Desde siempre nos hemos empeñado en establecer unidades de medida y comparación, como para poder a partir de ellas determinar el valor de las cosas, incluyendo en este grupo un sinnúmero de elementos, vinculadas a lo que se puede definir «como material o sea constituido por materia».
El valor de la tangible es expresado en diferentes unidades de precio para diferentes unidades de medida, haciendo referencia a un determinado mercado de cotización: por ejemplo, 1 ton de cobre cotiza en USD 10.215 en el último cierre de la bolsa de metales.
La tangibilidad está presente en nuestras vidas humanas a partir del inicio de nuestra especie. Si uno pudiera trazar una curva de crecimiento de lo tangible, es probable que una lenta pero continua apreciación de lo material haya tenido lugar por miles de años, hasta un relativo estancamiento o decrecimiento de la tasa de multiplicación producida a raíz de que la materia no puede crearse de la nada. El incremento poblacional y la necesidad de alimentos y otros elementos para la subsistencia, empujaron el valor hacia arriba, pero en cuanto a la cantidad de los recursos disponibles, los mismos tienen un componente de finitud que el hombre no puede sortear, porque hasta el momento no se puede crear materia, provocando que los recursos naturales en forma de reservas tengan una fecha máxima de disponibilidad.
En paralelo el hombre empezó a valorizar otros conceptos, los cuales «no se podían tocar con las manos». La valorización de los intangibles surgió de muchas maneras: el amor, los afectos e intereses comunes, sobre la base de las construcciones familiares, permitieron al hombre organizarse en torno a comunidades , organizaciones sociales, civiles, políticas y religiosas; del mismo modo las valorizaciones morales y éticas, establecieron marcos de referencia en formas de normas, reglamentos y leyes, para gestionar la convivencia; el bienestar al que todos aspiramos se construyó sobre la base de educación, salud, justicia y trabajo; los sistemas económicos que incluyen lo que se podía valorar desde ese punto de vista, se organizó en torno a las empresas, y finalmente lo financiero a través de los sistemas bancarios. El valor de todas estas organizaciones y lo que se produce a partir de ellas se puede medir, pero hay cuestiones intrínsecas o extrínsecas que determinar el éxito o el fracaso de todo este entramado que no tiene una medida concreta.
Se podría decir que el balance entre lo tangible y lo intangible que estuvo inclinado durante el siglo pasado hacia lo primero, hoy se encuentra desplazado hacia la intangibilidad, la cual ha adquirido una preponderancia sin igual. Estamos en un proceso exponencial de valorización de lo inmaterial, humanamente expuestos a que los conceptos, ideas y el conocimiento nos pasan por arriba tantas veces y con tal rapidez que no podemos ni siquiera atinar a reaccionar.
Nos encontramos en condiciones de aseverar que vivimos cada vez más inmersos en una sociedad del talento. En esta sociedad se evidencian claramente dos cuestiones:
- los focos de creación de valor en una organización no provienen del capital sino de las personas (y en concreto de su conocimiento).
- las métricas que se siguen utilizando miden el retorno del capital y los resultados financieros, fueron creadas para las necesidades de la difunta era industrial y necesitan una actualización urgente.
Las organizaciones perciben en mayor o menor medida que los intangibles son activos fundamentales y deben ser gestionados, como una condición necesaria para el crecimiento y desarrollo de la organización.
La sociedad del talento funciona a partir de la economía del conocimiento (incluyendo a todo el sector público) y se basa en servicios, es decir, en intangibles. En gran medida los intangibles nos confunden porque no se comportan como el resto de los elementos que conocemos. Para empezar, cuando tratamos de identificarlos y cuantificarlos (dada nuestra inevitable ligazón con los números), se muestran esquivos y no se dejan parametrizar con facilidad.
Nuestra educación cartesiana se asegura de que los currículos de las personas estén repletos de contenidos fácilmente medibles en un examen escrito, mientras que los intangibles no aparezcan nunca entre lo que los seres humanos necesitan y deban aprender. Hemos optado muchas veces por el camino quizás más sencillo de administrar lo tangible, lo que nos obedece y se puede medir, pesar, almacenar, transportar, comprar y vender sin problemas.
El balance de una empresa recoge sus activos físicos y recursos financieros, pero no dice nada de sus intangibles. A pesar de que son responsables directos de los resultados, en muchas ocasiones hacemos como si no existieran. Resulta clave entender que las herramientas de gestión actuales no sirven para administrar intangibles porque no fueron diseñadas para ello. Hoy toma relevancia esto que dijo alguna vez con mucha razón el sociólogo Edward Bruce Cameron (algunos lo atribuyen a Eisntein, dentro de otras tantas cosas que jamás dijo): “No todo lo que cuenta puede ser contado, ni todo lo que puede ser contado cuenta”. Nos dedicamos a gestionar lo que es fácil de medir, pero no necesariamente lo más importante.
Cuando hablamos de intangibles en cualquier organización nos estamos refiriendo a:
1. Conocimiento: Nos referimos al conocimiento tácito (no codificable) que tienen las personas en su cabeza y que les permite llevar a cabo su trabajo. Dentro del enorme volumen de conocimiento que atesora una empresa, la clave radica en identificar el conocimiento crítico, responsable de los resultados y que sostiene la ventaja competitiva.
2. Procesos: Conocimiento explicito, sistematizado y por tanto independiente de las personas mencionadas en el punto anterior. Incluye metodologías, modelos, procedimientos, informes técnicos, la forma de organización de la empresa, procesos de trabajo, etc.
3. Tecnología: Software, programas, diseños, modelos o patentes tecnológicas.
4. Mercado: Valor de la cartera de clientes y de los contratos vigentes, de la red comercial, proveedores, aliados y colaboradores.
5. Marca
6. Reputación
7. Derechos: Propiedad intelectual, patentes, derechos de autor, franquicias, royalties, licencias, contratos.
8. Innovación e investigación y desarrollo.
Los intangibles, por su propia naturaleza, no se pueden gestionar de forma directa. El conocimiento, que es el más importante de todos, no tiene por más esfuerzos que se hagan, una propiedad intelectual cien por ciento asegurada.
Algunas acciones que se pueden tomar para gestionar los intangibles son:
• Identificarlos y evaluar su estado. Esta es la primera tarea y primordial y para ello, existen los mapas de conocimiento crítico y las auditorias de conocimiento.
• Explotarlos en la operación del negocio para:
o Aumentar los ingresos creando nuevos productos, nuevas líneas de negocio, nuevos mercados, mejorar la producción o la calidad.
o Disminuir costos reduciendo los errores, las interrupciones y fallas, los accidentes, acortando los tiempos, evitando reinvenciones o aumentando la productividad.
• Protegerlos para evitar perderlos, mediante procesos de retención y de sistematización y almacenamiento.
• Transferirlos y difundirlos asegurando que están a disposición de quien los necesita en el momento justo.
• Incrementarlos mediante procesos de aprendizaje, incorporándolos vía contratación, alianzas con terceros o directamente a través de la innovación y el I+D.
Como conclusión sobre todo lo expuesto se puede manifestar que el valor de cualquier organización se sostiene y crece en la medida que crece su capital en conocimiento.
Trabajar dentro de o para una organización es aportar conocimiento y desarrollo para multiplicar el valor de lo tangible, pero sobre todo el valor de lo que no se puede valorizar.
Las relaciones laborales se establecen entonces construyendo una relación fructífera entre necesidades y expectativas mutuas de empresarios y empleados para:
- desarrollar habilidades duras y blandas, con el objetivo de crear entornos flexibles y dinámicos para dar respuestas rápidas a la exponencial ola de desafíos tecnológicos
- crear entornos de trabajo para salir del concepto trabajo versus compensación monetaria, incrementando los beneficios y prestaciones que forman parte del salario emocional o salario para el bienestar.
Las encuestas que se hacen en muchas organizaciones respecto de que se valora más en un empleado tienen por lo general una respuesta común y unánime y por supuesto se refiere a un intangible: la actitud. El éxito de cualquier organización depende de aprender a gestionar sus intangibles porque tienen un impacto decisivo en sus resultados y para ello, empezar por mapearlos es clave. La fuente de todos los recursos intangibles son las personas ya que sus conocimientos no se pueden adquirir fácilmente en el mercado porque son el resultado del proceso de aprendizaje histórico de la empresa. El futuro de una organización (y de sus miembros) depende de lo que hace, que a su vez depende de lo que sabe, que obviamente depende de lo que ha aprendido y aprenderá. No hay mejor decisión que invertir en desarrollar tus intangibles para enfrentar los cambios que vienen y los que vendrán.
Las organizaciones exitosas se basan en la creatividad y la gestión de los intangibles (en especial el conocimiento) con mucho rigor y generan las métricas adecuadas para medir lo que parece inmedible.
El trabajo tiene que acompañar el proceso de creación de valor donde parece que no lo hubiera bajo nuestra concepción antigua.
Seducir el talento de las personas para que se comprometan con proyectos donde se sientan desafiados, y aportando ese plus o extra milla que hace la diferencia, se puede lograr superando el paradigma de estructuras rígidas sobre la base de la monetización tradicional del trabajo. Hace falta poner en el combo otros condimentos para acompañar la intangibilidad en todos los sentidos.
Lo que no se puede tocar hoy pesa tanto que define la continuidad o no de los procesos organizacionales.
Muchos hablan del futuro del trabajo……
En lo personal creo que necesitamos enfocarnos en el presente del trabajo y sus dinámicas impensadas.
Sin ello, no nos resultará fácil convivir en la intangibilidad !