La pregunta que suelo hacerme tantas veces como puedo, se vincula con dos palabras muy usadas en la industria audiovisual:
¿Espectador o Protagonista?
En cualquier obra de cine, teatro, televisión, o en las mismas redes sociales hay un lugar para los que protagonizan y otro para los que observan o visualizan. Cuando una representación tiene éxito el número de espectadores multiplica varias veces al número de protagonistas.
Del mismo modo en esa gran marquesina que es cada una de nuestras vidas, nuestro tiempo se divide en momentos de observación y actuación (entendida como accionar), con un montón de momentos en donde la división no es tan exacta ni definida.
Normalmente asumir un rol protagónico requiere de un camino que conduce «de dejar de ser el espectador para pasar a ser al protagonista». Esto es así porque protagonizar requiere de un proceso de aprendizaje, en donde se conjugan múltiples estadios de observación y actuación.
Desde niños nos especializamos en observar lo que nos rodea de modo tal de abarcar con nuestros sentidos, mente y corazones todo lo que se desenvuelve en derredor nuestro.
Por lo general la vida de un futbolista profesional arrancó cuando siendo niño concurría a la cancha a ver a otros futbolistas, los cuales se desempeñaban como protagonistas dentro del campo de juego.
Desde ese momento se despertó en ese incipiente aprendiz una ilusión en forma de sueño, acompañada de una declaración fundacional:
“Quiero ser jugador de fútbol….”
Los puntos suspensivos obedecen a que esa frase suele estar acompañada por otros aditamentos tales como:
Para parecerme a Maradona.
Para ganar mucho dinero.
Para ayudar a sacar a mi familia de la pobreza.
Para ser el máximo goleador de la liga.
Del mismo modo, cuando uno elige una profesión o vocación, el proceso es muy parecido. Por ejemplo, cuando me propuse estudiar ingeniería, lo hice desde la admiración que sentía por los grandes ingenieros de la historia, aquellos que descubieron y luego construyeron elementos fundamentales para nuestro desarrollo como sociedad.
Vale decir que la cuestión que nos hubimos de plantear al comienzo de este escrito puede ser reformulada de la siguiente manera:
¿Qué tengo que hacer para pasar de ser espectador a protagonista en este campo de mi vida?
Con el agregado de varias inquisiciones más.
¿Qué no estoy haciendo para ser protagonista de….?
¿Cuánto tiempo estoy dilapidando siendo mero espectador de cosas que no me suman valor?
La última pregunta se vincula con un hecho sumamente vigente:
«Horas y horas navegando por las redes, usando muchos mecanismos tecnológicos que nos mantienen embelesados y contemplativos de la vida de otros, siendo simplemente meros espectadores sin ningún objetivo a la vista».
En el proceso para pasar de espectador a protagonista, en un campo específico, encontramos tanto aliados como enemigos:
Entre los aliados:
- Tener claridad y priorizar con la mayor certeza posible nuestro protagónico.
- Buscar maestros, referentes y socios en ese campo.
- Mantenerse siempre con una actitud aprendiente.
- Organizar los tiempos y los esfuerzos.
- Buscar recursos y planes alternativos.
- Trazarse metas de referencia, tales como hitos intermedios.
- Cultivar la perseverancia, la resiliencia y sostener los estados de ánimo.
Entre los enemigos:
- Miedo a ser protagonista.
- Desánimo ante el primer fracaso.
- Culpar a los demás de mis propias derivas.
- Ante el primer éxito considerarnos expertos.
- Vivir episodios de sobreactuación.
- Creer que el camino es sencillo y no requiere de atención y concentración plenas.
- Falta de priorización.
En cualquier ámbito o disciplina o área de nuestras vidas en las cuales estemos decididos a PASAR DE ESPECTADORES A PROTAGONISTAS, es altamente recomendable decirnos a nosotros mismos que nuestro potencial es cuasi INFINITO.
Desde el «día cero», que es aquel en donde decidimos emprender el camino de ser artífices de nuestra propia película, nuestras relaciones y como las cultivamos adquieren un cariz decisivo, en la medida que conservemos esa pasión por cumplir con nuestros sueños.
Desde ese mismo «día cero», nuestro primer gran hito puede ser el de transformarnos en actor de reparto, y desde ahí ya con fuerzas renovadas buscar el protagónico de nuestras vidas. Entre el cero y los diferentes hitos atenazados, nuestro porcentaje de crecimiento tiene que ser acompañado por nuestra voluntad y decisión para continuar, esa llama que no tiene que apagarse pese a las grandas borrascas que podemos enfrentar.
No existe cronología aceptable o errada para pasar de ser espectador a protagonista. Tantas veces hemos sido testigos de historias que superación que rompen las “supuestas barreras etarias”, de seres humanos que dan saltos de calidad que nos dejan boquiabiertos. Personas que se convencieron de que todo era posible teniendo confianza en si mismas, superando adversidades y conservando la actitud y fortalezas necesarias, para llegar finalmente a vivir los sueños que a priori parecían tan lejanos.
Al respecto y para simbolizar de que se trata ser protagonista les comparto estas historias de personas que triunfaron en el deporte, pese a sufrir eventos muy desafortunados en su vida. Su gran motivación y ganas de superar todas las adversidades, nos muestran su indeclinable espíritu y la encomiable actitud que los ha definido como «excelsos protagonistas». Sus férreas voluntades nos alientan a perseguir y alcanzar metas inimaginables.
Bethany Hamilton, Surfista
Es una surfista originaria de Hawai, que comenzó en este deporte desde los 7 años, pensar que seis años después le marcaría su vida, a los 13 años un tiburón le arrancó su brazo izquierdo. Pese a este gran accidente Bethany tuvo una mentalidad ganadora y no se rindió. Después de su recuperación pasaron tan solo días y volvió a las olas.
Hoy en día se encuentra dentro de las 50 mejores surfistas del mundo, ganó el primer premio de los campeonatos nacionales NSSA, a pesar que tuvo momentos de frustración a poder adaptarse a su discapacidad.
Su historia de inspiración les a servido como motivación a niñas que han sufrido una amputación, esto a través de la fundación que creó llamada, Friends of Bethany (amigos de Bethany). Su historia cautivó tanto que se creó una película llamada Soul Surfer inspirada en ella.
Kieran Behan, gimnasta
A este deportista apasionado de la gimnasia desde pequeño, a la edad de 10 años los médicos le dijeron que jamás volvería a caminar, tras haberle quitado un cáncer en el músculo estuvo 15 meses en una silla de ruedas hasta volver a la gimnasia, dos años después de haber vuelto resbaló por la barra alta sufriendo un golpe en la cabeza, perjudicando su cerebro.
Fueron tres años los que le costó a Kieran volver a entrenar su cerebro, para después sufrir lesiones y una de las más grande en su rodilla, para la edad que tenía y todas las situaciones por las que pasó este deportista, cualquier otro hubiera abandonado su sueño como atleta.
Sin embargo, Kieran Behan no lo hizo y años después logró convertirse en campeón mundial de suelo, su perseverancia, esfuerzo y dedicación lo llevan a ser motivación y ejemplo de superación.
Michael Jordan, basquetbolista
La leyenda de los Chicago Bulls no siempre fue el hombre exitoso que es ahora, Michael Jordan tiene mucho que enseñar con su forma de vivir; es inspirador y es de gran motivación para muchos.
Jordan no siempre tuvo la aceptación y éxito como en la NBA, en el colegio fue rechazado en el equipo de baloncesto, por ser poco competitivo, en ese momento Jordan jamás quería volver a ser rechazado. Todos los días se levantaba a las cinco de la madrugada a lanzar tiros libres, se exigió, concentró duramente para lograr conseguirlo.
Considera a sus fracasos como base esencial del éxito que logró, con esta frase: ‘He fallado más de 9.000 tiros en mi carrera, he perdido casi 300 partidos, 26 veces han confiado en mí para tomar el tiro que ganaba el partido y lo he fallado, he fracasado una y otra vez en mi vida y es por eso que tengo éxito. Puedo aceptar el fracaso pero, no puedo aceptar no intentarlo.
Usain Bolt, velocista
Este deportista jamaicano Usain Bolt, desde niño soñaba con ser velocista, creció en extrema pobreza, tiene una desviación en su columna vertebral más conocida como escoliosis y una de sus piernas es 1.5 cm más larga que la otra, a pesar de todas estas condiciones el no tenía el rendirse como opción, buscó un entrenador y un médico que le ayudó a fortalecer los músculos de su espalda y convertir su enfermedad como un aliado.
Al inicio de su carrera en el deporte los demás velocistas se burlaban de él porque sus salidas no eran las mejores, pero él recordaba siempre lo que sus padres le decía, que diera lo mejor de él. Hoy en día tiene el título de ser el más rápido del mundo, 11 títulos mundiales, 8 medallas de oro en Juegos Olímpicos.
Para finalizar una pequeña historia que nos muestra el valor de la actitud por sobre la aptitud.
Actitud de vida
Dos hombres, ambos enfermos de gravedad, compartían el mismo cuarto semiprivado del hospital.
A uno de ellos, se le permitía sentarse durante una hora por la tarde, para drenar el líquido de sus pulmones. Su cama estaba al lado de la única ventana de la habitación. El otro tenía que permanecer acostado de espalda todo el tiempo.
Conversaban incesantemente todo el día y todos los días, hablaban de sus esposas y familias, sus hogares, empleos, experiencias durante sus servicios militares y sitios visitados durante sus vacaciones. Todas las tardes, cuando el compañero ubicado al lado de la ventana se sentaba, se pasaba el tiempo relatándole a su compañero de cuarto, lo que veía por la ventana.
Con el tiempo, el compañero acostado de espalda que no podía asomarse por la ventana, se desvivía por esos períodos de una hora, durante los cuales, se deleitaba con los relatos de las actividades y colores del mundo exterior.
La ventana daba a un parque con un bello lago, los patos y cisnes se deslizaban por el agua, mientras los niños jugaban con sus botecitos a la orilla del lago, los enamorados se paseaban de la mano entre las flores multicolores, en un paisaje con árboles majestuosos y en la distancia, una bella vista de la ciudad.
A medida que el señor cerca de la ventana describía todo esto con detalles exquisitos, su compañero cerraba los ojos e imaginaba un cuadro pintoresco.
Una tarde le describió un desfile que pasaba por el hospital y aunque él no pudo escuchar la banda, lo pudo ver a través del ojo de la mente, mientras su compañero se lo describía.
Pasaron los días y las semanas y una mañana, la enfermera al entrar para el aseo matutino, se encontró con el cuerpo sin vida del señor cerca de la ventana, quien había expirado tranquilamente, durante su sueño. Con tristeza, avisó para que trasladaran el cuerpo.
Al otro día, el otro señor, con mucha tristeza pidió que lo trasladaran cerca de la ventana, a la enfermera le agradó hacer el cambio y luego de asegurarse que estaba cómodo, lo dejó solo.
El señor con mucho esfuerzo y dolor, se apoyó en un codo, para poder mirar al mundo exterior por primera vez, finalmente, tendría la alegría de verlo por sí mismo, se esforzó para asomarse por la ventana y lo que vio, fue la pared del edificio de al lado.
Confundido y entristecido, le preguntó a la enfermera, que sería lo que animó a su difunto compañero a describir esas cosas maravillosas fuera de la ventana y ella le respondió que el señor era ciego y no podía ver ni la pared de enfrente, y que seguro: “Quizás solamente deseaba animarlo a usted”.