La irrupción masiva de los medios digitales, redes sociales, programas de video juegos, han acentuado el efecto que se había comenzado a percibir con el advenimiento de la televisión abierta y luego con la disponibilidad de muchos canales agrupados en torno a los canales de cable: pocas personas adultas conservan la costumbre de leer, mientras los niños y adolescentes prefieren muchas veces no hacerlo.
Los libros de papel juegan una batalla con los libros digitales que se resisten a morir. Los hijos de la imprenta de Gutenberg siguen expectantes desde su ubicación en bibliotecas, librerías y estantes hogareños, siendo testigos del olvido, extrañando las manos que abrían sus páginas.
Los ojos curiosos de niños, adolescentes y adultos eligen posarse en estrellas fulgurantes de brillo, pantallas, celulares, consolas de juego. Son atraídos por la simpleza de las imágenes que implican un gasto menor de energía para pensar, imaginar, reflexionar, interpretar y soñar con mundos inventados e historias construidas de manera simbólica.
» Detrás de toda lectura, hay un escritor que puso en palabras aquello que emanaba de su corazón, de su mente, de su raciocinio, de sus vivencias más profundas» .
La simbiosis escritor-lector , es esa relación desarrollada durante siglos donde el que escribe lo hace primero para sí y luego para compartir sus construcciones con aquellos desconocidos y ávidos lectores. Estos desde sus interpretaciones basados en coincidencias, desavenencias e indiferencias con lo leído, recrean entornos posibles y renovados, generan escenarios distintos, cultivando el don de la palabra y el pensamiento. El ciclo se cierra cuando el que lee de un escritor, escribe para que otra persona pueda leer e interpretar lo que él mismo piensa o necesita.
El hábito de la lectura es imprescindible para estudiar, aprender nuevos conceptos y desarrollar las habilidades del entendimiento. Reducir esa práctica tiene consecuencias negativas sobre la capacidad de análisis, resolución de problemas y trazar planes de acción o programas de planeamiento sistémicos.
La introspección lograda cuando leemos es muy necesaria para mantener saludable el cerebro, del mismo modo que la extroversión o la socialización son conductas que favorecen la vitalidad emocional y las sanas relaciones.
Las lecturas pueden abarcar un sinnúmero de opciones, desde leer un libro con fines de esparcimiento: novelas, ciencia ficción, historia, cuentos, biografías; libros vinculados con ciencias sociales: filosofía, ensayos, psicología, llegando a las ciencias más duras: física, química, ingeniería. En todos los casos es posible encontrar aquellos conceptos que, integrados con nuestro pensamiento y lenguaje, nos permiten ejecutar acciones y crear mundos que no existían antes de tomar un libro entre nuestras manos.
¿Qué efectos tiene la lectura sobre las personas con el paso del tiempo?
La Biblioteca de la Universidad de Virginia (EE.UU.) ha realizado una descripción sobre los efectos que tienen los libros en las personas desde el primer momento en que se abren y se empiezan a leer. En dicha infografía se detallan los estímulos que la lectura da a las personas desde los 10 primeros minutos hasta los que se consiguen pasados los años de haber generado el hábito lector.
Sin lugar a dudas que los efectos que se mencionan parecen ser más bien los de una droga dura y que van desde la transportación a otra dimensión, sensaciones de entusiasmo, desorientación, aumento de la actividad neuronal, alucinaciones, risa / llanto, adicción, la de estar atrapados en un círculo vicioso… pero todos estos con un buen fin: aprendizaje, conocimiento y curiosidad intelectual.
En los primeros diez minutos de lectura surgen estímulos desde el tacto, el olor y lo visual del libro (como objeto). Además, el lector empieza a sentir que se transporta a un plano diferente. En estos primeros minutos surge sensaciones de entusiasmo por encuentro con voz una voz narrativa familiar, desorientación ante la nueva terminología, resistencia temporal a las nuevas ideas y, en general, aumento de la actividad neuronal.
A los 30 minutos de lectura los efectos van en aumento y se pueden empezar a experimentar alucinaciones auditivas y visuales. Hay una voz persistente en la cabeza de los lectores, muchos pueden tener visiones fantásticas e incluso son transportados a un tiempo y lugar diferente. En esta primera media hora de lectura es cuando algunos lectores se sienten obligados a intervenir físicamente con el libro escribiendo sobre él, subrayando o señalando partes con post-its.
Llegados los primeros 60 minutos de lectura se puede decir que ya hay una total inmersión en el libro. Los lectores experimentan efectos que pueden ir desde la risa incontrolada a un profundo dolor. Los lectores adquieren una profunda conexión psicológica con los personajes y eventos que van sucediendo en el libro. Conexión que hace que la lectura sea más pausada y pensativa ante la exposición de nuevos hechos e ideas que requieren mayor comprensión. Esto se conoce como aprendizaje.
Cuando se sobrepasan los 60 minutos de lectura el nivel de adicción al libro es grande y puede hacer que el lector esté distraído e incluso irritable cuando deja la lectura. La necesidad de leer es tan grande que se descuidan necesidades humanas como la alimentación o el sueño.
Pasadas horas, días o semanas leyendo un libro puede que este ya haya acabado y se sienta una intensa melancolía. De hecho, muchos lectores vuelven a leer el libro para tratar de recuperar el sentimiento de la primera lectura. Pasada la lectura del libro los lectores suelen buscar títulos más difíciles después de un periodo de recuperación.
Cuando se llevan años leyendo los lectores todavía sienten los efectos de los libros. Muchos de ellos se convierten en lectores habituales, atrapados en un ciclo de formación permanente para captar el mayor conocimiento posible, iluminación y curiosidad intelectual.
Resulta muy interesante y develador los beneficios de generar, mantener y acrecentar rutinas de lectura.
Existen muchas maneras de colaborar con esta cruzada.
Sistema educativo, conciencia familiar y políticas generales pueden confluir de manera complementaria con el fin de valorizar la lectura como elemento básico para el desarrollo personal y social.
La lectura garantiza la riqueza del vocabulario, la ortografía, la sintaxis, y el talento de las personas para crear asociaciones mentales entre las palabras, los objetos, los conceptos y las ideas.
La acción de leer nos pasa por el cuerpo, las emociones y el lenguaje, siendo la herramienta universal mejor conocida para luchar contra el analfabetismo, promoviendo individuos hábiles, con capacidad de interpretación, visión crítica y poder de escritura.
Desempolvemos los libros. Les insuflemos nuevamente vida entre nuestras vidas.
Que el infierno de Dante no se apodere de nosotros.
Invitemos a nuestras casas a Don Quijote y su Sancho Panza.
Un pensamiento que puede ser aplicado a la habituación por leer nos dice:
“ La constancia es la virtud por la que todas las obras dan su fruto “.
Un gran abrazo de lector a lector.
y…….
¡ Qué viva la lectura !