Lucía, mi hija más pequeña concurrió al colegio plena de emociones este viernes pasado. Ella era la encargada junto con otros compañeros de repartir los regalos a sus maestros. Presentes que simbolizan el afecto y el reconocimiento para la labor que desempeñan los docentes al frente de las aulas. La pandemia que nos tiene a mal traer desde el año pasado, impactó de manera negativa en los poderosos lazos que unen a maestros y alumnos. La falta de contacto diario entre el docente y sus estudiantes, al que se suma la ausencia de interacción entre los mismos compañeros, resultó difícil de reemplazar. Los medios tecnológicos que hubo disponibles no alcanzaron a suplir la necesidad de mantener la cercanía, en el caso de que estos estuvieran al alcance de todos, cuestión que fue muy dispar dependiendo de la zonas geográficas y condición socioeconómica.
En los mensajes de agradecimiento de los educadores, en retribución a los afectuosos saludos recibidos, a los obsequios primorosamente adornados entregados por los pequeños en sus manos, se notaba el quiebre de sus voces, el llanto contenido y mezclado con la alegría de poder seguir siendo parte de esa vocación por educar.
Padres, docentes, alumnos, autoridades educativas, auxiliares, profesionales de apoyo, personal de limpieza, conforman juntos un ecosistema cuyo principal objetivo es el de colaborar con la formación de estos seres en permanente desarrollo, de este inmenso capital humano cuyo potencial dependerá en gran medida, de la exitosa complementariedad de la educación recibida en el seno de las familias y en las aulas.
Todos hemos recibido en mayor o menor medida el influjo mágico de aquella señorita, de aquel maestro, que despertó en nosotros la predilección por las ciencias duras, las sociales, el arte, la música, los idiomas o por la práctica deportiva. La vocación de los maestros por enseñar trasciende las generaciones, va más allá de la línea de la temporalidad, para situarse en la cúspide de las personas más influyentes por siempre.
En este fin de semana donde conmemoramos a todos los maestros, a su prolífica labor y a su constante dedicación y compromiso con los infantes y adolescentes, aprovecho para traerles una mirada desde los propios docentes, que dimensiona bastante bien, de que se trata esto de “ser maestro”. Este escrito fue llevado a cabo en España por la profesora Ingrid Mosquera Gende la cual hizo una sencilla pregunta a un grupo de cinco colegas y a ella misma.
Día del Maestro: ¿Qué significa para ti ser docente?
Yolanda Pérez: “Ser maestra es volver a vivir la escuela con ojos de adulto”
Ser maestra es la oportunidad de volver a vivir la escuela con ojos de adulta rodeada de niños y niñas. Es escuchar a tus alumnos y alumnas, emocionarte con sus nuevos aprendizajes, creer en sus procesos y capacidades, saber que son diferentes, únicos y especiales. Es convertirte en cuentacuentos, potenciar sus investigaciones, ser ejemplo, saber que el error es parte del aprendizaje (suyo y nuestro), que juntos aprendemos mejor y que hay mil maneras de aprender. Es recibir y dar abrazos y sonrisas, hablar, reflexionar y vivir sus emociones a diario.
Para mí es la mejor profesión del mundo, la que me ha regalado una mirada de maestra que ya forma parte de mí las 24 horas del día, la que, aunque el día haya sido malo (también los hay) me obliga a seguir aprendiendo y creciendo, porque ellos, nuestros peques, siempre lo merecen.
Yolanda Pérez Mauri, es maestra de Educación Infantil en la escuela pública, siempre en continua formación para la mejora de su práctica docente. Apasionada de la educación, la literatura infantil y los juegos de mesa, utiliza los blogs y las redes sociales para compartir recursos y experiencias con otros maestros y maestras.
Ramón Rodríguez: “Ser maestro es darlo todo por ellos cada día”
Ser maestro es mucho más de lo que pueda expresar en unas cuantas líneas. Ser maestro es ser parte fundamental en la educación de un niño o una niña, y la educación es el principio de todo, la educación es el futuro, la educación es nuestra esperanza. Ser maestro es una enorme responsabilidad que asumimos con orgullo, con la ilusión de compartir cada día en nuestras aulas con nuestro alumnado, de ofrecerles la mejor versión posible de nosotros mismos, de darlo todo por ellos cada día, de enseñarles y aprender con ellos, de convivir en torno a unos valores básicos como el respeto, la igualdad y la tolerancia, aportando nuestro granito de arena para ayudarles a ser buenas personas, y personas buenas. Afianzando en ellos la cultura del esfuerzo, el espíritu de sacrificio, la capacidad de trabajar en equipo y sumar, y aportar a esta sociedad.
Ser maestro es reír con ellos, jugar, volver cada día a la infancia y recuperar un poquito de ese niño que todos llevamos dentro. Ser maestro es tanto, que por mucho que lo intente, no podré jamás explicarlo del todo. Adoro ser maestro.
Ramón Rodríguez Galán, es maestro de Educación Primaria, educando desde las emociones, mirando más allá de las notas, algo friki (son sus palabras, no las mías), muy de TIC, pero más de corazón.
Carlos González: “Ser docente es más que un trabajo, es un servicio”
La labor docente va mucho más allá de la mera transmisión de contenidos, que sin duda es muy importante. Un profesor también debe acompañar al alumnado en el proceso de aprendizaje, detectando sus carencias, exigiendo más precisamente en esos puntos y aportando los instrumentos para adquirir nuevos conocimientos y habilidades. En ese sentido, una de nuestras principales funciones es gobernar la clase, pues solo con una distribución adecuada de los tiempos, un conocimiento de cada estudiante y una programación de actividades adecuada a sus necesidades, podemos atenderles de la forma más personalizada posible.
Para mí, ser docente es más que un trabajo: es un servicio. Nos desenvolvemos en un ámbito que supone, en no pocas ocasiones, luchar contra la resistencia de los adolescentes a enfrentarse a sus carencias o a modos de trabajar donde no se encuentran cómodos. Ahora bien, después de ese esfuerzo resulta muy gratificante ver su progreso y cómo ellos son conscientes de que el camino recorrido merecía la pena.
Carlos González, es profesor de Geografía e Historia en el IESO Canal de Castilla de Villamuriel de Cerrato (Palencia) y miembro del Departamento de Historia Económica de la Universidad de Valladolid.
Coral García: “Ser docente supone un reto continuo y un aprendizaje constante”
Es una profesión en la que lo más importante son las personas. Dedicarme a la educación me permite estar en contacto con adolescentes y acompañarlos en un momento concreto de su vida. Supone un reto continuo, ya que para enseñar mejor hay que estar en aprendizaje constante. No es una labor exenta de dificultades, en el día a día aparecen desencuentros, conflictos, disgustos…, pero también hay ilusión, alegría, perdón, comprensión…
Hay que aprovechar cuando te encuentras alumnos que inspiran, con ganas de aprender, y consigues que se ilusionen con tus propuestas y conecten contigo. Es entonces cuando sientes que formas parte en su camino de crecimiento, y llegado el momento de despedirse ya son un pedacito de tu vida.
Coral García Ramada, es profesora de CFGM Gestión Administrativa y Actividades Comerciales (Formación Profesional). Desde hace 20 años trabaja en el Colegio Asunción de Nuestra Señora (Fundación Colegios Diocesanos), en Benaguasil (Valencia).
Ingrid Mosquera: “Ser profesora es enamorarte de tu profesión cada día”
Ser profesora es lo mejor que me ha pasado. Es disfrutar, es sentir pasión, es ver todo lo que tienes a tu alrededor como posibles recursos para el aula, es estar 24 horas al día pensando cómo puedes mejorar las clases, cómo puedes implicar a todos tus alumnos, cómo puedes hacerles sentir importantes y darles fuerzas para seguir en momentos complicados. Es conseguir que no tiren la toalla, es ser exigente con ellos, pero también con uno mismo. Es ser cercana, creativa, curiosa, inquieta e innovadora. Es aprender, aprender y seguir aprendiendo.
Es llevar el sentido del humor al aula, aspecto que no resta rigor a las clases, sino que suma motivación y genera un ambiente relajado, dinámico y distendido en una etapa generalmente encorsetada. Porque si yo hago un chascarrillo o meto la pata, mis alumnos verán que no pasa nada por equivocarse, participarán, comentarán, bromearán y se arriesgarán, saldrán de su zona de confort, necesario para que se produzca un aprendizaje activo. En definitiva, ser docente es un aprendizaje constante que no deja de maravillarme y enamorarme cada día.
Ingrid Mosquera Gende, es profesora de Didáctica en la Universidad Internacional de La Rioja. Experta en Didáctica, TIC y Microlearning Activo. Docente y bloguera por vocación.
Isabel Ortega: “Ser maestra es tener la posibilidad de mejorar el mundo”
Ser maestra significa para mí nada más y nada menos que tener la oportunidad de mejorar el mundo. Creo firmemente que una sociedad debe construirse desde la igualdad de oportunidades y el acceso a la educación para todos los ciudadanos sin distinción de origen, clase social, situación económica o capacidades individuales. Diría que me siento «orgullosa» de trabajar en un sistema, el educativo, que permite todo esto, pero actualmente, me siento más bien «comprometida» para que sigamos avanzando y educando a todos los niños y niñas sin dejar a nadie en el camino, ya que, lamentablemente, en muchas ocasiones parece que vamos hacia atrás. Me refiero al problema de segregación educativa que tenemos hoy en día y la falta de recursos para atender adecuadamente las DA y las NEE.
Tenemos en nuestras manos el arma más poderosa para conseguir sociedades avanzadas. Ojalá quienes legislan estuvieran tan convencidos de esto como lo estamos los maestros y maestras.
Isabel Ortega Sobrón, es economista y docente. Fundadora y directora de Clip Innovación Educativa e Ikastools.
Los testimonios dados por estos educadores que hacen su labor en distintas instancias del proceso educativo, muestran elementos comunes: vocación, pasión, dedicación, compromiso y dejarlo todo al servicio de los educandos.
Valga nuestro reconocimiento muy especial a todos los maestros en su día, y en lo personal hago una valoración superlativa de aquellos que realizan esa invaluable tarea en colegios rurales, de montaña o marginales, donde no sólo son los maestros, sino los padres, los cocineros, los consejeros a tiempo completo de niños que concurren al colegio sorteando muchas dificultades. Vale el mismo reconocimiento para aquellos que educan a niños con discapacidades, dificultades sociales, huérfanos y otras carencias afectivas.
Una parte esencial de este mundo funciona gracias a Uds.
Hoy recordaba una compañera del secundario a nuestro querido profesor Diego Maders, el cual nos enseñaba el sentido de la responsabilidad, pidiéndonos que cuando tomará lista al arrancar la clase, en caso de no haber estudiado, dijéramos:
“Presente, no estudié”.
Gracias querido profesor, por esta y otras enseñanzas de vida.
Al maestro, con cariño !