Cervantes dixit !

Miguel de Cervantes Saavedra es para muchos el escritor español por antonomasia. La literatura universal recibió su mejor y más magnifico legado: «El Quijote de la Mancha». La idea de este fin de semana, no es la de entrar en detalles, acerca de este interesante volumen de las letras, ni adentrarnos en su entraña filosófica, ni en el resto de grandes y consistentes virtudes. Tampoco la de mostrar la biografía del hombre de letras, o el hombre de armas, o el hombre de pensares profundos o el hombre espiritual o el hombre familiar, que convivían todos juntos en una única persona, cuya lucidez fue capaz de producir la obra literaria más difundida del mundo.

Si existe un objetivo central, tal es el de rescatar a la dimensión humana, sencilla y simple de un escritor que abordó la complejidad del ser humano, sus vicios y virtudes, desde la llaneza del lenguaje, desprovisto de menciones elípticas o un tanto rebuscadas de las cosas. Llegar al hombre común, siendo un hombre culto, le valió a Cervantes la posibilidad de ser un escritor de lectura universalizada, y sus historias adoptadas como propias y ejemplificadoras, no sólo en países de habla hispana.

Una de las distinciones de la narrativa de Cervantes, es la inclusión de frases o refranes, derivadas de la cultura popular, en un número tal, que lo transforman en un afamado difusor de sentencias populares. Este es uno de los hechos que desde su riqueza cultural lo acercan a la ilustración de las tradiciones y las masas. En El Quijote se lee: “Paréceme Sancho que no hay refrán que no sea verdadero, porque todas son sentencias sacadas de la experiencia, madre de la ciencia todas…”. Más adelante don Quijote reprende a Sancho por la gran cantidad de refranes que usa, pero en la reprimenda incluye también refranes como se lo hace saber Sancho.

A lo largo de El Quijote aparecen no menos de cien refranes que reflejan diferentes experiencias de vida del ser humano. Algunos de ellos contradicen lo expresado por otros, de la misma manera que en la vida existen contradicciones que tenemos que afrontar como tales. Algunas de ellas nos hacen sonreír cuando las vemos expresadas desde una cierta distancia.

La cara es el espejo del alma. / Las apariencias engañan.

A quién madruga Dios le ayuda. / No por mucho madrugar amanece más temprano.

Piensa mal y acertarás. / Piensa el ladrón que todos son de su condición.

Más vale pájaro en mano que ciento volando. / Quién no arriesga no gana.

En boca cerrada no entran moscas. / El que calla otorga.

A la tercera va la vencida. / No hay dos sin tres.

Mala hierba nunca muere. / No hay mal que dure cien años.

Quién a buen árbol se arrima buena sombra le cobija. / A quién buen árbol se arrima mejor rayo le parte o mejor pájaro le caga.

El que la sigue la consigue. / Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe.

Ten cerca a los amigos, pero más a los enemigos. / A enemigo que huye puente de plata.

Otros que no corresponden al Quijote, pero que de cualquier manera se contraponen:

La intención es lo que cuenta. / El Infierno está empedrado de buenas intenciones.

En la mucha necesidad, se conoce al amigo de verdad. / No hay amigo ni hermano, si no hay dinero en la mano.

Cada refrán por sí es verdadero, como dice El Quijote, porque es sacado de la experiencia, de la vida misma, pero también es verdad que la vida es compleja y genera experiencias que aparentemente contradicen a las otras.

Los seres humanos somos seres complejos sujetos a experiencias contradictorias que no podemos separar, porque todas ellas nos pertenecen, ni tampoco podemos clasificar y poner las etiquetas de buenas y malas. Esas experiencias simplemente existen y son humanas de tal manera que nos forman y nos hacen seres únicos no solo como especie sino como individuos.

Los hombres y mujeres tenemos horas altas y horas bajas, alegrías y tristezas, dolores y gozos. Todas ellas son experiencias reales que no tiene sentido catalogarlas y clasificarlas de buenas y malas. Esto no tiene nada que ver con el relativizar todas las cosas y los diferentes valores de ellas. Simplemente es aceptar las cosas tal como son y aprender de las experiencias vitales que muchas veces están reflejadas en los refranes.

La ciencia y los refranes

Los diferentes refraneros, no únicamente el español, tienen fama de representar un pensamiento conservador, cuando no directamente desfasado o retrógrado. En muchas ocasiones, los dichos se han ganado esta fama a pulso, como aquel “la mujer honrada, con la pierna quebrada y en casa” que reproducía Benito Pérez Galdós en Tristana. En otras tantas, se trata de principios que anticipan la visión ideológica del karma (“el que siembra vientos, cosecha tempestades”), consuela al débil (“Dios aprieta pero no ahoga”), resume la filosofía del rumor periodístico (“si el río suena, agua lleva”) o parece apuntar a la corrupción política (“el que parte y reparte se lleva la mejor parte”). Podemos plantear un ejercicio de ciencia ficción, en el sentido estricto del término y preguntarnos si alguna investigación surgida de ámbitos sociológicos, psicológicos o científicos ha conseguido demostrar algunas de las máximas de la sabiduría popular. Parece ser que así es, ya que, en repetidas ocasiones, la sabiduría del pueblo ha aparecido reflejada en las conclusiones de los estudios de las revistas científicas de mayor impacto, quizá sin que sus autores sospechasen dicha conexión entre lo riguroso y el conocimiento oral. Probemos con algunos de los más conocidos, que han sobrevivido a décadas de desgaste.

A río revuelto, ganancia de pescadores

Esta máxima sugiere que es en las situaciones de confusión o en las que se producen más desencuentros cuando aquellos más hábiles son capaces de sacar tajada. Por una parte, nos puede recordar a que la crisis económica del 2008 no ha empobrecido a toda la población por igual, sino que ha debilitado a las clases medias y bajas mientras que ha enriquecido aún más a las que se encontraban en lo más alto de la pirámide social. Pero, desde un punto de vista más positivo, puede entenderse como que las crisis son el momento ideal para invertir en activos devaluados que con el tiempo aumentarán de valor.

El que mucho abarca, poco aprieta

Hoy en día ya se encuentra en boca de todos el multitasking, es decir, pensar que somos capaces de hacer varias tareas al mismo tiempo y, todas ellas, bien. Como explicó Nicholas Carr en el célebre Superficiales: ¿qué está haciendo internet con nuestras mentes? (Taurus), los que más cosas hacen a la vez son los que peores resultados obtienen.

Con la barriga vacía, ninguno muestra alegría

El hambre y sus efectos en el organismo, especialmente en nuestro cerebro, ha preocupado repetidamente a los científicos. Por una parte, se encuentran aquellos que creen que el hambre efectivamente agudiza el ingenio, puesto que la grelina, la hormona del apetito, obliga al hombre a buscar alimentos. Pero también se encuentran aquellas investigaciones, como la realizada por Jonathan Levav de la Escuela de Negocios de Columbia, que demostraba que los jueces tienden a negar la libertad condicional a quienes la solicitan cuando sienten hambre, puesto que es la opción menos conflictiva para ellos.

El tiempo todo lo cura menos vejez y locura

Las ciencias de la salud han avanzado sensiblemente durante el último siglo y medio, hasta el punto que hemos sido capaces de erradicar un gran número de enfermedades y alargar la esperanza de vida hasta límites insospechados. Pero aún hay algo que se escapa a los médicos, y es la desaparición de las enfermedades neurodegenerativas asociadas con la vejez como el alzhéimer. Lo máximo que podemos hacer es retrasar la aparición de una de las grandes plagas de nuestro tiempo.

Haz bien y no mires a quien

Innumerables investigaciones, como la realizada por el neurocientífico del National Institute of Health estadounidense Jordan Gaffman, han recordado que dar dinero a los demás nos hace tan felices como obtenerlo. El altruismo previene contra el estrés y la depresión, pero no únicamente con nuestros seres queridos, sino también con los que no conocemos, aquello que ha sido descrito por los evolucionistas como un error evolutivo.

La suerte de la fea, la guapa la desea

En los últimos años, y como han denunciado varias mujeres como Samantha Brick, productora y consultora televisiva para la FOX, la BBC o la MTV, las mujeres bellas parecen estar sufriendo una importante discriminación en el puesto de trabajo, en cuanto que se sienten apartadas por jefas inseguras y otras mujeres que temían temen de ser el centro de atención. No sólo ocurre entre ellas: los hombres también se quejan de que una buena apariencia les impide ascender en sus carreras profesionales.

Más vale prevenir que curar

Aunque el debate aún se encuentra abierto y hay buenas razones para pensar lo contrario (dicha tesis ha llegado a recibir el nombre de la falacia de Beveridge), son muchos los profesionales sanitarios que apuestan por una política basada en la prevención y no en la sanación, puesto que ello permitirá ahorrar una gran cantidad de costes. Se trata de una idea popular en muchos discursos políticos y sociales, incluido el de Barack Obama.

Piensa mal y acertarás

Quizá los pesimistas no siempre tengan razón como sugiere el dicho, pero sí que viven más tiempo, como explicaba un estudio publicado por la Asociación Psicológica Americana. Este demostraba que los ancianos que no tenían grandes expectativas sobre el resto de su vida tendían a vivir más que aquellos que pensaban que tenían unos cuantos años de placeres y felicidad por delante.

A nadie le amarga un dulce

Ni siquiera un chocolate, ya que como explicó una investigación publicada en Current Biology, comer una tableta de chocolate puede generar un efecto en el cerebro similar al que se experimenta cuando se consumen drogas, puesto que permite la liberación de encefalina, que provoca una sensación de placer. El consumo exagerado de dulces puede llegar a afectar nuestro rendimiento mental (no digamos ya a engordarnos), así que debemos aprender a rechazar esas tentaciones que se presentan tan seductoras, aunque está claro que la sensación de placer que producen es consistentemente cierta.

Para finalizar y en honor a uno de los más grandes creadores de la historia humana, un pasaje del Quijote, donde aparece el conocimiento popular en forma de refranes y la discusión en torno a ellos, con consejos de Don Quijote para su leal escudero (como ya mencionamos al principio, acerca de no usarlos tan a menudo).

—Tú has dicho muy bien —dijo don Quijote—, y podrá llamarse el bachiller Sansón Carrasco, si entra en el pastoral gremio, como entrará sin duda, «el pastor Sansonino», o ya «el pastor Carrascón»; el barbero Nicolás se podrá llamar «Niculoso», como ya el antiguo Boscán se llamó «Nemoroso16»; al cura no sé qué nombre le pongamos, si no es algún derivativo de su nombre, llamándole «el pastor Curiambro». Las pastoras de quien hemos de ser amantes, como entre peras podremos escoger sus nombres; y pues el de mi señora cuadra así al de pastora como al de princesa, no hay para qué cansarme en buscar otro que mejor le venga; tú, Sancho, pondrás a la tuya el que quisieres.

—No pienso —respondió Sancho— ponerle otro alguno sino el de Teresona, que le vendrá bien con su gordura y con el propio que tiene, pues se llama Teresa; y más, que celebrándola yo en mis versos vengo a descubrir mis castos deseos, pues no ando a buscar pan de trastrigo por las casas ajenas. El cura no será bien que tenga pastora, por dar buen ejemplo; y si quisiere el bachiller tenerla, su alma en su palma.

—¡Válame Dios —dijo don Quijote—, y qué vida nos hemos de dar, Sancho amigo! ¡Qué de churumbelas han de llegar a nuestros oídos, qué de gaitas zamoranas, qué de tamborines y qué de sonajas y qué de rabeles! Pues ¡qué si destas diferencias de músicas resuena la de los albogues! Allí se verá casi todos los instrumentos pastorales.

—¿Qué son albogues —preguntó Sancho—, que ni los he oído nombrar, ni los he visto en toda mi vida?

—Albogues son —respondió don Quijote— unas chapas a modo de candeleros de azófar, que dando una con otra por lo vacío y hueco hace un son, que, si no muy agradable ni armónico, no descontenta y viene bien con la rusticidad de la gaita y del tamborín. Y este nombre albogues es morisco, como lo son todos aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en al, conviene a saber: almohaza, almorzar, alhombra, alguacil, alhucema, almacé, alcancía y otros semejantes, que deben ser pocos más; y solos tres tiene nuestra lengua que son moriscos y acaban en í, y son borceguí, zaquizamí y maravedí; alhelí y alfaquí, tanto por el al primero como por el í en que acaban, son conocidos por arábigos. Esto te he dicho de paso, por habérmelo reducido a la memoria la ocasión de haber nombrado albogues; y hanos de ayudar mucho al parecer en perfeción este ejercicio el ser yo algún tanto poeta, como tú sabes, y el serlo también en estremo el bachiller Sansón Carrasco. Del cura no digo nada, pero yo apostaré que debe de tener sus puntas y collares de poeta; y que las tenga también maese Nicolás, no dudo en ello, porque todos o los más son guitarristas y copleros. Yo me quejaré de ausencia; tú te alabarás de firme enamorado; el pastor Carrascón, de desdeñado, y el cura Curiambro, de lo que él más puede servirse, y, así, andará la cosa, que no haya más que desear.

A lo que respondió Sancho:

—Yo soy, señor, tan desgraciado, que temo no ha de llegar el día en que en tal ejercicio me vea. ¡Oh, qué polidas cuchares tengo de hacer cuando pastor me vea! ¡Qué de migas, qué de natas, qué de guirnaldas y qué de zarandajas pastoriles, que, puesto que no me granjeen fama de discreto, no dejarán de granjearme la de ingenioso! Sanchica mi hija nos llevará la comida al hato. Pero, ¡guarda!, que es de buen parecer, y hay pastores más maliciosos que simples, y no querría que fuese por lana y volviese trasquilada; y tan bien suelen andar los amores y los no buenos deseos por los campos como por las ciudades y por las pastorales chozas como por los reales palacios, y quitada la causa, se quita el pecado, y ojos que no veen, corazón que no quiebra, y más vale salto de mata que ruego de hombres buenos.

—No más refranes, Sancho —dijo don Quijote—, pues cualquiera de los que has dicho basta para dar a entender tu pensamiento; y muchas veces te he aconsejado que no seas tan pródigo de refranes, y que te vayas a la mano en decirlos, pero paréceme que es predicar en desierto, y castígame mi madre, y yo trómpogelas.

—Paréceme —respondió Sancho— que vuesa merced es como lo que dicen: «Dijo la sartén a la caldera: Quítate allá, ojinegra». Estáme reprehendiendo que no diga yo refranes, y ensártalos vuesa merced de dos en dos.

—Mira, Sancho —respondió don Quijote—: yo traigo los refranes a propósito, y vienen cuando los digo como anillo en el dedo, pero tráeslos tú tan por los cabellos, que los arrastras, y no los guías; y si no me acuerdo mal, otra vez te he dicho que los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios, y el refrán que no viene a propósito antes es disparate que sentencia. Pero dejémonos desto, y pues ya viene la noche retirémonos del camino real algún trecho, donde pasaremos esta noche, y Dios sabe lo que será mañana.

Retiráronse, cenaron tarde y mal, bien contra la voluntad de Sancho, a quien se le representaban las estrechezas de la andante caballería usadas en las selvas y en los montes, si bien tal vez la abundancia se mostraba en los castillos y casas, así de don Diego de Miranda como en las bodas del rico Camacho y de don Antonio Moreno; pero consideraba no ser posible ser siempre de día ni siempre de noche, y, así, pasó aquella durmiendo, y su amo velando.

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