Este es un domingo especial, de celebración por la vida. El día de la madre nos despierta nuestros mejores sentimientos, aquellos que nos ligan al amor, a la necesidad de sentirnos cuidados, queridos y protegidos. Las vivencias compartidas con mamá me acompañan a cada instante, atesoradas desde y para el corazón de ese niño que aún conservo como un tesoro.
En compañía de mi madre siempre me sentí ese nene mimado y malcriado, que era el centro de atención y cuidados más exquisitos. Me enseñó a dar mis primeros pasos y luego a vivir, mediante esas charlas que compartíamos, donde las palabras de apoyo y afecto estaban presentes.
Más allá de la ternura, aprendí de mi madre el sentido de vivir de manera responsable y comprometida, sobre todo con aquellos valores que me transmitió como no negociables: respeto, trabajo, solidaridad, amistad, y lo más preciado de todo, que es la premisa de mantenerse alejado de los extremos, de los pensamientos de odio y de la imposibilidad del perdón.
Sin dudas, algo aprendí de mis padres y conservo aún hasta estos días: transitar la senda de la libertad de pensamiento, del sentido crítico hacia adentro y hacia afuera, conservando en cada situación la flexibilidad del pensamiento y del cuidado de las palabras. No es una tarea sencilla, y he transitado situaciones en donde me ha costado conseguir el equilibrio, dentro de mi transparencia de vida que apunta a reconocerme como humano e imperfecto.
Ya nos los tengo conmigo, y escribir esto es una forma de comunicarme con ellos, de contarles lo que está pasando. Tengo la sensación de estar ahora tomando las manos de mi madre, para contarle los últimos sucesos, para decirle que el mundo se ha vuelto a poner patas para arriba.
Mientras me encuentro con esa mirada tan profunda de sus ojos grises, le cuento que hemos recrudecido una vez más en la ausencia de la paz, pisando por enésima vez ese territorio donde priman las sinrazones. Que de nuevo acciones insensatas, amparadas por ideologías extremistas y fundamentalistas (sin fundamento), han hecho crecer de nuevo a los viejos fantasmas de la humanidad deshumanizada. Sin compasión ni misericordia, han despertado al hombre bárbaro, aquel que sólo vislumbra una única solución, que es la de aniquilar sueños, personas, niños, mujeres, usando llamas de terror para apagar vidas inocentes sin ninguna piedad.
Le comparto con una mueca de desazón que algunos líderes mundiales, empeñados en promover la enemistad a toda costa, en beneficio de los negocios de ellos y sus amigos, no condenan la barbarie del terrorismo, del narcoterrorismo y de todo otro tipo de delitos que nos ponen en jaque, mientras buscan excusas para justificar lo injustificable, y se sienten progresistas y humanos porque eso declaman, aunque sus palabras son solo decorados que no resisten ni siquiera una suave brisa. Hablan con conceptos vacíos, llenos de hipocresía , sin ningún remordimiento, ni acto de conciencia que los muestre humanos.
Alguna vez lo hablamos mamá, eso de que las palabras no son actos inocentes, que no producen nada. Los dos sabemos que tanto los sentimientos buenos y malos, afloran de nuestros corazones mediante nuestras palabras, las cuales hacemos crecer con nuestras acciones.
Quiero que sepas que el mundo no tiene mucho más tiempo que perder para construir la paz. Desde ese sentido de responsabilidad que me enseñaste, urge empezar a responder sin ninguna duda que hay hechos que no son tolerables, que independientemente de cada opinión política o personal, son condenables, inadmisibles y no deben ser imitados ni promocionados.
La violencia desatada esa madrugada del 7 de octubre sobre la población civil israelí nos pide a gritos, primero una condena global, y segundo trabajar por la Paz, la cual tiene que ser deseada por todas las facciones en conflicto. La paz no se construye de un solo lado. La paz no se nutre de los fundamentalismos y los juicios disolutivos. La paz no se edifica desde el terrorismo en ninguna de sus formas.
Los viejos paradigmas, inflexibles, duros, omniscientes, vuelven a tomar protagonismo de la mano de líderes inescrupulosos y sin vergüenza, a los cuales no les importa quienes dicen representar. Sólo intentan conservar ese espacio de poder, que disfrazan con supuestos beneficios ideológicos, con la finalidad de mantenerse por encima de todos, para sentirse como si fueran dioses. En ese entramado malicioso, el pensamiento responsable no tiene lugar, sino sólo tiene cabida comportarse sólo como un sumiso seguidor, desprovisto de la libertad de discernir, obligado a no pensar, sino simplemente a obedecer mandatos crueles y deshumanizados.
Raptar y matar niños, cometer atrocidades contra mujeres, asesinar en masa a civiles inocentes, son prácticas cuasi medievales, que cada tanto afloran, toda vez que los fundamentalismos o extremismos, se imponen por sobre la sensatez, por sobre la libertad, por sobre el pensamiento participativo y democrático. Son actos violentos y repudiables, que no muestran ningún interés por construir espacios de convivencia, tolerancia y prosperidad. No tiene que existir ninguna duda de que son hechos inadmisibles, que generan del otro lado reacciones defensivas, preventivas y cautelares. No hay lugar para eufemismos, la condena del ataque al suelo israelí debe ser total, global e indiscutible, del mismo modo que continuar trabajando por la paz, como de hecho hacen un sinnúmero de personas que tienden puentes para unir. «Ellos son la esperanza de que un mundo más inclusivo, integrado y amigable es posible».
La idea de que en nombre de un Dios o de cualquier otro ente abstracto o idea guía, se consiga la validez para cualquier acto de violencia no es real ni válida, es una creación de la mente manipuladora de algunos hombres, que se autoproclaman líderes, sólo para beneficio de unos pocos. La censura y la destrucción del pensamiento crítico los lleva a conformar finalmente, tiranías, dictaduras y grandes ejércitos cuyo único objetivo es el de hacer perdurar las premisas, que no de ser así, se caerían por el propio peso de la falta de convicción general.
No nos queda otro camino más que seguir trabajando por la paz. De hecho, en muchos países tal como el nuestro, que cristalizó y donde conviven un mosaico de muchas razas, religiones y pensamientos políticos, hemos podido disfrutar de largos períodos de paz.
La democracia participativa es el mejor mecanismo conocido y desarrollado, para hacer frente a las dictaduras de cualquier sesgo. Es la única que posibilita escuchar y representar a todas las voces.
«Las palabras no son inocentes, la ausencia de palabras tampoco y muchos menos cuando la no condena parece terminar avalando el terror».
En este día donde disfrutamos del sentido de la vida abrazando a nuestras mamis, acá en la tierra o en el cielo, quiero aprovechar Ana para agradecerte por tanto amor y por todo lo que hiciste por educarme, siempre desde tu ejemplo, de tus acciones y la bondad de tu corazón.
Gracias por enseñarme a pensar libremente, sin ataduras y a descreer de los pensamientos absolutistas.
Extraño nuestras conversaciones y tu risa provocada por mis bromas.
Extraño tu manera respetuosa de ver y hacer las cosas. Extraño tu cultura.
En este domingo de sensaciones encontradas, aprovecho para saludar a todas las mamás en su día.
¡Feliz Día de la Madre!