El tablero de dibujo se vislumbra atrás de esas manos que acompasadas se mueven. Van trazando líneas firmes con lápiz negro en esos lienzos a veces blancos, otros grises, algunos amarillos gastados. Las reglas amortiguan lateralmente la fuerza aplicada sobre el grafito. Energía sin fin al servicio de grandes diseños. El Homero, su fiel perro compañero, observa al maestro dibujante de a ratos, solo cuando sale del letargo de su siesta.
A un costado de la hoja, cálculos minuciosos, largos, muy largos , expresados en décimas y centésimas de milímetros, calorías, y watios. La exquisitez en la expresión de un artista enemigo de las grandes unidades, registrada en miles de millones de ceros.
Luego de un rato de frenética actividad creativa, con el humo del cigarrillo haciendo círculos, nos envía una o varias fotos de detalles gráficos de su nueva visión. Nos pide opinión a su grupo de amigos de casi toda la vida:
«¿Qué les parece muchachos?»
Lejos de entender, algunos de nosotros le devuelven varias preguntas:
¿Por qué tantos ceros?
¿Por qué no haces los cálculos en unidades más grandes?
¿Aprobaste el secundario vos?
¿Qué significa ese dibujo?
Sin ofenderse, nos brinda sus respuestas:
«Yo no tengo la culpa si ustedes no alcanzan a captar los millones. Algunas caritas de risas acompañando el mensaje.
Calculo las cosas más fácilmente con estas unidades. Mis equipos han funcionado por muchos años. Cuando no esté en este mundo, es probable que sigan operativos.
Fui compañero de ustedes en los primeros años de secundaria. La vida nos volvió a juntar. Por algo será.
Es el encendido electrónico y apertura de la puerta del nuevo horno multipropósito, ambos de manera remota.»
En el mismo acto nos remite una encuesta, respecto del combustible que usamos para calefaccionar.
Pocos respondemos, el grupo sigue en otra cosa, muchas veces en comentarios futbolísticos sin ton ni son. Gastadas para algunos de sus integrantes.
El genio de procederes algo arcaicos, continúa con su ardua tarea de ingeniería.
Un rato más tarde me consulta de manera personal:
Hola enano:
«¿qué siglas que resumen un nombre en inglés le puedo poner al horno?»
Agrega, a su pregunta de apertura:
«Tiene que ser algo que impacte y se pronuncie fácil. Quiero que refleje que es un horno de alta eficiencia térmica, bajo tiempo de cocción, usando poca madera, con encendido y apagado electrónico».
Déjame por favor pensar un rato y te digo.
Pasadas unas horas, le escribo:
HEWO: High efficiency wood oven.
Su respuesta:
«No está mal, pero no dice nada de que se enciende y apaga de manera remota.»
Mi comentario:
Va a quedar muy largo e inentendible.
«No importa, fíjate que logras.»
Ya es muy tarde, ese domingo. Las comunicaciones se cortan en lo individual y grupal.
En la semana sigo pensando, pero no encuentro la sigla justa, que incluya todos los requisitos del caso.
En un asado de amigos nos cuenta el estado de sus proyectos y qué objetivos persigue.
«Tengo que llegar a la Rural de Río Cuarto con los prototipos del horno de alta eficiencia y el pizzero.»
Al cabo de tres meses, alcanzando picos de trabajo inhumanos, soportando aún las consecuencias de una enfermedad cuasi superada, y con esa asma que lo tiene a mal traer, carga sus bártulos, equipos y quimeras para armar finalmente su stand en la feria más importante de la provincia.
Por espacio de varios días deleita al público, con las ricas pizzas y creaciones culinarias de un cocinero que se las trae. Sus hijas se turnan para acompañarlo.
Su grupo de amigos viaja de Córdoba a visitarlo durante la feria. Somos testigos de un público encantado, equipos de alta eficiencia totalmente comprobados.
Un éxito de taquilla, después de mucho tiempo.
Nuestro Turco está feliz. Luego de transitar muchos años de lucha y subsistencia feroz, se lo escucha decir:
«Se ve una luz al final de túnel. He tenido muchas consultas y me han comprado varios equipos.»
Después sobreviene una repetida crisis económica que lo tira todo para abajo. Los sueños que indefectiblemente se ralentizan.
Los pedidos demoran en concretarse. El Turco tiene nervios de acero templado, pero la compleja situación lo mantiene en vilo.
Las luces del genio están inalteradas, pero en modo pausa.
En el impasse, se dedica como era su costumbre, a regalarnos expresiones de unidad, con cierta picardía de jugador de baraja, en momentos de peleas individuales sin sentido.
Sus últimos mensajes en el grupo, son de aliento para dos integrantes que emprenderán trabajos nuevos.
Ese lunes 6 de enero, después del mediodía, su asma crónica le juega una mala pasada. Una de sus hijas lo conduce al hospital, pero no llegan a tiempo.
Nuestras palabras no encuentran eco. Se rezan oraciones, plegarias de amigos y amigas, que conservamos la fé y esperanza en su recuperación. Ya lo hizo muchas veces.
¿Por qué no habría de suceder ahora?
Nuestro gladiador de grandes epopeyas, se debate por varias semanas. Una pelea desigual, sin vencedores ni vencidos.
El histriónico compañero, que alegraba los asados empieza a vender sus creaciones en otra dimensión más espiritual.
Las miles de anécdotas, y momentos de felicidad compartida, nos alientan a continuar.
Cohabitamos en miles de recuerdos que destellan fugaces a cada paso.
Accionamos la vida con un control remoto que a veces se queda sin pilas.
Cuando un amigo se va, creando el principio de su permanencia inalterada para siempre.
El amor no tiene registro temporal ni presencial. Se siente en el cuerpo y en el corazón.
Turco…… Querido….. Hermano, como vos nos decías…..
Un abrazo infinito y muchas gracias por todo lo que nos mostraste.
Millones de ceros para una vida plena.
Cuando un amigo se va…. para quedarse…