Construir el tiempo !

¿Cuántas maneras existen de medir el tiempo?

¿Cuántos tiempos existen?

El tiempo cronológico no se puede cambiar y más allá de la relatividad del espacio y del tiempo de nuestro genial Einstein, es la manera que los humanos hemos encontrado para cuantificar y organizar nuestras vidas.

Por otro lado existen otras maneras de concebir nuestro tiempo que se relaciona con eventos bisagra, aquellos que definen un antes y un después, tales como el trayecto entre el inicio y el final de una carrera universitaria, el desarrollo de un proyecto, nuestras distintas etapas biológicas, ese viaje que nos marcó para siempre, la desaparición física de nuestros padres, el nacimiento de nuestros hijos, y otra serie de sucesos particulares y muy personales, con los cuales podemos escribir casi indefinidamente.

Nuestras historias por cierto son una manera de intentar conjugar el tiempo cronológico, con los recuerdos y con el sabor que nos producen, producto de las emociones que transitamos cada vez que las evocamos.

Cuando recordamos al tiempo, a través de nuestras historias por lo general cualificamos el tiempo en:

Tiempos buenos, difíciles, malos, hermosos, apremiantes, motivantes, desafiantes, terribles, poderosos, oscuros, luminosos…..

Cada uno tiene su propia escala de cualificación de los tiempos que nos hace más únicos e irrepetibles.

El rol que ocupamos en cada uno de estos tiempos tiene que ver con la posibilidad o no que tuvimos de accionar, con nuestro grado de responsabilidad, con nuestra propia manera de ver las cosas, cierto grado de azar, y la intuición que casi siempre nos acompaña y a la cual tantas veces ignoramos.

La cronología divide el tiempo en infinitas fracciones, para dejarnos con tres tiempos verbales, pasado (sobre el cual no podemos hacer nada), presente (sobre el cual accionamos con o sin acción presente) y el futuro (sobre el cual visionamos).

Anclarnos en el pasado y mostrar excesiva ansiedad por el futuro, no nos permite por lo general vivir acabadamente el presente, que es casi y por muchos momentos imperceptible. Cada vez que toco con mis dedos una nueva letra del teclado para continuar escribiendo este escrito, estoy de alguna manera viviendo en simultáneo pasado, presente y futuro.

«La magia del hacer reside según mi punto de vista, en que involucrados en la acción perdemos de vista al tiempo».

Por último, pero no menos importante es ver al tiempo como una excusa o como una oportunidad.

Las palabras o frases que usamos por lo general para excusarnos usando el tiempo son:

  • No tuve tiempo
  • No me alcanzan las horas del día
  • Que quieres que haga con el poco tiempo que tengo
  • Las horas se me pasaron volando y no fui
  • No hice el tiempo para visitar a mi madre

Poniendo al tiempo como una oportunidad nos salen frases como:

  • Si me pongo lo termino en dos días
  • He organizado mi tiempo y puedo reunirme mañana
  • Tiempo no me falta, tengo que priorizar
  • Ya lo hice y me salió relativamente bien, con más tiempo lo voy a mejorar
  • Al mal tiempo buena cara

De estar quieto, manejado de todas las maneras posibles: productivas, improductivas, para el ocio, para algo específico, para dar, para pedir, para mil acciones que ni siquiera detectamos a diario, que parecen no tener importancia, es que ahora ya estamos encarando casi mitad de año, empezando a subir peldaños cada vez más altos, mientras el almanaque se nos viene encima de manera irreversible.

Nos pasa que podemos llegar a objetar, aún incluso sabiendo que la escala universal que mide la finitud de las horas, minutos y segundos es inmutable, que algo anda mal, que lo que estamos pretendiendo hacer durante el año se viene abajo y no remonta del todo por causas tales como:

  • me cambiaron los objetivos
  • no salió el negocio que tenía que salir
  • no busque los socios adecuados y perdí el tiempo
  • soy uno solo y no puedo con el plazo que me dieron
  • mis jefes, mi familia, mis relaciones me exigen de más

También puede suceder que podemos llegar a sobrevalorarnos y partiendo de objetivos muy básicos, tener una visión que el tiempo fue gastado de manera muy exitosa en muchos ámbitos de nuestras vidas, por razones tales como:

  • no siento la presión del tiempo, hago lo que puedo
  • en todo momento hago lo que quiero
  • es muy raro que sienta que perdí el tiempo
  • pude hacer más cosas de las que me propuse
  • hago las cosas de taquito
  • mis tiempos son mis tiempos

Acontece finalmente que, aunque estemos más de un lado que del otro, cuando hacemos un balance a conciencia del uso de este activo, y aún más, cuando trazamos un plan hacia el futuro, no sea ni lo uno ni lo otro.

Esta visión de blanco y negro, de tortuga o guepardo, es una mera sensación emocional, como es natural ya que somos humanos. Si miramos para atrás,  y reconocemos aciertos y desaciertos en el uso del tiempo, como un recurso más de los tantos disponibles y finitos, podemos usar esto para mejorar esta performance en los próximos desafíos.

Distinguir en retrospectiva en que usé mis horas sirve para corregir hacia adelante, incluyendo en ello la innovación, aprender del error, y muchas técnicas más, pero por sobre todas las cosas, caer definitivamente en la cuenta de existe una cuestión esencial a responder:

¿Quién gestiona mis tiempos?

¿Sobre qué procesos y con qué calidad estoy usando mis segundos?

¿Cuáles son los proyectos que conjugan mi vida?

Responder a conciencia estas preguntas es primordial, porque de ella se desprenden múltiples posibilidades, y nuevas e incontables cuestiones.

En lo personal considero que tener una visión obsesiva de la gestión del tiempo nos puede llevar a la ansiedad generalizada individual y grupal. Considero que el bienestar individual, social y laboral, se construye de manera equilibrada con personas muy eficientes en el uso del tiempo, y con otras que no lo son tanto, pero agregan lapsos de mucha calidad analítica, y que nos hacen crecer más allá de la visión necesaria pero no absoluta de los resultados.

Mitad de año que se nos viene, ya se nota algún grado de tensión que se profundizará durante los próximos meses. Este escrito tiene como única intención provocar que revises tu más cercana historia, pero fundamentalmente el porvenir, para que, haciendo centro en nosotros mismos, tratemos de responder una simple pregunta:

¿En qué y cómo gastaré mi tiempo?

El tiempo no es sólo aquello que dividimos en horas, minutos y segundos, sino una conjunción de eventos, que nos emocionan, nos cruzan el cuerpo y nos invitan a soñar.

Una canción reza:

“Hubo un tiempo que fui hermoso

Y fui libre de verdad

Guardaba todos mis sueños

En castillos de cristal

Poco a poco fui creciendo

Y mis fábulas de amor

Se fueron desvaneciendo

Como pompas de jabón”.

La poesía nos muestra el tiempo y todas sus facetas como ninguna.

Desvanecerse en un tiempo infinito sería un gran objetivo.

No dispongo de más minutos para escribir……

Otras tareas me esperan…..

Ya le robé demasiados instantes a esta jornada de domingo……

A disfrutar de esta hermosa mañana de sol.

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