Los Matices

Mientras leo titulares de periódicos y publicaciones en internet, no deja de asombrarme que la deriva de la historia de la humanidad, nos termina posicionando en posturas muy definidas de blanco y negro, de derecha o de izquierda, islam o cristianismo, de conservadores y liberales, de estas a favor o estas en contra. Percibo que son pocas las voces moderadas, equilibradas, a la hora de emitir opiniones, de fundamentarlas, de fijar posiciones.  Los hechos concretos se muestran distorsionados, e incluso se transforman en materia opinable, dependiendo de la posición o el grupo de pertenencia, a veces mostrando positivismo donde concretamente no lo hay y viceversa.

Estos refugios de pensamiento, donde casualmente se trata de buscar la salida fácil para no poner real conciencia, nos han sido útiles a lo largo de nuestras vidas para no desarrollar nuestra visión crítica. Estar en esta zona de no discusión, donde nos sentimos cómodos y fortalecidos,  nos permite que lo que queda fuera del círculo, no nos afecte, es sólo la contrapartida aislada del bien que profeso.

Está claro que cultura, esa palabra que usamos para describir cómo hacemos las cosas, tiene una vinculación directa con los valores que encierra, tales como compromiso, solidaridad, amor, trabajo, familia, justicia, inclusión, y si bien en una sociedad definida existen visiones compartidas de qué entendemos cuando nos referimos a ellos, numerosas veces, las definiciones se hacen muy personales y arbitrariamente únicas. Pequeñas diferencias respecto de qué entendemos unos y otros, respecto de conceptos básicos de convivencia, al no poder dirimirlos nos llevan necesariamente al preciado mecanismo defensivo, de buscar asilo en esa zona donde vemos en blanco y negro, donde desaparecen esas diferencias que no podemos gestionar. Esta zona nos equilibra emocionalmente, ya no sentimos la agresión, y no tenemos la necesidad de pensar en nada. Pensar en nada, sólo en nada, como escribe una canción.

Tenemos distintos grados de habilidad para comprender que somos capaces de observar de manera distinta. Somos observadores que usamos nuestros propios lentes para ver la realidad,  por lo tanto teñimos con nuestra conciencia, y más complicado aún con nuestros propios paradigmas y mapas mentales, lo que vemos o percibimos de algún modo. Desarrollar esta habilidad de interpretarnos como diferentes, ni mejores ni peores, incluyendo en esto dar autoridad a quienes han desarrollado filtros especiales, respecto de su conocimiento y experiencias en temas particulares, nos posiciona en un lugar menos confrontativo, más relajado, y con menor gasto de energía.

Los matices multicolores, a los cuales prefiero no llamar grises, están al alcance , se pueden visualizar si nos entrenamos para descubrirlos, para no borrarlos con un delete de nuestro software personal.  En la adecuada gestión de los matices, se encuentra gran parte del secreto que nos permite salirnos del devenir histórico, que nos posicionó tantas veces como enemigos, como amigos, y que no nos permitió muchas veces sentar las bases para generar una sociedad más inclusiva.

Las reglas de convivencia son esenciales para los órdenes de nuestra vida, donde nos desenvolvemos: lugares públicos, el trabajo, la familia, el club, órganos de gobierno, etc, etc. ;  no encuentro útil romper esas bases de sustentación, aunque es a menudo provechoso,  revisarlas para luego redefinirlas. En general a lo que hago referencia es a todo aquello, que no está escrito ni definido como una regla, y sólo depende de nuestro comportamiento individual y social, de cuán capaces somos para encontrar y validar a los otros. Aceptar los matices,  las distintas formas de ver las cosas, nos puede llevar inicialmente a una situación de intranquilidad personal, aunque a la larga nos permitirá incluir mayor cantidad de pensamientos y opiniones, los cuales nos enriquecerán.

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Los matices en el ámbito del trabajo  es habitual que devengan naturalmente, porque es común compartir  la pregunta: cómo solucionamos esto?, cómo encaramos este proceso?. Normalmente las voces son escuchadas, independientemente de la posición y del rango, en esto de buscar los consensos para hacer las cosas de determinada manera, buscar la cultura que nos define. Transitar el camino para obtener resultados, lograr un adecuado funcionamiento del equipo de trabajo, nos obliga necesariamente a ser multicolores.

Si nos remontamos a otros ámbitos, mucho más personales, tales como la familia, la política, la religión, el deporte, la cuestión se hace más ardua y difícil, y los mentados consensos que incluyan la más amplia gama de miradas, no son tan fáciles de conseguir. En los ámbitos donde más personales somos, es donde sentimos más confortable ubicarnos en esa zona donde la variedad de colores desaparece. Nos sentimos protegidos de alguna manera, en nuestra religión, nuestras instituciones familiares y sociales, nuestra cultura occidental, nuestro partido político.

Seguro ya miraste por este bocallave, y advertiste la amplia gama de colores, que hay dentro de la habitación; ahora te invito a que mantengas esta distinción en la mayor parte de los ámbitos donde te toca vivir. Mi experiencia personal, es que esta habilidad, necesita ser entrenada día a día, porque venimos de miles de años, donde a la larga o a la corta, hemos encontrado refugio, en aquel lugar donde desaparecen los claroscuros, y nos quedan sólo dos colores entre los cuales elegir.

Te pregunto y me pregunto:

  • Cómo te sentís con los matices?
  • Validas otras opiniones?

No es tarea fácil reconocer a los otros como auténticos otros, escuchar opiniones contrarias a las mías, y buscar el consenso necesario para avanzar con aquellos que no piensan como yo.

Quizás pensemos distinto en los extremos, pero si distinguimos los matices, quizás concordemos en algún punto de la amplia paleta de colores, y desde allí acercar los extremos al medio, al equilibrio,  a la puesta en sintonía, buscando el tan preciado bien común.

Te invito a ponerlo en práctica…..

A ver la vida a través de una extensa variedad de lentes…..

Los tuyos, los míos, los de los otros……

 

 

 

 

 

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