Cada entrenamiento sobre aspectos comportamentales me resulta siempre distinto y agrega cosas, aunque ya haya sido vivenciado en el pasado y respecto a un mismo tópico.
Aprender sobre liderazgo tiene siempre un antes y un después diferenciador, en la medida de nuestra apertura a nuevas ideas, conceptos o maneras de hacer las cosas.
Responder la pregunta sobre si se nace siendo un líder o es una habilidad que se puede adquirir, no es sencillo de responder. El atajo puede ser una respuesta tal como “todos y cada uno de nosotros tenemos el potencial para liderar”. Eso se comprueba por el hecho de que, en mayor o menor medida, cada persona ejerce un liderazgo sobre si mismo, respecto de las decisiones que toma sobre su propio quehacer, en relación con su familia y en correspondencia con su trabajo, sus gustos y su gestión del tiempo.
Lo segundo que podemos decir es que más allá de esta condición potencial, si le sumamos entrenamiento de calidad, es muy probable que mejoremos nuestro estilo natural de liderazgo, agregando, reemplazando o dejando de lado matices, que nos permitan liderar de forma más beneficiosa y efectiva.
Existen varios estudiosos del tema que han postulado sus teorías acerca de los distintos estilos de liderazgo que pueden existir. En casi todos, es posible distinguir una marcada diferenciación entre estilos autoritarios y participativos, autonómicos o de marcar el paso, o delegativos y apropiativos. Asimismo, nos dan recomendaciones acerca de que manera de liderar se debe elegir, dependiendo del momento o situación que atraviesa la empresa u organización del tipo que sea.
El liderazgo abarca muchos dominios de nuestra vida, no sólo el laboral, y puede ser visto como un ancla que nos permita vivir en plenitud, alcanzando los objetivos que nos proponemos.
Existen varias cuestiones relevantes que remarcar, respecto del liderazgo.
La primera tiene que ver que no existe liderazgo si no hay confianza. El hecho de generar confianza en uno mismo y en un equipo de personas, es un hecho básico a la hora de gestionar. La confianza se alimenta de muchas maneras, pero sobre todo desde la responsabilidad que tenemos cuando nos posicionamos como lideres.
La segunda enfatiza que un líder se hace desde la comunicación. Debemos trabajar nuestra capacidad de transmitir y escuchar activamente a los demás. Saber comunicar es un arte, y al mismo tiempo una obligación del líder. La comunicación responsable es una cualidad que tenemos que apreciar en todo momento.
La tercera posiciona al líder como un ejemplo de compromiso. La distinción característica de un líder es su acción basada en su apego a las promesas más allá de cualquier circunstancia que le toque atravesar.
Esta regla de las tres C, compromiso, comunicación y confianza es el marco de referencia que posibilita que un líder puede ejercer esa condición dentro de un entorno sano, equilibrado y genuino.
Está bueno además agregar tres elementos más, que hacen a la gestión estratégica de un líder.
El primero, que se puede aportar como complemento de todo lo dicho, es que existe una tendencia a confundir comunicación con multiplicación de reuniones, o tiempo dedicado a las mismas.
El fenómeno del exceso de reuniones para confirmar que nos estamos comunicando, relacionando y accionando en conjunto, es la contrapartida a una gestión autoritaria y poco participativa, pero una reunión no puede transformarse en el fin en sí mismo, sino que deber ser considerado como un medio o una herramienta para tratar y resolver problemas complejos.
El líder tiene que ser capaz de moderar la frecuencia, la duración y la cantidad de participantes en una reunión, la cual debe ser organizada sobre pocos temas concretos y representativos. Vivir de reunión no es sinónimo de trabajar, ni de consecución de resultados y objetivos.
El segundo es que el trabajo en equipo es recomendable que sea definido en cada persona que lo conforma sobre objetivos claros y con responsabilidades estipuladas sobre la base del alcance, del tiempo y de los recursos. El trabajo en equipo no puede diluir las responsabilidades de cada uno de sus integrantes, porque deja de cumplir con la premisa básica de convivencia y respeto entre sus integrantes.
El líder tiene que ser capaz de alentar el trabajo en equipo, pero sobre la base de que se verifique el cumplimiento efectivo del trabajo de cada integrante, evitando que el equipo sirva para esconder ineficiencias o falta de compromiso de alguno de sus integrantes, hecho que se evidencia con la respuesta que aparece comúnmente: “lo está resolviendo el equipo”.
El tercero tiene que ver con el hecho de que mi condición de líder me posibilita hacerme a un lado dando autoridad a otro integrante del equipo cuando este tenga cierta maestría, condición especial o conocimiento para ponerse al frente de determinado tema.
Necesitamos como líderes demostrar humildad y aceptar que otras personas puedan ser líderes transitorios que lleven a cabo determinado proyecto o resuelvan determinado tema, disponiendo de recursos técnicos, humanos y económicos. Inspirar a los demás para asumir roles de liderazgo es muy importante. Siendo líder debo tener como premisa fundamental la formación de nuevos líderes.
El camino de la mejora continua a nivel personal, social o laboral necesita de liderazgos, de eso no cabe ninguna duda.
La formación de líderes en todos los niveles o estratos de una sociedad es una condición esencial para asegurar el éxito, aunque no sea la única, por cierto.
Para finalizar les comparto varios pensamientos reveladores:
“Conviértete en el tipo de líder que las personas seguirían voluntariamente, incluso si no tienes el título o la posición”. (Brian Tracy).
“Antes de ser líder, el éxito solo se trata del crecimiento propio. Una vez que te vuelves un líder, el éxito se define por el crecimiento de otros”. (Jack Welch).
“Si tus acciones inspiran a los demás a soñar, aprender y hacer más; eres un líder.” (John Quincy Adams).
“Nada pone a prueba la habilidad de un hombre para liderar a otros como su actuar día a día para liderarse a sí mismo.” (Thomas J. Watson).