En esta tarde-noche de Asunción el calor es decididamente sofocante. El asfalto parece derretirse, mientras las personas buscan refugio y algo de fresco donde sea. La final de una copa internacional de fútbol ha sumado miles de personas, a esta impactante y bella ciudad, la cual se ha quedado sin alojamientos, en su casco central, su pintoresca y moderna parte nueva y todas las ciudades que conforman el gran Asunción. Los hinchas argentinos de Racing festejan después de mucho tiempo, un nuevo título internacional, que revalida aquel primer campeonato obtenido hace mucho tiempo. Muchos vinieron munidos de una gran fe, esperanzados y de seguro habiendo pedido al creador o a quien sea, que hoy fuera una tarde-noche de festejos. La moneda de la alegría fue tirada al aire, mostrando cuando cayó al suelo, los colores celeste y blanco, los mismos que detenta nuestra enseña patria.
Aprovecho la palabra “pedido” para repasar dos de las más grandes acciones lingüísticas que distinguen al ser humano. La otra es el “ofrecimiento” o la “oferta”. Vivimos en una danza constante de pedidos y ofertas, que nos caracteriza como especie, nos diferencia a través de la capacidad de expresarnos. Cada vez que pedimos algo, y del mismo cada vez que ofertamos, el vínculo de confianza que une a ambas personas se llama “compromiso”, que no es más que una promesa que nos une con los otros y con uno mismo. Las relaciones humanas se construyen en una red interminable de promesas, que generan confianza, y que se expresan a través de pedidos y de ofertas.
Tenemos que entrenarnos para ser capaces de trabajar en una organización donde todos tengan una excelente relación, los proyectos y tiempos se cumplan sin protesta alguna y que incluso, todo fluya con completa naturalidad permitiendo que cada individuo de el cien por cien de sí para el bien del conjunto. Es posible, pero ¿Cómo se logra?. Podemos resignarnos a la idea de no alcanzar jamás un trabajo así, podemos enviar hoy mismo nuestro currículum, o aprender y transformar el lugar donde estamos actualmente, mediante una cultura de pedidos, ofertas y promesas. Nosotros tenemos la capacidad de accionar, para transformar positivamente los entornos de trabajo, donde nos relacionamos y convivimos.
¿Qué son los pedidos, ofertas y promesas?
Más allá de lo ya expresado, desde la mirada del coaching ontológico se sostiene un modelo de trabajo que refuerza las relaciones y a la vez, se le otorga una preponderancia a ese futuro ideal al que aspiramos: los pedidos, ofertas y promesas. Esta dinámica no es únicamente aplicable a individuos particulares, sino también a equipos de alto rendimiento.
Pedidos: Permiten que dejemos fluir nuestras ideas, planes y proyectos, y que a través de la solicitud de ayuda hacia otros, especializados en áreas distintas a las nuestras, podamos llevarlos a cabo.
Ofertas: Ser oferta para nuestros compañeros no sólo nos hace útiles y dar en conocimiento nuestras habilidades profesionales; también refuerza y genera lazos de confianza con quienes nos rodean.
Promesas: El compromiso es la base para caminar enfocados hacia el futuro. Al prometer algo, a los demás y a nosotros mismos, debemos ser conscientes de cuáles son nuestros horizontes de acción, saber y poder, para poder cumplir algo en base a los parámetros que establecemos con otros.
A continuación, describimos algunas recomendaciones útiles para empezar a aplicar esta rueda de comunicación efectiva en nuestras empresas, para generar los cambios que tanto anhelamos como equipo de trabajo.
- Lo principal y más importante en el inicio.
Una de las etapas fundamentales en una relación es el inicio de esta. Por ello, si trabajamos en una empresa con un amplio volumen de trabajadores, realizar dinámicas de presentación que se amplíen más allá de cada área hará que todos sean conscientes de quiénes están en cada sector y cómo pueden, de manera cierta y concreta realizar pedidos entre sí. “Entrenar en el arte de pedir y de ofrecer”. - El ingrediente infaltable: “la empatía”.
La mejor manera de hacer pedidos es ser empáticos con el resto. Para generar consciencia en cada miembro de una empresa, se pueden hacer ejercicios de “Shadowing”, que consiste en trabajos de observación profesional donde cada área intercambia a alguien de su equipo para que conozca cómo se trabaja en “el otro lado”.
Esta práctica, también es utilizada para introducir a los nuevos trabajadores, quienes, a través de la observación y seguimiento de sus superiores, aprenden poco a poco cómo se debe hacer cada trabajo. Actualmente, Microsoft y varias empresas más, aplican esta dinámica para generar empatía. - Aprendamos y enseñemos.
La clave para crecer personal y colectivamente es aprendiendo de forma constante y siendo, a la vez, generosos con nuestro conocimiento a la hora de compartirlo con alguien más; abriendo así, las posibilidades de que más adelante, algún compañero se anime a darnos la pieza clave que faltaba en nuestros proyectos.
Todos, dentro de nuestros saberes, contamos con un mar de conocimientos; pero ¿por qué no convertirlo en un océano? Esto es posible si todos prestamos un poco más de atención a lo que tienen que decir nuestros compañeros, o si nos atrevemos a participar dentro de una reunión corporativa, sólo por citar un ejemplo. - Abramos posibilidades.
No nos cerremos únicamente en lo que sabemos hacer. Si un compañero de otra área propone una idea, anímalo a juntarse con las áreas vecinas. Aprovechemos los momentos en el trabajo para pensar en todas las posibilidades que se abren desde la importante labor que realizas dentro de la empresa en la que trabajas.
Guardar nuestras opiniones e ideas, hace que las oportunidades se queden encerradas en nuestra imaginación y mucho tiempo después nos preguntemos: “¿qué hubiese pasado si…?”. Puede que en un inicio sientas miedo al rechazo cuando estés a punto de contar tus ideas, pero no hay nada mejor que descubrir que otros pueden ayudarnos a hacerla mejor. - Seamos pro-activos.
Seamos ofertas para los que nos rodean. Si alguien necesita ayuda, y está dentro de nuestros saberes la respuesta, no dudemos en ser partícipe y ayudar a dicha persona a encontrar la solución. Esta es una excelente práctica para incrementar la confianza y promover en los equipos el apoyo mutuo.
Como conclusión, si queremos generar ambiente de trabajo colaborativos, no perdamos ninguna oportunidad para fomentar las buenas relaciones. Cualquier ocasión donde se propongan proyectos, ingrese gente nueva, o incluso, cuando no comprendamos del todo las tareas de otros, serán excelentes oportunidades para impulsar el rendimiento y las buenas relaciones.
Un ambiente de trabajo donde se respeten los pedidos, las ofertas y las promesas, es un antes y un después respecto de los resultados, del clima y del confort que se siente. Sobre la base de respetar los compromisos con uno mismo y con los demás, se edifican los equipos de alto desempeño, resilientes ante los obstáculos y aprendientes tanto de los éxitos como de los fracasos.
Para finalizar les dejo una frase que pertenece a Peter Drucker:
“ A menos que se haga un compromiso, sólo hay promesas y esperanzas; pero no hay planes”.