El contenido que circula por las redes sociales abarca un amplio abanico de temas desarrollados con disímiles profundidades. No dispongo de medios para hacer una valoración estadística, la cual nos permita visualizar qué estamos compartiendo y en qué proporción. Lo que no admite dudas es que una amplia mayoría de veces estamos usando las redes de manera coloquial, por diversión, como un modo de conectar socialmente, utilizando el sentido de pertenencia a algún grupo, cuyos participantes son los que comparten intereses comunes o alineados.
No pretendo emitir un juicio acerca de la importancia de un contenido sobre otro, porque eso depende de las inquietudes de cada persona. Mis gustos, intereses y preferencias pueden ser coincidentes o no con la de otros, sin ningún grado de prelación. El espacio virtual es tan amplio que puede albergar una infinitud de ideas convivientes.
Existe tanta cantidad de información asequible, que uno podría gastar gran parte de su tiempo, navegando sin ton ni son, sólo usando la curiosidad como fuente impulsora, quedando de alguna manera anestesiado y apartado de la realidad material, viviendo una vida de búsqueda y permanente ligazón virtual. Una existencia plena de emociones, amigos, contactos, aquí y allá, sostenida por años de completa virtualidad.
En ese ciberespacio inconmensurable, inmanejable, cada tanto aparecen contenidos sustanciales, pequeñas grabaciones de charlas, encuentros, vivencias de importantes pensadores que hacen uso de esos espacios de comunicación sin fronteras. De esos pequeños oasis de reflexión, se pueden extraer conceptos que nos devuelven algo de equilibrio, nos permiten recuperar la conciencia acerca de……
Dentro de esos contenidos que disfruto, ayer compartieron un video en el que hablaba un catedrático español (lamentablemente no se reflejaba de quien se trataba), sentado ante un grupo de jóvenes escuchas.
Lo que intentaba era fundamentar la relevancia de la educación en la era tecnológica.
Transmitió algunas ideas centrales, que palabras más , palabras menos , pueden resumirse en lo siguiente:
- Si hoy hacemos nacer una persona de hace 12 mil años atrás, la diferencia genética con nosotros es tan insignificante que esa persona podría ser educada como un hombre moderno sin problemas.
- La cuestión de razas o supuestas ventajas genéticas es una discusión arcaica y totalmente superada.
- La era tecnológica está desprovista de emociones propias del humano. Si uno llora o ríe delante de una máquina, no hay ninguna respuesta de la máquina por el momento.
- La importancia del maestro para poder conectar y generar discípulos que alguna vez serán maestros, repitiendo un ciclo virtuoso que viene desde tiempos inmemoriales.
- Las decisiones ejecutivas se basan en la experiencia del hacer, corregir, hacer, experimentar y no sólo de las teorías. Le relevancia de la experiencia.
- La lógica del pensamiento, la iteración para ir desarrollando y creando, como elementos sustanciales que se adquieren de los maestros que conocen la intuición. Esto debería enseñarse en los distintos niveles educativos.
- El hombre ha generado nuevos escenarios empleando el conocimiento y la razón, pero desde las emociones, que son los que lo finalmente lo mueven.
- La capacidad de transformación del ser humano desde la palabra individual, las conversaciones y las visiones compartidas.
Luego de transmitir esto, nítidamente desde su corazón, este apasionado orador culminó su exposición parado delante de sus oyentes para decirles con una voz ya más elevada.
«Hay que recuperar y respetar a los maestros, aquellos que nos ha guiado por mucho tiempo».
«Hay que recuperar al ser humano, como aquel capaz de emocionar con los otros».
Las ideas expresadas por este orador suenan a verdades de perogrullo.
Con diferentes matices creo que sus ideas encuentran eco y aprobación en la mayoría de las personas.
Entonces esta deriva hiper-tecnológica donde prima la super-comunicación continua y constante, que nos abre un camino como mínimo distinto del que hemos transitado durante muchos siglos,
¿Tiene que ser integrada como una herramienta donde prime el ser humano?
En lo personal opino que la revolución tecnológica no puede ser descartada porque de hecho ofrece alternativas globales para solucionar problemas irresolutos de nuestra humanidad.
Otra idea más radical puede ser transitar definitivamente el nuevo camino con el objetivo de llegar a un destino de robotización en reemplazo de humanidad.
No comulgo con esa idea de hombres semidioses, conviviendo con humanoides robotizados.
En ese caso,
¿quiénes definirían las pautas de los límites éticos razonables?
Mientras debatimos los encuadres de la revolución tecnológica, la importancia de la educación y los maestros tiene que ser recuperada ya que, sino corremos el riesgo que la discusión sea dada desde una concepción meramente tecnológica, desprovista de las necesarias emociones propias de nuestra condición humana, con los resultados que ya estamos empezando a visualizar hoy:
– personas hiperconectadas pero desconectadas de la realidad.
– anestesia ante situaciones que nos tienen que emocionar, con escaso registro del prójimo.
– desastres naturales que tendemos a naturalizar.
– diferencias significativas entre sociedades desarrolladas y otras sumamente empobrecidas.
– sistemas de corrupción generalizados, conviviendo con los poderes políticos y económicos.
Rescatando el discurso del pensador al que hice referencia en este texto, la tecnología con educación y valores humanos, conteniendo emociones en conjunción con razonamientos, puede ser un destino inmejorable para las próximas generaciones.
Hoy deambulamos en algoritmos virtuales, relaciones con poco contacto real y físico, creyendo por momentos ciegamente en la revolución tecnológica.
¡Conservar al ser humano!, declamaba nuestro ilustre conferencista mientras se paraba ante el público presente, sacudido su cuerpo por la emoción que lo embargaba.
Ese ser humano que convive mientras combina la realidad mágica de su mortal destino, con sus pensamientos, razones, emociones y afectos más arraigados.
Aquel que lleva miles de años compartiendo su efímera existencia, buscando sentido y propósito en la familia, amigos, trabajo, en todo aquello que lo inquieta y lo hace trascender.
Por ello este domingo 14 febrero que se celebra en el mundo occidental la idea del amor, conservemos al ser humano que lo profesa y lo atesora más allá de cualquier vicisitud, coyuntura y epidemia que lo conmueva.
Educación desde los maestros junto con la tecnología pueden complementarse de manera muy efectiva, propiciando un combo con resultados que nos sirvan para construir un nuevo escalón evolutivo para el Ser Humano.
Para culminar amerito como bueno que usemos un poquito de nuestro preciado tiempo para poner foco en cuestiones alejadas de la tecnología, aquello que nos vincula con cosas tan plenas como reir, llorar, agradecer, perdonar, ayudar, amar, compartir, abrazar, jugar, creer, pensar, visionar, crear…..
Aquello que nos distingue….como SERES HUMANOS !