Corazón delator !

Un viento inusitado para la época acompañado de calor cuasi veraniego es una combinación extrema para determinadas estructuras vegetales, mientras que los animales sufren el golpe, acomodándose bajo la sombra, salvo aquellos de sangre fría, a los cuales esto no parece afectarles tanto.

Todo hace presumir que el verano será intenso, incrementalmente caluroso como marca la tendencia del calentamiento.

El calor extremo provoca que, caminando bajo el sol, la deshidratación se acelere y con ello que nuestro corazón debe latir cada vez más rápido. La explicación es muy natural: con menos volumen y un mayor contenido de sodio, la sangre es más espesa y no fluye con la misma fluidez que cuando se bebe mucha agua. Para mantener la circulación sanguínea, la frecuencia cardíaca aumenta. La presencia de nuestro corazón se vuelve más evidente en nuestro organismo. Sólo hay que tomarse el tiempo de escuchar su presencia vital.

La vinculación con nuestro motor principal, aquel que lleva combustible a nuestro cuerpo, me sirve de entrada para referirme la historia del “corazón delator”.

Muchos de nuestra generación y de las siguientes, se percataron de la existencia de este concepto, bien descripto en la letra de la canción de Soda Estéreo, maravillosamente entonado por el ya desaparecido Gustavo Cerati.

La poesía de la canción dice:

“Un señuelo

Hay algo oculto en cada sensación

Ella parece sospechar

Parece descubrir, en mí, debilidad

Los vestigios de una hoguera

Oh, mi corazón se vuelve delator

Traicionándome

Por descuido

Fui víctima de todo alguna vez

Ella lo puede percibir

Ya nada puede impedir, en mí, fragilidad

Es el curso de las cosas

Oh, mi corazón se vuelve delator

Se abren mis esposas

Un suave látigo, una premonición

Dibujan llagas en las manos

Un dulce pálpito, la clave íntima

Se van cayendo de mis labios

Un señuelo

Hay algo oculto en cada sensación

Ella parece sospechar

Parece percibir, en mí, que aquel amor

Es como un océano de fuego

Oh, mi corazón se vuelve delator

La fiebre volverá de nuevo

Un suave látigo, una premonición

Dibujan llagas en las manos

Un dulce pálpito, la clave íntima

Se van cayendo de mis labios

Como un mantra, de mis labios

De mis labios.”

Con esta canción, muchas personas de nuestra generación tendieron puentes de amor, y aún hoy esta canción sigue siendo un ícono de la prolífica carrera del desaparecido cantante y compositor.

Sin embargo, la historia original “del corazón delator”, se remonta a mucho tiempo atrás. En las palabras del autor, “la historia parte de un cuento de Allan Poe, donde un corazón delata a una persona que mató a otra. En este caso la escribí pensando en que mi corazón me delata cuando veo a la persona que amo”.

Este cuento del famoso escritor Edgar Allan Poe, fue publicado por primera vez en Estados Unidos en el año 1843 y republicado en el Broadway Journal en agosto de 1845.

La historia presenta a un narrador anónimo obsesionado con el ojo enfermo (que llama «ojo de buitre») de un anciano con el cual convive. Finalmente decide asesinarlo. El crimen es planeado cuidadosamente y, tras ser perpetrado, el cadáver es despedazado y escondido bajo las tablas del suelo de la casa. La policía acude a la misma y el asesino acaba delatándose a sí mismo, imaginando alucinadamente que el corazón del viejo se ha puesto a latir bajo la tarima.

El cuento es relatado por un narrador que insiste desde el primer momento en que es una persona normal, aunque sus sentidos son muy agudos. El anciano con el que él suele vivir tiene un ojo nublado y azulado, como si fuera un «ojo de buitre». Esto causa una gran ansiedad al narrador, que llega al punto de querer matarlo. El hombre está varios días detrás de la puerta del anciano espiándolo mientras duerme, y en el octavo día el viejo se despierta por un ruido de la puerta. Luego de una hora de tensión en la oscuridad, el hombre entra al cuarto y mata al anciano, aunque no se especifica el cómo.

Después descuartiza el cadáver, esconde los restos bajo la tarima del suelo y deja la sangre en un cubo para que no encuentren pruebas de que él lo mató. La policía acude a inspeccionar la casa porque uno de los vecinos dice que ha escuchado un grito. El asesino los invita, tranquilo, con la coartada de que el grito era de él por una pesadilla y que el anciano estaba de vacaciones. Les enseña la casa y los conduce al cuarto donde está el cadáver desmembrado bajo el piso. Pronto empieza a imaginar un ruido que va creciendo. Al pensar horrorizado que es el corazón del viejo, que lo está delatando, se derrumba y, pidiendo a voces a los policías que levanten las tablas del suelo, confiesa el crimen.

La parte final del relato es realmente magistral:

“Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero hablé con más fluidez y en voz más alta. Sin embargo, el ruido aumentaba. ¿Qué hacer? Era un sonido bajo, sordo, rápido… como el sonido de un reloj de pulsera envuelto en algodón. Yo trataba de recobrar el aliento… pero los oficiales no oían nada. Hablé más rápido, con vehemencia, pero el ruido seguía aumentando. Me puse de pie y empecé a discutir sobre cosas insignificantes en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Caminé de un lado a otro con pasos fuertes, como furioso por las observaciones de aquellos hombres; pero el sonido seguía creciendo. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia… maldije… juré. Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del suelo, pero el ruido aumentaba cada vez más. Crecía y crecía y era cada vez más fuerte. Y sin embargo los hombres seguían conversando tranquilamente y sonreían. ¿Era posible que no oyeran? ¡Dios Todopoderoso! ¡No, no! ¡Claro que oían! ¡Y que sospechaban! ¡Sabían! ¡Y se estaban burlando de mi horror! Así lo pensé entonces y así lo pienso ahora. Pero cualquier cosa era preferible a esta agonía. Cualquier cosa era más soportable que este espanto. ¡Ya no aguantaba más sus hipócritas sonrisas! Sentía que debía gritar o morir. Y entonces, otra vez, escuchen… ¡más fuerte…, más fuerte…, más fuerte!

¡No finjan más, malvados! -grité- ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esas tablas!… ¡Aquí…, aquí! ¡Donde está latiendo su horrible corazón!

Una manera de entender lo que quiso significar el autor de este relato de narrativa gótica es que el título «El Corazón Delator» refleja la abrumadora culpa del narrador. El corazón representa su propia conciencia, que finalmente lo traiciona latiendo cada vez más fuerte en su mente hasta que confiesa el crimen que cometió.

Un corazón que delata amor o que muestra el interior sobresaltado de nuestra propia conciencia.

Un corazón delator…..

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