Los mercados globales están sufriendo los peores reveses desde el siglo pasado. Los gobiernos inyectan dinero en la economía como para amortiguar la caída. La efectividad de ese soporte va de la mano de la agilidad para hacerlo, de cuán burocrática se torna la asistencia.
La enfermedad que se propaga de manera rápida y creciente, imposibilita el desarrollo normal y habitual de muchas actividades, lo que impacta de manera directa en la economía y finanzas de todas los países.
El aislamiento y distanciamiento se va flexibilizando en las regiones donde impactó primero la pandemia. Los resultados de esa apertura se irán visualizando con el correr de los días, pero a priori la enfermedad empieza a ceder, debido a la artillería de medidas correctivas y preventivas que se han ido tomando. Algunos estados ya se encuentran en fase de desarrollo de una vacuna, con grados de avance dispares. Lo mismo para las terapias a seguir para la cura de los enfermos.
Disiento de varios de los artículos periodísticos que hacen comparaciones lineales con situaciones similares presentadas a lo largo de la historia. Según mi punto de vista, si bien se puede sopesar y sólo hasta cierto punto, la magnitud de la afectación, con respecto del número de infectados, recuperados y fallecidos, si el hecho de cotejar no incluye asimismo los factores generales y/o particulares que se evidenciaban en cada época, no estaremos brindando un adecuado marco de referencia, por lo que podemos estar comparando peras con manzanas.
La situación actual, presenta factores positivos o negativos a la hora de valorar y desterrar la enfermedad, en relación a tiempos pretéritos:
A favor:
- En varias regiones existen mejores condiciones de vida respecto de alimentación, vivienda y servicios esenciales como agua, cloacas, y electricidad. Contamos asimismo con medios de desinfección y limpieza muy superiores.
- Los sistemas de salud han evolucionado de manera notable en la identificación, control y tratamiento de enfermedades conocidas y nuevas, mediante la incorporación de tecnología y conocimiento. Un número importante de enfermedades han sido erradicadas por la aplicación sistemática de planes de vacunación y prevención.
- La conectividad virtual global nos permite estar mejor informados a nivel personal y social. De esa forma podemos anticiparnos y tomar mejores decisiones.
- Gobiernos federales se unen con otros en programas de asistencia y cooperación.
- La expandida red de ciencias aplicadas en muchos rubros nos permiten una mayor gestión de los recursos y facilidades para el desarrollo.
En contra:
- La extensa red de viajeros por el mundo, pueden trasladar la enfermedad mediante el uso de aviones, trenes, colectivos y taxis.
- La facilidad de recursos para generar eventos masivos y populares, que tienen una gran convocatoria.
- La concentración de personas en grandes centros urbanos, con medios de transporte intensivos y con altos de niveles de polución ambiental.
- La proliferación de lugares de esparcimiento yu encuentro social.
- Las diferencias de desarrollo y recursos entre distintos países y regiones.
Los elementos positivos y negativos tienen que ser vistos sólo en este contexto de combatir la enfermedad, de modo tal que no es mi intención que se interprete que soy proclive a mantener de por vida el aislamiento y por lo tanto la prohibición de la socialización y de los espectáculos masivos.
Lo que si puedo y pretendo hacer es ponderar los pros y los contras, con la condición de liderazgo que se requiere para enfrentar con éxito esta crisis.
A nivel de la gobernanza general de un país, el ponerse al frente de la situación, implica trazar un camino, donde las decisiones implicarán como de costumbre, asumir riesgos controlados.
Para minimizarlos, y no caer en la simple comparación con el pasado, es necesario dejar de lado las ideologías paralizantes que infunden miedo, para poder asumir el papel de un líder comprometido desde la acción y a sabiendas de se pueden cometer errores.
La clave de un liderazgo efectivo es avanzar no sólo con el control de la pandemia, sino con la gestión adecuada del resto de las actividades: económicas, educativas, sociales, culturales, deportivas.
Un antes y un después de esta pandemia son innegables, pero existen mecanismos que pueden ser aplicados de manera consciente para que los cuidados y nuevos protocolos de relacionamiento se puedan aplicar de acuerdo a un plan sisttematizado.
A pesar de lo incierta que es esta coyuntura, un líder tiene que tener un rumbo y un programa que lo ponga en blanco y negro. Esa hoja de ruta se irá modificando de acuerdo a las circunstancias. Por otro lado, ese rumbo tiene que ser comunicado, compartido y en lo posible validado por la mayoría.
Los países que están siendo más efectivos para convivir con la pandemia son los que parecían a simple vista los más estructurados, pero que en este contexto han entendido que la flexibilidad de razonamiento y el pragmatismo de nuevos procedimientos, sumado a la diferenciación dentro de su misma geografía, hacen una gran diferencia. No están preocupados por los costos políticos del corto plazo.
Los cimientos de ese éxito relativo, se han construido previamente en la educación ciudadana y el bien común. Ahí radica la vigorosa oportunidad de esta pandemia: romper con el paradigma de que no podemos cambiar y desaprender lo aprendido.
En las ciudades los líderes de comunidades más pequeñas, algunos de ellos barriales y con marcada asistencia en el día a día, para acercar un plato de comida a los niños, a los ancianos y a los más desprotegidos, conocen de plasticidad y trabajo sin descanso, dentro de un marco con cuidados específicos, para desarrollar sus tareas sin propagar el virus.
Muchos están adquiriendo maestría para el ejercicio del trabajo bajo circunstancias especiales, en industrias y comercios esenciales.
En gran parte de estas coyunturas hay líderes presentes, gestionando equipos diversos en tamaño y funcionalidad, que ponen en marcha remozados escenarios y evitan la propagación de la enfermedad. Mención estelar para los que se encuentran trabajando en la primera línea de contacto, en hospitales, sanatorios y clínicas.
A todo nivel de organización política, social y empresarial, hoy la pregunta del millón es:
¿Qué líder se necesita?
Sus acciones quizás no tengan un impacto tan visible hoy, pero seguro lo tendrán en el mediano plazo, cuando se visualicen las consecuencias reales de no haber tenido un real liderazgo, que haya asumido riesgos .
Los líderes positivos que surjan en esta pandemia serán aquellos, que sean los más osados equilibristas de los pros y los contras de este distinto panorama global.
El resto serán sólo pasajeros a los cuales la historia los puso en este contexto.
Mientras pienso en la chance única que existe de liderar dentro de esta crisis humana, razono sobre la inmejorable oportunidad que tenemos para salir fortalecidos ,con las mínimas consecuencias negativas, en todos los órdenes de nuestra existencia. Para ello hay que aceptar que existen y existirán escollos, que serán sorteados por líderes que tomen decisiones que los trasciendan y nos guien para salir de esta encrucijada del corto plazo.
Es por ello que te pregunto:
¿Hoy: a cuánto cotiza el liderazgo?