El buen samaritano !

Parábola del buen samaritano

Literal del evangelio de Lucas:

25 En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:

—Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

26 Jesús replicó:

—¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?

27 Como respuesta el hombre citó:

—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”,[a] y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.[b]

28 —Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.

29 Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús:

—¿Y quién es mi prójimo?

30 Jesús respondió:

—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. 32 Así también llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo. 33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. 34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata[c] y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”. 36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?

37 —El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.

—Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.

Parábola del buen samaritano 2

Ese sábado por la mañana amaneció bastante nublado. Me desperté algo preocupado.En casa el resto de la familia dormía.

Circulé haciendo el menor ruido posible. Tomé mi celular y lr escribí a Germán, el vendedor del auto que había retirado el día anteriror de la agencia.

Me comentó, que él entendía que el problema del vehículo no era nada grave y que podía circular.

«Probalo de nuevo, cualquier cosa lo traes el lunes u otro día de la semana».

Lo que siguió a continuación, es historia ya contada.

Quedé varado al costado de la ruta, a unos 16 kms de casa, sin ninguna posibilidad de mover el coche. Llamadas al servicio de asistencia, coordinación de grúas que no llegaban, y cuando lo hacían no contaban con los dispositivos adecuados. Personas del otro lado del TE que no alcanzaban a comprender el problema.

Horas y horas de espera, comunicaciones con los servicios de asistencia en ruta y con Germán, el cual no podía creer lo que estaba pasando, y estuvo siempre en contacto y colaborando. Muy agradecido con él.

Eugenia, mi esposa, vino con mis hijas a hacerme el aguante. Gratitud con ellas, mis compañeras de vida.

En un momento de la mañana cerca del mediodía, me pasaron el contacto de un mecánico de Río Cuarto que hacía traslados y podía contar con los elementos adecuados.

Juan me atendió de una. Estaba en los preparativos de un asado con el personal de su taller.

«Lamento no tener los elementos conmigo, están haciendo traslados fuera de la zona, pero si se demora mucho el auxilio, avísame de nuevo y vemos qué podemos hacer».

Por la tarde la situación estaba fuera de control, porque no había servicios de auxilio con las características requeridas disponibles.

Nueva llamada a Juan. Sorprendido me preguntó:

¿todavía, estás allí? No te puedo creer!

Dame un ratito y salgo para allá!

Una hora después y con una nueva grúa estacionada que no contaba con los elementos apropiados, arribó Juan con otro mecánico. Ambos sonrientes, muy buena onda y toda la vocación de servicio arriba.

Juan intentó durante cerca de una hora y por todos los medios solucionar el problema. Al final, lo logró y pudimos subir el vehículo en marcha, a la plataforma que la transportaría unos 140 kms.

Lo que siguió a continuación fue motivo del  relato anterior al que hice referencia. Germán ayudó mucho para solucionar el problema, gestionando los servicios del taller y dando toda la prioridad.

Pero volviendo al momento cumbre, que posibilitó el traslado, toda vez que hube agradecido de mil maneras a Juan, le dije que no tenía dinero para pagarle el servicio conmigo, pero que en la semana pasaba por su taller.

«No hay problema amigo, no hace falte que me pague nada».

Pasaron los días, estuve ausente por vacaciones. Seguí en contacto con Juan vía redes.

Fui dos veces al taller y no lo encontré.

Le dejé otro mensaje, donde le manifestaba que yo necesitaba pagarle el servicio.

Su respuesta, ya definitiva fue:

«Hermano, ya te dije que no quiero dinero, pasa por el taller y tomamos un fernet juntos. Lo que a mí me gusta es ayudar con lo que puedo. Para eso estamos en esta vida».

Guau. Qué respuesta.

Seguro voy a pasar por el taller de Juan, a charlar con él, que en mi corazón ya es mi amigo.

Ayer pensaba, que uno de las partes de la biblia que más he disfrutado, era la de leer la parábola del Buen Samaritano del evangelio de Lucas. De ahí que haya arrancado este blog, trayéndola a colación.

Las semejanzas son evidentes.

«Juan no había hablado nunca conmigo, no era conocido ni amigo de ninguna persona de mi círculo más cercano. No tenía ninguna obligación de salir un sábado, cortando un asado con amigos para asistirme y lo hizo».

Juan no necesita una recompensa monetaria. Alguno puede decir, con cierta razón, que capaz no le hace falta.

Yo digo que él se puso en mis zapatos, sin pedir nada a cambio y demostró una sensibilidad sin igual.

Opino que hay hechos que son absolutamente superadores, generados por personas con valores que nos redimen.

Es probable que la multiplicación y proliferación de acciones altruistas, nos permitan construir una mejor sociedad.

No parece tan utópico.

¿Vos qué opinas?

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