inmediatez y propagación que propician las redes sociales.

Las teorías o recetas para triunfar no dejan de ser una versión extremadamente simplista, en todos los ámbitos en donde se pretendan instalar. Los seres humanos, quien más quien menos, tenemos una cierta propensión a creer o nos gusta pensar que existe cierta magia y simpleza, asociada a la aplicación de ciertas conductas, durante un corto período de tiempo, para lograr resultados extraordinarios. El camino que necesitamos recorrer, en base a talento, educación, entrenamiento, asociativismo, esfuerzo, constancia y capacidad para superar los obstáculos y adversidades, parece ser allanado por la aplicación de estas teorías o recetas que lo acortan y facilitan, solo porque alguien así lo manifiesta, ya sea en una entrevista, o bien en una publicidad o mejor aún si lo cuenta en un libro (el cual a veces no leemos o profundizamos del todo).

Al aplicar las recetas, nos olvidamos muchas veces que somos tan distintos los unos de los otros, y que poseemos una amplia variedad interpretativa de los hechos, a los que se suman nuestras diferentes capacidades y emociones que nos motivan o inquietan para accionar. Este olvido nos deja a menudo mal parados, creyendo que lo que es bueno o malo para el otro, puede ser de la misma manera conmigo, o asimismo que la visión que tengamos de las cosas, es la única válida, tratando de imponerla a donde quiera que vayamos.

Por eso, en cada uno de los escritos que les he compartido desde hace más de siete años, he sido reiterativo con el pedido a mis osados lectores, respecto de que conserven su espíritu crítico y su libertad de opinión y pensamiento, de modo tal que puedan tomar, dejar o corregir lo que cada fin de semana les comparto.

Ganarse la lotería (resultado azaroso y extraordinario) no es para muchos, por lo que lo que nos queda a los mortales comunes, es trazar un plan y poner manos a la obra, sabiendo que en el camino existirán tantas derivas que estarán nuestro alcance manejar, y otras tantas vicisitudes que escapan de nuestro campo de acción, que, si nos detenemos a pensar, nunca emprenderíamos nada.

Hecha esta introducción ahora les comparto un artículo periodístico, cuya fuente primaria desconozco, pero que ha sido replicado por todos los medios posibles, haciendo un copiado con algunos aditivos propios, según el medio de difusión.

Este es un ejemplo más de lo que les quiero transmitir hoy, acerca de cómo se vende una práctica exitosa, como garantía de resultados extraordinarios, sin mencionar un sinnúmero o conjunto de tantas otros quehaceres, actitudes, compromisos y trabajos, que complementan, suplementan y dan fuerza a las personas y sus relativos éxitos y fracasos como un todo.

Teoría del armario, la técnica de Bill Gates para optimizar tiempo y reducir el estrés

«El objetivo del CEO de Microsoft es evitar que pequeñas situaciones del día afecten su estado de ánimo».

Todo contribuye al esfuerzo de reducir el estrés y aumentar la productividad, y Bill Gates, como conocedor de esto, presta atención a cada detalle de su vida diaria con el fin de simplificar su rutina y dedicar tiempo a lo que realmente importa, que en su caso son los negocios.

A veces, elegir una prenda puede tomar mucho tiempo. Mediante la aplicación de la teoría del armario, este magnate condensa todo proceso de en busca de una mayor simplicidad.

La teoría del armario es una estrategia simplificada de vestir que involucra la elección de ropa básica y uniforme para reducir la toma de decisiones y simplificar la vida diaria. La idea detrás de esta teoría es que, al reducir la cantidad de opciones de vestimenta, se ahorra tiempo y energía que se pueden enfocar en decisiones más importantes y tareas relevantes.

Bill Gates es conocido por adoptar esta filosofía de vestimenta, optando por un guardarropa sencillo y práctico que consiste principalmente en camisas de botones y pantalones casuales. Al minimizar las elecciones diarias sobre qué ropa ponerse, se ahorra tiempo y se reduce el estrés asociado con decisiones triviales, permitiendo enfocarse en cuestiones más críticas.

También sostiene que esta elección de vestimenta otorga una imagen más reconocible y garantiza que nunca más se llegarás tarde debido a la indecisión sobre qué vestir.

Un ejemplo de esto fue cuando Gates mencionó que en invierno usa un solo abrigo, y en verano se basa en varias camisas. Ha subrayado que este enfoque le proporciona “menos estrés” y aumenta su productividad. Esto posiblemente se deba a que, en lugar de invertir tiempo en la elección de su atuendo, simplemente se levanta, elige una camisa y continúa con sus ocupaciones.

Aunque figuras destacadas del mismo sector no han dicho declaraciones al respecto, parece que siguen esta filosofía. Esto se evidencia al observar la apariencia de Mark Zuckerberg y el difunto Steve Jobs, ambos han realizado las presentaciones más cruciales de sus carreras vistiendo de manera notablemente simple.

Aquí termina parte del artículo, que arranca con un título rimbombante, para según mi opinión deslucirse completamente con el contenido. Del mismo modo, sucede con artículos vinculados con la salud, el estado físico y tantos temas más.

La segunda parte del artículo, que les copio a continuación es algo más interesante, porque al menos nos muestra cuáles son algunas acciones o hábitos que este empresario, recomienda para lograr resultados en la vida.

Las cuatro estrategias de Gates para mejorar la autoconfianza y lograr el éxito

Estos consejos son parte de su vida y al recordarlos, el empresario estadounidense busca dejarles un mensaje a las nuevas generaciones.

1. Ver los desafíos como oportunidades

Esta mentalidad le permitió a Gates transformar los riesgos en desafíos emocionantes, superando cualquier miedo al fracaso. Debido a que en su camino hacia la cima el multimillonario aprendió a enfrentar los desafíos y en lugar de ver las dificultades como barreras infranqueables, las consideró como oportunidades para demostrar su ingenio y explotar todas sus habilidades.

Un pensamiento de resolución de problemas que permite ver los retos como escalones hacia el éxito, y adicionalmente fortalece la autoconfianza.

2. Hay que enfocarse en las contribuciones

Para el filántropo el clave centrarse en lo que uno puede aportar, en lugar de preocuparse por lo que podría no lograr.

Al mirar más allá del miedo al fracaso y concentrarse en las habilidades, así como en los conocimientos que se pueden aportar, es posible construir una autoimagen más positiva.

De hecho, tener claras estas contribuciones y fortalezas facilita abordar las metas una con confianza renovada, capaz de superar la autocrítica y las dudas internas.

3. Aprender de los fracasos

Los fracasos también han hecho parte de la historia de Bill Gates, pero es su forma de abordarlos lo que lo que hace la diferencia.

En lugar de dejarse abrumar por las derrotas, las utilizó como oportunidades de aprendizaje y se concentró en aprender de sus errores y en la importancia de la oportunidad adecuada.

Y al adoptar una mentalidad de aprendizaje ante los fracasos, es posible mantener la confianza incluso en momentos difíciles.

4. No compararse con los demás

Con la irrupción de las redes sociales y la presión generada por las comparaciones tanto en la red como en la vida cotidiana, es fácil caer en la trampa de medir el progreso personal con base en lo que otros han logrado.

Es por ello que Gates considera que, para proteger la autoconfianza, se hace necesario que cada persona sea consiente que tiene su propio ritmo y su camino. Y en lugar de medirte por estándares ajenos, es vital aprender valorar los logros en función de las aspiraciones.

La idea de hoy era compartirles una visión de sentido crítico acerca de las teorías y más teorías que pululan, sobre temas críticos y de actualidad, aunque muchas de ellas sean actualizaciones de viejas y olvidadas teorías, que vuelven remozadas para alimentar nuestra hoguera de vanidades y respuesta sencillas a problemas complejos.

Para finalizar, les dejo una broma sobre el éxito que me parece oportuna.

A los 3 años, el éxito es….. no hacerse pis encima.

A los 12 años, el éxito es… tener muchos amigos.

A los 17 años, el éxito es… tener registro de conductor.

A los 20 años, el éxito es… tener relaciones sexuales.

A los 35 años, el éxito es… tener muchísimo dinero.

A los 50 años, el éxito es… tener muchísimo dinero.

A los 60 años, el éxito es… tener relaciones sexuales.

A los 70 años, el éxito es… tener registro de conductor.

A los 75 años, el éxito es… tener muchos amigos.

A los 80 años, el éxito es… no hacerse pis encima.

¡A perseguir el éxito!

El enojo, la rebelión y el arte !

El enojo es una de las emociones más presentes desde nuestro nacimiento.

Recuerdo el haber sido un niño con bastante tendencia a la ofuscación. Me producía irritación que otros infantes no quisieran jugar, que mis padres no me compraran un juguete, una mala nota en el colegio, sólo por citar ejemplos comunes.

Durante la adolescencia, los enojos pueden ser más reiterados, impulsivos y derivar en situaciones complejas de violencia o descontrol.

Unida a la frustración y camino previo a la ira, a una edad más madura, el enojo se produce fundamentalmente, debido a aquello que se interpone con nuestros objetivos personales. Es por ello, que nos molestan situaciones, actitudes de otras personas, pedidos no satisfechos, errores propios y ajenos, metas que no alcanzamos.

Vivir enojado, puede resultar nocivo para mantener relaciones estables, conservar amigos, trabajo. Nos limita la oportunidad de expandir nuestras posibilidades.

En el otro extremo, no enojarse por casi nada, puede implicar la aceptación pasiva de agresiones. La exacerbación de la calma, puede atentar contra nuestra dignidad humana. Vale decir, ante una agresión manifiesta recibida, mantenerse sin decir palabra, puede resultar contraproducente.

La exasperación usada como un mecanismo de manipulación hacia los demás, es inconducente para mantener sanas relaciones humanas.

La calma fingida, utilizada como un mecanismo de simulación para mostrar equilibrio, es una condición de inautenticidad, que se puede caer por su propio peso.

Poner conciencia y detectar lo que nos está enfadando, nos permite encontrar una salida para no permanecer en esa emoción. De este modo evitamos entrar en la cólera.

No manifestar enojos a tiempo, puede derivar en el resentimiento, que prolongado en el tiempo nos lleva al odio.

El enojo reduce el espacio de posibilidades para accionar. Es espontáneo y una reacción impulsiva.

Poner conciencia de la limitación que produce, es clave para sortear obstáculos y conseguir metas.

En un sentido práctico, cuando nos disgustamos con alguien, estamos emitiendo una señal de alarma hacia el otro. Le estamos diciendo:

¡Oye esto que estás haciendo es inaceptable!

Ahora bien, si nuestro devenir no es acompañado de otras señales en sentido contrario, de que aceptamos determinadas cosas de los demás, la cuestión se torna poco sostenible.

Los orígenes del cabreo pueden ser muy variados:

Enojos amorosos en relaciones profundas entre personas.

Enojos en el entorno de la amistad por promesas incumplidas.

Enojos por desavenencias laborales o contractuales.

Enojos por inconductas a la hora de conducir.

Enojos por situaciones injustas.

Así podemos enumerar cientos de razones.

El común denominador de los motivos, es por lo general un disparador o sea algo que no esperaba. No estaba en mi radar.

Mantener una adecuada gestión de lo que nos irrita, nos puede llevar a tomar mejores decisiones.

Estoy enojado conmigo mismo, por que las cosas no me salen cómo quería:

  • concurro a terapia, buscando ayuda profesional.
  • busco la asistencia de un coach.
  • genero nuevas relaciones.
  • indago en otras personas que hacen lo mismo, para saber cómo lo hacen.

Poner conciencia sobre el enojo, me permite articular numerosas acciones posibles.

Es por ello que mi escrito de hoy tiene este título:

EL DIFICIL ARTE DE ENOJARSE

Hay que aprender de nuestros disgustos?

Sin lugar a dudas.

Estando en una situación de rabia, o frustración, es probable que al hablar ofendamos, o produzcamos un daño que puede ser irreparable. Al mismo tiempo si no manifestamos adecuadamente lo que nos enoja, el efecto puede ser nocivo para nosotros mismos.

El hilo es muy delgado, por lo tanto se puede romper fácilmente. Nosotros somos como equilibristas manteniéndonos arriba, muchas veces en situaciones distintas con personas diferentes, aunque con algunos elementos comunes.

Ser un maestro viviendo nuestras irritaciones y las de los demás, suena a utopía, pero cuando más nos acerquemos a bajar a tierra esta emoción, tendremos nuevas oportunidades para crecer.

¿Cómo andas de enojos?

¿Cuál es tu equilibrio en relación con los acontecimientos y otras personas que te disgustan?

¿Te sale fácil la cara de…..?

Hace miles de años, un filósofo de los más reconocidos nos regalaba una frase genial.

enojo

Tantas veces escuchamos:

¿Es tan difícil no enojarse por pavadas?

Depende las pavadas……

El pintor rebelado

Recorriendo el espléndido Museo Nacional de Bellas Artes, encontramos por estos tiempos, un ala dedicada íntegramente a rescatar la figura de un eximio pintor, poco difundido, pero cuyas obras son una mezcla de enojo productivo y gestionado, pero mejor dicho aún son el fiel reflejo de una vida dedicada a romper con los mandatos culturales de una época, sumándose a los designios reformistas de la generación del 80.

Eduardo Sívori (1847-1918), tal es su nombre, representa parte de aquello que alguna vez no nos animamos a decir, por miedo, timidez y falta de valor. Rompe con el paradigma familiar de perseguir con denuedo los negocios familiares, para crear valor desde la pintura.

Hijo de genoveses, ricos comerciantes y armadores de barcos, entra en contacto con la pintura en los museos de Europa, adonde lo habían llevado los negocios de la familia. A su regreso, y contando ya veintisiete años, comienza su formación artística con Francesco Romero, Giuseppe Aguyari y Ernest Charton.

Junto a su hermano Alejandro, Eduardo Sívori es el gran impulsor de la creación de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes en 1876. En 1883 realiza varias colaboraciones artísticas en La Ilustración Argentina, publicación fundada por Pedro Bourel. Financiado por su familia, ese mismo año vuelve a Europa. Entusiasta del arte moderno francés, el destino que elige es París, donde frecuenta la Academia Colarossi y estudia con Raphaël Collin, Puvis de Chavannes y Jean-Paul Laurens, este último un maestro de gran prestigio entre los artistas hispanoamericanos residentes en la capital francesa. Tal como anuncia la prensa local, que más de una vez se ocupa de la trayectoria parisina de Sívori y de otros artistas nacionales, uno de sus dibujos es premiado en un concurso organizado por el periódico Le Fusain.

Desde París el artista envía colaboraciones a El Diario, al igual que lo hará un año más tarde su amigo Eduardo Schiaffino. En 1887 es admitido por primera vez en el Salón de París con Le Lever de la bonne (el despertar de la criada), un desnudo naturalista que despierta comentarios dispares en la prensa francesa, aun cuando el solo hecho de resultar visible para ella –en la innumerable cantidad de obras enviadas al Salón– puede ser considerado un triunfo. La obra, que representa a una criada comenzando a vestirse en la exigua luz de la madrugada, es enviada a Buenos Aires para ser exhibida en el local de la Sociedad Estímulo, y aunque la prensa porteña la promociona como un “escándalo” ya desde dos meses antes de su arribo, genera numerosas adhesiones y repudios en el ámbito local. Éstas son recogidas en un álbum con más de doscientas firmas inaugurado por la Sociedad Estímulo de Bellas Artes para dejar testimonio del evento.

Sívori se hace nuevamente presente en el Salón de París en 1888 con La Mort d’un paysan (la muerte de un campesino) y Sans famille (sin familia); en 1889 con Dolce far niente (disfrutar de no hacer nada) y Femmes médécins (doctoras en medicina) ; y en 1890 con Près du feu (cerca del fuego)  y Alouette de barrière (alondra de barrra, que es reproducida mediante un grabado en el catálogo y más tarde fragmentada por el propio autor). Participa de la Exposición Universal de 1889 y dos años más tarde vuelve a Buenos Aires, donde interviene en la muestra a beneficio organizada por la Sociedad de Nuestra Señora del Carmen en 1891. Por otra parte, forma parte del grupo de artistas e intelectuales que en 1892 fundan el Ateneo, de cuyo primer salón, organizado al siguiente año, oficia como jurado y expositor presentando seis obras. En 1894 Sívori expone en el segundo salón del Ateneo CoquetterieEntre dos luces Las guachitas, esta última una de las pocas obras vendidas de toda la exposición.

Pintura: La muerte de un campesino

Hacia fines de siglo su pintura se torna luminosa y radiante, alejándose cada vez más del carácter naturalista de sus primeras obras. Por otro lado, es reconocido como uno de los primeros artistas argentinos en incursionar en la técnica del aguafuerte.

Eduardo Sívori ejerce la docencia durante muchos años. En 1905, siendo presidente de la Sociedad Estímulo, organiza la transferencia al Estado Nacional de la Escuela de Bellas Artes fundada en 1876 por aquella institución. La Escuela pasa a llamarse Academia Nacional de Bellas Artes, y Sívori es su primer vicedirector acompañando en la gestión a Ernesto de la Cárcova, que ocupa el cargo de director. Ambos renuncian en 1908, aunque Sívori se mantiene al frente de algunos cursos. Más tarde actúa como representante de la Comisión Nacional de Bellas Artes, dependiente del ente dedicado a organizar los festejos de los cien años de la Revolución de Mayo. Dicha comisión prepara la Exposición Internacional de Arte del Centenario, abierta al público en 1910.

Es un artista prolífico. Continúa pintando y enviando obras a los Salones Nacionales desde su fundación en 1911 hasta el mismo año de su muerte, ocurrida en 1918.

Como es el caso de varios artistas, su enojo y descuerdo con la época son su fuente de su inspiración, canalizada para promover una nueva cultura y desde ahí aprender a mirar con otros ojos.