Mamá en acciones !

Conceptos que representan el sentido de la palabra Mamá,

«Amor incondicional, sacrificio, entrega, cariño, trabajo, consuelo, guía, humildad, cobijo, ahuyenta miedos, maestra».

Para los niños pequeños, sus madres lo son todo. Es a partir de ese lazo fraterno, que se construye, desde el mismo nacimiento, gran parte de la fortaleza emocional, y psíquica de las personas.

El trabajo de las madres, alcanza dimensiones de varias personas a la vez: dan sustento anímico, soporte material, organizan, deciden, planifican, compran, venden, armonizan el hogar.

Algunas por elección y realización personal, otras por necesidad económica, en una gama de situaciones de las más diversas, ocupan espacios laborales como directivas, empleadas, emprendedoras. Son madres, que además desarrollan actividades fuera del hogar.

Madres biológicas, mamás del corazón, abuelas en función de madre, todas ellas están ahí para darte lo mejor, sin pedir nada a cambio. Sienten y viven ese rol como primordial, frecuentemente por encima de cualquier otro.

La mayoría de las mamás no tienen descanso. Les sobra voluntad para poner su cuerpo, su inteligencia, una inmensa cuota de responsabilidad y un gran compromiso, en pos de poder liderar su familia y su trabajo.

Se las puede ver en muchas ocasiones sonrientes, pero en otros momentos angustiadas, porque el dinero no alcanza para darle a sus retoños, todo lo que ellas quisieran, o por las enfermedades, o los fracasos. Sin embargo, ellas le ponen y siguen adelante, luchando batallas desiguales, a menudo con magros resultados.

Desde el momento que tuvieron consciencia de que iban a ser madres, forjaron ese sentimiento único, profundamente arraigado en su corazón, que las impulsa a despojarse de egoísmos, para transformarse en las guardianas y protectoras a tiempo completo de sus amados hijos.

Si hace frío, están allí para poner una frazada. Si existe enfermedad, velan el sueño entrecortado de los niños. Cuando aparece el llanto, te abrazan y comparten tu tristeza. Regalan el mejor beso, junto a la más sentida caricia. Sin discusión, el mejor plato de comida es para sus críos. Las manos nunca quietas, te entregan lo mejor de sus creaciones culinarias y artísticas. Son el auxilio y la compañía para completar las tareas de la escuela.

Cuando te va bien en el colegio, les va mucho mejor a ellas. En cada etapa educativa, primaria, secundaria y universitaria, están firmes a tu lado, esperando cosechar a través tuyo, los frutos de su incansable esfuerzo. Tus logros son sus enormes recompensas, un motivo de orgullo interior, para compartir con su familia y afectos.

A lo largo de tu vida, a medida que vas creciendo, van mutando sus acciones, consejos y muestras de cariño , sin perder nunca esa inclaudicable decisión de ponerse en tus zapatos, mostrándote de esa manera que te aman.

Nuestras madres, esposas, compañeras, simbolizan el AMOR con mayúsculas.

Las abracemos con todo nuestro corazón de hijos, esposos, compañeros o hermanos.

En homenaje a las MAMÁS, este fin de semana celebramos su existencia. Durante una jornada muy especial, plena de magia y plagada de recuerdos, de aquellas que ya no nos acompañan, compartimos su mística y les demostramos nuestra gratitud. Me sumo a este merecido reconocimiento, y aprovecho el momento, para regalarles dos bellas historias.

Una madre inspiradora

Un día Thomas llegó a casa y le dio a su mamá una nota. Él le dijo a ella. “Mi maestro me dio esta nota y me dijo que sólo se la diera a mi madre.”

Los ojos de su madre estaban llenos de lágrimas cuando ella leyó en voz alta la carta que le trajo su hijo.

“Su hijo es un genio, esta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarlo, por favor enséñele usted”.

Muchos años después la madre falleció, y él se convirtió en Thomas Alva Edison, uno de los más grandes inventores del siglo.

Un día él estaba mirando algunas cosas viejas de la familia. Repentinamente él vio un papel doblado en el marco de un dibujo en el escritorio. Él lo tomó y lo abrió. En el papel estaba escrito:

“Su hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la escuela.”

Edison lloro por horas, entonces él escribió en su diario: “Thomas Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero por una madre heroica se convirtió el genio del siglo.”

La historia de una madre le inyectó seguridad y certeza a su hijo, le ayudó a creer que él lo podía todo y lo creyó con tanto amor, que creció y murió siendo un verdadero genio.

Amor incondicional

Se enamoró de aquél bebé en cuanto lo vio. Marisa había luchado tanto tiempo por tener un hijo, primero por quedarse embarazada y luego por conseguir una adopción, que en cuanto colgó el teléfono se recorrió medio mundo para encontrarse con su bebé. Y en cuanto tuvo el bebé en sus brazos comenzó la historia de amor más bonita de su vida.

Desde el primer momento le dijeron que había un problema con aquél bebé. El bebé había sido abandonado en el orfanato tan pequeño porque estaba enfermo, una de esas enfermedades raras para las que ninguna madre está preparada y totalmente imposible de afrontar para una madre adolescente sin recursos. Pero a Marisa no le importó. Porque era su oportunidad para cumplir su sueño de ser madre.

Más que sueño, era una necesidad. Marisa se había pasado media vida intentando tener un bebé, con tratamientos de fertilidad tan costosos económica y emocionalmente. Decepción, fracaso y agotamiento habían sido los frutos de todos esos tratamientos, mientras varias parejas habían pasado por su vida y se habían alejado incapaces de soportar tanta frustración.

Y Marisa necesita ser madre, porque tiene mucho amor para dar. Así que finalmente se decidió por la adopción, que también era un camino muy tortuoso de plazos, burocracia y espera, pero que podía hacerlo sin necesidad de torturar su organismo una vez más y sin contar con ninguna pareja. No, no le importaba para nada ser madre soltera. Como tampoco le importaba que su bebé estuviera enfermo. Porque ahora ya tenía un bebé en sus brazos.

Poco importa la biología cuando hay sentimientos tan fuertes de por medio. Marisa vio al bebé y supo que iba a quererlo por siempre. Supo que acababa de ser madre y la felicidad fue tan completa como la de cualquier madre. Si el bebé estaba enfermo o no, no interfería para nada en ese lazo indestructible que se acababa de crear entre madre e hijo.

Marisa protegería al bebé, le cuidaría y de rodearía de todo el cariño que necesita cualquier niño. Juntos superarían cualquier adversidad, juntos lucharían para vencer la enfermedad, porque Marisa tenía ahora toda la energía del mundo para volcarla en su bebé. En el bebé y en su bienestar. Y así volvió a Marisa a su mundo, convertida en una feliz madre coraje dispuesta a luchar por la salud de su hijo.

Madre e hijo convivían con la enfermedad, la atajaban cuanto podían y la olvidaban las más de las veces. Porque vivían en una burbuja de amor en la que el bebé paso a ser un niño feliz y más tarde un adolescente también feliz. Una vida feliz venciendo las dificultades gracias al amor incondicional de una madre convencida de su papel.

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