Una de las principales calamidades del siglo XX, que se continúa en el siglo XXI es la falta de sentido tanto individual como social. Muchas personas carecen de un propósito firme en sus vidas, tanto es así, que es considerado como normal no tener un norte.
La vida es tomada por muchos como un hecho fortuito, como una sucesión de aleatoriedades, donde resulta difícil encontrar equilibrio, bienestar y una sensación de felicidad.
Como decía Simone de Beauvior,
“Declarar que la existencia es absurda es negar que se le pueda dar sentido alguna vez; decir que es ambigua es afirmar que su significado nunca es el mismo, que constantemente ha de ser adquirido”.
o Mary Wollstsonecraft”,
“Nada contribuye más a tranquilizar la mente como un firme propósito, un punto en el que el alma pueda fijar su ojo intelectual”.
La filosofía existencialista se encargó de fomentar una idea de seres extremadamente relajados, garabateando filosofía y poesía, en una visión romántica y despojada de la vida. Los que sortearon esta etapa, dentro de esta corriente de pensamiento, luego de haber negado la existencia de Dios como un sentido superior, pudieron sin embargo enfocarse en la tarea de encontrar otro sentido, algo que puede definirse de este modo: si venimos de la nada y vamos hacia la nada, pasemos el tiempo que nos queda celebrando la existencia misma de la vida.
El gran desafío que nos queda es usar el libre albedrío para descubrir que significa para cada uno de nosotros vivir auténticamente, creando nuestro propio sentido de autenticidad.
La pregunta filosófica por excelencia: ¿cuál es el sentido de la vida? no tiene una respuesta, sino millones, dependiendo de cada persona que se anime a responderla, aunque la respuesta carezca de objetividad, no sea acabada, ni aplicable a cualquier circunstancia de nuestras vidas. La filosofía no es una ciencia exacta sino la madre de todas las preguntas, pero que no tiene las precisas respuestas.
La primera clave es distinguir entre significado y propósito. Estos términos suelen usarse indistintamente, como si implicarán lo mismo, pero es necesario establecer diferencias, que resulten sutiles para algunos, pero diferencias al fin.
El propósito es un objeto último o un fin que ha de alcanzarse. Es una meta.
El significado tiene que ver con el modo en el que desarrolla una vida sobre una base continuada, en la manera en que ocurren las cosas, no en el resultado final o en el objetivo buscado.
Dos ejemplos simples para entender la diferencia pueden ser:
- Estoy sentado en un restaurant y pido el menú para ver que ofrece. El propósito del menú es ayudarme a elegir el plato que voy a comer. El significado del menú es toda la información que posee para ayudarme con la elección.
- Estoy en un viaje por la carretera y uso un mapa GPS para guiarme. Ese dispositivo tiene como propósito guiarme a mi destino. El significado de ese mapa es la representación del territorio, aunque no sea el territorio.
¿Puede haber significado sin propósito y viceversa?
Volviendo sobre los ejemplos podemos encontrar las respuestas (que no son verdades absolutas).
- Supongamos que el menú está en francés y yo no sé nada de francés. El propósito del menú sigue estando, pero no significa nada para mí, ya que no puedo interpretar la información. Del mismo modo, puedo saber francés, pero el precio de los platos es tan elevado que no me alcanza el dinero para comer. El menú tiene significado para mí, pero no sirve a mi propósito ya que no puedo comer.
- Normalmente no basta con trazar una línea sobre un mapa para llegar a un lugar deseado. El mapa tiene significado para mí, pero no tengo propósito de llegar a ningún lado. Viceversa, tengo la idea de ir a Roma, pero el GPS tiene información desactualizada, por lo que no adquiere el significado que busco para mí.
Si dispongo de algún propósito conocer el significado de las cosas puede colaborar para que yo lo alcance. Pero si no tengo propósito los significados me serán menos útiles. El mapa más exacto del mundo no tiene significado para mí si no tengo intenciones de ir a ningún lado.
Nos sentimos mucho más plenos cuando tenemos un propósito de vida. A partir de ahí encontramos significados, aunque algunos de ellos no contribuyan a nuestro propósito. Es un ejercicio saber cuáles son los significados (o modos de…..) que se alinean con nuestro propósito. Se puede vivir con muchos significados y sin propósito, pero la vida carecerá finalmente de sentido. Del mismo modo, tener un propósito no garantiza que la vida sea significativa.
Se puede tener un solo propósito durante toda su vida, o una serie de propósitos fluctuantes acorde a los diferentes momentos de la vida. Por ejemplo, primero la paternidad, pero cuando los hijos son mayores, tomar al desarrollo profesional como el propósito sustancial. Una famosa cita bíblica nos dice: “Hay bajos los cielos, una estación para cada cosa y un tiempo para cada propósito”.
Es importante encontrar la suficiente flexibilidad para perseguir propósitos distintos a lo largo de la vida, porque si no corremos el riesgo de obstinarnos con metas que ya no nos sirven de nada. Las cosas significantes, por ende, deben cambiar a la par, o bien a partir de que encontremos nuevos significados, o sea cosas que nos hacen sentido, podemos elegir nuevos propósitos.
Los propósitos está claro que no se consiguen solo con el deseo de alcanzarlos, tampoco nadie es capaz de darnos un propósito como un regalo, ya son cuestiones muy personales y únicas. El verdadero propósito puede ser no tan obvio y a veces se requiere mucho tiempo para descubrirlo. Lo que seguro habrá en ese camino, es un cúmulo de significado, por lo que nuestra vida no estará desperdiciada, ya que en caso el propósito habrá sido llenarse de significados para encontrar finalmente el propósito.
El tiempo bien utilizado juega un rol muy importante tanto en el significado como en el propósito.
Thomas Mann nos dice al respecto,
“Sujeta bien el tiempo. Protégelo, vigílalo, cada hora, cada minuto. Si no lo tienes en cuenta se desvanece. Considera sagrado cada momento. Dale a cada uno claridad y significado, a cada uno el peso de tu atención, a cada uno su verdadero y merecido logro”.
En el poema “Si” la sugerencia de Kipling para una vida satisfactoria es “llenar el minuto implacable con sesenta segundos dignos de ser vividos”. Lo que pretendía Kipling era hallar significado en todos los pequeños momentos de la vida cotidiana, sin desperdiciarlos, y un propósito en la acumulación de dichos momentos. Un camino transitado de esa manera, está pavimentado con significado y conduce a un propósito.
Si puedes llenar el minuto implacable
Con sesenta segundos dignos de su transcurso,
Tuya es la tierra y todo cuando contiene,
Y, lo que es más, ¡Tú serás un hombre, hijo mío!
Significados y propósitos que se construyen y se realimentan para darnos un sentido, dentro de un período denominado vida.
La filosofía práctica nos acerca una vez más a una comprensión más plena de nuestra existencia.