Agua vital !

Cuál es el valor de este imprescindible fluido, es una pregunta difícil de responder porque dependerá de muchos factores. También se puede hablar más que de su valor, de la valorización que hacemos sobre la posibilidad que tenemos de disponerla, en cantidad, calidad e inocuidad para nuestra salud, nuestros procesos y nuestros sembradíos.

Aunque dependiendo de las distintas zonas geográficas, de los niveles de desarrollo y de las culturas de uso y disposición en particular, no existen dudas de que se trata de un bien escaso y anhelado, porque es sinónimo de fertilidad, abundancia, pero por sobre todas las cosas de higiene y sanidad. Los efectos del calentamiento global impactan de lleno en los ecosistemas climáticos que son capaces de producirla, por lo que en las últimas décadas se han acentuado las características predominantes en distintos lugares de nuestro orbe, haciendo más desérticas las zonas áridas por efecto de las sequías, y provocando inundaciones y otras catástrofes climáticas extremas en otras zonas más verdes, que pueden pasar del exceso al déficit hídrico en un corto lapso de tiempo.

El agua disponible en números

Algunos cifras y datos interesantes sobre la distribución del agua en el planeta:

La Tierra contiene unos 1.386 millones de kilómetros cúbicos de agua. Ni la cantidad ni la distribución del agua en la Tierra han cambiado significativamente en los últimos dos mil millones de años.

El 97% del agua se encuentra en los océanos, y el 2% permanece congelada.

El 80% del agua que se encuentra en los continentes está en la superficie. El 20% restante se encuentra bajo tierra o en forma de vapor de agua atmosférico.

Sólo el 2.5% del agua que existe en la Tierra es agua dulce. De esa cantidad, el 0.5% se encuentra en depósitos subterráneos y el 0.01% en ríos y lagos.

A pesar de que el agua está distribuida por la Tierra, el 90% de los recursos disponibles de agua dulce del planeta están en la Antártida.

Estados Unidos consume más de 1300 millones de litros de agua por día. Los norteamericanos consumen cinco veces más agua que los europeos.

El 90% del agua usada en países en vía de desarrollo vuelve a los ríos sin ningún tipo de tratamiento.

Cada día, el Sol evapora más de un billón de toneladas de agua, que permanece en la atmósfera hasta que vuelve a la superficie en forma de precipitaciones.

Otro de los datos interesantes sobre la distribución del agua en la Tierra es que solo el 0.007% del agua que se posee es potable. Y esa cantidad se reduce año tras año debido a la contaminación. De hecho, más de 1100 millones de personas en el mundo carecen de acceso directo a fuentes de agua potable, por lo que sufren estrés hídrico.

Disponibilidad del agua

En todo el mundo, 2.000 millones de personas (el 26% de la población) no disponen de agua potable y 3.600 millones (el 46%) carecen de acceso a un saneamiento gestionado de forma segura, según el informe, publicado por la UNESCO en nombre de ONU-Agua y dado a conocer hoy en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua 2023, que se celebró en marzo de este año en Nueva York.

Hay millones de mujeres y niños que deben caminar más de 10 kilómetros diarios para conseguir agua potable. En este sentido, se calcula que unos 1.400 niños menores de cinco años mueren en el mundo a diario víctimas de enfermedades diarreicas relacionadas con la falta de acceso a agua potable o un saneamiento o higiene inadecuados. Cada año, son 3 millones y medio de personas las que mueren debido a enfermedades relacionadas con la calidad del agua. El 98% de esas muertes se producen en los países en vías de desarrollo.

Entre 2.000 y 3.000 millones de personas sufren escasez de agua durante al menos un mes al año, lo que supone graves riesgos para sus medios de subsistencia, en particular la seguridad alimentaria y el acceso a la electricidad. Se prevé que la población urbana mundial que sufre escasez de agua se duplique, pasando de 930 millones en 2016 a 1.700-2.400 millones de personas en 2050. En 2025, cerca de 2000 millones de personas vivirán en países o en regiones donde la escasez de agua será absoluta y los recursos hídricos por persona estarán por debajo de los 500 metros cúbicos anuales recomendados. Esta es la cantidad de agua que necesita una persona para llevar una vida sana e higiénica.

La creciente incidencia de sequías extremas y prolongadas también está estresando los ecosistemas, con consecuencias nefastas para las especies vegetales y animales.

Más de 768 millones de personas no tienen acceso al agua potable, indicó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). En su mayoría, estas personas viven en la pobreza, en zonas rurales apartadas o en barrios urbanos marginales. Vemos, con ello, que la distribución del agua en la Tierra es muy desigual si atendemos al acceso para su consumo.

Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Naciones Unidas Nro. 6 (ODS 6)

El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6, formulado por el Grupo de Trabajo Abierto de las Naciones Unidas, plantea una misión ambiciosa, pero viable, para los dos próximos decenios: “Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos”. Consideramos que ese objetivo puede alcanzarse mediante la aplicación de cuatro principios: 1) separar el agua potable de las aguas residuales; 2) facilitar el acceso al agua potable y tratarla para eliminar contaminantes químicos y biológicos; 3) proteger y recuperar los ecosistemas de agua dulce; y 4) salvaguardar el acceso al agua y el derecho al uso del agua.

De pleno en el 2023 y a medio camino del calendario de la Agenda 2030, tan solo se han producido avances significativos para los indicadores de las metas referidas al agua potable y el saneamiento, con algunas indicaciones preliminares e imprecisas del progreso realizado con respecto al estrés hídrico, la eficiencia del uso del agua, la cooperación transfronteriza y la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH). Por lo tanto, se carece de información sobre los avances en 5 de las 11 metas.

A este ritmo, el progreso hacia el logro de las metas del ODS 6 resulta insuficiente; de hecho, en algunas zonas el nivel de implementación de medidas orientadas al cumplimento de dichas metas debería cuadruplicarse o más.

El inadecuado ritmo de avance actual en la consecución de las metas del ODS 6 pone de manifiesto la necesidad de hallar más oportunidades por medio de alianzas y cooperación. La cooperación mejora la gobernanza del agua y la toma de decisiones, estimula soluciones innovadoras y potencia la eficiencia. Al promover la involucración inclusiva, la participación y el diálogo, y al dar voz a aquellos que de lo contrario carecerían de ella, las alianzas pueden contribuir a garantizar que no se deje a nadie atrás y a que se realicen los derechos humanos al agua y al saneamiento.

Cada parte aporta sus propios conocimientos, percepciones, intereses, posiciones y objetivos, de tal manera que las divergencias sobre las prioridades y las estrategias se dan con frecuencia. Las alianzas y la cooperación suelen arrojar resultados sumamente positivos a todos los niveles; solo en raras ocasiones sucede que formalicen la exclusión, distorsionen la distribución de recursos y alienten la fragmentación.

La clasificación adoptada para elaborar este informe se basa en los resultados que las alianzas pretenden alcanzar en relación al agua. La primera categoría incluye a los socios que comparten un objetivo común, como suministrar agua y saneamiento a las comunidades locales o compartir sistemas de regadío. La segunda incluye a actores con objetivos diferentes relacionados con el agua (que potencialmente pueden competir entre ellos) y comprende la cooperación entre municipios y agricultores para el reparto de los recursos hídricos o la elaboración de los planes de pago de los servicios medioambientales. La tercera categoría incluye a actores “ajenos al sector del agua”. En este caso, los objetivos de algunos socios no están primordialmente relacionados con el agua, pero el agua desempeña un papel determinante para ellos. Estas alianzas respaldan las actuaciones relacionadas con el agua que, a su vez, facilitan los objetivos relacionados con la salud humana, la adaptación al cambio climático y su mitigación.

¿Cómo acelerar los avances en la ODS 6?

Del informe de las Naciones Unidas del 2023 es posible resumir los siguientes factores para agilizar y hacer más efectivo el alcance de los postulados de la ODS 6.

Educación y desarrollo de capacidades

La educación y el desarrollo de capacidades son cruciales para acelerar la creación, adopción e institucionalización de prácticas de gestión de los recursos hídricos más sostenibles y equitativas. Dichas prácticas prevén compartir conocimientos y competencias entre docentes, estudiantes, instituciones y otros proveedores y destinatarios de información.

El progreso tecnológico es uno de los principales motores para las oportunidades de colaboración mencionadas. La reciente pandemia de COVID-19 ha dado un fuerte impulso al desarrollo de contenidos digitales y a la adopción de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la enseñanza y la formación en todo el mundo.

En muchos lugares del mundo, la gestión de los recursos hídricos está determinada por los conocimientos y las prácticas locales. A menudo éstos se basan en procesos naturales que proporcionan múltiples servicios de ecosistema y pueden fortalecer la flexibilidad y capacidad de adaptación. Integrar dichos conocimientos requiere formas multidireccionales de intercambio de conocimientos, como sucede en las comunidades de práctica y en las redes profesionales.

Maximizar dichas oportunidades plantea varios retos. Algunos son de naturaleza técnica, por ejemplo, crear plataformas online inclusivas y sistemas para facilitar el acceso a los grupos y comunidades desfavorecidas. Sin embargo, las alianzas que trabajan a favor de una educación y un desarrollo de capacidades sobre el agua más eficaces, sostenibles y equitativos, también pueden beneficiarse de una adopción más amplia de enfoques como las comunidades de prácticas, la ciencia ciudadana, la innovación abierta y la formación permanente.

Muchos proyectos de ciencia ciudadana se basan en alianzas multidisciplinares que reúnen a representantes del ámbito científico, profesionales del agua y un público más amplio. A menudo

estos proyectos tienen una marcada dimensión educativa y se utilizan cada vez más para concientizar acerca de problemas locales, como la contaminación del agua, el reparto equitativo de recursos y el fortalecimiento de la transparencia y la inclusión.

Datos e información

Los datos y la información son fundamentales para la toma de decisiones en materia de agua. De la misma manera que la amplitud y el alcance potencial de los datos relativos al agua son muy vastos, también lo son las lagunas de datos que existen desde el nivel local hasta el internacional. Otros aspectos que hay que abordar son los niveles insuficientes de desglose de los datos y las dificultades (o reticencia) que surgen a la hora de compartirlos.

Los datos relacionados con el agua suelen ser producidos por diferentes usuarios (o ‘sectores’) y, por consiguiente, no son interoperables para múltiples usuarios debido a las diferencias de terminología y otros factores. Aunque los datos se pueden considerar neutros, la información producida tras su análisis puede no serlo. Las alianzas pueden velar para que los datos importantes se generen y procesen eficazmente y puedan convertirse en información objetiva.

Un proceso de participación más amplio que involucre a los socios en el establecimiento de prioridades, la planificación, la recolección de datos y el desarrollo conjunto de mecanismos de gobernanza de los datos, fomenta la apropiación colectiva. Establecer alianzas exitosas también requiere tiempo, transparencia y respeto mutuo. En las fases iniciales es necesario explorar las áreas de interés común, debatir sobre las expectativas y forjar confianza para alcanzar una comprensión común de estos objetivos. Las consultas, la comunicación y la formación de consenso resultan vitales a lo largo del proceso.

Se pueden utilizar repositorios globales de datos de libre acceso a escala nacional y regional, pero dichos datos suelen carecer de la resolución espacial o del nivel de desglose necesario para hacer intervenciones dirigidas. Los organismos gubernamentales encargados de la monitorización y gestión de los recursos, por ejemplo, en el sector de la agricultura o del medioambiente, a menudo carecen de capacidad para generar todos los datos necesarios para abordar las cuestiones económicas y sociales relacionadas con el agua. El problema se agrava aún más cuando dichos organismos no consiguen (o rechazan) compartir entre ellos los datos que poseen.

La monitorización conjunta de los recursos hídricos transfronterizos favorece una comprensión común del sistema y proporciona una plataforma en la que poder compartir datos y aplicarlos de forma puntual. Los actores transfronterizos como las organizaciones de las cuencas hidrográficas, los entes de los gobiernos nacionales, las instituciones académicas y las organizaciones de desarrollo, son repositorios de datos que se pueden racionalizar y compartir por medio de estas plataformas. Para armonizar las distintas bases de datos dentro y fuera de las fronteras, se necesitan alianzas entre instituciones gubernamentales y actores del sector privado, como empresas y propietarios de tierras.

Innovación

Las alianzas pueden acelerar el desarrollo y la adopción de tecnologías innovadoras gracias a la transferencia de conocimientos, la iniciativa empresarial y a la investigación aplicada. Reforzar y extender las alianzas Sur-Norte y Sur-Sur entre universidades estimula la transferencia de nuevas tecnologías y competencias innovadoras. Las incubadoras y los aceleradores de empresas pueden facilitar las alianzas entre universidades, start-ups y proveedores de capital de riesgo. Dichas incubadoras deberían afianzarse y difundirse en los países de rentas medias y bajas. Las comunidades de práctica para el fomento de la innovación y la creación conjunta de conocimiento con socios del Norte y del Sur podrían avanzar mucho en el desarrollo de soluciones técnica y económicamente viables, socialmente aceptables y adaptables al contexto local.

En el sector más amplio del agua y del saneamiento se necesitan también nuevas alianzas para acelerar la incorporación de nuevas tecnologías al procesamiento, distribución y tratamiento del agua. Esto se puede conseguir por medio de alianzas entre la industria y los proveedores de tecnología, como universidades y empresas.

La introducción de tecnologías nuevas e innovadoras, como las TIC, no facilita la participación de quienes carecen de acceso a Internet o a conexiones de teléfonos móviles, por no hablar de electricidad. Por consiguiente, se ha de procurar que la introducción de nuevas tecnologías no genere efectos no deseados, como la ampliación de la brecha socioeconómica y de conocimiento.

Financiación

Para conseguir un acceso equitativo al agua potable y segura para todos en 2030, podría ser necesario triplicar los actuales niveles de inversión. La evidencia sugiere que parte de la financiación de los servicios de agua, saneamiento e higiene podría estar mal destinada e incluso resultar contraproducente a la hora de atender las necesidades de la gente y las comunidades más pobres.

Una mayor coordinación entre las partes interesadas puede generar flujos de financiación adicionales para las inversiones relacionadas con el agua procedentes de distintas fuentes. Los mecanismos de cooperación son clave a la hora de reunir a estos beneficiarios y pueden facilitar la financiación conjunta de los proyectos más importantes. Los fondos de agua son ejemplos de plataformas formadas por múltiples partes interesadas que reúnen financiación aportada por diferentes actores.

La cooperación entre las distintas fuentes de financiación puede reforzar y potenciar los acuerdos de cofinanciación. Al repartir los riesgos de inversión entre los múltiples financiadores (con distinta propensión al riesgo y requisitos), la financiación pública o la ayuda al desarrollo se puede utilizar de forma estratégica para mejorar el perfil riesgo-rentabilidad de un proyecto y movilizar más inversiones, lo que se conoce como “acuerdos de financiación mixta”.

Para que la oferta y la demanda cooperen mejor, se necesita una mayor comprensión de: (1) las respectivas percepciones, características y requisitos de la oferta y la demanda, (2) las instituciones intermediarias y sus distintas funciones, y (3) la traducción de los riesgos y los beneficios asociados al agua en expresiones que resulten comprensibles y relevantes para el sector financiero.

Las inversiones en instalaciones de suministro de agua y saneamiento en el hogar requieren productos financieros específicos, como microcréditos para consumidores y hogares con rentas bajas, y podrían atraer financiación de inversores de impacto.

Gobernanza

Un enfoque que abarque a toda la sociedad ha de incluir tanto a las instituciones formales como a las informales en la búsqueda de un consenso social generalizado acerca de los objetivos de las políticas y las formas de alcanzarlos.

La confianza y la esperanza son los cimientos indispensables de la cohesión social y la seguridad. La confianza es el “lubrificante” que “engrasa las ruedas” de la economía y la esperanza puede ser el cemento que mantiene unidas las sociedades. Se ha demostrado que combatir la corrupción puede reportar un ahorro de costes importante para todo el sector del agua y puede reducir la incidencia de las interrupciones de servicio y los retrasos.

Una participación significativa y una involucración inclusiva de las partes interesadas tardan tiempo en conseguirse, pero ayudan a forjar confianza y esperanza. Los procesos de elaboración de las políticas y los proyectos han de adaptarse a los objetivos de los distintos grupos y a su contribución potencial. Integrar estratégicamente los intereses de los varios ámbitos y partes interesadas conlleva desarrollar normas, estándares y métodos de reparto que redunden en la eficiencia de uso del agua y la protección de los recursos en todos los sectores involucrados.

En principio, al actuar en nombre del Estado, las autoridades públicas deciden si implicar o no a los operadores privados en el suministro de servicios hídricos y de saneamiento y cómo hacerlo. Las autoridades mantienen sus competencias soberanas a la hora de garantizar el progresivo cumplimiento de los derechos humanos al agua potable segura y al saneamiento. Para tener éxito, las asociaciones público-privadas necesitan estar fundadas en una cooperación que resulte beneficiosa para todas las partes interesadas, o sea deben obedecer al interés público y al mismo tiempo proporcionar una rentabilidad decente al proveedor de los servicios. Tanto las operaciones del sector privado como las del público son más eficaces en los países con marcos legislativos claros, previsibles y estables, ya que éstos hacen que las inversiones de largo plazo se puedan afrontar con confianza y proporcionen una rentabilidad razonable.

Cómo se puede apreciar los desafíos son múltiples y difíciles, pero es muy necesario asumirlos y gestionarlos, para que la criticidad de los recursos hídricos se pueda gestionar, dentro del marco del stress producido por el calentamiento global y el deterioro de las condiciones para la vida humana que ello implica.

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