El innombrable !

Las creencias suelen jugarnos malas pasadas. De hecho yo era un convencido de que la expresión castiza: “no me lo nombres a este” era enteramente una creación que pertenecía solo a nuestros acervo cultural. Al menos yo no hubiera imaginado que Joanne Rowling, más conocida como J.K. Rowling por su seudónimo, hubiera usado un personaje denominado indistintamente como “Voldemort” o “ El Innombrable” dentro de la famosa saga de libros de «Harry Potter». Sin  embargo no es la única que lo ha utilizado por esos lares, ya que el escritor irlandés Samuel Beckett tituló “El innombrable” a su último libro de la trilogía escrita por él, que fuera publicado por su título en francés “L’Innomable”. Es probable que la autora de libros de magos y hechiceros, se haya visto influenciada en cierta manera por la obra de Beckett para dar nombre a uno de sus personajes, vaya uno a saberlo.

Lo concreto es que, en la saga de Harry Potter, este personaje que no conviene nombrar, es la raíz de todos los males del aprendiz de hechicero, ya que siendo este un bebé, asesinó a sus padres, salvándose él por pura coincidencia de todos los poderes de la magia blanca, que se unieron para salvarlo. En el primer libro, cuando Harry Potter ingresa al colegio para estudiantes de magia, Voldemort es una figura que aparece en todas sus pesadillas, y es contra el cual tiene que luchar para evitar que se robe la piedra filosofal, peleando asimismo contra un maestro de la escuela, que era fiel seguidor del mal. El innombrable había quedado sin cuerpo y casi sin fuerzas en su pelea anterior, cuando Harry era apenas un bebé y en el primer libro de la saga, busca recuperarse por medio de la piedra filosofal, hecho que finalmente Harry y un grupo de amigos del colegio impide, poniendo en práctica muchos de los trucos que aprendieron durante ese primer año en la escuela de hechicería.

La escritora recurre para desarrollar una acababa fantasía de magos, al recurso del antiquísimo antagonismo entre el bien y el mal, encarnado en personajes buenos y malos, blancos y oscuros por su magia, los cuales conviven en un mundo paralelo, vedado para los mortales comunes y silvestres, y en donde los niños/adolescentes, adquieren una dimensión relevante y especial, entrenados por ilustres profesores que les enseñan todo tipo de magias, encantes y hechizos, mientras los niños juegan con sus escobas voladoras o las usan para practicar un deporte volador llamado quidditch.

En este colegio que es bastante único, los niños viven bajo constantes amenazas, cuidando su vida a cada minuto, ya que no solo realizan experimentos riesgosos, sino que deben enfrentarse a la maldad en todas sus formas. Aquel que no se puede nombrar, como suele suceder, domina y está siempre presente en todos sus pensamientos, sobre todo en los de Harry. Tal cual sucede en nuestras vidas, que cada tanto tienen algún innombrable (persona, situación, objeto), aquello que no queremos que nos afecte, ni siquiera en una mención, es lo que comúnmente nos quita el sueño y nos controla a tal punto de paralizarnos.

La brillantez de este cuento no sólo radica en su sencillez, sino en mostrarnos cuán vulnerables somos a aquello que nos ocupa la mente, a tal punto de convivir todo el tiempo con nosotros en nuestros pensamientos.

En lo personal, creo que dividir el mundo entre buenos y malos, es una simplificación que atrae bastante, aunque luego la realidad se encargue de demostrarnos la relatividad de ese criterio. Por eso es que creo que si J.K. Rowling hubiera tenido la oportunidad de compartir su idea con otros escritores de fuste, mágicos por su percepción polivalente del mundo, su saga hubiera tenido quizás pinceladas más complejas dentro del entramado de la magia blanca o negra, dándoles a los niños la posibilidad de entrever que las cosas no se clasifican siempre como buenas y malas, asequibles o inasequibles, sino más bien dudosas o mezcladas en su composición, una pintura que abarca una extensa gama de colores y de trazos.

El mundo mágico de Gabriel García Márquez es más bien descriptivo y centrado en los personajes y su entorno místico, alejado de juicios totalitarios. Me hubiera gustado encontrar un Harry Potter haciendo su magia en Macondo, o manteniendo una charla distendida con Aureliano Buendía. Asimismo y porque no, Harry Potter podría ser el mago que hubiera evitado con sus hechizos, que Jean Valjean, el personaje central de los Miserables de Victor Hugo, hubiera sido perseguido por tantos años, sólo por robar una hogaza de pan. El bien y el mal de Victor Hugo, sólo adquiere una dimensión unívoca en la mente del policía que lo persigue, pero se diluye en el resto de personajes y la trama. Porque no pensar en un Quijote ayudado por algún acto de magia, mientras se esfuerza por luchar con los imponentes molinos de viento.

Más allá de estas elucubraciones que nos permiten soñar con un libro donde se podrían cruzar todos los grandes personajes literarios, con todas sus historias y enseñanzas, relatado por ejemplo por “Funes el Memorioso de Borges”, dentro del entramado mítico y único de “El Aleph”, es útil recordar que el ser humano como especie, recién está dando sus primeros pasos en la escritura, ya que no hace mucho tiempo, si lo comparamos con la edad de la especie, que ha aprendido a transmitir y perpetuar sus experiencias a través de los escritos.

No sólo existen los innombrables, sino que también existen aquellos escritores o personas inmerecidamente poco premiadas, por el producto e impacto de sus obras. Uno de ellos es nuestro destacado Jorge Luis Borges, nacido un 24 de agosto de 1899, el cual nunca recibió el premio Nobel de literatura, pese a todas sus exquisitas creaciones y la popularidad alcanzada (sin ser un escritor de masas, por cierto).

Jorge Luis Borges no sólo era un gran escritor, sino que cada vez que lo entrevistaban disparaba frases o respuestas bastante ocurrentes, dignas de la agudeza de su prosa, y de seguro emparentada con su nivel de inteligencia y vocación por la ironía. Su marcado anti peronismo, y otros conceptos sumamente alejados de las doctrinas religiosas imperantes, eran expresados abiertamente, generando discusiones y controversias en torno a su calidad personal, que le valieron un sinnúmero de enemigos que a él poco le importaban y lo tenían sin cuidado.

Las frases más sabias del escritor

«He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz».

«He pensado alguna vez que, quizás una persona que esté enamorada vea a la otra como Dios la ve, es decir, la ve del mejor modo posible. Uno está enamorado cuando se da cuenta de que la otra persona es única».

«Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón».

«Todos caminamos hacia el anonimato, sólo que los mediocres llegan un poco antes».

«Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos».

«La duda es uno de los nombres de la inteligencia».

«La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene».

«Sólo aquello que se ha ido es lo que nos pertenece».

Las respuestas y ocurrencias más destacadas de Borges

Durante la dictadura militar alguien le comentó a Borges que el general Galtieri, presidente de la República en ese momento, había confesado que una de sus mayores ambiciones era seguir el camino de Perón y parecerse a él… «¡Caramba!», interrumpió Borges. “Es imposible imaginarse una aspiración más modesta», aseguró.

En otra ocasión Borges firmaba ejemplares en una librería del Centro. Un joven se acercó con Ficciones y le dijo: “Maestro, usted es inmortal”… Borges le contestó: “Vamos, hombre, no hay por qué ser tan pesimista”.

Cuando los periodistas le preguntaron en Roma a qué atribuía que todavía no le hubieran otorgado el Premio Nobel de Literatura, el escritor respondió: “A la sabiduría sueca”.

En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en aprietos a Jorge Luis Borges. Como no lo lograba, finalmente probó con algo que le pareció más provocativo: “¿En su país todavía hay caníbales?…»Ya no, nos los comimos a todos”.

Polémico como siempre, en plena Guerra de las Malvinas, opinó que “la Argentina e Inglaterra parecen dos pelados peleándose por un peine” y agregó que “las islas habría que regalárselas a Bolivia para que tenga salida al mar”.

El escritor argentino Héctor Bianciotti recordó una de las tantas salidas elegantes de Borges, cuando le incomodaban los halagos de la gente: ocurrió en París, en un estudio de televisión.

”¿Usted se da cuenta de que es uno de los grandes escritores del siglo?”, le preguntaron, y él dijo: “Es que este ha sido un siglo muy mediocre”.

El 10 de marzo de 1978, en la Feria del Libro, Borges se cruzó con un escritor al que quería y respetaba: Manuel Mujica Lainez. Se abrazaron e iniciaron una conversación que es interrumpida una y otra vez por los cazadores compulsivos de firmas. “A veces, se quejó Borges, pienso que cuando me muera mis libros más cotizados serán aquellos que no lleven mi autógrafo”.

Borges y un escritor joven debatiendo sobre literatura y otros temas. El escritor joven le dijo: “Y bueno, en política no vamos a estar de acuerdo maestro, porque yo soy peronista”. Borges contestó: “¿Cómo qué no? Yo también soy ciego”.

Volviendo al tema central del título de hoy, podemos colegir que existe una amplia gama de “in”, que al final de cuentas, lo único que hacen es restar posibilidades de ir más allá de los conceptos incompatibles y supuestamente irrefutables: innombrable, inverosímil, indecible, inmoral, inconducente, incoherente, incongruente, increíble, invencible, y tantos otros in, que se oponen como antípodas supuestamente perfectas de los conceptos que niegan.

Lo que vale la pena preguntar es cuán acostumbrados estamos a vivir simplificando el devenir en las antípodas del “in” y el “no in”.

Para finalizar les dejo un pensamiento de Aldous Huxley (escritor y filósofo británico), que nos remite a pensar en nuestros estar siendo, en este mundo personal e íntimo que nos toca construir mientras vivimos:

“La vida es una marioneta del tiempo, en la medida en que cambia a cada instante, cambia el mundo interior y el exterior, de modo que no somos los mismos dos instantes seguidos”.

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