Spreen… ¿que hiciste?

El debate sobre temas polémicos es sumamente necesario para encontrar nuevas maneras, que por lo general suelen ser mejores que las anteriores, o por lo menos pretenden serlo. La probabilidad del éxito es relativamente baja, del mismo modo que la probabilidad del fracaso, por lo que, vivimos inmersos en un conjunto de acciones de efectividad relativa, que se objetivan, cuando aparecen los números, la información, los datos y las ciencias estadísticas.

¿A qué viene todo este juego de palabras?

A tratar de poner sensatez sobre un hecho acontecido durante un partido oficial, en el cual se hizo debutar en primera división, a un jugador no profesional, el cual sólo estuvo durante un minuto en el campo de juego, sin tocar una sola vez la pelota. Este jugador es un difusor de contenido en tiempo real, vale decir coloquialmente, un streamer, que se valió de una campaña publicitaria, impulsada por una reconocida marca de bebidas energizantes, para cumplir el objetivo de debutar profesionalmente al fútbol.

Lo curioso o extraño de todo esto, es el hecho de que este jugador no posee una carrera previa en las divisiones inferiores de ese club o de otros, no tiene entrenamiento táctico y físico en la disciplina del fútbol, y por ende es un advenedizo total, en la materia.

Las sospechas de arreglos y apuestas extra deportivas, se sumó al combo de los temas a debatir o mejor dicho polemizar, mientras algunos dirigentes del fútbol, manifestaron públicamente que propiciarían una investigación sobre este caso, y algunos responsables deportivos del club de fútbol, expresaron sus públicas disculpas.

El reportaje al final del partido, al goleador del equipo contrario, fue un compendio de connotaciones negativas sobre este hecho. El mensaje a los jóvenes, que pretenden iniciar o continuar una carrera deportiva en el fútbol, fue la del sacrificio, la entrega, el compromiso, que por lo general van a acompañados de una alta dosis de resultados fallidos o fracasos. Hablo de la falta de respeto que conllevaba lo que se había permitido esa jornada, la falta de consideración por todos los que se esfuerzan día a día por intentar cumplir con sus sueños.

Los medios de comunicación reaccionaron casi al unísono, expresándose en contra de estas prácticas, tomando la declaración de este jugador que mencionamos, como un ejemplo a seguir para las generaciones que pretenden sostener una actividad profesional en el deporte.

La difusión de esta noticia, ocupó casi todos los portales informativos, las redes sociales y todos los medios de difusión formales e informales.Vale decir que, en términos promocionales, la movida fue exitosa, y es probable haya cumplido con creces los propósitos que se proponían ser alcanzados.
Viéndolo en un contexto general, se trata o se trató de un hecho aislado, que no produjo otras réplicas. Quedó como un globo de ensayo promocional, con mucha repercusión, ligada por cierta, a un sinnúmero de voces condenatorios.

Los medios masivos de comunicación abrieron canales de debate, donde se profundizaron los aspectos perniciosos, los que no ameritan que estas acciones no vuelvan a repetirse.
Hasta el momento se pueden destacar los siguientes elementos:

  • Fue un hecho promocional aislado
  • El conjunto general de la actividad futbolística no vio con buenos ojos la movida.
  • Se fortaleció la idea o el consenso de “la carrera o preparación que se necesita para desarrollar profesionalmente una actividad”.

Más allá de esto, creo que hubo otros hechos que no se difundieron o analizaron.

  • Este streamer es un emergente exitoso de una contracultura que “no es fruto del esfuerzo”.
  • Que esta y otras tantas actividades están dentro de una cultura de marketing, del que pocas actividades escapan.
  • Dentro de este apartado, los límites suelen ser difusos, ya que incluso los niños que antes acercaban las pelotas para el inicio del partido, han sido reemplazados por camioncitos guiados, que representan a una marca o empresa.
  • Que el mundo de las apuestas deportivas o de cualquier rubro es un negocio creciente, provocando problemas crecientes de adicción, que incluye a los niños.
  • Que no existe una condena unánime acerca de estos sitios de apuestas, los cuales reparten fondos por publicidad a todos los actores de la cadena deportiva.

Expresado todo esto, y ya en una opinión más personal y propia, la pregunta que me hago es si el real debate o polémica, no está desenfocada.

¿No será que hemos gastado mucho tiempo en condenar y debatir un hecho aislado, mientras los elefantes blancos nos pasan por el frente de nuestras narices?

Estamos inmersos en un mundo pleno de ansiedades, que se amortiguan con varias prácticas adictivas, tanto sociales como individuales, pero parece ser que, si la torta es repartida y beneficia a gran parte de los socios de la cadena de valor, tenemos paradigmas condenatorios distintos.

Soy un convencido que no se puede tapar el sol con las manos, pero al mismo tiempo creo no podemos ni debemos abandonar, la idea del debate y de la discusión positiva y productiva sobre este y varios temas más.

Mi desarrollo profesional y laboral, ha sido producto de miles de acciones individuales, en donde primaron el esfuerzo, la responsabilidad y el compromiso, y en donde también fueron efectivas las relaciones humanas, las actividades de promoción y algo del factor suerte.

No por ello voy a atacar el éxito de un streamer, por el hecho de suponer que consiguió todo lo que consiguió sin esfuerzo o sin inteligencia.

El aprovechamiento de los medios masivos de comunicación, es una habilidad que suma y mucho, al desarrollo de una actividad individual o social (club, empresa, asociación), por lo que no beneficiarse de ello resultaría un sinsentido.

Del mismo modo, resulta un despropósito, desentenderse de aquello que está produciendo daño a nuestros niños, adolescentes y adultos. Sobre este particular, hay mucho para debatir y dilucidar, sobre todo en lo que, a claras vistas, está siendo un fenómeno adictivo y difícil de controlar.

La tecnología, la inteligencia artificial, pueden ser aliados poderosos, para facilitar nuestras vidas y porque no para detectar a tiempo conductas, que pueden tornarse adictivas y denigrantes.

Próximo a encaminarme en otro proyecto profesional, ahora más allá de las fronteras de mi país, encuentro oportuno decir, que no creo en las recetas, en los mandatos, ni en los paradigmas que vinculan edades, con posibles cosas para hacer, como si hubiera tiempos preestablecidos para todo.

Lo importante, al menos para mí, es seguir nuestros propios designios y sueños, confiando en nuestras capacidades, las cuales incluyen la habilidad de tejer un número importante y gestionable de relaciones, mientras actuamos más allá de nuestras palabras, de manera coherente y consistente.

Para culminar les regalo una frase de las tantas que no me pertenecen.

“Un compromiso sin actuación tiene el mismo valor que una bicicleta sin ruedas; no lleva a ninguna parte”.

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