Honrar la Vida !

Durante la semana pasada, Patricia, una médica compañera del colegio secundario, dejo de existir presa del Covid 19. Era joven, tenía tres hijos y un futuro promisorio. Una de sus hijas Florencia, se encuentra en plenas prácticas profesionales como psicóloga, siguiendo la misma vocación de servir que distinguía a su madre.

Su contagio se produjo mientras ejercía su rol profesional, en distintos centros de salud, entre los cuales se encontraba un dispensario provincial de Córdoba, situado en un barrio de gente humilde al sur de la ciudad hom+onima.

No tenía ningún factor de riesgo que ocasionara un agravamiento del cuadro infeccioso. Luchó durante varias semanas en la unidad de terapia intensiva, entregando su vida el mismo domingo que se celebraba aquí en Argentina el día de la madre.

Nuestro grupo de compañeros del colegio elevó todas las plegarias posibles mientras Patricia estaba convaleciente, siendo testigos impotentes del gravísimo cuadro de salud que le tocó vivir.

Adriana, su amiga inseparable de toda la vida, fue la más afectada desde el punto de vista emocional, dada su cercanía, amor y compromisos mutuos. El resto de compañeros pasamos un domingo triste y anodino como la llovizna que caía.

En nuestro grupo de amigos y compañeros aún reina la incredulidad con este acontecimiento. En el lapso de pocas semanas, se apagó la luz de una persona con valores y vocación de servicio por los más vulnerables.

Sus compañeros médicos brindan detalles desconocidos por nosotros de su actividad profesional, entre los cuales se cuentan viajes para brindar atención médica a personas carenciadas del norte de Argentina, entre otras acciones en pos de servir al prójimo. Todos la recuerdan como una persona muy entregada a su trabajo, con fuertes y arraigados compromisos con la idea de ayudar desde la medicina. Su despedida final fue muy sentida y con mucho grado de congoja.

Este ejemplo que me toco palpar y conocer de cerca, nos muestra la crudeza de esta enfermedad, para la cual no existe un tratamiento del todo eficaz, las vacunas que estarían disponibles a fin de año se encuentran demoradas en su desarrollo, y todo parece indicar que la inmunidad conseguida es ciertamente relativa. Por otro lado más positivo, la letalidad inicial ha disminuido producto del conocimiento que se tiene de la infección, algunos tratamientos que se van incorporando, la disponibilidad de recursos de medicina intensiva y la detección de la misma en estadios más tempranos.

Las personas en general se han acostumbrado a las medidas de prevención y las han naturalizado, mientras que un grupo reducido hacen caso omiso a las recomendaciones atentando contra el cuidado individual y del resto de las personas.

Las predicciones que se hicieron en un principio no estuvieron erradas respecto de que esta pandemia duraría muchos meses, siendo gestionable por la aplicación de simples medidas que nos permiten minimizar los contagios, que se pueden aplicar en los lugares de convivencia, de trabajo, y del escaso esparcimiento que se han podido liberar.

Los países de Europa que han reducido las medidas de prevención vuelven a tener altas tasas de contagios masivos, con lo que sus líderes vuelven a pedir que se extremen las medidas de cuidado.

Al inicio de esta difícil coyuntura me resultó razonable lo que recomendaban algunos expertos respecto de que un cambio cultural y de nuestros procederes cotidianos era una promisoria manera de combatir la proliferación de esta y otras enfermedades. El tratamiento y las vacunas demorarían varios meses, por lo que la salida más viable era testear muchas personas, aislar los infectados y seguir a rajatabla los mecanismos de cuidado, entre los cuales se encontraba este cambio de paradigma respecto de la higiene de manos, uso de tapabocas y mantener la distancia social.

Los profesionales de la salud conviven y luchan minuto a minuto con este agresivo virus, con todas las herramientas disponibles, pero sabiendo de que a pesar de todos los recaudos están en la línea más delgada y vulnerable.

De hecho, Patricia conocía al detalle qué, cuándo y cómo proceder, pero el nivel de exposición al riesgo es muy alto, siendo el contagio un evento con mucha más probabilidad que para las personas que no están trabajando dentro del servicio de salud.

Por ello, repito mi más sincero reconocimiento para los seres humanos que se desempeñan en hospitales, sanatorios, dispensarios y centros de medicina, los cuales enfrentan este dañino virus a cada instante, haciendo lo mejor que pueden para cuidar la vida de los demás. Para ellas valga toda nuestra gratitud y respeto.

Colaborar con el arduo trabajo de los profesionales de la salud requiere en primer lugar una elección constante y sostenida por seguir las nuevas reglas de convivencia para que de esa forma disminuyamos los contagios a un mínimo.

Seamos conscientes de que en esta pandemia mundial nos toca cumplir un rol individual importante que es el de seguir sencillos procederes que pueden evitar complejos escenarios.

Patricia, fue una de las tantas profesionales que expuso su salud, a sabiendas de la peligrosidad de este virus, para asistir a los demás.

Los niveles de actividad no sean han recuperado del todo, pero la tendencia es en aumento. Eso nos permite sentirnos útiles nuevamente, pero nos compromete aún más con el no abandono de las medidas de contención del virus.

¡Por ello, hoy más que nunca necesitamos Honrar la Vida!

Como broche de oro, nada más aplicable en estas circunstancias que recurrir a las bellas y emotivas palabras de Eladia Blazquez, entrelazadas en este poema que es un Himno a la Vida.

Ella explica mejor que nadie de que se trata esto de Honrar la Vida. Es mi forma de despedir a una médica que estuvo en la trinchera, ayudándonos a combatir este flagelo.

¡No permanecer y transcurrir
No es perdurar, no es existir
Ni honrar la vida
Hay tantas maneras de no ser
Tanta conciencia sin saber
Adormecida…

Merecer la vida no es callar y consentir
Tantas injusticias repetidas…
¡Es una virtud, es dignidad!
Y es la actitud de identidad ¡más definida!

Eso de durar y transcurrir
No nos da derecho a presumir
Porque no es lo mismo que vivir…
¡Honrar la vida!

¡No permanecer y transcurrir
No siempre quiere sugerir
¡Honrar la vida!
Hay tanta pequeña vanidad
En nuestra tonta humanidad
Enceguecida

Merecer la vida…

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