Debo reconocer que algunas veces arranco por el final, para ir devanando desde atrás para adelante, lo que quiero transmitir o lo que quiero que indaguemos juntos. Hoy sin embargo es uno de esos días, donde las vivencias me llevan de lleno, en un sentido tan claro y humano, que el título se me ofreció así, sin más, como las manos tiernas de una madre acariciando su retoño.
No se trata de una historia en singular, se trata de las miles de esforzadas vivencias, de personas de carne y hueso, que están al servicio de enfermos, de personas que no se valen de sí mismas, de seres humanos dependientes de asistencia para vivir. Por supuesto que se existen profesionales de la medicina, enfermeras/os, médicos, acompañantes terapéuticos y un sinfín de especialidades, que hacen del servicio hacia los demás su norte y su sino. Pero aquí quiero destacar y resaltar la figura de aquellos que están en servicio, remunerados o no y que se entregan a la compañía de otras personas, y tantas veces son sus confidentes que resultan vitales, para la recuperación de los cuidados, son los que cuidan……
Hace unos días mi madre Ana fue operada, y veo a los que cuidan como un ejército silencioso de servidores que se turnan , para ofrecer lo que tienen a su alcance, un servicio de atención y de calidez humana, para que los dolientes lo pasen…. un poco mejor. En estos días, nos hemos rotado con mis hermanos Claudia y Ariel, su nieta Florencia, y sus hijas políticas Eugenia y Glenda para sostener a mi madre, en este trance de recuperarse a sus 83 años, de un reemplazo completo de cadera. Ya tenemos elegidas para su regreso a casa, a sus cuidadoras y enfermeras permanentes, las cuales seguirán con la difícil tarea de servir y sobre todo escuchar, las minucias, las cuitas , los recuerdos y el pedido de ser atendida, de recibir ese plus humano, que vaya causalidad nos muestra cuan humano somos…..
Parte de esta semana, he sido testigo de palabras tiernas de amor, de comprensión, y sobre todo de esa infinita escucha, que trasciende la enfermedad, en donde la compañía le gana terreno a la soledad, y los sufrientes ya no están desprotegidos, porque tienen esos ángeles de la guarda, atentos a la mínima necesidad, al pequeño gesto imperceptible de dolor, vigilantes de ese paciente desvelado de noche, que desosegado no duerme, sumido en ese torbellino de emociones, que lo vuelven algo irascible, impotente de no poder moverse por sí mismo, por no accionar como quisieran.

Este ejército de cuidadores sin nombre, son la tía jubilada, la prima soltera, la hermana que sale del trabajo presurosa, el esposo y la esposa, incondicionales compañeros del corazón, el amigo o la amida de toda la vida, y este entramado de afectos y relaciones donde se conversa mucho, va complementando el sostén a la existencia, más allá de la tecnología, de las medicinas y de las palabras de aliento de médicos y enfermeros. En el bar del hospital, en los comedores vecinos, se encuentran todos luego de una noche sin descanso, para tomar un café y compartir sus experiencias, y sus descubrimientos de cómo conseguir qué, de dónde conseguir cómo y luego ellos mismos abren sus corazones, para darse aliento y seguir en el sacrificio de atender para ser.
Este ojito de cerradura, nos invita a mirar dentro y fuera de clínicas, hospitales, hogares de ancianos, casas de familia, y otros lugares donde operan este sostenido y abnegado grupo de seres en servicio, que entregan su preciada humanidad, y su sentido de vivir para….. acariciar con su escucha, con sus manos, con su palabra, con la sonrisa, a otros, los que con fuerza vital menguada, intentan pelear y continuar en este derrotero, conservando su dignidad, y necesitando asistencia para atesorar su existencia.
Hay tantos valores que aparecen por doquier, y muchos están aquí, amor, compresión, solidaridad, compromiso, entrega, dedicación, sacrificio, y la lista puede continuar bella e interminablemente. Los que nos apartamos momentáneamente de la armada de cuidadores, tenemos que transformarnos en servidores de los que están en servicio, para que la cadena humana no afloje, ni se tense demasiado….
Llegado este punto, te pregunto y me pregunto:
Servicio y escucha, te hacen sentido?
Formas o formaste parte de alguna red de cuidadores?
No tengo tus respuestas, sólo las mías, y hay tantas preguntas más que puedo hacerte, y seguro podrás hacerte y hacerme, un sinnúmero más, sólo te pido que levantes tu mirada, un poco más allá y te percates de que existe un mundo dónde no se necesita más que servir de alguna forma, a esa persona que hoy necesita alguna asistencia para valer, más allá de ese respirador que lo sostiene, de reconocerse humano y atesorar tu sonrisa, tu oído y esa palabra que le da ánimos. Es cierto que existen muchos ámbitos donde es requerido este sentido de estar en servicio, preparado para asistir, pero hoy podemos enfocarnos en esto….
Brindo, por los que cuidan….
Ellos merecen un aplauso y……
Nuestra eterna gratitud!!!!!