Ese 15 de noviembre !

Esa mañana de noviembre había amanecido luminosa y algo calurosa, dentro de una primavera decididamente seca. Arrancaron las horas de actividad bajo las pautas de las rutinas acostumbradas. Mamá Ana ejecutaba a la perfección una sinfonía compuesta de múltiples partituras, en la cual ella era directora, música ejecutora de varios instrumentos, acomodadora y por momentos público de sus propias creaciones.

Sus manos volaban mientras nos acomodaba los útiles, carpetas y cuadernos en el portafolio de cuero, al mismo tiempo que sacaba las tostadas, servía té y servía en platitos esas porciones riquísimas de dulce de durazno casero. El tiempo en la mañana siempre era escaso, limitado por el horario del único colectivo interurbano (el 155) que nos llevaba desde la zona de quintas al colegio de la ciudad. Luego del rápido desayuno, terminaba de ponernos prolijos, acomodando los uniformes escolares e intentando peinarnos. Los peinados no eran repetitivos, quizás más el mío de pelo corto, que el de mi hermana más largo, lacio y enredado, el cual costaba poner prolijo.

La ceremonia matutina continuaba con la colocación de medias y calzados, para culminar con el cruce de ruta para la espera del transporte. Esa repetición día tras día, durante todas las semanas del cursado del colegio primario, sería la evidencia más palpable de la semejanza de mamá con una máquina poderosa, llena de amor y compromiso.

Esa mañana de un quince de noviembre, hubo una diferencia apenas perceptible. La cocina estaba llena de un aroma a rico bizcochuelo de vainilla mezclado con fragancias de chocolate.  Me llenó de curiosidad que no alcanzó para preguntar a mamá a que se debían esos olores. Esas exquisitas esencias de la cocina de mamá me acompañan hasta hoy, cuando las huelo en mis recuerdos y em mis mejores sueños.

Al regreso de la actividad escolar, mamá nos tenía preparado el rico almuerzo, el cual devoramos con suma fruición. Papá llegó más tarde de su trabajo, y se sentó en la mesa chica de la cocina para almorzar en compañía de mamá. Mi hermana y yo estábamos absortos llevando a cabo a las tareas escolares, para luego dar rienda suelta a un montón de juegos, acompañados de discusiones y peleas.

Esa noche cenamos algo más temprano, con la presencia de papá y sorprendidos por la compañía de algunos tíos paternos y primos. Cuando iban llegando todos saludaban a mamá de una manera muy especial, deseándole suerte y buena ventura para adelante. Mamá era poco comunicativa de sus cuestiones en general, pero ese día flotaba algo en el ambiente y al menos yo no sabía qué. La torta finalmente era para celebrar su cumpleaños, la cual no era muy afecta a festejar, ya que no le gustaba ser el centro de atención. Sin embargo, no se trataba solo de un cumpleaños común, de una simple celebración de otra vuelta al sol.

Una vez que se fueron todos, luego de haber soplado las velas y cortado la torta, papá y mamá se quedaron como siempre, limpiando y ordenando todo. Por ser día festivo nosotros nos quedamos un rato más, más teniendo en cuenta de que se trataba de un viernes por la noche, a sabiendas de que el sábado no había escuela.

Finalmente, el misterio sería develado por un comentario de papá, bastante escueto, por cierto: “van a tener un hermanito”. Ahí caí en la cuenta de cuál era la razón de todos los saludos familiares afectuosos y con buenos deseos. Mi hermana tomó la noticia con alegría, no en demasía. En mi caso, con ocho años, sentí que el mundo se me venía abajo. Mi mamá era mía, mi ángel de la guarda, mi protectora y ahora vendría a alguien a ocupar ese lugar de privilegio.

Los meses que siguieron me mostraron a mí, mucho más caprichoso y pegado a mamá que de costumbre. Era mi intención dejar en claro que mi posición de hijo pequeño no sería fácilmente arrebatada por un nuevo integrante familiar. Mamá Ana con su paciencia infinita soportaba estoicamente todos mis arrebatos posesivos, que incluía sentarme repetidamente en su falda. Los celos estaban haciendo su mejor trabajo conmigo, provocando molestias familiares y el ceño fruncido de papá. Los recelos inocentes, el sentido de despojo y la falta de conciencia de un niño pequeño, respecto de poder compartir el amor de mamá, fueron el común denominador de todos los meses subsiguientes a la noticia.

En mayo del año siguiente, mamá alumbró a mi hermanito más pequeño, Carlos Ariel, el cual tuvo que ser internado por problemas respiratorios graves durante casi un mes y medio. Mi hermana y yo quedamos al cuidado de un hermano de papá, mi tío Pedro y de su hija Nelly. Alejado de mi hogar sufría por el sufrimiento de mamá, que se pasó todo el tiempo en cercanía de mi hermanito recién nacido, además de seguir sosteniendo esa sensación de ya no ser el número uno.

Carlitos se recuperó del todo y volvimos a casa en familia, siendo bendecidos por la presencia del bebé. Mi madre, que pasó todo ese período bastante angustiada por el pronóstico incierto respecto de la salud de su hijito, recuperó la sonrisa, sus ganas, su empuje vital y volvió a ser la mamá de tiempo completo. Papá nunca dejó de sonreír, siendo optimista de que no pasaría de un susto ya que él sostenía que los pulmones de mi hermanito resistirían. De pocas palabras, papá no era de decaer, sino de confiar en nuestra fortaleza.

Ese 15 de noviembre, no fue un cumpleaños más para mamá sino la confirmación de que volvería a ser madre, luego de más de ocho años de haber concebido a su adorado y pleno de berrinches primer varón. Existen fechas y amores que no se olvidan. Hechos que fortalecen, otros que nos ponen contra la pared, y pasajes para celebrar.

En este nuevo cumpleaños, en donde te mando besos al cielo, recordando tus ojos verdes y añorando esas charlas maduras que teníamos, cuando ya fui más grandecito, te comento que te extrañamos y te queremos tu hijo, tu hija que es mi compañera, y tus nietas que se te parecen en muchas cosas.

Viendo tu foto que tengo en mi escritorio, en donde muestras tu esencia abrazando a tus hermosas nietas, soy consciente de la elegancia y el don de gente, que habitaba en vos.

¡Feliz Cumple Mamá!

Deja un comentario