! A no decaer !

Los cambios producen por lo general, una mezcla de diferentes sensaciones y emociones, a los que se suma algo de resistencia natural por salir del status quo. Superada esa instancia inicial viene un período de adaptación y adquisición de los parámetros del nuevo escenario. En este proceso donde se desaprenden cosas para aprender nuevas, hay una porción de las personas afectadas que lo transitan de manera desmesurada, haciendo de los cambios un fanatismo sectario sin sentido crítico, mientras que, en el otro extremo, existen otro porcentaje de personas que se resisten en su manera de pensar, sentir y actuar, generando una coraza a prueba de cambios. En el medio de estas posturas, existen un porcentaje de personas que adopta, se flexibiliza y se adapta a los renovados tiempos, sin descuidar su propia impronta personal, y aprovechando las oportunidades de sumarse en los campos que ofrecen posibilidades para hacerlo o mejor aún generando propuestas innovadoras y de crecimiento personal y social.

Si analizamos la coyuntura actual, luego de las votaciones presidenciales en Argentina, desde una visión alejada de la política partidaria, nos encontraremos con una situación como la descrita precedentemente. Un número importante de personas decidieron que la conducción de nuestro país fuera entregada, a un líder cuya propuesta central está anclada en hacer las cosas de distinta manera a cómo las venimos haciendo, independientemente del signo político de a quienes les toco gobernar precedentemente. El principal caudal de votos provino de la gente más joven, la cual se animó a romper algunos paradigmas instalados, en pos de tomar como propios, postulados que los alejen de viejos preconceptos. Creo en lo personal, que si seguimos haciendo y repitiendo prácticas que nos trajeron hasta acá, no tenemos chances de salir de esta complicada coyuntura. Por supuesto que es una opinión personal,  cuyos fundamentos pueden no ser compartidos parcial o totalmente.

 El candidato que mejor entendió la urgente necesidad de torcer el rumbo se ganó la confianza de muchos y fue ungido como Presidente. Algunos dirán que en realidad no había alternativas y que esto fue un castigo para los que gobernaban actualmente. Otras opiniones más alineadas con la ideología, intentarán por todos los medios encasillar el plan de gobierno en el extremo de la derecha, porque ellos se sitúan en la izquierda. Todas las opiniones merecen ser escuchadas y respetadas, porque ese el fundamento más sano del sistema democrático. No hay opiniones más o menos valiosas, y normalmente cuando uno finalmente profundiza los análisis, en el medio de la campana de Gauss, en donde se ubican las personas que no son ni fanáticas, ni opositoras porque si, nos encontramos que todos al final de cuentas queremos construir una sociedad apuntando a lograr objetivos comunes y no discutidos que apunten a recrear mejores condiciones generales de vida para todos. Salud, trabajo, justicia, educación, desarrollo, economía, cultura, respeto, medio ambiente, innovación y otros tantos más, son pilares básicos y comunes de la sociedad que queremos edificar.

Desde la recuperación de la democracia, es que al menos yo, no visualizaba un fenómeno donde haya un convencimiento tan marcado por hacer las cosas de manera distinta. En el 83 las razones eran claras, y todos se abrazaron al proyecto de poner en marcha la democracia. Salvando las distancias y sin punto de comparación con aquel tiempo, hoy el conjunto social argentino se unió en el convencimiento de que es necesario tomar nuevos caminos. En esa convicción, y creo que aquí radica la diferencia con otros momentos pasados, había varios puntos en común entre las dos propuestas que compitieron en el ballotage. Esas similitudes estaban escondidas detrás de matices ideológicos o partidarios, que comúnmente no se abandonan. Subyacían implícitas en declaraciones, motivaciones y expectativas.

Por todo eso, creo que el escenario actual es único, porque existen muchas más coincidencias que diferencias, unidas todas por la necesidad imperiosa de revisar lo que venimos haciendo, y proponer y porque no adoptar otros modelos que nos pueden resultar beneficiosos. Los extremos tanto del lado del fanatismo, como de la no aceptación van a existir, pero creo que están dadas las condiciones para que esas visiones antagónicas, sean las menos elegidas y adoptadas por muchos.

Por eso, en este tiempo en donde estamos transitando la recta final de fin de año, quizás con las energías algo menguadas y con varias mochilas sobre nuestras espaldas, está bueno decirse a uno mismo: “a no decaer”. Se abre otra etapa de nuestra juvenil historia, abriendo las puertas a un presente que viene con la chance de recomponer algunas cosas en donde nuestros resultados no han sido buenos, apalancados por otras tantas actividades que si hacemos bien.

Nos pongamos un voto de confianza general y trabajemos para superar nuestros propios preconceptos.

Si no nos adaptamos a los nuevos desafíos que se plantean para adentro y para afuera, muchos de los cuales no tenemos chances de obviar, el camino será cada más empinado y las metas menos asequibles.

El escrito de este fin de semana, tiene un mensaje cortito y al pie: “a no decaer”.

Aprovechemos esta oportunidad histórica.

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