No es nada personal !

Habían quedado en llegar temprano para la reunión a la que habían sido invitados. Se juntaron al frente del hotel, unos cinco minutos antes de la cita. Entraron juntos, ilusionados por la respuesta que de seguro recibirían. En el lobby del hotel, que era el lugar elegido para la reunión, se olía a fragancia. Se sentaron con algo de ansiedad contenida, cada uno en un amplio sillón, munido, brillante y acogedor. La propuesta que habían entregado, unas dos semanas atrás, les había tomado varias jornadas de trabajo prepararla.

El estudio de arquitectura que habían formado, luego de haberse recibido, había ido creciendo en importancia a medida que fueron convenciendo a cada vez más clientes, de que sus proyectos eran sólidos, bien conceptuados, realizables, funcionales y estéticos. La comunión de trabajo, había sido una cuestión natural, ya que la primera comunión entre ambos había sido la amistad. Una relación nacida desde el mismo momento que compartieron bancos contiguos, durante el cursillo de ingreso. Andrés y Francisco, se transformaron en compañeros inseparables, compartiendo de ahí en más un poco más de seis años de estudio y casi un año más para aprobar la tesis. Una vez recibidos, no lo dudaron un instante, cuando decidieron fundar juntos el estudio de arquitectura, que les permitiría crear, diseñar, y vivir de su propio e independiente trabajo. El estudio ANFRA se convirtió, desde sus mismos orígenes, en un sello distintivo de su manera de ser y pensar las cosas, en función de la estética, la pulcritud, el compromiso y la responsabilidad.

Pasados un poco menos de una década de trabajo juntos, donde sobrevivieron a algunas crisis, tuvieron varios buenos proyectos, que les redituaron ingresos aceptables, aunque no suficientes como para despegar del todo, ahora se encontraban con esta oportunidad única y quizás irrepetible. José Luis, un antiguo compañero de la facultad, también arquitecto, había tomado contacto con una empresa de capitales saudíes, los cuales tenían un enorme interés de invertir en desarrollos inmobiliarios de calidad, del tipo condominios para familias adineradas. La idea era construirlos en distintos lugares del mundo, por lo general, en aquellas geografías cercanas a cursos de aguas correntosos y potentes, que les permitirían integrar el acomodado vecindario con la naturaleza agreste y vivificante. Los vecinos tendrían acceso no solo a su propiedad, sino a un colegio interno, club house, cancha de golf, embarcadero y zona de pileta y deportes.

La ribera de ese río caudaloso e inmenso de esta zona de Argentina, sería el primero de una serie de proyectos, que se replicarían en locaciones similares a lo largo de las geografías de distintos continentes. La chance era inmejorable, ya que de prosperar este. que sería el primero, la idea de los socios era la de elaborar un acuerdo con José Luis y los saudíes, de manera tal que ANFRA se convirtiera en una marca registrada mundial, a la hora de la construcción de condominios de elevada prestación. El anteproyecto que habían elaborado, les había demandado mucho trabajo de estudio previo, tratando de buscar antecedentes que les sirvieran, pero al mismo tiempo tratando de dotar a la idea, de varios puntos distintivos y característicos, que le dieran al proyecto un distingo de ser algo no visto, único y deseable. Se les ocurrió incluir el uso de energías renovables, tanto solares como geotérmicas, además de varios sistemas inteligentes de control, iluminación y seguridad. Por otro lado, el colegio, que sería tanto primario como secundario, tendría una clara orientación a la inteligencia artificial, la robótica, el diseño, el arte y las ciencias de avanzada. El proyecto incluía la posibilidad de que las personas comprarán sus viviendas mediante un sistema de leasing, con cuotas a pagar en veinte años, siendo transferible la propiedad luego de tres años de pagos ininterrumpidos.

La carpeta, que incluía todo lo básico para entender de que se trataba la concepción urbanística, se notaba elaborada con los detalles necesarios para convencer al más neófito. Los socios se encontraban confiados, de que no había ninguna posibilidad de fallar. José Luis, se los había dejado entrever, cuando les dijo que los saudíes estaban ansiosos por conocerlos. Estas personas, que estaban alojados en el hotel desde la noche anterior, les otorgarían una hora máximo para explicar y explayar el proyecto. Ellos le habían confirmado a José Luis que sería suficiente. Tanto la carpeta, como la reunión misma, estaban configuradas en idioma inglés, el cual ambos socios manejaban a la perfección. José Luis ya les había confirmado, que los empresarios extranjeros, se sentían cómodos comunicándose en ese idioma.

Unos minutos después de las 10 horas, ya todos se encontraban cómodamente sentados, en torno a la amplia mesa de reuniones del hotel. Los saludos y presentaciones del caso habían sido protocolares, pero con un dejo de familiaridad, que les había dado un grado de tranquilidad mayor a los disertantes. La exposición duró una media hora reloj, donde tanto Andrés como Francisco, no fueron interrumpidos, sino más bien escuchados con suma atención, tanto por José Luis, como por los empresarios saudíes. Cada tanto, los oradores se detenían a tomar pequeños sorbos de agua, como para refrescar la máquina y que las palabras en inglés fluyeran. Cuando terminó la presentación, tuvieron lugar las preguntas, que fueron debidamente respondidas, sin dejar lugar a dudas. El proyecto parecía fluir, esa era la presunción de los dos socios, ya que todas las contingencias habían sido cubiertas, incluyendo un precio acomodado en dólares, que irían cobrando mes a mes a medida del avance del desarrollo del proyecto.

Finalizada la reunión, se despidieron todos con un gran saludo. José Luis les dijo que él se quedaría charlando con los empresarios, que por favor lo esperaran en el lobby del hotel. Los dos socios, volvieron a tomar asientos en los mismos sillones, en donde habían estado esperando ser recibidos. El conserje les ofreció un café, que ellos aceptaron de buena gana. Se daban palabras de aliento entre sí. Todo parecía ir por buen camino. José Luis, les traería la buena noticia, y de ahí en más, sólo sería cuestión de trabajo, cosa que ellos sabían hacer y muy bien. Se sentían motivados, ya que este sería su primer gran peldaño, en una carrera que empezaba a ser prometedora. Sus planes a futuro eran muchos y variados, pero con el plafón de este negocio, se les facilitaría el camino.

Pasada una media hora, los nervios ya les empezaban a jugar una mala pasada. Su antiguo compañero de facultad aún no aparecía. En un momento dado, se preguntaron si no sería mejor irse y recibir la noticia después. Quizás, José Luis estaba en otros negocios con ellos, y la discusión había derivado en otros temas. Andrés comenzaba a levantarse, cuando casi al mismo tiempo José Luis aparecía por el vano que vinculaba al lobby con el resto del hotel. Venía con una cara difícil de descifrar. No estaba sonriente, pero al mismo tiempo no demostraba desazón. Se sentó al frente de ellos, juntando las manos y moviendo levemente los pies. El cuadro no lucía como debía hacerlo. La tensión iba creciendo en la comisura de los labios del antiguo compañero.

Las primeras palabras que salieron de la boca de José Luis fueron:

“Muchachos, esto no es nada personal, pero……. “ , un silencio de unos cuantos segundos……

“….. pero, la propuesta no fue suficientemente buena para convencerlos…….”.

El castillo de naipes se vino abajo con la leve brisa de unas palabras que no eran personales.

¿Cómo, que no es nada personal?

Todas las horas de trabajo, dedicación y tiempo fueron personales, y la negativa es personal, pensaban los dos socios, mientras no podían creer lo que había sucedido. José Luis podía no tomarlo personal, porque no había puesto nada o casi nada.

Ambos se levantaron de sus sillones, y se marcharon casi sin escuchar las explicaciones de José Luis.  Ellos seguían convencidos de la profundidad de las relaciones personales, y del impacto personal de las cosas. No iban a admitir que les quisieran hacer creer que “no es nada personal”.

Mientras caminaban de regreso, en busca de su automóvil estacionado, seguía resonando en su cabeza, la impersonal sentencia: “no es nada personal”……

Ellos elegían seguir siendo personas con muchas cuestiones personales.

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