Nos preparamos para la despedida del año calendario viejo y la bienvenida del año nuevo.
La celebración suele ser una vía de escape para las emociones.
Algunos nos proponemos despojarnos de lo malo que nos sucedió, quemando en la hoguera de nuestras vanidades la autocrítica . Como contrapartida pensamos que el 2019 será irremediablemente mejor.
Otros nos valemos de lo bueno para olvidarnos de lo no tanto, levantando la copa como señal de arranque para el período que se viene.
En un grupo encontramos personas que viven este cambio sin mucho para decir, hacer o preguntarse.
No es mi intención hacer un juicio de valor respecto de qué es válido y que no.
La gama de posibilidades y resultados a la hora hacer el balance son muy personales. La terapia grupal después de varias copas, donde se conversa con menos tapujos, el movimiento del esqueleto al son de la música alegre y estentórea, acompañan el entierro y el nacimiento del tiempo.
Hemos hecho méritos para festejar a lo grande. Agradecimientos, culpas, anhelos, expectativas, sumas, restas, encuentros y desencuentros, alegrías y tristezas, recuerdos, se mezclan en nuestro interior, semejando la ensalada de frutas que degustamos.
El tiempo calendario en occidente viene fijado desde el año 1852 en época del Papa Gregorio XIII, dando por tierra con el calendario Juliano utilizado desde la época de Julio César. Otras culturas y religiones manejan sus propias mediciones cronológicas.
Este Cronos que recibimos cada 365 días, no es de nuestra elección. Hace cientos de años alguien decidió por nosotros como sería.
Los griegos sin embargo se refieren al Kairos, como el tiempo oportuno, o tiempo de gracia, en contraposición al del reloj de arena o Cronos.
La diferencia fundamental radica en que uno es un tiempo que pasa, es medido, inapelable, definido e independiente de cada persona. El otro, menos usado es cualitativo, personal, está asociado a instancias decisivas de nuestras vidas, más ligado a la consecución de hitos, metas, a la calidad trascendente de nosotros como individuos.
Autores modernos nos traen algunas concepciones revisadas del concepto.
Así, el autor estadounidense Eric Charles White lo define como «el instante fugaz en el que aparece, metafóricamente hablando, una abertura (o sea, el lugar preciso) que hay que atravesar necesariamente para alcanzar o conseguir el objetivo propuesto.».
Para el filósofo francés Gilles Deleuze es «un Momento-lugar único e irrepetible que no es presente sino siempre está por llegar y siempre ya ha pasado. Que nos sobrevuela.»
En el mismo sentido, el español Alejandro Corletti Estrada escribió que es «el tiempo de nuestros momentos trascendentes, de los hechos que marcan fuerte el camino personal de cada uno de nosotros, eso que algunos denominan destino, y que en determinados momentos nos hizo tomar decisiones importantes»
La gestión del tiempo cronos es muy importante por cierto.
Pero qué pasa con nuestro tiempo personal?
Cabe la posibilidad de que estemos algo errados?
Estaremos bastante más enfocados en los minutos que en la calidad de los mismos?
Necesitaremos, un cambio de timón para equilibrar hacia dónde enfocamos las horas?
El 2018 agoniza sin más remedio.
Los proyectos continúan y se reciclan.
Entonces, cuando comienza tu año?
Cuál es el día y la noche de tu Kairos?
Escribiendo en vísperas del año nuevo, rodeado de mis afectos, mi esposa sonriendo, mis hijas creciendo, corriendo, porque son carne en movimiento, como decía mi bisabuela, siento las ganas de continuar más por el K, que por el C.
Admitiendo la posibilidad de enmendar errores, y con la proa a favor del viento de los aciertos, te invito a embarcar en el velero 2019.
El tiempo que vendrá.
Amigas y amigos lectores, espero haber sido de utilidad en el devenir del 2018.
Mi compromiso 2019 es continuar compartiendo más preguntas que respuestas.
Seguir buscando las mías, a veces a tientas, algunas con un poco de brillo, pocas con total claridad.
Mis mejores deseos para Uds.
Se vemos!