Estereotipo Homo Sapiens !

Un invierno relativamente cálido que está rompiendo los moldes preconcebidos de la frialdad extrema de la estación, es la antesala del “fenómeno del niño” que se avecina, y que, según las proyecciones, traerá un calentamiento inusitado del océano frente a las costas de Perú, lo que provocará eventos climáticos extremos en nuestra América del Sur y otras regiones del planeta. Esto sucede mientras el hemisferio norte está viviendo jornadas de extremo calor, donde las temperaturas siguen batiendo todos los registros históricos, y los desiertos arden bajo los inclementes rayos del sol. Pese a todas las evidencias, algunos (científicos incluidos) aún se niegan a aceptar la influencia de la actividad del hombre en los escenarios presentes y futuros que se avecinan. La evidencia del origen antropogénico del calentamiento global, producto de la emisión incremental y descontrolada de gases de efecto invernadero es mirada casi de soslayo, y no se perciben acciones concretas y radicales para torcer el rumbo, provocando que los objetivos de carbono neutralidad se vayan diluyendo y ralentizando.

A la gestión política mundial le está resultando muy difícil, que los gobiernos puedan alinearse bajo el objetivo común de evitar el colapso del planeta. Pienso por momentos, que quizás es tan fuerte el “estereotipo” creado en torno al homo sapiens, como la especie que ha sido capaz de sobrevivir durante tanto tiempo, sobrellevando y superando innumerables crisis, siempre evolucionando y desarrollando su entorno para su propio beneficio, que cualquier otra realidad objetiva contrapuesta con la visión estereotipada del hombre como amo y señor de la tierra, no tiene cabida. En el presente del aquí y ahora, no encuentra una aceptación plena, el hecho de que estamos dinamitando el futuro de generaciones venideras. Los más jóvenes quizás están marcando un nuevo rumbo, pero el peso de sus opiniones no tiene el basamento político necesario para adquirir la fuerza suficiente para acelerar el cambio. El tema de fondo, es que demorar las decisiones no es la mejor receta, ya que el calentamiento no se detiene por si mismo, sino que se acrecienta producto de la inacción.

La historia de nuestro género desde una simplificación extrema, puede resumirse en las construcciones culturales o moldes, donde nos fuimos acomodando para edificar nuestra sociedad y superar las crisis, con la mira puesta en el progreso. Cada uno de nosotros está constituido por un sinnúmero de paradigmas que vamos adoptando desde niños, por lo que vencer la inercia de ponernos otros lentes para mirar, es una misión compleja. Somos conscientes de nuestra finitud hasta un cierto punto, pero la evolución cultural de nuestro «estereotipo homo sapiens” nos dice que como especie somos ciertamente invencibles y extremadamente adaptables, que esto lo viene demostrando nuestros miles de años de evolución.

La palabra estereotipo, formada por los vocablos griegos stereós (sólidos) y typos (carácter, tipo o modelo), es un neologismo creado en el siglo XVIII en el ámbito de la tipografía para designar un conjunto de tipos sólidos o fijos. En concreto apareció en Francia en 1796, steréotype, traducida como estereotipo que se usa como adjetivo y sustantivo para describir el molde sólido o algo impreso con el procedimiento de los tipos fijos. La expansión de la palabra fue pareja a la rápida difusión de la técnica y surgieron equivalentes, casi idénticos, en la gran mayoría de lenguas modernas. En España se usa el término “estereotipo” para el objetivo y “estereotipa” para el proceso. El último término evoluciona a “estereotipia”, el cual fue reconocido por la Real Academia Española en 1843.

El significado original y sus derivados fueron extendiéndose a un concepto cada vez más figurativo. Por tanto, apareció una nueva acepción que supone un puente entre su origen tipográfico y su significado actual dentro de las ciencias sociales; tal acepción se refiere a cualquier cosa que se repita sistemáticamente, sin variación. En resumen, los términos referidos a la estereotipia se refieren en principio a las impresiones salidas de un molde y poco a poco van siendo aplicadas a todo lo que parece salido de un molde, ya hecho, invariable o inmutable.

La evolución de la acepción de la palabra, vino de cajón, ya que era la palabra que más se acercaba a una imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable y una imagen convencional o una idea preconcebida que no tiene una base racional. Por lo que empezó a usarse a “estereotipo” para distinguir a una concepción popular sobre un grupo de personas y de esa manera, constituir formas de categorizar a grupos de gentes de acuerdo con sus apariencias, comportamientos y costumbres.

Por un lado, existe un componente cognitivo que nos permite reconocer un estereotipo porque encuadra con conocimientos previos que ya tenemos sobre el mismo, es una categoría que nos permite identificar y reconocer fácilmente a ciertos grupos. Por otro lado, también existe un componente afectivo, donde entran en juego los sentimientos que experimentamos en relación con ese estereotipo, que pueden ser de prejuicio u hostilidad, o bien, ser positivos. Finalmente, en todo estereotipo hay un componente comportamental que supone llevar a la práctica acciones asociadas a esos sentimientos experimentados frente a ciertos estereotipos. Por ejemplo, cuando se le niega un trabajo a alguien por pertenecer a un grupo determinado. Estos tres componentes no necesariamente aparecen todos juntos, uno puede asociar a unos grupos características negativas sin sentir hostilidad o reticencia hacia el mismo y sin excluirlos de ámbitos sociales como el trabajo.

Representar a alguien con ciertas características remite a un estereotipo, manifestar desprecio u hostilidad por su grupo de pertenencia se relaciona con un prejuicio, y finalmente llevar adelante acciones sobre la base de esos prejuicios supone una discriminación.

Con los estereotipos no suele cumplirse la ley de causa y efecto, más bien suele suceder a la inversa. Además, normalmente parecen seguir una lógica, pero cuando se analizan se descubre que son irracionales e inverosímiles. La imagen creada suele ser una manera de emitir un juicio de valor acerca de un grupo, normalmente basados en raza, profesión o sexo.

Hasta los cuentos infantiles han montado sus propios estereotipos, independientemente de la época, llevan implícito en sus personajes estereotipos que reflejan los aspectos culturales de la época de la que provienen. Los personajes son representaciones del bien o del mal como ejemplo para imitar o repudiar, debido a su carácter moralizador. Los valores de los personajes cambian a lo largo del tiempo y se adaptan a las estructuras socioculturales del momento. El héroe y el villano de los cuentos de Charles Perrault o de los Hermanos Grimm poseen cualidades o defectos distintos entre sí, y además, también distan de las cualidades que se consideran hoy en día. La posible interpretación de algunos personajes comunes es la siguiente:

La bruja: representa la parte regresiva de todo ser humano, el mal que ha de ser destruido y combatido.

La madrastra: representa la destrucción dentro de la familia y da cabida a la heroicidad en el niño o la niña desamparado.

La princesa: la doncella indefensa que ha de ser protegida y/o rescatada.

El lobo: el miedo a la noche y a la oscuridad.

Durante siglos, en la antigüedad clásica existió la creencia de que había mujeres capaces de transformarse a voluntad y de transformar a otros en animales, se las llamaba brujas y la imagen estereotipada de los cuentos las define como viejas amargadas y malévolas.

La mayoría de los cuentos maravillosos provienen de relatos antiguos sobre campesinos sometidos al régimen feudal. Los valores sociales de esta época lo constituyen el valor y el respeto por el orden establecido, donde la única mejora para la clase baja se encarna en el joven campesino capaz de superar pruebas y conseguir la mano de la princesa.

Los medios de comunicación cumplen un rol fundamental en la construcción y la reproducción de estereotipos. A partir de las imágenes e ideas que circulan en los medios, el público accede a ciertos estereotipos que reproducen y construyen en su entorno. Formatos como, la publicidad y los programas dirigidos al público infantil usan los estereotipos, ya que los mismos permiten un mensaje eficaz, pues son rápidamente identificados y reconocidos. La visión que nos hacemos de un grupo es el resultado de un contacto repetido con representaciones enteramente construidas o bien filtradas por el discurso de los medios. El estereotipo sería principalmente resultado de un aprendizaje social.​ Incluso lo que percibimos en la cotidianidad (y no solamente a través de los medios) también se vale de conocimiento e ideas previas y, por tanto, no se es totalmente objetivo, sino que el pensamiento está moldeado por la cultura a la que pertenecemos y desde la que percibimos la realidad.

Es muy común ver estereotipos relacionados directamente con las clases sociales, en donde, en televisión, cine y publicidad, es constante ver imaginarios mundos perfectos, donde ocurren situaciones de típicas comedias americanas, con protagonistas que poseen perfiles euro centristas, además de plasmar una extrema riqueza y modernidad en su entorno​. Cosas que se repiten una y otra vez.

Del mismo modo y en este mundo de simplificaciones donde nos resulta más sencillo coexistir, aunque a partir de ellas se eliminen muchas tonalidades de grises, o personas o pensamientos que por no encajar resulten discriminadas, hemos producido estereotipos religiosos, sexuales, de género, de preferencias políticas y tantos más, que hemos perdido una parte importante de nuestra visión crítica y de nuestro marco de sensatez.

En la difusión y adopción de tantas estructuras que no admitan discusión, hay una en particular que venimos creando y creyendo desde nuestro propio origen como especie: “el estereotipo homo sapiens” como aquel que engloba el postulado más arraigado desde siempre, aquel que nos dice que podemos con todo y que seguiremos perdurando.

Hoy existen muchas evidencias que estamos muy cerca de hacer inhabitable nuestra casa común, pero este viejo paradigma que nos define como especie se niega a aceptarlo del todo, porque el reconocimiento de la realidad nos desafía a vivir de manera disruptiva abandonando una porción mayúscula de nuestros propios hábitos, dando lugar a otros más sostenibles y amigables con nuestro ambiente.

Durante la apertura de la Cumbre de Implementación Climática de dos días celebrada en el marco de la COP27 en Sharm el-Sheikh, Egipto, (noviembre 2022) António Guterres, Secretario General de la ONU, planteó una disyuntiva para el mundo.

“La humanidad tiene que elegir: cooperar o perecer. Es un Pacto de Solidaridad Climática o un Pacto Suicida Colectivo”, dijo ante más de cien líderes mundiales reunidos para la primera sesión plenaria oficial de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático.

El Pacto requeriría que todos los países hicieran esfuerzos adicionales para reducir las emisiones de carbón, que las naciones más ricas y las instituciones financieras internacionales brindaran asistencia a las economías emergentes, que se pusiera fin a la dependencia de los combustibles fósiles y la construcción de plantas de carbón, que se ofreciera energía sostenible para todos, y que los países se unieran para combinar estrategias y capacidades en beneficio de la humanidad.

Agregó que, si bien la guerra en Ucrania y otros conflictos han causado un enorme derramamiento de sangre y violencia y han tenido impactos dramáticos en todo el mundo, la ONU no puede aceptar que la atención se desvíe del cambio climático.

“Es la cuestión definitoria de nuestra época. Es el desafío central de nuestro siglo. Es inaceptable, escandaloso y contraproducente dejarlo en un segundo plano”.

El Secretario General explicó que muchos de los conflictos actuales están vinculados al “creciente caos climático”.

“La guerra en Ucrania ha expuesto los profundos riesgos de nuestra adicción a los combustibles fósiles. Las crisis urgentes de hoy no pueden ser una excusa para la recaída. En todo caso, son una razón para dar una mayor urgencia a una acción más fuerte y a una rendición de cuentas efectiva”.

Guterres volvió a la petición que había hecho anteriormente de que los gobiernos graven las ganancias inesperadas e impulsadas por la pandemia por concepto de combustibles fósiles.

Ese dinero, detalló, sería redirigido a las personas que luchan contra el aumento de los precios de los alimentos y la energía, y a los países que sufren pérdidas y daños causados ​​por la crisis climática.

“Los impactos mortales del cambio climático están aquí y ahora. Las pérdidas y los daños ya no se pueden esconder debajo de la alfombra. Es un imperativo moral. Es una cuestión fundamental de solidaridad internacional y de justicia climática. Aquellos que contribuyeron menos a la crisis climática están cosechando el torbellino sembrado por otros”. Agregó que durante la COP27 los líderes deben acordar una hoja de ruta clara y con plazos que refleje la escala y la urgencia del desafío.

Antonio Guterres también conminó a avanzar en la adaptación y la creación de resiliencia ante futuras perturbaciones climáticas, resaltando que 3500 millones de personas viven en países altamente vulnerables a los impactos climáticos.

Las proyecciones de los expertos muestran que las necesidades de adaptación crecerán a más de 300.000 millones de dólares al año para 2030, por lo que exhortó a las instituciones financieras y bancos internacionales a cambiar su modelo de negocios y hacer su parte.

Añadió que es hora de la solidaridad internacional en todos los ámbitos.

“Una solidaridad que respete los derechos humanos y garantice un espacio seguro para que los defensores ambientales y todos los actores de la sociedad contribuyan a nuestra respuesta climática. No olvidemos que la guerra contra la naturaleza es en sí misma una violación masiva de los derechos humanos”.

Finalmente, sostuvo que la lucha climática global se ganará o se perderá en esta década crucial y bajo la mirada de los actuales líderes mundiales.

“Una cosa es cierta: los que se dan por vencidos están seguros de perder. Entonces, peleemos juntos y ganemos. Para los 8000 millones de miembros de nuestra familia humana y para las generaciones venideras”.

Nuestro «estereotipo homo sapiens», debe migrar hacia una versión sostenible, el tiempo que queda es escaso y las acciones están siendo por demás acotadas, por lo que nuestra ancestral adaptabilidad ya está en jaque mate.

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