El siglo de los múltiples desafios !

Los primeros años de estos nuevos cien, estuvieron signados por aquel atentado del 11 de setiembre de 2001, que dejó en vilo a la comunidad occidental, ya que tuvo lugar en el mismo seno donde conviven ciudadanos de la mayor potencia mundial. Le tomó al mundo unas quince primaveras, barajar y dar de nuevo, acomodar otra vez los tantos entre los antagonistas occidentales y orientales, incluyendo gestionar la amenaza latente de los terroristas y sus soldados que no le temen a la muerte.

En el transcurso de este período sufrimos varias crisis financieras, que denominamos como burbujas, debido a sus similares características. Tanto los responsables de generarlas, como los usuarios o beneficiarios, sabían que tarde o temprano iban a explotar, pero amén de eso se las seguía propiciando porque se habían transformado en el nuevo sistema de confort, una especie de contención social, que en definitiva muy pocos querían abandonar, como esos sueños de los que uno no quiere despertar.

Cuando parecía que todo se estaba calmando, dentro de la espiral exponencial de crecimiento tecnológico que no dejaba ni deja casi nada quieto por mucho tiempo, sobrevino la peor crisis de salud desde la gripe española, que puso al mundo en un verdadero jaque sacudiendo las viejas estructuras, los sistemas políticos y magnificando la diferencia entre las naciones más ricas y más pobres, poniendo en estado crítico a los sistemas económicos capitalistas, socialistas o del tipo que sean.

El covid-19 nos mostró no sólo cuan vulnerables somos, sino que desnudó y aceleró otras discusiones y debates sobre que opciones elegir para superar los problemas que, si bien ya existían, los estábamos soslayando, minimizando, o cuando menos tratando de resolver en cámara lenta y sin mucho compromiso. Los tiempos no se acaban (la historia así nos lo muestra) pero los vertiginosos cambios y presentes disyuntivas, requieren la toma de decisiones y la confección rápida de planes en el corto plazo, para encaminar mejor las cosas en el mediano y largo término.

Los problemas pueden ser oportunidades si empezamos a hacer foco y tomamos consciencia de que gran parte de ellos son comunes, globales y nos afectan independientemente de nuestra condición social, racial, religiosa, política, económica, cultural, de género, dentro de una lista interminable de diferencias, que dificultan tantas veces la visualización de las coincidencias. Estamos tan empeñados en recrear el caos desde las visiones distintas, que nos olvidamos que las concordancias son aún más valederas y necesarias para el trabajo en común.

Calentamiento global

Lo que a fines del siglo pasado empezaba a aflorar como una idea fundamentada sólo por algunos académicos, tildados de extremistas por estar fuera de los sistemas de gobernanza y poder, hoy es una realidad innegable. El planeta ha acelerado su curva de calentamiento, tornando insostenible que sigamos adelante sin reparar lo que hemos producido mal. Ya no sólo se trata de reducir, sino de llegar a valores de emisión cero o negativos, integrando procesos, impulsando el uso de combustibles y energías renovables, disminuyendo consumos innecesarios, adoptando medidas para acostumbrarnos a la escasez saludable, y la racionalidad en el uso de los recursos. Las matrices productivas y de consumo necesitan pensar como ser sustentables social, ambiental y económicamente, trazando programas con metas a cumplir que no excedan los próximos veinte años. El esfuerzo tiene que ser compartido en el conjunto de naciones de acuerdo a su contribución sobre el desfasaje que hemos generado, entre lo que la naturaleza es capaz de soportar y las tensiones hasta la cual la hemos llevado por ignorancia o conveniencia.

Sistemas políticos de gobernanza

Las organizaciones políticas que ya venían devaluadas han acelerado su proceso de descrédito durante la pandemia, durante la cual quedaron al descubierto no sólo sus fallas, sino la incapacidad de los mismas para impulsar un distinto modelo de convivencia. La pandemia fue algo así como un período de anarquismo organizado, cuyo grado de estructuración no dependió de las leyes, reglamentos o medidas que surgieron desde el poder organizado, sino más bien del nivel de ordenamiento de los propios esquemas culturales con los cuales las personas se identifican. Varios países estuvieron algún tiempo en una condición de acefalía y sin embargo siguieron funcionando, producto de la voluntad y compromiso de otras organizaciones sociales y comunitarias, donde la gente se puso los temas al hombro, porque muchas veces no quedaba más remedio. La democracia estructurada en función de poderes equilibrados no puede seguir el ritmo y la volatilidad de la economía y de los pensamientos nuevos y emergentes. Una campaña liderada por un influencer resulta más efectiva para recaudar fondos, que los organismos públicos que debieran hacerlo. El fenómeno se explica porque esa persona genera más confianza que las poco flexibles y adaptativas instituciones políticas. Toda ley que sale de un congreso, tiene un dejo a pasado. Sale del horno limitando las oportunidades. Las acciones mancomunadas en forma de voluntariado, donde las personas trabajan agrupados en torno a una vocación son altamente eficaces, superando con creces a las remolonas estructuras formales conocidas.

Discriminación, libertad, pobreza y vulnerabilidad

Si bien parecen conceptos diferentes y de hecho lo son, cuando se analizan sus significados e implicancias caemos en la cuenta de albergan elementos comunes. Muchos de las personas que están fuera de los sistemas tienden a ser pobres, vulnerables, gozando de una libertad relativa y sufriendo de discriminaciones varias. El coeficiente de Gini que mide de alguna manera cuan equitativa es una sociedad, arroja valores muy diferentes entre sociedades pobres y ricas. Por lo general los sistemas económicos, políticos, ya sean públicos o privados, en aquellos países donde existe más desigualdad, tratan de resolver este problema de manera atomizada, desperdiciando esfuerzos y energía. Los que dicen defender derechos, no quieren flexibilizar las condiciones para que más gente acceda a empleos de calidad. Los que generan trabajo pocas veces están dispuestos a ceder una porción de la renta. Es increíble como en este siglo, aún sigamos discutiendo reglas mínimas de convivencia que aseguren un mejor acceso a condiciones de estabilidad para todos los ciudadanos. Los modelos imperantes se basan más en conservar la tenencia del poder que, en brindar acceso al trabajo (entendido como un valor social), basado en la educación, la salud y la creciente innovación tecnológica.

Mientras esto sucede, valientes mujeres afganas (como otras tantas veces lo ha hecho el género femenino en la historia) se animan a protestar, con riesgo de perder su vida, en contra de lo que ellas consideran un régimen opresivo y que restringe sus posibilidades. Reclaman fundamentalmente su libertad de decidir, su derecho a estudiar, a trabajar y a elegir libremente sobre su propia vida. La opresión ya no tiene más cabida en este nuevo siglo y ellas no están dispuestas a ceder. No quieren ser relegadas, pobres y vulnerables, amén de que luchar por eso signifique morir. Una lección para el mundo en general y para todos los procesos autoritarios en particular, que ellas brindan a cara descubierta, usando su cuerpo como único escudo y su voz como estandarte.

Revolución tecnológica, globalización y brecha generacional

Es inconmensurable como la informatización de todas nuestras actividades, impacta en nuestras vidas, tornando obsoleto lo que hace semanas era lo más novedadoso. Las redes nos transportan a lugares y comunidades tan distantes, que nos permiten conocer lo que pasa en muchas latitudes, sin necesidad de estar presentes. Hiperconectados y globalizados, aunque sin saber muchas veces el para qué. El propósito que podemos perseguir de manera conjunta deriva en un dilema sin resolver, porque si bien nos interesa conocer qué hacen los demás, aún somos poco propensos a adoptar mecanismos o prácticas propias de otras culturas. Quizás las nuevas generaciones, ya nacidas con la pantalla táctil en sus manos, están más abiertos a asimilar otros paradigmas de convivencia donde la tecnología tiene un lugar central, pero asimismo en ocasiones, adolecen de un fuerte compromiso y vocación de sacrificio. No sabemos a ciencia cierta donde nos llevará la revolución tecnológica, pero tampoco estamos haciendo mucho para averiguarlo, ya que ni las viejas ni las actuales generaciones, quieren liderar un proceso que demande acordar un nuevo modelo de convivencia, ya que de hecho parece ser una tarea cuanto menos titánica. Los datos abundan, pero lo hacen de manera desordenada y caótica y sin responsables. Las estadísticas más desarrolladas son usadas por lo general para fines comerciales y de crecimiento. Si las estadísticas sociales, educativas o económicas no son buenas, es mejor esconderlas que trabajar para mejorarlas. En muchas latitudes existe un manoseo de los datos, para que los mismos nos den bien, sin impliccancias para el modelo.

La lista de desafíos o quiebres que tenemos ante nosotros, no se acaban acá. Podemos incluir el incremento de la expectativa de vida, que genera cada vez más adultos mayores, la proliferación de nuevas enfermedades, que nos tendrá a mal traer en las próximas décadas y por supuesto no puede faltar el debate sobre alimentación, actividad física y salud, que pocos países están tomando con suma seriedad, incluyendo medidas para disminuir los alimentos procesados y el etiquetado frontal obligatorio entre otras. La educación es otro tópico donde vamos atrás del desarrollo, poniendo el carro delante de los caballos, con alumnos desmotivados y un sistema que no encuentra el rumbo.

Los temas apenas descriptos y mencionados en este capítulo pudieran fácilmente transformarse en varios libros y programas de trabajo, que por supuesto requerirían la inclusión de voces expertas e inteligentes, que aporten ideas en profundidad para ser empleadas en la solución de los problemas planteados.  Mi intención es sólo la de tratar de mostrar que son muchos los dilemas, sobre los cuales estamos flojitos de respuestas, siendo aún peor el hecho, de que ni siquiera en varios de estos casos nos estamos haciendo las preguntas necesarias para……, dado que nos sentimos confortablemente contenidos en el escenario anestesiado de lo inmediato. Lo que no tiene una solución inminente, fácil y sencilla, es decir la resolución de las cuestiones de fondo, no pagan el sacrificio de intentarlo. Hasta que sobreviene un hecho calamitoso, como por ejemplo esta pandemia del coronavirus, donde se acaban las excusas y nos vemos obligados a buscar y poner en práctica las creativas soluciones. Las rentabilidades fuera de lo económico, no son distinguidas como importantes, hasta que hacen inviable las rentabilidades económicas. Sólo en ese momento tomamos consciencia de ……..

Un siglo con múltiples desafíos nos llama a ser protagonistas. Todos los siglos se caracterizaron por presentar dificultades, aunque no creo de tamaña magnitud, frecuencia, vértigo , tensión humana y emocional como a los que nos enfrentamos hoy.

¿Vos qué opinas?

¿Podremos hacerlo?

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