Somos accionistas, aunque sin saberlo ni tenerlo suficientemente claro. Una vez que tomamos conciencia de ello es que podemos hacer muchas cosas, sobre las cuales teníamos el potencial de hacer, pero estaban ahí dormidas a la espera de nuestras decisiones, compromisos y coherencias.
Lo que hacemos no solo determina cómo nos va a ir en la vida, sino que tienen un impacto trascendental. Sabemos quién es Charles Darwin porque un día viajó a las Islas Galápagos, hizo varias observaciones y escribió la teoría de la evolución. Si nos damos cuenta todo lo que acabamos de leer está compuesto por verbos: viajar, observar, escribir.
“La mayoría de los seres humanos no entendemos el impacto trascendental de nuestras acciones”.
¿Cómo es que nos ponemos en acciones?
Primero, hay que entender que el cerebro es la computadora de todo el sistema nervioso. El sistema nervioso es el cableado que une a todo el cuerpo con nuestro cerebro, la piel, los órganos, los músculos, lleva información al cerebro y después transmite las órdenes a todos los órganos y partes del cuerpo. Por eso las neurociencias nos regalan la primera conclusión importante: lo que pase en el cerebro afecta a todo nuestro cuerpo.
Hay cinco componentes esenciales en la toma de decisiones:
1. Las sensaciones
Estas se refieren a todo lo que entra en contacto con nosotros a través de los sentidos: tacto, gusto, olfato, vista y oído. Esta información es producida por el ambiente y, por lo tanto, no es controlable por nosotros.
2. La percepción
Esta actúa como un reflector diseñado para enfocar partes específicas de un escenario. En este momento, puede que nuestros pies estén en contacto con el calzado o con el piso, y no lo hubiéramos notado hasta esta mención. Así, nosotros podemos decidir de forma deliberada a que le “presto atención”. Esto quiere decir que podemos controlar mi percepción.
3. Sentimientos
La mejor forma de describir los sentimientos es: juicio de valor. Son la carga emocional que le ponemos a estas sensaciones que percibimos. Esto está moldeado por nuestra cultura, educación e historia. Por ejemplo, en Latinoamérica es normal que alguien conteste una llamada en un bus, mientras que en Japón es considerada una falta grave de respeto. Por lo tanto, la carga emocional que le demos a algo está moldeada por nuestro sistema de creencias.
4. Pensamiento
Es el momento en que mezclamos lo que percibimos, sentimos, es decir el presente, junto con lo que hemos experimentado en el pasado y decidimos el curso de acción para el futuro. Es la parte de este sistema en donde se procesan los datos y se toman decisiones; estos son nuestros pensamientos deliberados.
También existen los pensamientos reflexivos, los cuales no controlamos. Son como ventanas emergentes que aparecen cuando estamos navegando en Internet; el cerebro está produciendo estas ventanas todo el tiempo. Aquí está bueno que reflexionemos ¿De dónde salen estos pensamientos emergentes?
Claramente ambos tipos provienen de la materia prima con la que alimentamos nuestro cerebro. Pero en el segundo caso no somos conscientes de que nos han impactado. Tienen un recorrido subliminal que nos resulta difícil controlar. Por ello es que debemos reducir nuestra exposición a este tipo de ingresos no autorizados, minimizando nuestra exposición en redes y demás circuitos que no controlamos de ninguna manera.
5. Comportamiento/acciones
Recojo las sensaciones, les prestó atención a través de la percepción, le doy una carga de emocional con los sentimientos, pienso y luego, actuó. Esta es la parte más importante de todo el sistema.
Así, nuestras acciones, lo que hacemos, son lo que van a determinar lo que dejes como herencia sobre la tierra. Casi podríamos decir: “Somos lo que hacemos”. Y esto no solo define quién eres hoy, sino cómo vamos a ser recordados para la posteridad, teniendo presente que cada tanto podemos ser inmortales en el recuerdo de los demás.
Del mismo modo que con Darwin, hoy conocemos a Beethoven gracias a sus canciones preciosas que han trascendido en el tiempo y sabemos quién fue Newton porque descubrió la ley de la gravedad. Fueron sus acciones las que determinaron su trascendencia, desde perseguir un propósito a través de las acciones.
Como ya dijimos, nuestros pensamientos, sentimientos y percepción están ahí con un solo objetivo; decidir si actuamos o no al respecto. De esta forma construimos nuestro comportamiento.
No se trata de un hecho menor, sino de un hito superlativo: a través de los pensamientos procesamos el pasado, el presente y el futuro y esto nos permite desarrollar comportamientos que no solo son beneficiosos en el presente, sino que también en nuestro futuro.
Poseemos naturalmente dos tipos de acciones: las automáticas y las deliberadas. Por ejemplo, una vez que aprendemos a caminar ya no pensamos cómo hacerlo, sino que se convierte en un movimiento casi automático. Así, tal vez estás en una excursión en donde debes reflexionar y tomar patrones de caminata, incluso puede que tengas que saltar para sortear obstáculos.
Ahora, vamos a un ejemplo más complejo ¿cómo logramos controlar nuestras acciones cuando alguien ha sido grosero con nosotros? Seguramente, vamos a sentir algo de agitación y estrés, pero la parte que maneja tu cerebro, es decir, la frontal, está segregando sustancias que permiten suprimir estos impulsos.
La zona frontal del cerebro se va desarrollando con el tiempo, podríamos llamarlo MADUREZ, aquella que se va a alcanzando en su plenitud alrededor de los 22 a 25 años. Por eso a un niño le cuesta trabajo controlar sus movimientos e impulsos, ven algo apetitoso al llegar a una casa ajena y es muy probable que lo tomen para comérselo.
Teniendo en cuenta lo anterior, la impulsividad es una señal de que las persona no han desarrollado lo suficiente la parte frontal de su cerebro.
Si repasamos lo referido hasta el momento, primero, recibimos los estímulos; luego, los percibimos; nos sentimos de cierta manera acerca de ellos y, por último, llega nuestra decisión, nuestro comportamiento.
Finalmente, todo el sistema tiene por objetivo último la acción. También se trata de conectar con el mundo exterior y con nuestro mundo interior, para luego llevar una respuesta nuevamente al exterior. Esto es la base de nuestra existencia, y es muy importante conocerlo y gestionarlo.
El sistema de toma de acciones también funciona al revés
Como vimos las acciones son controlables y son la parte más importante del sistema. Pues bien, como leíste en el título, el sistema también funciona al revés, y de hecho lo hace todo el tiempo, sin que lo notemos. Tomamos acciones que pueden modificar nuestros pensamientos, sentimientos y cambiar la forma en que percibimos el mundo.
En ese orden de ideas, los hábitos se definen como un cúmulo de acciones constantes y repetitivas. En pocas palabras, los hábitos son acciones que se repiten el suficiente número de veces para convertirse en un patrón.
Incluso, es posible transformar la frase del principio: somos lo que hacemos, por una más precisa: Nuestros hábitos definen quienes somos. Esto debido a que los hábitos son las acciones más influyentes en nuestras vidas
Por ejemplo, nos somos deportistas solo por decirlo, lo somos porque entrenamos mínima tres veces por semana. No somos generosos solo por afirmarlo, sino porque cada domingo damos dinero a la caridad o destinamos un tiempo concreto a la semana para ayudar a alguien que lo necesita. Es decir que las acciones repetitivas, que son los hábitos, son los que van construyendo nuestra identidad.
Si logramos cambiar nuestros hábitos, logramos cambiar o moldear nuestra identidad personal, nuestra marca indeleble y finalmente nuestro legado trascendente.
Para finalizar una reflexión de un afamado escritor, que se vincula con la acción que inicia todo, nuestro nacimiento:
«Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez» (Gabriel García Márquez).