Amada, odiada e invisible !

Los escritores en su gran mayoría expresan una filosofía que les da un marco de referencia a sus pensamientos, a veces puestos en palabras que les hacen decir a sus protagonistas. Escribir no es un acto solo descriptivo, sino que por lo general viene acompañado de juicios, declaraciones y expresiones de maneras de ver y pensar las cosas.

Un ensayo es un claro ejemplo de como la filosofía se mete de lleno en la prosa, pero el modo de interpretar la realidad aparece claramente tanto en un cuento, como una novela, una fábula e incluso mismo en el sentir poético emanado de un verso de amor.

Ninguna persona cuando se expresa puede escapar de sus paradigmas, mapas mentales y vivencias pasadas, presentes y futuras. Negar subjetividad y personalismo en las expresiones lingüísticas es como negar que el sol sale todas las mañanas. Luchar contra nuestra propia naturaleza humana, tanto individual como colectiva, declarando que nuestros pensamientos o procederes son puramente razonables, impolutos y desprovistos de tendencias, solo nos hace quedar en ridículos. Empecinarnos en querer sostener la razón cuando es materia opinable es lo que nos hace alejarnos de nosotros mismos y de los demás.

Escribir, mal, bien o regular, no nos hace exentos de fijar posiciones, porque la pulcritud o buen arte, es sólo la cosmética de la expresión.

Por todo lo expuesto (sobre lo cual se podrá asentir, disentir o hacerlo de manera parcial) es que la sociedad se construye, siendo las leyes claros ejemplos de ordenamientos colectivos sobre los que se edifican las comunidades. Estado, justicia, parlamento, empresariado, pueblo, trabajo, y otras tantas más, son entelequias creadas para dar nombre a los sistemas que nos rigen individualmente para conformar una sociedad con valores.

Los escritores que han osado manifestarse por uno u otro sistema político, o por una u otra escala de valores, han sido amados y odiados casi en forma proporcional, por todos aquellos, que se sienten representados o discriminados por sus ideas, expresadas a través de la lengua, siendo esta última la que nos ayuda a distinguir, dando entidad a objetos, hechos y circunstancias mediante una denominación que parece ser inequívoca.

Izquierda y derecha, individualismo y socialismo, materialismo y espiritualidad, parecen vocablos antagónicos, aunque ciertamente unidos por los extremos. La paleta de grises que nos humaniza, es lo que se hace difícil de sostener, entre el blanco y negro, que parecen ambos que tuvieran mayor peso.

A continuación, una breve reseña de una escritora que puso su impronta y su pensamiento, para algunos de un solo lado de la balanza, para otros no tanto, y para la gran mayoría que no la conoce y ni siquiera sabe quien es y qué hizo, resultó y resulta ser una ignota intelectual sobre la cual no hay porque preocuparse.

Alisa Zinóvievna Rosenbaum (San Petersburgo, 2 de febrero de 1905-Nueva York, 6 de marzo de 1982), conocida como Ayn Rand, fue una filósofa y escritora rusa, nacionalizada estadounidense. Autora de las novelas El manantial y La rebelión de Atlas, desarrolló un sistema filosófico conocido como “objetivismo”.

Ayn Rand nació el 2 de febrero de 1905 en San Petersburgo (Imperio ruso). Era la mayor de tres hermanas de una familia judía, aunque sus padres no eran practicantes. Desde muy joven sintió un fuerte interés por la literatura y por el arte cinematográfico, y empezó a escribir novelas y guiones a los siete años. Leyó las novelas de Alejandro Dumas y Walter Scott, entre otros escritores románticos, expresando un apasionado entusiasmo por el movimiento romántico. Descubrió al escritor Víctor Hugo a los trece años, tras lo cual quedó prendada por sus novelas. Durante sus años en la escuela secundaria, fue testigo en 1917 tanto de la Revolución de Febrero como de la Revolución Bolchevique. Para escapar de los combates de la revolución, su familia se fue a Crimea, donde ella terminó la escuela secundaria.

Una vez que su familia regresó de Crimea, Rand se matriculó en la Universidad de San Petersburgo para estudiar filosofía e historia; de la cual se graduó en 1924. Como admiradora del cine, se inscribió ese mismo año en el Instituto Estatal de Artes Cinematográficas para aprender a escribir guiones cinematográficos. Fue en esa época cuando consiguió publicar por primera vez un folleto sobre la actriz Pola Negri (1925) y un folleto titulado Hollywood: American Movie City (1926), folletos que han sido reimpresos en 1999 en los llamados Escritos de Rusia en Hollywood. Descubrió también en la universidad al filósofo Nietzsche, de quien apreciaba mucho su exaltación de lo heroico y del individuo heroico, aunque años más tarde criticaría fuertemente lo irracional de su filosofía. Su mayor influencia la recibió de Aristóteles, al que consideraba el mayor filósofo del mundo y apreciaba en especial su Órganon.

Conociendo Nueva York por las películas estadounidenses, Rand tenía muy claro que quería emigrar a los Estados Unidos. Años más tarde escribió Los que vivimos, un relato de primera mano de aquellos años y de la atmósfera de la Rusia soviética, sobre el cual dijo: “Es lo más cercano a una autobiografía que haya escrito nunca”. A finales de 1925 obtuvo permiso para salir de la U.R.S.S. y visitar a sus familiares en los Estados Unidos, a donde llegó en febrero de 1926, con veintiún años. Aunque les dijo a las autoridades soviéticas que su visita sería corta, estaba decidida a no regresar nunca a Rusia. Pasó los siguientes seis meses con sus parientes en Chicago, en donde obtuvo una prórroga de su visado, y luego continuó hacia Hollywood para comenzar su carrera como guionista.

Ya en Hollywood, aceptaba cualquier tipo de trabajo para pagar sus gastos básicos. Casualmente conoció allí a Cecil B. De Mille, quien se interesó por ella y sus experiencias. De Mille le mostró el funcionamiento básico de un estudio de cine y le ofreció trabajo como extra, el cual Rand aceptó, apareciendo así de forma visible entre los extras en el metraje Rey de reyes. En el rodaje de la película conoció, además, al que sería su marido el resto de su vida: el también actor Frank O’Connor, con quien se casó en 1929. En 1931, recibió la ciudadanía estadounidense. Cinco años después, en 1936 escribió: “Llámenlo destino o ironía, pero yo nací, de entre todos los países de la tierra, en el menos conveniente para una fanática del individualismo: Rusia. Decidí ser escritora a la edad de nueve años, y todo lo que he hecho se ha circunscrito a tal propósito. Soy estadounidense por elección y convicción. Nací en Europa, pero emigré a Estados Unidos porque este era el país donde una podía sentirse totalmente libre para escribir”.

Tras años en el país norteamericano, en 1973 dio una conferencia en la West Point y declaró: “Puedo decir, y no como un mero patrioterismo, sino con el conocimiento completo de las necesarias raíces metafísicas, epistemológicas, éticas, políticas y estéticas, que Estados Unidos es el más grande, noble y, en sus principios fundadores originales, el único país moral en la historia del mundo”. Un año después fue sometida a una cirugía por cáncer de pulmón en 1974 debido a su tabaquismo. En 1976, dejó de escribir en su periódico y a pesar de sus objeciones iniciales, le permitió a Evva Pryor, una trabajadora social de la oficina de su abogado, que la inscribiese en el programa de seguridad social Medicare.

Falleció en 1982 y fue enterrada junto a su marido en el cementerio de Valhalla (estado de Nueva York). La pareja no tuvo hijos.

Ayn Rand sostenía:

La vida como fundamento de los derechos.

Cada individuo debe elegir mediante la razón qué valores quiere para su vida y los medios para alcanzarlos.

El individuo tiene derecho a existir para sí mismo, sin sacrificarse por los demás ni sacrificando a los demás para sí mismo.

Nadie tiene derecho a iniciar el uso de la fuerza física contra otro ser humano, sea cual sea el fin que quiera obtener.

La realidad existe de forma absolutamente objetiva. Los hechos son los hechos independientemente de los sentimientos, deseos y temores del hombre.

En La virtud del egoísmo Rand escribió sobre la vida:

“Hay solo un derecho fundamental (todos los otros son sus consecuencias o corolarios): el derecho del hombre a su propia vida. La vida es un proceso de autosustento y acción autogenerada; el derecho a la vida significa el derecho a ocuparse en el autosustento y la acción autogenerada, lo que significa que la libertad consiste en ejecutar todas las acciones requeridas por la naturaleza de un ser racional para el sustento, el fomento, la satisfacción y el disfrute de su propia vida”.

En Derechos del hombre dijo:

“El derecho a la vida es la fuente de todos los derechos, y el derecho a la propiedad es solo su realización. Sin derechos de propiedad, ningún otro derecho es posible. Ya que el hombre tiene que sostener su vida por su propio esfuerzo, el hombre que no tiene derecho al producto de su esfuerzo no tiene medios de sostener su vida. El hombre que produce mientras otros disponen de su producto es un esclavo.”

En La rebelión de Atlas escribió sobre el trabajo manual, los empresarios y los inventores:

“El hombre que no hace más que labor física consume el valor material equivalente a su propia contribución al proceso de producción y no deja más valor ni para sí mismo ni para otros. Pero el hombre que produce una idea en cualquier campo de empeño racional, el hombre que descubre nuevo conocimiento, es el permanente benefactor de la humanidad…”

“El hombre que crea una nueva invención recibe un pequeño porcentaje de su valor en términos de pago material, no importa qué fortuna haga.”

Ayn Rand no se consideraba a sí misma como “de derechas” (tampoco “de izquierdas”). En innumerables ocasiones Ayn Rand declaró “I am not a conservative” (no soy conservadora), al mismo tiempo que declaraba vehementemente su oposición a Ronald Reagan. En el espectro político usualmente se la ubica en la derecha política por su apego a un tipo de individualismo “heroico y capitalista”.

Desde cierto punto de vista, se la puede considerar como una seguidora del ideal liberal libertario o simplemente “liberal”. Ella estaba de acuerdo en buscar la maximización de los derechos del individuo desde un análisis liberal individualista; sin embargo, Rand también buscaba maximizar lo que consideraba beneficios de la propiedad privada y del sistema capitalista, lo cual se identifica con los conservadores, quienes a su vez son considerados de derecha. No obstante, Ayn Rand denostó hasta su muerte a los liberales libertarios, a los que llamaba “hippies de derechas”.

Algunos puntos de la ideología de Ayn Rand sugerirían su no adscripción ideológica a la derecha conservadora:

Defendía el ateísmo como única postura racional ante el concepto Dios, al que consideraba indemostrable racionalmente, es una suma de contradicciones metafísicas y, por lo tanto, un atentado contra el funcionamiento mental del hombre que lo acepte.

Defendía la total libertad a la hora de producir, distribuir (solo a adultos) y consumir cualquier tipo de drogas, a pesar de condenar radicalmente su consumo como un atentado contra lo más valioso que tiene cada individuo: su mente. Como afirmó repetidamente, la libertad, si nos tomamos el concepto en serio, supone también la libertad para equivocarse, y, si alguien quiere tomar drogas, la libertad para suicidarse.

Condenaba absolutamente el reclutamiento forzoso de soldados, al que equiparaba con la esclavitud. Llegó a afirmar que todas las proclamas sobre la importancia del derecho a la propiedad hechas por los derechistas en Estados Unidos eran palabras huecas, ya que apoyaban la conscripción forzosa en el ejército. «¿Qué sentido tiene el tener derecho a tener una cuenta corriente si uno no tiene derecho a su propia vida?», afirmó.

Defendía el derecho absoluto de las mujeres a abortar si así lo deseasen, ya que cada individuo tiene un derecho absoluto sobre su vida y su cuerpo.

Se defendía como antisocialista y anticomunista por considerarlas una forma de opresión.

Defendía un Estado limitado, algo diametralmente opuesto a la proclama fascista “todo dentro del Estado, nada fuera del Estado”.

Defendía el derecho absoluto a distribuir, entre adultos, cualquier tipo de texto o medio audiovisual, incluida propaganda nazi, comunista o pornografía (que aborrecía, al considerarla como un atentado contra la sexualidad y el buen gusto, pero cuyo derecho a ser producida y distribuida defendía vehementemente). Sostenía que “las ideas no delinquen”, y que solo se debían castigar los actos delictivos. Afirmaba que cualquier intento de que el Estado limitase la expresión de ideas erróneas, equivocadas o peligrosas solo podía terminar en una censura total de las ideas impopulares.

Basándose en el principio de que la esfera de la libertad del individuo solo puede autorrealizarse a través de la propiedad privada, Ayn Rand reconoce en el sistema político capitalista la afirmación de la economía libre y el ideal del autointerés personal mediante la cooperación social en el mercado. Partiendo de esta base Rand procede a identificar mediante el principio de no agresión al trabajo personal. En esto la doctrina de Ayn Rand es coincidente con lo sostenido por lo que se considera la derecha liberal, por cuanto que las desigualdades no serían estructuralmente impuestas por la sociedad, sino producto de la utilidad desigual de los bienes productivos en el mercado libre, sean estos el capital o el trabajo asalariado. Desasociaba así cualquier relación necesaria entre poder económico (defensivo) y poder político (agresivo), presentándolos como opuestos naturales.

Su filosofía ha sido así apologética del orden social capitalista puro sin intervención gubernamental, y por ende el modelo, a la vez ético y utilitario, para muchos grandes empresarios en la búsqueda del éxito en los negocios que no dependan de la coerción política. La influencia del egoísmo individualista racional se puede rastrear hasta la obra de Milton Friedman al respecto de la idea de internalización de las externalidades, limitando la responsabilidad corporativa al beneficio de los accionistas, así como en los trabajos de Robert Hessen y Stephen Hicks sobre la ética en los negocios.

Su pensamiento ha tenido más eco en Estados Unidos que en Europa, donde su impacto intelectual habría sido mucho menor.

Ayn Rand toma protagonismo con sus ideas, debido a un mundo inestable y doliente en muchos aspectos. Otros filósofos de otras vertientes asumen nuevos protagonismos en un mundo que pareciera carecer de soluciones a problemas ancestrales.

No maten al emisario, ni tampoco a las ideas.

Escribir no es un hecho meramente objetivo.

Lo rico es poder degustar toda la paleta de helados.

Any, la soviética, que fue amada, odiada e invisible.

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