Sin Vergüenza !

La maestra de tercer grado preguntaba quien había terminado la consigna.

Pocas manos levantadas, pero con muchas ganas.

Si bien la había desarrollado, una mezcla de timidez y vergüenza me impedía levantar la mía.

La maestra empezó a recibir las respuestas. Se generó un pequeño debate.

Aunque sabía de qué se trataba, no me aminaba a hablar. De nuevo el apocamiento y el sonrojo me mantenían en inacción.

Al finalizar la clase, Mirta, la maestra, se acercó a mi banco, antes de que saliera al recreo.

Me pidió el cuaderno de clases. Se dio cuenta que la tarea estaba bien desarrollada.

¿Por qué no participaste Marcelo?

Me sonrojé y no supe qué decir.

Ella me pidió que la próxima vez lo hiciera, que de alguna manera ella me ayudaría.

Desde ese momento, ella se encargó con mucho cuidado y acompañamiento, de que mis palabras surgieran.

Me costó bastante vencer la sensación de quedar en ridículo, de sentir vergüenza.

Con los años pude hacerlo, desatando esos lazos que tantas veces nos atan las palabras y por ende las acciones.

A lo largo de mi vida, encontré formadores, maestros, líderes, amigos, que cuasi ángeles me ayudaron a sortear esta dificultad, que me restaba posibilidades y oportunidades de crecer y participar.

Revisemos juntos el concepto, por medio de los significados que tiene la palabra vergüenza:

«Sentimiento de pérdida de dignidad causado por una falta cometida o por una humillación o insulto recibidos».

«Sentimiento de incomodidad producido por el temor a hacer el ridículo ante alguien, o a que alguien lo haga».

Vamos a seguir enfocados en la segunda de las acepciones.

Se trata de un sentimiento y por lo tanto es emocional.

Al ser de índole emocional, está íntimamente ligado a la distinción de peligro o advertencia para actuar.

Recuerdo frases comunes, tales como:

  • Parece que le dió vergüenza y no lo dijo.
  • No sé que me pasó, no me salieron las palabras.
  • Vergüenza es robar, no pedir.
  • Cuando tenía que hablar, se quedó callado.
  • No me animo a decirselo por vergüenza.

Busco palabras que reflejen lo contrario a sentir vergüenza y elijo la palabra torpeza.

Cuando no se tiene incorporado, o se ha perdido el límite de la vergüenza para algunas cosas, que pueden herir o dañar a otros, se incurre en la torpeza o la falta de respeto.

En ese caso nos vamos al otro extremo de la inacción, para alcanzar una situación de palabras o acciones desmedidas.

extremo de la inacción, para alcanzar una situación de palabras o acciones desmedidas.

  • Esta persona no tiene filtros, es un sinvergüenza.
  • Sentí vergüenza ajena con lo que dijo.
  • Todo estaba bien, hasta que habló esa persona que desmadró todo.
  • ¿No te da vergüenza lo que decís?
  • Actuaba sin vergüenza, es un desfachatado.

¿Qué equilibra ambos sentidos de la ecuación?

Una actividad cerebral que nos viene incorporada, que es bueno ejercitar:

Poner conciencia.

Nuestras emociones necesitan amortiguarse con ese condimento esencial de la actividad consciente.

En tu devenir actual:

¿Distinguís el equilibrio, CON-SIN Vergüenza?

¿Te quedas sin expresar una opinión o preguntar algo por miedo a la vergüenza?

En el otro extremo:

¿Tus opiniones o preguntas generan malestar en los demás o en vos mismo?

¿Pedís disculpas cuando alguien te manifiesta que cruzaste algún límite?

Sin lugar a dudas es un tema polémico. Las respuestas a estas preguntas, resvisten un carácter bastante personal.

Mientras busco las mías, aprovecho para transcribir algunos chistes vinculados, realmente sin vergüenza:

Va el 1:

Llega el juez que preside la audiencia.

En ese momento, el fiscal se levanta y le grita al abogado defensor:

-¡Es usted un sinvergüenza!

El abogado defensor le responde gritando:

-¡Y usted es un ladrón!

El Juez toma asiento y tranquilamente dice:

-Bueno, ya que ambas partes se han identificado plenamente, podemos dar inicio a la audiencia.

Va el 2:

Se encuentran viajando en un tren un alemán y un español.

-El español, para romper el hielo y con ánimo de hacer amigos, le pregunta al alemán:

Y usted ¿De qué parte de Alemania es?

-El alemán muy amable le responde. Soy de Baden-Baden.

y usted ¿de dónde es?

-El español, andaluz para más detalles, le responde:

Pues mire usted…yo soy del Puerto de Santa María-Puerto de Santa María.

Va el 3:

Hombre: ¿Dios?

Dios: Si

Hombre: ¿Puedo preguntarte algo?

Dios: Por supuesto!

Hombre: ¿Qué es para ti un millón de años?

Dios: Un segundo

Hombre: ¿Y un millón de euros?

Dios: Un céntimo

Hombre: Dios …. ¿podrías darme un céntimo?

Dios: Espera un segundo

Después de estos chistes malos.

No me saquen del grupo, por favor!

Hasta la próxima semana!

Deja un comentario