Versos, no balas !

La imagen resulta tanto brutal como desgarradora. Cientos de personas apiñadas bajo un puente destruido en una ciudad de Ucrania. Intentando protegerse de las bombas, se guarecen como pueden, esperando allí que se habilite un puente humanitario de evacuación. En teoría se había negociado, pero en la práctica la realidad indica que no, o que alguien no está cumpliendo lo pactado, tornando de este modo muy caótica la situación. La humanidad perece en todos los rincones de Ucrania donde cada vez hay menos alimentos, energía y medicinas. Cientos de miles emigran a otros países occidentales de la región, previendo que su territorio quede en manos del ejército ruso.

Un ataque sobre una planta de generación de energía nuclear causa zozobra en toda Europa, cuando salen a la luz videos de los incendios provocados por un misil, después de su impactar sobre la misma. El fantasma de Chernóbil vuelve a aparecer en las mentes de todos los ucranianos y europeos. Esta vez se trata de una generadora de energía diez veces más grande que la de Chernóbil, por lo que lo un siniestro nuclear en esa región, resultaría a todas luces calamitoso para el mundo.

La ONU vota por amplia mayoría un pedido para que Rusia cese con su invasión. Acto seguido se proclama asimismo la formación de una comisión investigadora, para determinar si en Ucrania se están cometiendo delitos de lesa humanidad. Los diplomáticos ucranianos y rusos se han reunido varias veces, pero aún no logran ponerse de acuerdo para terminar con el conflicto. Mientras esto sucede, el presidente de Francia, la máxima autoridad política de Alemania y el primer ministro israelí mantienen sucesivas reuniones con el primer mandatario ruso, sin que se visualicen avances concretos para detener la guerra. Parece que nadie puede persuadir al presidente ruso de que la opción diplomática es viable. Más sanciones económicas, empresarias y morales son aplicadas sobre Rusia, provocando daños en su economía. Varios países impiden el acceso de aviones procedentes de Rusia. Todo esto parece enardecer más la conducta del presidente de ese país, que amenaza con extender la guerra a otros países europeos. El periodismo se está yendo de Rusia, amenazado por penas de cárcel de hasta quince años, en caso de comprobarse que difunden noticias falsas sobre la guerra en Ucrania.

Las manifestaciones populares en contra de la guerra proliferan en todas las capitales del mundo, mientras que en Rusia los que se expresan en tal sentido son privados de su libertad. El presidente ruso, que parece estar cada vez más solo con su propósito de derrocar al gobierno de Ucrania por la fuerza, esgrime argumentos válidos para continuar más allá de todas las consecuencias para el pueblo ucraniano, para él mismo, sus seguidores y el pueblo ruso.

El mundo tal cual y como lo conocemos ya no será el mismo, independientemente del resultado de esta contienda. Todos habremos perdido algo de la esperanza puesta en un futuro más humano, despojado de grandes vanidades, más afín a la libertad y al propósito de una sociedad más justa. Los sistemas políticos del mundo volverán a una fase más primitiva, símil a la época de la guerra fría, donde la intolerancia y la caza de brujas, se abrirán paso ahora en un mundo tecnificado, global y sin supuestas fronteras.

Las voces condenando a la guerra, en una manifiesta voluntad por la Paz, se han escuchado en casi todos los confines de nuestro planeta, resultando insuficientemente poderosas como para enmudecer los cañones.

Las palabras de todos los pensadores, y personas comprometidas con un devenir más amigable, se alzan en conjunto con la de aquellos que esgrimen la belleza de sus versos en vez de balas.

Las mismas balas que acabaron con la vida del genial Federico, hace casi ya cien años, son las mismas que hoy ciegan la vida de miles de personas inocentes.

García Lorca, pago con su vida el error de no ser afín a las armas, sino sólo un obsecuente amante de los versos.

Vale la ocasión recordarlo, porque sus versos que no tienen tiempo, se imponen con su sensibilidad al crudeza de la guerra.

Federico García Lorca, el poeta que escribió sobre su asesinato

Cuando se hundieron las formas puras / bajo el cri cri de las margaritas, / comprendí que me habían asesinado. / Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, / abrieron los toneles y los armarios, / destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. / Ya no me encontraron. / ¿No me encontraron? / No. No me encontraron. / Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba, / y que el mar recordó ¡de pronto! / los nombres de todos sus ahogados.

En este fragmento del poema «Fábula y rueda de tres amigos», publicado en Poeta en Nueva York, Federico García Lorca anticipó su propia muerte. El poeta granadino, asesinado en la madrugada del 18 de agosto de 1936 por militares golpistas, parece hablar del crimen en los versos escritos durante su estancia en la Universidad de Columbia. Pero no fue el único que lo hizo. Antonio Machado primero, y Rafael Alberti después, también lloraron la «sangre caída» en la tierra de la Alhambra (Granada).

Acusado de socialista, masón y homosexual, García Lorca fue fusilado en la madrugada del 18 de agosto de 1936.

García Lorca fue detenido entre finales de julio y primeros de agosto de 1936, semanas después del golpe de Estado contra la Segunda República. El poeta fue acusado de «socialista, masón y homosexual» en un documento de la tercera Brigada Regional de Investigación Social de la Jefatura Superior de Policía de Granada, fechado el 9 de julio de 1965.

El informe de 1965 narra con detalle la desaparición de Lorca. Días después de su arresto, el escritor fue sacado del cuartel de la Guardia Civil «por fuerzas dependientes del mismo» junto a otro detenido y trasladado en coche al término municipal de Víznar, en la provincia de Granada. El historiador Ian Gibson en su libro El asesinato de García Lorca cita a otras tres personas fusiladas junto al poeta, el maestro Dióscoro Galindo González y los banderilleros anarquistas Francisco Galadí Melgar y Joaquín Arcollas Cabezas. Los versos premonitorios del granadino aludían solamente a tres hombres, pero fueron cuatro los que compartieron verdugo y fosa. Su asesinato, según el propio Gibson, no fue un crimen callejero y se convirtió en un verdadero problema para el régimen franquista durante toda la dictadura.

Los restos de Lorca reposan en un lugar conocido como Fuente Grande, un paraje en el que fue enterrado, según el documento, «muy a flor de tierra, en un barranco (…) en un lugar que se hace muy difícil de localizar». El rincón del que habla el informe no es otro que la gran fosa común en la que se convirtió el barranco de Víznar, donde están enterradas entre 3.000 y 4.000 personas según la investigación de la Junta de Andalucía.

Federico, aquel que nos regalaba su visión de la guerra civil (válido para cualquier guerra) en este magistral poema.

IGLESIA ABANDONADA

Balada de la gran Guerra

Yo tenía un hijo que se llamaba Juan.

Yo tenía un hijo.

Se perdió por los arcos un viernes de todos los muertos.

Le vi jugar en las últimas escaleras de la misa

y echaba un cubito de hojalata en el corazón del sacerdote.

He golpeado los ataúdes. ¡Mi hijo! ¡Mi hijo! ¡Mi hijo!

Saqué una pata de gallina por detrás de la luna y luego

comprendí que mi niña era un pez

por donde se alejan las carretas.

Yo tenía una niña.

Yo tenía un pez muerto bajo la ceniza de los incensarios.

Yo tenía un mar. ¿De qué? ¡Dios mío! ¡Un mar!

Subí a tocar las campanas, pero las frutas tenían gusanos.

y las cerillas apagadas

se comían los trigos de la primavera.

Yo vi la transparente cigüeña de alcohol

mondar las negras cabezas de los soldados agonizantes

y vi las cabañas de goma

donde giraban las copas llenas de lágrimas.

En las anémonas del ofertorio te encontraré, ¡corazón mío!,

cuando el sacerdote levanta la mula y el buey con sus fuertes brazos,

para espantar los sapos nocturnos que rondan los helados paisajes del cáliz.

Yo tenía un hijo que era un gigante,

pero los muertos son más fuertes y saben devorar pedazos de cielo.

Si mi niño hubiera sido un oso,

yo no temería el sigilo de los caimanes,

ni hubiese visto el mar amarrado a los árboles

para ser fornicado y herido por el tropel de los regimientos.

¡Si mi niño hubiera sido un oso!

Me envolveré sobre esta lona dura para no sentir el frío de los musgos.

Sé muy bien que me darán una manga o la corbata;

pero en el centro de la misa yo romperé el timón y entonces

vendrá a la piedra la locura de pingüinos y gaviotas

que harán decir a los que duermen y a los que cantan por las esquinas:

Él tenía un hijo.

¡Un hijo!. ¡Un hijo!. ¡Un hijo

que no era más que suyo, porque era su hijo.

Su hijo. Su hijo. Su hijo.

Los versos no son anacrónicos porque son escritos desde y para el alma.

Federico renace hoy con sus versos para hacer frente a los horrores de una guerra que mutila sueños, retrocediendo a situaciones impensadas y desprovistas de todo sentido. Las viejas miserias tratando de acorrolar y destruir los caminos de la cooperación y el respeto.

Federico, aquel no tolerado por su condición de libre pensador y homosexual, renueva su vocación por la vida, articulando sólo unos pocos vocablos, que riman a la perfección:

Versos, no balas.……

Mientras Polonia, Hungría y otros países se asumen como protagonistas esenciales dando acogida a miles de refugiados ucranianos, el continúa diciendo:

Versos, no balas.…..

Aquel que nos decía:

«El día que el hambre sea erradicada de la tierra, habrá la mayor explosión espiritual que el mundo haya conocido. La humanidad no puede imaginar la alegría que irrumpirá en el mundo».

Hoy nos repite hasta el hartazgo:

Versos, no balas…….

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