El frío invierno que nos tenía contra las cuerdas ha cesado momentáneamente en su embestida. Sus golpes están amortiguados por estas temperaturas más otoñales, con matices primaverales y rayos de sol en abundancia. Es una invitación clara para salir de nuestras madrigueras, buscando desarrollar actividades al aire libre, deportivas, recreativas o turísticas.
Mi vocación de escritor aficionado me mantiene expectante, como hipnotizado por el entorno y las palabras que no vienen tan fácil a mi encuentro. Escribo observando como el viento arrecia el aire, provocando remolinos y volteando las últimas hojas que resisten estoicas en los árboles.
La lectura de un libro me trajo de regalo un pensamiento del emperador Marco Aurelio. Para ser honesto no sé mucho de él, pero me pareció que la frase amerita tener un valor por sí sola, independiente de su historia personal.
“El hombre no ha de temer a la muerte. Lo que ha de temer es nunca comenzar a vivir “.
El comenzar a vivir sucede como un hecho biológico desde el instante en que nacemos. Está claro que desde ese mismo momento estamos predestinados a morir, más tarde o más temprano. Biológicamente no existe un mecanismo para nacer y morir repetidas veces. Muchos intentos se han hecho para prolongar la vida de manera indefinida lo cual aún no se ha logrado; sin embargo, los avances científicos y médicos han logrado cuestiones impensadas, tales como el reemplazo de órganos enfermos, morigerar los efectos del envejecimiento y próximamente y en un futuro no muy lejano, lograr una especie de juventud prolongada, convirtiendo a nuestra especie en una más parecida al concepto de semi Dios.
El comenzar a vivir desde una perspectiva más existencial, filosófica o trascendental, puede ocurrir muchas veces en nuestras vidas, del mismo modo que el comenzar a morir. Nuestras vidas están plagadas de momentos bisagra donde nos sentimos renacidos, para lo cual metafóricamente tuvimos que morir con antelación. Quizás la frase de Marco Aurelio tenga mucho que ver con esto, el de animarse a vivir sin miedos, con la esperanza de que siempre habrá oportunidades para volver a vivir, de estar de vuelta de los fracasos, de las oportunidades perdidas, de los errores no forzados, de las incoherencias y de tantas situaciones impensadamente malas.
Mi último momento bisagra fue la desaparición física de mi madre, que me fue pegando de a poco, como en cámara lenta. Tuve que aprender a ser huérfano a edad madura. Antes de que este hecho sucediera pensaba que era natural y que estaba preparado para no tenerla más. Las emociones y mis sentimientos me demostraron todo lo contrario. Con el discurrir de los días, se me hizo muy evidente y muy necesaria su presencia. Los recuerdos me abarrotaron y comencé a extrañarla, soñarla y buscarla en fotos e imágenes conectando muchas historias, que me unen con este presente. Mi vida había dado un vuelco significativo, debiendo buscar las fuerzas para renacer a otra existencia, ahora sin padres. Tantas veces mis lágrimas me acompañaron en silencio, cuando me embargaba la emoción de sentirme como una «especie de ser desprotegido«. Percibirme otra vez vulnerable me sumió al principio en una coyuntura desequilibrante. Con el correr de los días, pude traer de vuelta conmigo tantas cosas que ella y mi padre me legaron, tantas enseñanzas, cariño, bondad y amor. Todo esto me impulsó a sentirme de nuevo en la senda, de la mano de los valores que sembraron con sus ejemplos y acciones.
Tomé acabada conciencia de que este trayecto donde estoy acompañado por mi familia, tiene muchas oportunidades y al mismo tiempo desafíos. No es ni mejor ni peor que antes, sino distinto y particular.
En la semana tuve la oportunidad de saludar a otra persona que había sufrido una pérdida similar hace poco tiempo. En este caso se trataba de su papá y del mismo modo que yo, él ya no tenía padres. La conversación surgió de manera natural. Compartíamos una sensación similar, la de sentirnos parte de otro estadio en la vida, el de ser huérfanos. Su historia tenía matices diferentes porque su padre había estado enfermo desde hacía varios años, con lo que él tenía la sensación de que su padre “sufrió su vida durante sus últimos años”.
Me contó que luego de la muerte de su papá, había responsabilizado a su padre en cierta manera por la situación que parecía haberse autoprovocado, por muchos excesos que había cometido. Sin embargo, su mirada sobre su padre cambió, con todos los saludos post morten que había recibido de muchos amigos y personas cercanas a su padre, los cuales lo habían conocido en otro entorno, donde todos lo destacaban por su generosidad, hombría de bien y el valor de su palabra y sus ayudas para con los demás. Si bien ya lo había perdonado, pudo comprender y luego aceptar la dimensión y figura humana de su papá. Yo pensaba mientras lo escuchaba atentamente, que era una historia que tenía que contar en mi blog, por su calidez personal y por su acabada riqueza humana. La conversación me sirvió para no sentirme solo y al mismo tiempo para no creerme el pupo del mundo, en esto de que solo a mí me pasan ciertas cosas.
Hoy, luego de darle sentido a la frase de Marco Aurelio, puedo resignificar muchas instancias de mi derrotero personal, episodios en los cuales me he animado a vivir y otras tantas donde “sólo me he animado a morir un poco no viviendo a pleno”. Es algo así como que lo que vale es «darse cuenta de lo que verdaderamente cuenta», aquello que nos distingue como esencialmente humanos. Cuestiones tan simples y tan poco rebuscadas, pero que al mismo tiempo cuesta tanto distinguir, en la prisa del día a día.
Siempre hay oportunidad para comenzar a vivir, para lo cual hace falta dejar morir un sinnúmero de prejuicios y preconceptos.
La escritura de estos blogs son un proceso de sanación personal que comparto con el único propósito de poder servir, no como ejemplo, sino en el mejor de los casos, acaso como una llamada para despertar de algunos sueños que nos retienen dormidos.
Para culminar les regalo este hermoso poema, escrito por Litto Nebbia, que me acompaño muchas veces durante mi adolescencia, muy ligado a esto de renacer después de morir.
Sólo se trata de vivir
Dicen que viajando se fortalece el corazón
Pues andar nuevos caminos
Te hace olvidar el anterior
Ojalá que esto pronto suceda
Así podrá descansar mi pena
Hasta la próxima vez
Y así encuentras una paloma herida
Que te cuenta su poesía de haber amado
Y quebrantado otra ilusión
Seguro que al rato estará volando
Inventando otra esperanza
Para volver a vivir
Creo que nadie puede dar una respuesta
Ni decir que puerta hay que tocar
Creo que a pesar de tanta melancolía
Tanta pena y tanta herida
Sólo se trata de vivir
En mi almanaque hay una fecha vacía
Es la del día que dijiste que tenías que partir
Debes andar por nuevos caminos
Para descansar la pena hasta la próxima vez
Seguro que al rato estarás amando
Inventando otra esperanza para volver a vivir
Creo que nadie puede dar una respuesta
Ni decir que puerta hay que tocar
Creo que a pesar de tanta melancolía
Tanta pena y tanta herida
Sólo se trata de vivir
Dicen que viajando se fortalece el corazón
Pues andar nuevos caminos
Te hace olvidar el anterior
Ojalá que esto pronto suceda
Así podrá descansar mi pena
Hasta la próxima vez
Seguro que al rato estaré volando
Inventando otra esperanza para volver a vivir
Creo que nadie puede dar una respuesta
Ni decir que puerta hay que tocar
Creo que a pesar de tanta melancolía
Tanta pena y tanta herida
Sólo se trata de vivir